Seguidores

lunes, 15 de agosto de 2011

Fascinante Historia de la Biblia en Español


Por Sergio V. Collins

La Biblia en español que hoy nos complacemos en leer tiene una historia asombrosa que se extiende a lo largo de setecientos años, perdiéndose mas allá del año 1233, cuando el rey Jaime I de Aragón decretó que nadie debía poseer en su casa ni leer el Antiguo o el Nuevo Testamento en la forma popular o vernácula.
Presentaremos a continuación algunos datos históricos con la intención de ayudar al lector a echar una ojeada sobre el pasado de la Biblia en español, tal como la conocemos hoy.



Versiones más antiguas

El rey Jaime I de Aragón promulgó un decreto en el Concilio de Tarragona, en el año 1233, por el que prohibía tanto a clérigos como a laicos poseer y hasta leer ejemplares de las Sagradas Escrituras en el idioma del pueblo. En cambio podían hacerlo en latín o en griego.
"Este decreto -dice el Dr. Carroll O. Gillis- indica la existencia de una versión, o quizás mas, las que son desconocidas a la historia posterior. Es probable que ha sido destruido todo vestigio de esta versión, o de estas versiones, por la vigilancia de los agentes del rey, afanosos por aplicar al pie de la letra las provisiones del decreto real." (Versiones castellanas de la Biblia, pag. 95).


La Biblia Alfonsina (1280). El rey Alfonso X el Sabio, soberano de Castilla y León, hizo traducir toda la Biblia en lengua romance (que fue el punto de transición en la evolución del latín al castellano). Ese trabajo, en forma de manuscrito, se terminó en el año 1280, y fue incorporado por Alfonso X a su famosa General Estoria, que es un libro grandioso que cuenta la historia de la humanidad desde la creación hasta los días de Alfonso. En la Biblioteca del Escorial, España, se conserva un ejemplar en cinco tomos de la célebre Biblia Alfonsina. Esta obra es una traducción mas o menos literal de la Vulgata latina de San Jerónimo.
La Biblia de la Casa de Alba (1430). No comentaremos una traducción anónima del Antiguo Testamento, menos el libro de Eclesiastés, que data del año 1420 y que actualmente se encuentra en el Escorial. En cambio nos ocuparemos de la llamada Biblia de la Casa de Alba, Biblia de Olivares o Versión de Moisés de Arragel.
En el año 1430 vio la luz una traducción del Antiguo Testamento hecha por el rabino Arragel, de Guadalajara. Resulta que por esa época vivía un hombre muy educado que anhelaba intensamente leer las Sagradas Escrituras en idioma español; se trataba del noble D. Luis Guzmán. Éste encomendó a Arragel, vasallo suyo, la tarea de realizar la traducción y de escribir un comentario del texto sagrado. El rabino se negó a llevar a cabo el trabajo pedido porque conocía muy bien la intolerancia de la iglesia popular, pero finalmente las amenazas de Guzmán lo persuadieron, y el judío emprendió la tarea.
Al cabo de doce años de labor produjo una traducción del Antiguo Testamento de 515 páginas, con 290 miniaturas en colores y en oro realizadas por los artistas mas destacados de la ciudad de Toledo. La inquisición se apoderó de esta obra de arte dos siglos después, pero no la destruyó. Finalmente llegó a manos de la Casa de Alba, su dueña actual. El Duque de Alba publicó en el año 1922 una edición facsimilada de 300 ejemplares. Habían transcurrido cinco siglos desde la preparación de este manuscrito hasta su publicación.
A continuación el lector podrá leer algunos versículos de esta antiquísima traducción llamada Biblia de Alba:
"Dixo el Señor: fagamos omne a nuestra ymagen, e nuestra semeianca, el qual señoree en los pesces del mar e en las aues de los cielos e en la tierra e en todas las reptillas que mueuen sobre la tierra.
"E crio el Señor al omne a la su ymagen, a ymagen del Señor los crio, masculo e fenbra los crio.
"A los quales bendixo el Señor e les dixo: frochiguad e multiplicad e implid la tierra e podestadla e señorad en los pesces del mar e en las aues de los cielos e en toda la biua anima que se mueue en la tierra".



