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miércoles, 20 de febrero de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 291: Juan 12-14


Capítulo 12
María unge los pies de Jesús — Se relata la entrada triunfal del Señor en Jerusalén — Él predice Su muerte — Recibir a Cristo es recibir al Padre.

1 Y Jesús, seis días antes de la Pascua, fue a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, a quien había resucitado de entre los muertos.

2 Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él.

3 Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús y se los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.

4 Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le iba a entregar:

5 ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios, para dárselos a los pobres?

6 Pero dijo esto, no porque le importasen los pobres, sino porque era ladrón, y tenía la bolsa y sustraía de lo que se echaba en ella.

7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto.

8 Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.

9 Entonces mucha gente de los judíos se enteró de que él estaba allí; y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos.

10 Pero los principales sacerdotes acordaron matar también a Lázaro,

11 porque a causa de él, muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.

12 Al día siguiente, mucha gente que había venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén,

13 tomaron ramas de palmeras y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!

14 Y halló Jesús un asnillo y montó sobre él, como está escrito:

15

No temas, hija de Sión;
he aquí, tu Rey viene,
montado sobre un pollino de asna.

16 Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que le habían hecho estas cosas.

17 Y la gente que estaba con él daba testimonio de cuando llamó a Lázaro del sepulcro y le resucitó de los muertos.

18 Por lo cual también había salido la gente a recibirle, porque había oído que él había hecho este milagro;

19 pero los fariseos dijeron entre sí: ¿Veis que nada lográis? He aquí, el mundo se va tras él.

20 Y había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta.

21 Éstos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús.

22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés. Entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús.

23 Entonces Jesús les respondió, diciendo: Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado.

24 De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, se queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.

25 El que ama su vida la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.

26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre le honrará.

27 Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré: Padre, sálvame de esta hora? Pero para esto he llegado a esta hora.

28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Ya lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.

29 Y la gente que estaba presente, y que la había oído, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado.

30 Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros.

31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.

32 Y yo, si soy levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.

33 Y esto decía dando a entender de qué muerte iba a morir.

34 Le respondió la gente: Nosotros hemos oído que, según la ley, el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?

35 Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco de tiempo estará la luz entre vosotros. Andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas, porque el que anda en tinieblas no sabe a dónde va.

36 Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se escondió de ellos.

37 Pero, a pesar de haber hecho tantos milagros delante de ellos, no creían en él,

38 para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo:

Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?
¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?

39 Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías:

40

Ha cegado los ojos de ellos y endurecido su corazón,
para que no vean con los ojos, ni entiendan con el corazón,
y se conviertan,
y yo los sane.

41 Estas cosas dijo Isaías cuando vio su gloria y habló de él.

42 Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.

43 Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.

44 Mas Jesús clamó y dijo: El que cree en mí no cree en mí, sino en el que me envió;

45 y el que me ve, ve al que me envió.

46 Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.

47 Y al que oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.

48 El que me rechaza y no recibe mis palabras tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.

49 Porque yo no he hablado por mí mismo, sino que el Padre que me envió, él me ha dado mandamiento de lo que he de decir y de lo que he de hablar.

50 Y sé que su mandamiento es vida eterna; así que, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.

Capítulo 13

Jesús lava los pies de los Doce — Señala a Judas como el que le iba a entregar — Manda a los Doce amarse los unos a los otros.

1 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.

2 Y acabada la cena, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas hijo de Simón Iscariote que le entregase,

3 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios y a Dios iba,

4 se levantó de la cena, y se quitó su manto y, tomando una toalla, se la ciñó.

5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.

6 Entonces llegó a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?

7 Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; pero lo entenderás después.

8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Le respondió Jesús: Si no te lavo, no tendrás parte conmigo.

9 Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.

10 Jesús le dijo: El que está lavado no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.

11 Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.

12 Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a sentarse a la mesa y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?

13 Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque lo soy.

14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.

15 Porque ejemplo os he dado, para que así como yo os he hecho, vosotros también hagáis.

16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.

17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados sois si las hacéis.

18 No hablo de todos vosotros; yo sé a quiénes he elegido; pero para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo levantó contra mí su calcañar.

19 Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy.

20 De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo envío, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, recibe al que me envió.

21 Cuando hubo dicho Jesús esto, se conmovió en el espíritu, y testificó y dijo: De cierto, de cierto os digo que uno de vosotros me va a entregar.

22 Entonces los discípulos se miraron unos a otros, sin saber de quién hablaba.

23 Y uno de sus discípulos, a quien Jesús amaba, estaba reclinado en el pecho de Jesús.

24 A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba.

25 Él entonces, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?

26 Respondió Jesús: Es aquel a quien yo le dé el pan mojado. Y mojando el pan, se lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón.

27 Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo pronto.

28 Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo eso.

29 Porque unos pensaban que, como Judas tenía la bolsa, Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres.

30 Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, salió en seguida; y era ya de noche.

31 Entonces, cuando él salió, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él.

32 Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le glorificará.

33 Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis, pero, como dije a los judíos: A donde yo voy, vosotros no podéis ir; así os digo a vosotros ahora.

34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros.

35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros.

36 Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; pero me seguirás después.

37 Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? ¡Mi vida pondré por ti!

38 Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo sin que antes me hayas negado tres veces.

Capítulo 14

Jesús habla de muchas moradas — Dice que Él es el camino, la verdad y la vida, y que verle a Él es ver al Padre — Promete el primer y el segundo Consolador.

1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.

2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; de otra manera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.

3 Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis.

4 Y sabéis a dónde yo voy, y sabéis el camino.

5 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?

6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.

7 Si me conocierais, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis y le habéis visto.

8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta.

9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre?

10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mí mismo, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.

11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.

12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago él también las hará; y aun mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre.

13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, esto haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

15 Si me amáis, guardad mis mandamientos.

16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:

17 El Espíritu de verdad, al que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros.

18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.

19 Todavía un poquito, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.

20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.

21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él.

22 Le dijo Judas, no el Iscariote: Señor, ¿cómo es que te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?

23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada con él.

24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.

25 Estas cosas os he hablado estando con vosotros.

26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.

27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo.

28 Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vuelvo a vosotros. Si me amarais, ciertamente os regocijaríais, porque he dicho que voy al Padre, porque el Padre mayor es que yo.

29 Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que, cuando suceda, creáis.

30 No hablaré ya mucho con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo, y él no tiene nada en mí.

31 Pero para que conozca el mundo que amo al Padre, y como el Padre me dio el mandamiento, así hago. ¡Levantaos, vámonos de aquí!