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lunes, 23 de abril de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 103: 2 Samuel 23-24


Segundo libro de
Samuel..Capítulo 23
David habla por el poder del Espíritu — Los gobernantes deben ser justos y gobernar en el temor de Dios — Se hace mención de los valientes de David y se enaltecen sus obras.

1 Éstas son las últimas palabras de David.

Dijo David hijo de Isaí,
dijo aquel varón que fue levantado en alto,
el ungido del Dios de Jacob,
el dulce cantor de Israel:

2

El Espíritu de Jehová ha hablado por medio de mí,
y su palabra ha estado en mi lengua.

3

El Dios de Israel me ha hablado,
me habló la Roca de Israel:
El que gobierna a los hombres con justicia,
que gobierna en el temor de Dios;

4

es como la luz de la mañana cuando sale el sol
en una mañana sin nubes;
como la hierba de la tierra brota
por el resplandor después de la lluvia.

5

¿No es así mi casa para con Dios?
Pues él ha hecho convenio eterno conmigo,
bien ordenado en todas las cosas y seguro.
Aunque todavía no haya hecho florecer
toda mi salvación y todo mi deseo.

6

Pero los malvados, todos ellos, serán como
espinos desechados,
los cuales nadie toma con la mano;

7

y quien quiere tocarlos
se arma de un hierro y del asta de una lanza,
y son del todo quemados en su lugar.

8Éstos son los nombres de los valientes que tuvo David: Joseb-basebet, el tacmonita, principal de los capitanes; éste era Adino, el eznita, que mató en una ocasión a ochocientos hombres.

9Después de éste, Eleazar hijo de Dodo, el ahohíta, uno de los tres valientes que estaban con David cuando desafiaron a los filisteos que se habían reunido allí para la batalla, y los hombres de Israel se alejaron.

10Éste se levantó e hirió a los filisteos hasta que su mano se cansó y se le quedó pegada a la espada. Aquel día Jehová dio una gran victoria, y el pueblo se volvió en pos de él solamente para tomar el botín.

11Después de éste fue Sama hijo de Age, el ararita. Y los filisteos se habían reunido en Lehi, donde había un pequeño terreno lleno de lentejas, y el pueblo huyó delante de los filisteos.

12Él entonces se puso en medio del terreno, y lo defendió y mató a los filisteos; y así Jehová dio una gran victoria.

13Y tres de los treinta jefes descendieron y vinieron en tiempo de la siega a David a la cueva de Adulam; y el campamento de los filisteos estaba en el valle de Refaim.

14David entonces estaba en el lugar fuerte, y la guarnición de los filisteos estaba en Belén.

15Y David tuvo un gran deseo y dijo: ¡Quién me diera a beber del agua del pozo de Belén que está junto a la puerta!

16Entonces los tres valientes irrumpieron en el campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén que estaba junto a la puerta, se la llevaron, y la trajeron a David; pero él no la quiso beber, sino que la derramó ante Jehová,

17y dijo: Lejos esté de mí, oh Jehová, que yo haga esto. ¿No es esto como la sangre de los hombres que fueron con peligro de su vida? Y no quiso beberla. Los tres valientes hicieron esto.

18Y Abisai, hermano de Joab, hijo de Sarvia, era el principal de los treinta; éste alzó su lanza contra trescientos, a quienes mató, y tuvo renombre entre los tres.

19Él era el más destacado de los treinta, y llegó a ser su jefe, pero no igualó a los tres primeros.

20Después, Benaía hijo de Joiada, hijo de un hombre valiente, grande en hechos, de Cabseel. Éste mató a dos leones de Moab; y él mismo descendió y mató a un león en medio de un foso un día de nieve.

21También mató él a un egipcio, hombre de gran estatura; y tenía el egipcio una lanza en la mano, pero descendió contra él con un palo, y le arrebató al egipcio la lanza de la mano y lo mató con su propia lanza.

22Esto hizo Benaía hijo de Joiada, y tuvo renombre como los tres valientes.

23De los treinta fue el más destacado, pero no igualó a los tres primeros. Y lo puso David como jefe de su guardia personal.

24Asael, hermano de Joab, era uno de los treinta; Elhanán hijo de Dodo, de Belén,

25Sama, el harodita, Elica, el harodita,

26Heles, el paltita, Ira hijo de Iques, el tecoíta,

27Abiezer, el anatotita, Mebunai, el husaíta,

28Salmón, el ahohíta, Maharai, el netofatita,

29Heleb hijo de Baana, el netofatita, Itai hijo de Ribai, el de Gabaa de los hijos de Benjamín,

30Benaía, el piratonita, Hidai, del arroyo de Gaas,

31Abi-albón, el arbatita, Azmavet, el barhumita,

32Eliaba, el saalborita, Jonatán, de los hijos de Jasén,

33Sama, el ararita, Ahíam hijo de Sarar, el ararita,

34Elifelet hijo de Ahasbai, hijo de Maaca, Eliam hijo de Ahitofel, el gilonita,

35Hezrai, el carmelita, Paarai, el arbita;

36Igal hijo de Natán, de Soba, Bani, el gadita;

37Selec, el amonita, Naharai, el beerotita, escudero de Joab hijo de Sarvia,

38Ira, el itrita, Gareb, el itrita,

39y Urías, el heteo. Entre todos, treinta y siete.