Las Primeras Biblias impresas
En 1940 se publicaron los Evangelios Litúrgicos, traducidos por Juan López, monje dominicano. En 1497 se imprimió la primera edición de una parte del Antiguo Testamento: el Pentateuco.



El Nuevo Testamento de Enzinas (1543). "En un cementerio de Estrasburgo, lejos de España, yacen los restos de otro burgalés [originario de Burgos, Españo], que para los cristianos españoles e hispanoamericanos es mucho más grande que el Cid Campeador. Realmente su memoria, levantándose del olvido, embellece las páginas de la historia de la iglesia de Cristo en España, pues se le debe la primera versión completa del Nuevo Testamento en nuestra lengua" (Prof. Alejandro Clifford, Versiones castellanas de la Biblia, págs. 32,33). Son los restos de Don Francisco de Enzinas.
Siete años después que Antonio de Mendoza, primer virrey de México, introdujera la imprenta en ese país en 1536, un culto y ambicioso joven español había de imprimir la primera traducción del Nuevo Testamento al castellano, en la ciudad de Amberes en los Países Bajos, en 1543. Se trataba de Francisco de Enzinas o Dryander, como también se le conoce, quien a la edad de 23 años había terminado ese grandioso trabajo en el que había empleado 18 meses de esfuerzos sostenidos. Su traducción tiene tal corrección y belleza de lenguaje, que hasta hoy asombra a los críticos.
Enzinas se convenció de que los reformadores tenían la verdad, y con el fin de compenetrarse mejor de sus ideas, se trasladó a Wittenberg, donde vivió en la casa del renombrado teólogo alemán Melanchton. Allí fue donde llevó a cabo su trabajo de traducción, basándose probablemente en un texto griego preparado por Erasmo, sabio holandés y el más grande humanista del Renacimiento.
Aunque en febrero de 1543 la Inquisición había promulgado un edicto condenando toda la literatura que se relacionara con el pensamiento de la Reforma, incluyendo las traducciones de la Biblia a otros idiomas que no fueran el latín, y a pesar de que la amistad de Enzinas con Melanchton había despertado las sospechas de los inquisidores, este valeroso joven decidió obtener la protección y el respaldo del emperador Carlos V, a quien dedicó la edición de su Nuevo Testamento.
Pero el monje Pedro de Soto revisó el trabajo por orden del emperador, y no lo halló de su agrado. Esto dio como resultado el encarcelamiento de Enzinas, quien fue acusado de herejía y de haber traducido el Nuevo Testamento al español. Pero afortunadamente él consiguió escapar de la prisión.
Enzinas debió publicar su Testamento fuera de España, porque en ese país estaba prohibida la producción de la Biblia en lengua vernácula. Esa prohibición, como ya dijimos en otro párrafo, se había originado en un decreto promulgado en el Concilio de Tarragona, en 1233, por el rey de Aragón, Jaime I el Conquistador, el que prohibía "tanto a los clérigos como a los laicos leer, y aun poseer, ejemplares de las Sagradas Escrituras a menos que fuesen en latín".
Debido a esa enconada y persistente oposición, la primera Biblia completa en español pudo publicarse en la Península Ibérica sólo seiscientos años después de aquel injusto decreto, cuando se dio a la estampa en Valencia, en 1793, la traducción de la Biblia hecha de la Vulgata latina por Felipe Scío de San Miguel. Más adelante hablaremos más de ella.


