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lunes, 9 de abril de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 90: 1 Samuel 19-21


Primer libro de
Samuel..Capítulo 19
Saúl procura matar a David — Mical salva a David por estratagema — David se une a Samuel y a un grupo de profetas.

1 Y habló Saúl a Jonatán, su hijo, y a todos sus criados, para que matasen a David; mas Jonatán hijo de Saúl apreciaba a David en gran manera.

2Y Jonatán le dio aviso a David, diciendo: Saúl, mi padre, procura matarte; por tanto, ten cuidado, te ruego, hasta la mañana y escóndete en un paraje oculto.

3Y yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo donde estés; y hablaré de ti a mi padre y te haré saber lo que vea.

4Y Jonatán habló bien de David a su padre Saúl y le dijo: No peque el rey contra su siervo David, porque ninguna cosa ha cometido contra ti, y porque sus obras para contigo han sido muy buenas.

5Pues él puso su vida en su mano y mató al filisteo, y Jehová hizo una gran salvación a todo Israel. Tú lo viste y te regocijaste. ¿Por qué, pues, pecarás contra sangre inocente, matando a David sin causa?

6Y Saúl escuchó la voz de Jonatán, y Saúl juró: ¡Vive Jehová, que no morirá!

7Entonces Jonatán llamó a David y le declaró todas estas palabras; y él mismo llevó a David ante Saúl, y estuvo delante de él como antes.

8Y volvió a haber guerra, y salió David y peleó contra los filisteos, y los hirió con gran mortandad, y huyeron delante de él.

9Y el espíritu malo de parte de Jehová vino sobre Saúl; y estando sentado en su casa, tenía una lanza en la mano, mientras David tocaba.

10Y Saúl procuró clavar a David con la lanza en la pared, pero él se apartó de delante de Saúl, y la lanza se clavó en la pared; y David huyó y aquella noche escapó.

11Saúl envió luego mensajeros a casa de David para que lo vigilasen y lo matasen por la mañana. Pero Mical, su esposa, le avisó a David, diciendo: Si no salvas tu vida esta noche, mañana estarás muerto.

12Y descolgó Mical a David por una ventana; y él se fue, y huyó y escapó.

13Tomó luego Mical una estatua y la puso sobre la cama, y le acomodó por cabecera una almohada de pelo de cabra y la cubrió con ropa.

14Y cuando Saúl envió mensajeros para que prendiesen a David, ella respondió: Está enfermo.

15Y volvió Saúl a enviar mensajeros para que viesen a David, diciendo: Traédmelo en la cama para que lo mate.

16Y cuando los mensajeros entraron, he aquí la estatua estaba en la cama, y una almohada de pelo de cabra por cabecera.

17Entonces Saúl dijo a Mical: ¿Por qué me has engañado así y has dejado escapar a mi enemigo? Y Mical respondió a Saúl: Porque él me dijo: Déjame ir; si no, yo te mataré.

18Huyó, pues, David, y escapó, y fue a Samuel en Ramá y le dijo todo lo que Saúl había hecho con él. Y se fueron él y Samuel y moraron en Naiot.

19Y le fue dado aviso a Saúl, diciendo: He aquí, que David está en Naiot, en Ramá.

20Y envió Saúl mensajeros para que trajesen a David, los cuales vieron un grupo de profetas que profetizaban, y a Samuel que estaba allí y los presidía. Y vino el espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl, y ellos también profetizaron.

21Y cuando le informaron a Saúl, él envió otros mensajeros, los cuales también profetizaron. Y Saúl volvió a enviar por tercera vez mensajeros, y ellos también profetizaron.

22Entonces él mismo fue a Ramá; y al llegar al pozo grande que está en Secú, preguntó, diciendo: ¿Dónde están Samuel y David? Y le respondieron: He aquí, están en Naiot, en Ramá.

23Y fue a Naiot, en Ramá; y también vino sobre él el espíritu de Dios, e iba profetizando hasta que llegó a Naiot, en Ramá.

24Y él también se quitó sus vestidos y profetizó igualmente delante de Samuel; y cayó desnudo todo aquel día y toda aquella noche. De aquí se dijo: ¿También Saúl entre los profetas?

Primer libro de
Samuel..Capítulo 20

David y Jonatán hacen un pacto de amistad y paz — Se separan el uno del otro.