Segundo libro de
Samuel..Capítulo 24

David peca al contar a Israel y a Judá — Los hombres de guerra suman un millón trescientos mil — Jehová destruye a setenta mil hombres con una peste — David ve a un ángel, ofrece sacrificio, y la plaga se detiene.

1Y volvió a encenderse el furor de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Ve y haz un censo de Israel y de Judá.

2Y dijo el rey a Joab, general del ejército que estaba con él: Recorre ahora todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Beerseba, y haz un censo del pueblo, para que yo sepa el número de la gente.

3Y Joab respondió al rey: Añada Jehová tu Dios al pueblo cien veces más de los que son, y que lo vea mi señor el rey; pero, ¿por qué se complace en esto mi señor el rey?

4Sin embargo, la palabra del rey prevaleció sobre la de Joab y sobre la de los capitanes del ejército. Salió, pues, Joab con los capitanes del ejército, de delante del rey, para hacer el censo del pueblo de Israel.

5Y pasaron el Jordán y acamparon en Aroer, a la derecha de la ciudad que está en medio del valle de Gad y en dirección a Jazer.

6Después fueron a Galaad y a la tierra baja de Hodsi; y de allí fueron a Danjaán y doblaron hacia Sidón.

7Y fueron luego a la fortaleza de Tiro y a todas las ciudades de los heveos y de los cananeos; y salieron al sur de Judá, hasta Beerseba.

8Y después que hubieron recorrido toda la tierra, volvieron a Jerusalén al cabo de nueve meses y veinte días.

9Y Joab dio al rey el número del censo del pueblo; y fueron los de Israel ochocientos mil hombres valientes que sacaban espada, y de los de Judá, quinientos mil hombres.

10Y después que David hubo censado al pueblo, le pesó en su corazón; y dijo David a Jehová: Yo he pecado gravemente por haber hecho esto; pero ahora, oh Jehová, te ruego que quites el pecado de tu siervo, porque yo he actuado muy neciamente.

11Y por la mañana, cuando David se hubo levantado, vino la palabra de Jehová al profeta Gad, vidente de David, diciendo:

12Ve y di a David: Así ha dicho Jehová: Tres cosas te ofrezco: tú escogerás una de ellas, para que yo la haga.

13Vino, pues, Gad a David, y se lo hizo saber y le dijo: ¿Quieres que te vengan siete años de hambre en tu tierra? ¿O que huyas tres meses delante de tus enemigos y que ellos te persigan? ¿O que tres días haya peste en tu tierra? Piensa ahora, y mira qué responderé al que me ha enviado.

14Entonces David dijo a Gad: Estoy en gran angustia; es preferible caer ahora en manos de Jehová, porque sus misericordias son muchas, a caer yo en manos de hombres.

15Y envió Jehová la peste sobre Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado; y murieron setenta mil hombres del pueblo, desde Dan hasta Beerseba.

16Y cuando el ángel extendió su mano sobre Jerusalén para destruirla, Jehová se arrepintió de aquel mal y dijo al ángel que destruía al pueblo: Basta ahora; detén tu mano. Y el ángel de Jehová estaba junto a la era de Arauna, el jebuseo.

17Y David dijo a Jehová, cuando vio al ángel que hería al pueblo: Yo pequé; yo hice lo malo. ¿Qué han hecho estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva contra mí y contra la casa de mi padre.

18Y Gad vino a David aquel día y le dijo: Sube y levanta un altar a Jehová en la era de Arauna, el jebuseo.

19Y subió David, conforme al dicho de Gad, según lo había mandado Jehová.

20Y miró Arauna y vio al rey y a sus siervos que venían a él. Salió entonces Arauna y se inclinó delante del rey, rostro a tierra.

21Y Arauna dijo: ¿Por qué viene mi señor el rey a su siervo? Y David respondió: Para comprar de ti la era, a fin de edificar un altar a Jehová, para que cese la plaga de entre el pueblo.

22Y Arauna dijo a David: Tome y ofrezca mi señor el rey lo que bien le parezca; he aquí, bueyes para el holocausto, y los trillos y los yugos de los bueyes para leña.

23Todo esto, oh rey, Arauna lo da al rey. Y dijo Arauna al rey: Jehová tu Dios te sea propicio.

24Y el rey dijo a Arauna: No, sino que por precio te lo compraré, porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada. Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.

25Y edificó allí David un altar a Jehová, y sacrificó holocaustos y ofrendas de paz; y Jehová se aplacó con la tierra, y cesó la plaga de entre Israel.






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