La Biblia de Ferrara (1553). ¿Cuándo se publicó el primer Antiguo Testamento en español? Veamos los antecedentes. Durante la edad media, España dio albergue a numerosos judíos, después de la dispersión del pueblo hebreo ocurrida en el siglo segundo de nuestra era. Esos judíos llegaron a ser muy ricos e influyentes, lo cual desató una violenta persecución a fines del siglo XV. Como resultado se fueron de España llevándose sus conocimientos y sus riquezas. Se establecieron en Holanda y en las costas de Francia e Italia, y allí continuaron con sus investigaciones del texto sagrado y con sus traducciones de la Biblia al idioma español.
En la ciudad de Ferrara, en Italia, a orillas del río Po, floreció una colonia de judíos españoles. Fue allí donde, en 1553, se publicó el primer Antiguo Testamento en español, conocido como la "Biblia de Ferrara". La traducción fue preparada por dos eruditos, los judíos Yom Tob Atias y Abraham Usque, bajo la protección de Don Hércules de Este, cuarto Duque de Ferrara, cuya casa servía de refugio a los sabios y eruditos ilustres perseguidos por la Inquisición.
La Biblia de Ferrara "tuvo como base un grupo de manuscritos castellanos originalmente hechos directamente del hebreo en el siglo trece y revisados en el siglo quince. Al alcance de los traductores se encontraba ya para este tiempo el texto masorético del Antiguo Testamento llamado 'la Biblia de Bomberg' editada y revisada por Jacob ben Hayyim ben Adonijah en Venecia, en 1524 y 1525.
"La Biblia de Ferrara es importante porque fue el principal texto español del Antiguo Testamento que consultó Casiodoro de Reina. Por ser una traducción literal hecha con el fin de trasladar el significado preciso de cada palabra hebrea al español, está llena de arcaísmos. Reina la encontró también afectada por la influencia de las ideas rabínicas" (Sociedades Bíblicas en América Latina, Nueva luz en la antigua lámpara, pág. 25).
El idioma español de hace más de cuatro siglos era muy diferente del nuestro, porque ha sido cambiado a medida que transcurría el tiempo. Debido ha esto ha sido necesario realizar ocasionalmente nuevas revisiones y versiones de la Biblia, a fin de mantenerla al alcance de la gente en las distintas épocas.


El Nuevo Testamento de Juan Pérez (1556). El Dr. Juan Pérez de la Pinela revisó con todo detenimiento el Nuevo Testamento de Francisco de Enzinas, lo mejoró corrigiendo algunos errores y lo publicó en 1556, en Ginebra, Suiza. Además, tradujo del hebreo los Salmos y publicó ese trabajo en 1557.


La "Biblia del Oso" y su traductor (1569).
"El más grande de los traductores de la Biblia, Casiodoro de Reina -dice el Prof. Alejandro Clifford -, no era como Valdés, Pérez o Enzinas español de rancia estirpe sino, como dice despectivamente un escritor católico, 'un morisco granadino' ".
Cuando Casiodoro de Reina nació en España, probablemente en el año 1520, en diversos países europeos había surgido la urgencia de poner la Biblia al alcance del pueblo en lenguaje común. "Los conductores de la reforma protestante -leemos en Nueva luz en la antigua lámpara, pág. 30- consagraron su atención al trabajo de proveer mejores traducciones de las Escrituras en las lenguas europeas, y utilizaron para su trabajo los mejores recursos de investigación erudita y talento literario. Así se produjeron las grandes traducciones del siglo dieciséis".
Lutero tradujo la Biblia al idioma alemán, en 1522, y actualmente esa traducción revisada constituye la versión autorizada de la iglesia protestante alemana. William Tyndale realizó la traducción del Nuevo Testamento al inglés, en 1525, y esa versión sirvió de base para la famosa traducción llamada del rey Jaime. Ésta ha sido revisada en numerosas ocasiones durante sus varios siglos de existencia, y actualmente es todavía la Biblia mas apreciada y leída por millones de cristianos de habla inglesa en todo el mundo. En Francia, Pierre Robert Olivetan tradujo la Biblia al idioma de ese país en 1535.
¿Qué ocurría en España cuando el monje Casiodoro de Reina apareció en la escena? Veamos lo que dice una publicación de las Sociedades Bíblicas en América Latina, mencionada en otro párrafo: "Una crisis espiritual fue rápidamente manifestándose en todo el Imperio Español, a medida que la reforma protestante ganaba fuerza y difundía su influencia [esto ocurría en el siglo XVI]. Entre tanto la correspondiente contrarreforma católica, ayudada por la Inquisición, tomaba medidas fuertes y agresivas. Durante ese tiempo, los libros de los dirigentes de Reforma en Europa circulaban en España y recibían entusiasta aceptación en muchos sectores del pensamiento. Una de las razones para esta aceptación, a mas del hecho... de que España venía conociendo y leyendo las Escrituras desde el siglo trece quizá mas que cualquier otro país de Europa, fue el hecho de que muchos de los maestros de las universidades estaban estudiando y enseñando asíduamente las obras de los humanistas [el humanismo es una corriente de pensamiento del Renacimiento que renovó el estudio de las lenguas y literaturas antiguas, en latín y griego especialmente] y en especial las de Erasmo. Esta influencia penetró aún los pesados muros de los monasterios y conventos, algunos de los cuales se convirtieron en centros de propaganda del pensamiento de la Reforma" (Id., Págs. 30, 31).
EDITADO POR LILY BATZ



