Capítulo 7
Pablo responde a ciertas preguntas acerca del matrimonio entre los que son llamados a la misión — Pablo alaba el autodominio.
1 En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno es para el hombre no tocar mujer.
2 Pero por causa de las fornicaciones, cada uno tenga su esposa, y cada una tenga su marido.
3 El marido cumpla con la esposa el deber conyugal, y asimismo la esposa con el marido.
4 La esposa no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco el marido tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino la esposa.
5 No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos en el ayuno y la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra falta de dominio propio.
6 Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento.
7 Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios; uno a la verdad de una manera, y otro de otra.
8 Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo.
9 Pero si carecen de dominio propio, cásense; que mejor es casarse que quemarse.
10 Y a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la esposa no se separe del marido;
11 y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su esposa.
12 Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene esposa que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone.
13 Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone.
14 Porque el marido no creyente es santificado por la esposa, y la esposa no creyente, por el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían impuros; mientras que ahora son santos.
15 Pero si el no creyente se separa, sepárese, pues el hermano o la hermana no están sujetos a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios.
16 Porque, ¿cómo sabes, oh mujer, si quizá salvarás a tu marido? O, ¿cómo sabes, oh marido, si quizá salvarás a tu esposa?
17 Pero a cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga. Y así lo prescribo en todas las iglesias.
18 ¿Fue llamado alguno ya circuncidado? Quédese circunciso. ¿Fue llamado alguno incircuncidado? No se circuncide.
19 La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es; sino la observancia de los mandamientos de Dios.
20 Cada uno en el llamamiento en que fue llamado, quédese en él.
21 ¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te preocupes; mas también, si puedes hacerte libre, procúralo.
22 Porque el que en el Señor es llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo, el que es llamado siendo libre, esclavo es de Cristo.
23 Por precio sois comprados; no os hagáis esclavos de los hombres.
24 Cada uno, hermanos, en el llamamiento en que fue llamado, así permanezca para con Dios.
25 En cuanto a las que son vírgenes, no tengo mandamiento del Señor; pero doy mi parecer, como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel.
26 Tengo, pues, esto por bueno a causa de la dificultad que apremia, que bueno es al hombre quedarse así.
27 ¿Estás ligado a esposa? No procures separarte. ¿Estás libre de mujer? No procures esposa.
28 Mas también si te casas, no pecas; y si la doncella se casa, no peca; pero los tales tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar.
29 Pero esto digo, hermanos: El tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no las tuvieran,
30 y los que lloran, como si no llorasen; y los que se regocijan, como si no se regocijasen; y los que compran, como si no poseyesen;
31 y los que disfrutan las cosas de este mundo, como si no las disfrutasen, porque la forma actual de este mundo pasará.
32 Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero se preocupa por las cosas que son del Señor, de cómo agradar al Señor;
33 pero el casado se preocupa por las cosas que son del mundo, de cómo agradar a su esposa.
34 Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella: la doncella se preocupa por las cosas del Señor, para ser santa tanto en el cuerpo como en el espíritu; pero la casada se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido.
35 Esto digo para vuestro provecho; no para poneros restricción, sino para lo honesto y decente, y para que sin impedimento os dediquéis al Señor.
36 Mas, si a alguno le parece que no se comporta correctamente con respecto a su doncella, que pasa ya de edad, y que conviene que se haga algo, haga lo que quiera, no peca; cásense.
37 Pero el que está firme en su corazón, y no tiene necesidad, sino que domina su voluntad, y ha determinado en su corazón guardar a su doncella, bien hace.
38 Así que, el que se da en casamiento, bien hace; y el que no se da en casamiento, hace mejor.
39 La mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras él vive; pero si su marido muere, queda libre para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor.
40 Pero, a mi juicio, más venturosa será si se queda así; y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios.
Capítulo 8
Hay muchos dioses y muchos señores — Para nosotros hay un solo Dios (el Padre) y un solo Señor, que es Cristo.
1 En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero la caridad edifica.
2 Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo.
3 Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.
4 En cuanto a comer lo sacrificado a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un solo Dios.
5 Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores),
6 nosotros no tenemos más que un solo Dios, el Padre, de quien son todas las cosas, y nosotros de él; y un Señor, Jesucristo, por medio de quien son todas las cosas, y nosotros por medio de él.