1 Y David huyó de Naiot, en Ramá, y fue delante de Jonatán y dijo: ¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad, o cuál mi pecado contra tu padre, para que él busque mi vida?

2Y él le dijo: De ninguna manera; no morirás. He aquí que mi padre ninguna cosa hará, ni grande ni pequeña, que no me la descubra; ¿por qué, pues, me ha de encubrir mi padre este asunto? No será así.

3Y David volvió a jurar, diciendo: Tu padre sabe claramente que yo he hallado gracia delante de tus ojos y dirá: No sepa esto Jonatán, para que no tenga pesar. Ciertamente, vive Jehová y vive tu alma, que apenas estoy a un paso de la muerte.

4Y Jonatán dijo a David: Lo que desee tu alma lo haré por ti.

5Y David respondió a Jonatán: He aquí que mañana es luna nueva, y yo acostumbro sentarme con el rey a comer; pero tú dejarás que me esconda en el campo hasta el atardecer del tercer día.

6Si tu padre hace mención de mí, dirás: Me rogó mucho que lo dejase ir aprisa a Belén, su ciudad, porque todos los de su familia tienen allá el sacrificio anual.

7Si él dice: Está bien, entonces paz tendrá tu siervo; pero si se enoja, sabrás que la maldad ya está decidida de parte de él.

8Harás, pues, misericordia con tu siervo, ya que has hecho que tu siervo entre en un pacto de Jehová contigo; y si hay maldad en mí, mátame tú, pues, ¿qué necesidad hay de llevarme hasta tu padre?

9Y Jonatán le dijo: ¡Nunca tal te suceda! Antes bien, si yo me entero de que mi padre ha determinado que la maldad venga sobre ti, ¿no habré yo de descubrírtelo?

10Dijo entonces David a Jonatán: ¿Quién me dará aviso? O, ¿qué pasará si tu padre te responde ásperamente?

11Y Jonatán dijo a David: Ven, salgamos al campo. Y salieron ambos al campo.

12Entonces dijo Jonatán a David: Vive Jehová Dios de Israel que cuando le haya yo preguntado a mi padre mañana a esta hora, o pasado mañana, y he aquí si él se muestra bien para con David, y si entonces no envío a ti y te lo descubro,

13Jehová haga así a Jonatán y aun le añada; pero si mi padre quiere hacerte mal, también te lo descubriré y te despediré y te irás en paz. Y esté Jehová contigo, como estuvo con mi padre.

14Y si yo aún vivo, haz conmigo misericordia de Jehová para que yo no muera;

15ni quites perpetuamente tu misericordia de mi casa aun cuando Jehová desarraigue de la tierra uno por uno los enemigos de David.

16Así hizo Jonatán un pacto con la casa de David, diciendo: Requiéralo Jehová de la mano de los enemigos de David.

17Y volvió Jonatán a jurar a David, porque le amaba, pues le amaba como a sí mismo.

18Le dijo luego Jonatán: Mañana es luna nueva, y tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío.

19Estarás, pues, tres días, y descenderás rápidamente y vendrás al lugar donde estabas escondido el día de aquel suceso, y esperarás junto a la piedra de Ezel;

20y yo tiraré tres saetas hacia aquel lado, como ejercitándome al blanco.

21Y he aquí, enviaré al criado, diciéndole: Ve, busca las saetas. Y si digo al muchacho: He aquí las saetas están más acá de ti, tómalas; tú vendrás, porque hay paz para ti, y nada malo hay, ¡vive Jehová!

22Pero si yo digo al muchacho así: He allí las saetas están más allá de ti; vete, porque Jehová te hace partir.

23Y en cuanto a las palabras que yo y tú hemos hablado, he aquí, Jehová esté entre tú y yo para siempre.

24David, pues, se escondió en el campo, y cuando llegó la luna nueva, se sentó el rey a comer.

25Y el rey se sentó en su silla, como solía, en el asiento junto a la pared; y Jonatán se levantó, y se sentó Abner al lado de Saúl, y el lugar de David estaba vacío.

26Pero aquel día Saúl no dijo nada, porque se decía: Le habrá acontecido algo y no está limpio; seguramente no está purificado.

27Al día siguiente, el segundo día de la luna nueva, aconteció que nuevamente el asiento de David estaba vacío. Y Saúl dijo a su hijo Jonatán: ¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Isaí ni ayer ni hoy?

28Y Jonatán respondió a Saúl: David me pidió encarecidamente que le dejase ir a Belén.