La Biblia, su Origen, Historia
y Lugar en el Mundo


LA BIBLIA es un libro extraordinario. Es EL LIBRO por excelencia, como lo consideraba el célebre escritor Walter Scott (1771-1832), quien afirmó en su lecho de muerte: "No hay más que un libro", refiriéndose a las Sagradas Escrituras. Su origen, su historia, su contenido y su influencia en la vida de los individuos y de los pueblos que lo han leído con actitud receptiva, no conocen nada semejante.

La Biblia contiene en sí misma pruebas de su origen divino. Ningún otro libro puede contestar las preguntas de la mente o satisfacer los anhelos del corazón corno lo hace la Biblia. Se adapta a todas las edades y condiciones de la vida, y está llena del conocimiento que ilumina la mente y santifica el alma.

En la Biblia tenemos una revelación del Dios viviente. Si se la recibe con fe, tiene poder para transformar la vida. Durante toda su historia una mano divina la ha cuidado y preservado para el mundo.

CÓMO, CUÁNDO Y POR QUÉ FUE ESCRITA

Siglos después del diluvio, cuando los hombres se multiplicaron y las tinieblas se asentaron de nuevo sobre el mundo, hombres santos escribieron movidos por el Espíritu de Dios. Así Dios habló a su pueblo, y por medio de él al mundo, para que el conocimiento de Dios y de su voluntad no se desvaneciera de la tierra.

Durante centurias, esta obra prosiguió, hasta que vino Cristo, la Simiente prometida. Con él, y el bendito mensaje de luz y salvación proclamado por él y por sus apóstoles, finalizó el registro de las Escrituras, y se competó la Palabra de Dios.


ESCRITOS ORIGINALES Y TRADUCCIONES

La mayor parte del Antiguo Testamento fue escrita originalmente en hebreo, en rollos de pergamino, lienzo o papiro. Estos fueron más tarde traducidos al griego. La traducción más antigua, se conoce como la Septuaginta, o Versión de los Setenta, hecha en Alejandría para la famosa biblioteca de esa ciudad. La traducción fue comenzada bajo el patrocinio de Tolomeo Filadelfo, alrededor del año 285 AC. Se dice que la orden original de esta traducción fue dada por Alejandro Magno, quien se había enterado previamente, al visitar Jerusalén en 332 AC, de la profecía de Daniel de que Grecia vencería al reino persa. (Véase Josefo, Antigüedades judaicas, libro II, cap. 8, par. 5.) Esta era la versión de uso corriente en el tiempo de Cristo.

Los eruditos consideran que el Nuevo Testamento fue escrito originalmente en griego (aunque algunos piensan que San Mateo fue escrito primero en hebreo, y traducido más tarde al griego).

En una fecha temprana distintos individuos tradujeron al latín la Septuaginta y el Nuevo Testamento que existía en griego. Una versión de toda la Biblia preparada más cuidadosamente, la Vulgata de Jerónimo, fue hecha de 383 a 405 DC. Se la llamó Vulgata, o versión "común", porque era de uso corriente entre la gente que hablaba el latín.

LA BIBLIA EN IDIOMAS NACIONALES

Hasta entonces, sin embargo, la Biiblia había sido en alto grado impresa solamente en un idioma antiguo, que el pueblo común no comprendía, y sin la Palabra de Dios en sus manos, la buena semilla sembrada entre ellos era fácilmente destruida. "¡Oh --decían os defensores de sus puras enseñanzas-, si sólo pudiera el pueblo tener la Palabra de Dios en su propio idioma, eso no sucedería! Sin ello será imposible establecer a los legos en la verdad".