7 Pero no en todos hay este conocimiento, porque algunos, acostumbrados hasta aquí a los ídolos, comen el alimento como si fuera sacrificado a los ídolos; y su conciencia, siendo débil, se contamina.
8 Si bien el alimento no nos hace más aceptos ante Dios, pues ni porque comamos seremos más, ni porque no comamos seremos menos.
9 Pero mirad que esta libertad vuestra no sea tropezadero para los que son débiles.
10 Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, que estás sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será alentada a comer de lo sacrificado a los ídolos?
11 Y por tu conocimiento perecerá el hermano débil por quien Cristo murió.
12 De esta manera, pues, pecando contra los hermanos, e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis.
13 Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, jamás comeré carne para no hacer tropezar a mi hermano.
Capítulo 9
Pablo se regocija en su libertad cristiana — Predica gratuitamente el Evangelio a todos — Se hizo siervo de todos para hacer conversos.
1 ¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor?
2 Si para los otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy, porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor.
3 Mi defensa contra los que me interrogan es ésta:
4 ¿Acaso no tenemos derecho a comer y a beber?
5 ¿No tenemos derecho a traer con nosotros una esposa creyente, así como los otros apóstoles, y como los hermanos del Señor y como Cefas?
6 ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho a no trabajar?
7 ¿Quién va a la guerra a sus propias expensas? ¿Quién planta viña, y no come de su fruto? O, ¿quién apacienta el rebaño, y no toma de la leche del rebaño?
8 ¿Digo esto según la manera de los hombres? ¿No dice esto también la ley?
9 Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Se preocupa Dios por los bueyes?
10 ¿O lo dice expresamente por nosotros? Pues para nosotros está escrito: Porque con esperanza ha de arar el que ara; y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto.
11 Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segamos de vosotros lo material?
12 Si otros tienen sobre vosotros este derecho, ¿cuánto más nosotros? Sin embargo, no hemos usado de este derecho, antes bien, lo soportamos todo para no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo.
13 ¿No sabéis que los que trabajan en lo sagrado, comen lo del templo; y que los que sirven al altar, del altar participan?
14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.
15 Pero yo de nada de esto me he aprovechado, ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo, porque prefiero morir antes que alguien me prive de ésta mi gloria.
16 Porque si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme, porque me es impuesta necesidad; y, ¡ay de mí si no anunciara el evangelio!
17 Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si lo hago porque se me ha impuesto, lo mismo es una tarea que se me ha encomendado.
18 ¿Cuál, pues, es mi galardón? Que, predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no usar mal mi autoridad en el evangelio.
19 Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos, para ganar al mayor número.
20 Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no estoy sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley;
21 a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley.
22 Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos.
23 Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él.
24 ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero sólo uno se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.
25 Y todo aquel que compite, de todo se abstiene; y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
26 Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien da golpes al aire;
27 sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser descalificado.
Capítulo 10
Cristo es el Dios de los de Israel y la Roca espiritual que los guió — El antiguo Israel se rebeló contra Cristo — Pablo compara los sacramentos verdaderos con los falsos.
1 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron por el mar;
2 y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar;
3 y todos comieron el mismo alimento espiritual;
4 y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.
5 Pero Dios no se agradó de muchos de ellos, por lo cual quedaron tendidos en el desierto.
6 Estas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros, a fin de que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.
7 Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a divertirse.
8 Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil.
9 Ni tentemos a Cristo, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes.
10 Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor.
11 Y estas cosas les acontecieron como ejemplo; y están escritas para nuestra admonición, para quienes ha llegado el fin de los siglos.
12 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.
13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podáis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
14 Por tanto, amados míos, huid de la idolatría.
15 Como a sensatos os hablo; juzgad vosotros lo que digo.
16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?
17 Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo, pues todos participamos de aquel mismo pan.
18 Mirad a Israel según la carne: Los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar?
19 ¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos?
20 Antes bien, digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.
21 No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis ser partícipes de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios.
22 ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él?
23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.
24 Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
25 De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia;
26 porque del Señor es la tierra y su plenitud.
27 Y si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia.
28 Pero si alguien os dice: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia, porque del Señor es la tierra y su plenitud.
29 La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues, ¿por qué ha de ser juzgada mi libertad por la conciencia de otro?
30 Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello por lo que doy gracias?
31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios;
33 como también yo en todas las cosas complazco a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.
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