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jueves, 8 de noviembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 237: Ezequiel 1-3


Capítulo 1
Ezequiel ve en visión cuatro seres vivientes, cuatro ruedas y la gloria de Jehová sobre Su trono.

1Y aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que, estando yo en medio de los cautivos, junto al río Quebar, los cielos se abrieron y vi visiones de Dios.

2A los cinco días del mes, en el quinto año del cautiverio del rey Joaquín,

3vino directamente la palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; y vino allí sobre él la mano de Jehová.

4Y miré, y he aquí, un viento tempestuoso venía del norte, una gran nube y un fuego relampagueante, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como de ámbar,

5y en medio de ella, la figura de cuatro seres vivientes. Y ésta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre.

6Y cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.

7Y las piernas de ellos eran derechas, y la planta de sus pies como planta de pezuña de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido.

8Y debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y los cuatro tenían sus caras y sus alas.

9Con las alas se tocaban el uno al otro. No se desviaban cuando andaban; cada uno caminaba derecho hacia delante.

10Y el aspecto de sus caras era como cara de hombre, y cara de león en el lado derecho de los cuatro, y cara de buey en el lado izquierdo de los cuatro; asimismo los cuatro tenían cara de águila.

11Así eran sus caras; y sus alas estaban extendidas hacia arriba; dos de las cuales se tocaban entre sí y con las otras dos cubrían sus cuerpos.

12Y cada uno caminaba derecho hacia delante; hacia donde el espíritu los llevaba, ellos iban; cuando andaban, no se desviaban.

13En cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su apariencia era como de carbones de fuego encendidos, como la apariencia de antorchas que se movían entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos.

14Y los seres vivientes corrían y regresaban a semejanza de relámpagos.

15Y miré a los seres vivientes, y he aquí, una rueda en la tierra junto a los seres vivientes con sus cuatro caras.

16Y el aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del topacio. Y las cuatro tenían un mismo aspecto; su apariencia y su obra eran como una rueda en medio de otra rueda.

17Cuando andaban, se movían sobre sus cuatro costados; no se desviaban cuando andaban.

18Y sus aros eran altos y espantosos, y los aros estaban llenos de ojos alrededor en las cuatro.

19Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban.

20Hacia donde el espíritu iba, ellos iban allí adonde el espíritu iba, y las ruedas se levantaban juntamente con ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.

21Cuando ellos andaban, andaban ellas; y cuando ellos se detenían, se detenían ellas; asimismo, cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban juntamente con ellos, porque el espíritu de cada ser viviente estaba en las ruedas.

22Y sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía un firmamento a manera de cristal maravilloso, extendido por encima de sus cabezas.

23Y debajo del firmamento sus alas se extendían derechas la una hacia la otra; cada uno tenía dos alas con las que cubrían sus cuerpos por un lado y por el otro.

24Y oí el ruido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como la voz de un ejército. Cuando se detenían, bajaban sus alas.

25Y cuando se detenían y bajaban sus alas, se oía una voz por encima del firmamento que estaba sobre sus cabezas.

26Y sobre el firmamento que estaba sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y en lo más alto, sobre la figura del trono, había algo a semejanza de un hombre sentado sobre él.

27Y vi algo que tenía la apariencia de ámbar, como la apariencia del fuego dentro de ella alrededor, desde el aspecto de sus lomos hacia arriba; y desde sus lomos hacia abajo, vi que parecía como fuego y que tenía un resplandor alrededor.

28Como el aspecto del arco iris que está en las nubes en día de lluvia, así era el aspecto del resplandor alrededor. Ésta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro y oí la voz de uno que hablaba.

Capítulo 2

Se llama a Ezequiel a llevar la palabra de Jehová a Israel — Ve un libro en el que están escritos gemidos y lamentaciones.

1Y me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.

2Y cuando me habló, entró el espíritu en mí y me puso sobre mis pies, y oí al que me hablaba.

3Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a una nación de rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día.

4Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor.

5Acaso ellos escuchen; y si no escuchan (porque son una casa rebelde), sabrán que hubo un profeta entre ellos.

6Y tú, hijo de hombre, no temas; no tengas miedo ni de ellos ni de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras ni temas delante de ellos, porque son una casa rebelde.

7Les hablarás, pues, mis palabras, ya sea que escuchen o dejen de escuchar, porque son muy rebeldes.

8Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas tú rebelde como esa casa rebelde; abre tu boca y come lo que yo te doy.

9Y miré y vi una mano extendida hacia mí, y en ella había un rollo de libro.

10Y lo extendió delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y estaban escritos en él lamentaciones, y gemidos y ayes.

Capítulo 3

Ezequiel es nombrado atalaya de la casa de Israel — La sangre de Israel se requiere de Su mano a menos que él levante la voz de amonestación.

1 Y me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.

2Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo.

3Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como la miel.

4Entonces me dijo: Hijo de hombre, ve, acércate a la casa de Israel y habla a ellos con mis palabras.

5Porque no eres enviado a un pueblo de habla incomprensible ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel;

6no a muchos pueblos de habla incomprensible ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; si a ellos yo te enviara, ellos sí te escucharían.

7Pero la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; pues toda la casa de Israel es dura de frente y dura de corazón.

8He aquí, yo he hecho tu rostro duro contra los rostros de ellos, y tu frente dura contra sus frentes.

9Como el diamante, más duro que el pedernal, he hecho tu frente; no los temas ni tengas miedo delante de ellos, porque son una casa rebelde.

10Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré y oye con tus oídos.

11Y ve, acércate a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles: Así ha dicho Jehová el Señor, ya sea que escuchen o dejen de escuchar.

12Y el espíritu me levantó, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.

13Oí también el ruido de las alas de los seres vivientes que se tocaban la una con la otra, y el ruido de las ruedas delante de ellos y el ruido de gran estruendo.

14Y el espíritu me levantó y me llevó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu, mas la mano de Jehová era fuerte sobre mí.

15Y vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días, atónito, entre ellos.

16Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí la palabra de Jehová, diciendo:

17Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca y los amonestarás de mi parte.

18Cuando yo diga al malvado: De cierto morirás, y tú no lo amonestas ni le hablas, para que el malvado sea advertido de su mal camino a fin de que viva, el malvado morirá en su iniquidad, mas su sangre demandaré de tu mano.

19Pero si tú amonestas al malvado, y él no se convierte de su maldad ni de su mal camino, él morirá en su iniquidad, pero tú habrás librado tu alma.

20Y si el justo se aparta de su justicia y comete iniquidad, y yo pongo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no lo amonestaste, en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no serán recordadas; mas su sangre demandaré de tu mano.

21Pero si amonestas al justo para que no peque, y no peca, ciertamente vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma.

22Y vino allí la mano de Jehová sobre mí y me dijo: Levántate y sal al campo, y allí hablaré contigo.

23Entonces me levanté y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro.

24Y el espíritu entró en mí, y me afirmó sobre mis pies, y me habló y me dijo: Ve y enciérrate dentro de tu casa.

25Y tú, oh hijo de hombre, he aquí que pondrán cuerdas sobre ti y con ellas te atarán, y no saldrás para estar entre ellos.

26Y haré que se pegue tu lengua a tu paladar, y estarás mudo; y no serás para ellos varón que reprende, porque son una casa rebelde.

27Pero cuando yo te hable, abriré tu boca, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: El que escucha, que escuche; y el que no quiera escuchar, que no escuche, porque casa rebelde son.

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