¿Y por qué no la tendrían ellos en su propia lengua?, razonaban. Moisés escribió en la lengua del pueblo de sus días; los profetas hablaban en la lengua familiar de los hombres a quienes se dirigían; y el Nuevo Testamento fue escrito en el idioma entonces corriente en el mundo romano.

La traducción de la Biblia al inglés por Juan Wiclef y sus asociados, alrededor de 1380, fue uno de los principales hechos rectores de la Reforma. Preparó también el camino para el reavivamiento del cristianismo en Inglaterra, y para la multiplicación posterior de la Palabra por millones para todo el mundo.

El hacer esa traducción en aquel tiempo, dice Neander, "requería un espíritu valiente que ningún peligro pudiera aterrar". Por hacer esto, 'Wiclef fue atacado desde varias partes, porque, se protestaba, "él había introducido entre la multitud un libro reservado exclusivamente para el uso de los sacerdotes". En la acusación general se declaró que "así el Evangelio había sido expuesto por él a los laicos, y a las mujeres que pudieran leer, más abiertamente de lo que anteriormente lo había sido a los clérigos más cultos, por lo que la perla de¡ Evangelio se arrojaba al público y era hollada por los puercos". En el prefacio de su traducción, Wiclef exhortaba a la gente a leer las Escrituras.

Un sentido de temor reverente y un estremecimiento de gozo llenó el corazón de Lutero, el reformador alemán, cuando, a la edad de veinte años, mientras examinaba los volúmenes de la biblioteca de la Universidad de Erfurt, sostuvo en sus manos, por primera vez en su vida, un ejemplar completo de la Biblia. "Oh, Dios -exclamó-, si yo pudiera tener uno de estos libros, no pediría otro tesoro". Un poquito más tarde él halló en un convento una Biblia encadenada. Y a ella recurrió constantemente.

Pero todas estas Biblias, como las de cualquier otro lugar, excepto la inglesa, estaban en un idioma antiguo, y podían ser leídas solamente por la gente instruida. ¿Por qué, pensó Lutero, tiene que estar la Palabra viviente confinada a las lenguas muertas? Como 'Wiclef, por lo tanto, él decidió dar a sus compatriotas la Biblia en el idioma popular; y lo hizo: el Nuevo Testamento en 1522, y la Biblia completa, la obra cumbre de su vida, en 1534.

Impresionado con la idea de que el pueblo debía leer las Escrituras en su lengua materna, William Tyndale, de igual manera, en 1525 dio a la gente de habla inglesa su traducción del Nuevo Testamento, que sirvió de base para la famosa traducción llamada del Rey Jacobo, y más tarde tradujo algunas porciones del Antiguo Testamento. Su ardiente deseo de que ellos pudieran conocer la Biblia fue bien expresado en la declaración de que, si Dios le concedía la vida, él haría que los muchachos que manejaban el arado conocieran más las Escrituras de lo que la conocían comúnmente los teólogos de sus días.

La primera Biblia completa en inglés fue la de Miles Converdale, impresa en Zurich, Suiza, en 1535. A ella siguieron otras versiones, entre las cuales puede mencionarse la Gran Biblia, preparada por sugerencia de Tomás Cromwell, Conde de Essex.


Es evidente que en España ya en 1233 circulaban traducciones parciales o completas de la Biblia en el idioma del pueblo; de lo contrario no se habría promulgado el decreto de Jaime de Aragón, que prohibía su lectura.

En 1280 se terminó la traducción manuscrita de la Biblia Alfonsina en romance, transición entre el latín y el castellano, por orden de¡ rey Alfonso el Sabio. La primera versión completa de¡ Antiguo Testamento en español se conoce como La Biblia de la Casa de Alba. Vio la luz en 1430, escrita a mano. Pero no circuló, porque la Inquisición se apoderó de ella, aunque no la destruyó.

La primera versión completa del Nuevo Testamento impresa en español, conocida como El Nuevo Testamento de Enzinas, terminó de imprimirse en 1542 en Amberes. Y la Biblia de Ferrara, la primera versión en español del Antiguo Testamento, se publicó en 1553.

