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Capítulo 56
Todos los que guarden los mandamientos serán exaltados — Otros pueblos se unirán a Israel — Jehová recogerá a otros más en la casa de Israel.
1Así ha dicho Jehová: Guardad el derecho y practicad la justicia, porque mi salvación está por venir y mi justicia por manifestarse.
2Bienaventurado el hombre que hace esto y el hijo del hombre que se aferra a esto, que guarda el día de reposo para no profanarlo y que guarda su mano de hacer todo lo malo.
3Y que el hijo del extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo: Me apartará totalmente Jehová de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí, yo soy un árbol seco.
4Porque así ha dicho Jehová a los eunucos que guarden mis días de reposo, y escojan lo que yo quiero, y se aferren a mi convenio:
5Yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y un nombre mejor que el de hijos e hijas; les daré un nombre eterno que nunca será quitado.
6Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos, a todos los que guarden el día de reposo para no profanarlo y se aferren a mi convenio,
7yo los llevaré a mi santo monte y los llenaré de gozo en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.
8Dice Jehová el Señor, el que recoge a los desterrados de Israel: Aún recogeré junto a él a otros con sus ya congregados.
9Todos los animales del campo, todas las fieras del bosque, venid a devorar.
10Sus centinelas ciegos son, todos ellos ignorantes; todos ellos son perros mudos que no pueden ladrar; soñolientos recostados que aman el dormir.
11Y son perros voraces e insaciables, y son pastores que no saben entender; todos ellos miran sus propios caminos, cada uno tras su propio provecho, cada uno por su lado.
12Venid, dicen; traeré vino y embriaguémonos con bebida fuerte; y será el día de mañana como éste, o mucho más excelente.
Capítulo 57
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Cuando el justo muere, alcanza la paz — Se promete misericordia al arrepentido — No hay paz para los malvados.
1 Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos son llevados, y no hay quien entienda que ante la maldad es recogido el justo.
2Obtendrá la paz; descansarán en sus lechos todos los que andan en rectitud.
3Mas vosotros acercaos, hijos de la hechicera, descendencia del adúltero y de la ramera.
4¿De quién os mofáis? ¿Contra quién abrís la boca y sacáis la lengua? ¿No sois vosotros hijos de la transgresión, descendencia mentirosa,
5que ardéis de lujuria entre encinas, debajo de todo árbol frondoso, que sacrificáis a los hijos en los valles, debajo de los peñascos?
6En las piedras lisas del valle está tu parte; ellas, ellas son tu suerte; y a ellas derramaste libación y ofreciste ofrenda. ¿He de complacerme de estas cosas?
7Sobre el monte alto y empinado pusiste tu cama; allí también subiste a hacer sacrificio.
8Y tras la puerta y el umbral pusiste tu recordatorio; porque ante otro y no ante mí te descubriste, y subiste, y ensanchaste tu cama e hiciste con ellos pacto; amaste su cama dondequiera que la veías.
9Y fuiste al rey con ungüento, y multiplicaste tus perfumes, y enviaste tus embajadores lejos y te abatiste hasta el Seol.
10En la multitud de tus caminos te cansaste, pero no dijiste: No hay esperanza; hallaste nuevo vigor en tu mano; por tanto, no desfalleciste.
11¿Y de quién te asustaste y temiste, que has mentido, y no te has acordado de mí ni lo pusiste en tu corazón? ¿No he guardado silencio desde tiempos antiguos, y nunca me has temido?
12Yo publicaré tu justicia y tus obras, porque no te aprovecharán.
13Cuando clames, que te libre tu colección de ídolos; pero a todos ellos se los llevará el viento, un soplo los arrebatará; mas el que en mí espera tendrá la tierra por heredad y poseerá mi santo monte.
14Y dirá: Allanad, allanad; preparad el camino; quitad los tropiezos del camino de mi pueblo.
15Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita en la eternidad y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y también con el quebrantado y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados.
16Porque no contenderé para siempre ni por siempre me he de enojar; pues decaerían ante mí el espíritu y las almas que yo he creado.
17A causa de la iniquidad de su codicia me enojé y le herí; escondí mi rostro y me indigné; y él, rebelde, se desvió por el camino de su corazón.
18He visto sus caminos, pero le sanaré; le pastorearé y le confortaré, a él y a los que con él lloran.
19Crearé fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al que está cerca, dice Jehová; y lo sanaré.
20Pero los malvados son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo.
21No hay paz para los malvados, dice mi Dios.
Capítulo 58
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Se definen la ley verdadera del ayuno y las bendiciones que la acompañan — Se da el mandamiento de guardar el día de reposo.
1¡Clama a voz en cuello; no te contengas! Alza tu voz como trompeta, y declara a mi pueblo su transgresión y a la casa de Jacob su pecado.
2Pues me buscan cada día y quieren saber mis caminos, como nación que hubiese hecho justicia y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden juicios justos y quieren acercarse a Dios.
3Dicen: ¿Por qué ayunamos y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto y oprimís a vuestros trabajadores.
4He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño de iniquidad; no ayunéis como lo hacéis hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto.
5¿Es éste el ayuno que yo escogí, un día en que el hombre aflija su alma, en que encorve su cabeza como junco y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno y día agradable a Jehová?
6¿No es más bien el ayuno que yo escogí: desatar las ligaduras de la maldad, soltar las cargas de opresión, y dejar libres a los quebrantados y romper todo yugo?
7¿No consiste en que compartas tu pan con el hambriento y a los pobres errantes alojes en tu casa; en que cuando veas al desnudo, lo cubras y no te escondas del que es tu propia carne?
8Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se manifestará pronto; e irá tu rectitud delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.
9Entonces invocarás, y te responderá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitas de en medio de ti el yugo, el señalar con el dedo y el hablar vanidad;
10y si extiendes tu alma al hambriento y sacias al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía;
11y Jehová te guiará siempre, y en las sequías saciará tu alma y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego y como manantial cuyas aguas nunca faltan.
12Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación en generación levantarás; y serás llamado reparador de brechas, restaurador de calzadas para habitar.
13Si retraes del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas delicia, santo, glorioso de Jehová, y lo veneras, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu propia voluntad ni hablando tus propias palabras,
14entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré cabalgar sobre las alturas de la tierra y te daré a comer la heredad de Jacob, tu padre, porque la boca de Jehová lo ha hablado.
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