Los primeros ejemplares de la Biblia completa en castellano aparecieron en 1569 en Basilea, Suiza. Su traducción fue obra de Casiodoro de Reina. Revisada cuidadosamente por el brillante escritor Cipriano de Valera, fue impresa en 1602 en Amsterdam.

Así la luz de la verdad comenzó a brillar una vez más en el Mundo Occidental, pero no sin oposición.

Dos siglos más tarde, de 1790 a 1793, se imprimió por primera vez en España misma una versión de la Biblia en castellano, la del padre Felipe Scío de San Miguel, en diez volúmenes. Ahora existen muchas otras, tanto católicas como protestantes, algunas de ellas muy buenas.



LA QUEMA DE BIBLIAS

Como Joacim, rey de Judá, y los príncipes existentes bajo el reinado de Sedequías, mostraron su menosprecio por Dios quemando los escritos de Jeremías y arrojando al profeta en una cisterna (Jeremías 36:20-23; 38), así los hombres trataron de contener la marea naciente de la Reforma quemando la Biblia y a sus traductores.

La quema de la Biblia fue iniciada en Inglaterra con la destrucción de los ejemplares de la edición de Antwep del Nuevo Testamento de Tyndale, en Paul's Cross, Londres, en 1527; y fue seguida por la quema de la segunda edición en 1530. Y algo más tarde, los escritos y traducciones de Wiclef, Tyndale, Basil, Barnes, Coverdale, y otros, puero proscritos y en algunos casos quemados.

Cuarenta y tres años después de la muerte de Wiclef, o sea en 1428 DC., por oden del Concilio de Constanza, los huesos de ese reformador fueron exhurnados y quemados. El 6 de octubre de 1536, por orden de Carlos V de Alemania, Tyndale fue estrangulado y quemado en la hoguera en Vilvorde, cerca de Bruselas. "Si Lutero no se retractare -escribió Enrique VIII en Inglaterra-, entrégueselo a él y sus escritos a las llamas".
Tal fue, bajo la tiranía espiritual que imperaba en aquellos tiempos, la suerte de muchos que se colocaron de parte de Dios y de su Palabra.

LA PALABRA NO ESTA PRESA

Pero la Palabra de Dios no podía quedar aprisionada para siempre. Al tratar de impedir su circulación, los hombres descubrieron pronto que estaban intentando lo imposible.

La Biblia había echado profundas raíces en los corazones de la gente. Lo que reyes y prelados habían tratado de suprimir y destruir, reyes y prelados comenzaban ahora a fomentar y suministrar.

En su Stories From English History (Anécdotas de la historia inglesa), páginas 196, 197, Henry P. Warren dice- "Henry, por consejo de Crornwell, ordenó que se tradujera la Biblia al inglés, y que se colocase un ejemplar en cada iglesia. Se habían hecho traducciones al inglés antes, pero no habían estado generalmente en manos del pueblo, y habían sido leídas solamente en secreto y con temor... Cromwell pidió entonces que Cranmer y los obispos revisaran la Biblia, y que la publicaran sin notas ni comentarios; y en 1539 se encadenó un ejemplar de la Biblia en inglés a la mesa de lectura de cada iglesia parroquial. Desde entonces la Biblia nunca ha dejado de ser impresa y vendida libremente".

Dice Carlos C. Coffin, en su Story of Liberty (Historia de la Libertad), capítulo 2, página 44: "El pueblo escucha la lectura con asombro y deleite. Los hombres empiezan a pensar; y cuando lo hacen, caminan hacia la libertad. Ven que la Biblia les da derechos que hasta entonces se les habían negado: el derecho de leer, de adquirir conocimientos. Se abren escuelas. Hombres y mujeres que hasta ese momento no conocían ni una letra del alfabeto, aprenden a leer. Los hijos enseñan a sus padres. Es el comienzo de una nueva vida, un nuevo orden de cosas en la comunidad; el comienzo de la libertad".

LA BIBLIA A TODO EL MUNDO

Finalmente, fueron organizadas grandes sociedades bíblicas en Inglaterra, en Norteamérica, y en otros países de Europa, con el propósito de dar la Biblia al mundo, a cada "nación, tribu, lengua y pueblo" en su propio idioma. Las principales son la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, fundada en 1804, y la Sociedad Bíblica Americana, fundada en 1816. Éstas y otras organizaciones semejantes han esparcido literalmente cientos de millones de ejemplares de la Biblia en un gran número de idiomas. La Iglesia Católica también está participando activamente en esta noble obra, en forma especialmente notable desde el Concilio Vaticano II.

Así se está proporcionando al mundo la Palabra de Dios, en preparación para proclamar a toda la humanidad el último mensaje evangélico, la conclusión del reinado del pecado, y el advenimiento del Señor en gloria. "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (S. Mateo 24: 14).




domingo, 14 de agosto de 2011

“Cuán agradecidos debiéramos sentirnos por la Santa Biblia”, expresó el élder Ballard.


Algunos leen la Biblia por interés en su valor literario; otros, por el deseo de hallar consejos, y aun otros, por el sentido del deber. Ahora bien, el mejor motivo para leer las Escrituras es el deseo de aprender sobre Dios y averiguar cómo influye el mensaje inspirado en nuestra vida.
“Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque después de mirarse a sí mismo, se va, y en seguida se olvida de cómo era.
Pero el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:23-25; Lucas 6:46-49).

El hombre de este ejemplo se miró en el espejo, pero no corrigió ningún aspecto de su imagen. ¿Por qué? Quizás porque solo echó un vistazo rápido, o tal vez porque no se miró con la intención de cambiar nada. De forma parecida, no sirve de mucho leer la Biblia con una actitud desganada o sin verdaderos deseos de poner en práctica sus consejos. En cambio, si usted lee con atención la Palabra de Dios y permite que esta influya en lo que hace y lo que piensa, será realmente feliz.

Los miembros del Quórum de los Doce Apóstoles nos sugieren adquirir amor por la Biblia al estudiar la vida y el ministerio del Salvador y las palabras de los antiguos profetas y apóstoles.
“Cuán agradecidos debiéramos sentirnos por la Santa Biblia”, expresó el élder Ballard. “Amo la Biblia, sus enseñanzas, sus lecciones y su espíritu… Amo la perspectiva y la paz que me infunde la lectura de la Biblia”.

El élder Jeffrey R. Holland del Quórum de los Doce Apóstoles concuerda: “Amamos y veneramos la Biblia”, dijo. “Siempre se le menciona primero en nuestro canon, nuestros ‘libros canónicos’ ” Él nos recordó que la Restauración se llevó a cabo porque José Smith estudió la Biblia y ejercitó la fe en la promesa que se encuentra en Santiago 1:5 de que Dios contestará nuestras oraciones.

Al recordar los acontecimientos que prepararon el terreno para la Restauración, el élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles habló de la gratitud hacia todos aquellos que hicieron posible la traducción y publicación de la Biblia. Gracias a su labor, la Versión del Rey Santiago de la Biblia se puso a disposición para que cualquiera la leyera; y porque estuvo a disposición de José Smith, la verdadera Iglesia se restauró en la tierra. “¿Es de sorprender que la versión del rey Santiago sea la versión de la Biblia en inglés aprobada por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la actualidad?”, preguntó el élder Hales.

“Siempre debemos tener presente a los incontables mártires que sabían de este poder y dieron su vida a fin de que halláramos en las palabras de este texto el sendero que conduce a la felicidad eterna y a la paz del reino de nuestro Padre Celestial”, dijo el élder Ballard.

El presidente Boyd K. Packer, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, compartió un relato de cuando vio una Biblia de la familia de siglos pasados y que tenía una cita en la primera página que decía: “La mejor impresión de la Biblia es que quede bien grabada en el corazón del lector”. Y luego continuó con este pasaje de Escrituras: “Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres” (2 Corintios 3:2).

Al conocer y amar la Biblia y los textos de Escritura que la acompañan, podemos mostrar nuestro agradecimiento y disfrutar las bendiciones de la restauración del Evangelio.

“Consideren la magnitud de nuestra bendición de tener la Santa Biblia y unas 900 páginas adicionales de Escritura”, dijo el élder D. Todd Christofferson. “Que nos deleitemos continuamente en las palabras de Cristo, las cuales nos dirán todas las cosas que debemos hacer”.