29Y dijo: Te ruego que me dejes ir, porque los de nuestra familia tenemos sacrificio en la ciudad, y mi hermano mismo me lo ha mandado; por tanto, si he hallado gracia ante tus ojos, permíteme ir ahora a visitar a mis hermanos. Por esto no ha venido a la mesa del rey.

30Entonces Saúl se enardeció contra Jonatán y le dijo: Hijo de la perversa y rebelde, ¿no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí para vergüenza tuya y para la vergüenza de la desnudez de tu madre?

31Porque todo el tiempo que el hijo de Isaí viva sobre la tierra, ni tú estarás firme, ni tu reino. Envía, pues, ahora, y tráemelo, porque ha de morir.

32Y Jonatán respondió a su padre Saúl y le dijo: ¿Por qué ha de morir? ¿Qué ha hecho?

33Entonces Saúl le arrojó una lanza para herirlo, por lo que entendió Jonatán que su padre estaba decidido a matar a David.

34Y se levantó Jonatán de la mesa con exaltada ira, y no comió nada el segundo día de la luna nueva, pues estaba afligido a causa de David, porque su padre le había afrentado.

35Al otro día, de mañana, salió Jonatán al campo, al tiempo acordado con David, y un muchacho pequeño con él.

36Y dijo al muchacho: Corre y busca las saetas que yo tire. Y mientras el muchacho iba corriendo, él tiraba la saeta de modo que pasara más allá de él.

37Y al llegar el muchacho adonde estaba la saeta que Jonatán había tirado, Jonatán gritó al muchacho, diciendo: ¿No está la saeta más allá de ti?

38Y volvió a gritar Jonatán al muchacho: Corre, date prisa, no te detengas. Y el muchacho de Jonatán recogió las saetas y regresó a su señor.

39Pero ninguna cosa entendió el muchacho; solamente Jonatán y David entendían el asunto.

40Y dio Jonatán sus armas al muchacho y le dijo: Vete y llévalas a la ciudad.

41Y cuando el muchacho se hubo ido, se levantó David del lado del sur y se inclinó tres veces postrándose hasta la tierra; y besándose el uno al otro, lloraron el uno con el otro, aunque David lloró más.

42Y Jonatán dijo a David: Vete en paz, porque ambos hemos jurado en el nombre de Jehová, diciendo: Jehová esté entre tú y yo, entre mi descendencia y tu descendencia, para siempre. Y él se levantó y se fue, y Jonatán volvió a la ciudad.

Primer libro de
Samuel..Capítulo 21

David consigue ayuda del sacerdote Ahimelec — Come el pan de la proposición — Se dirige a Gat, donde finge locura.

1Y llegó David a Nob, al sacerdote Ahimelec; y se atemorizó Ahimelec de su encuentro y le dijo: ¿Cómo vienes tú solo, y nadie contigo?

2Y respondió David al sacerdote Ahimelec: El rey me encomendó un asunto y me dijo: Nadie sepa cosa alguna de este asunto al que yo te envío y que yo te he encomendado; y yo les señalé a los criados un cierto lugar.

3Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que haya.

4Y el sacerdote respondió a David y dijo: No tengo pan común a la mano; solamente tengo pan sagrado, pero te lo daré si al menos los criados se han abstenido de mujer.

5Y David respondió al sacerdote y le dijo: En verdad las mujeres han estado lejos de nosotros desde anteayer cuando salí, y los vasos de los jóvenes están santos, aunque el viaje es profano; ¿cuánto más no estarán santos hoy sus vasos?

6Así el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan, sino los panes de la proposición, los cuales habían sido quitados de delante de Jehová, para que se pusiesen panes calientes el día en que los otros fuesen quitados.

7Aquel día estaba allí uno de los siervos de Saúl detenido delante de Jehová, cuyo nombre era Doeg, el edomita, el principal de los pastores de Saúl.

8Y David dijo a Ahimelec: ¿No tienes aquí a mano una lanza o una espada? Porque no tomé en mi mano ni mi espada ni mis armas, por cuanto el asunto del rey era apremiante.

9Y el sacerdote respondió: La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de Ela, está aquí envuelta en un paño detrás del efod; si tú quieres tomarla, tómala; pues aquí no hay otra sino ésa. Y dijo David: Ninguna como ella; dámela.

10Y levantándose David aquel día, huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquis, rey de Gat.

11Y los siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿No es éste de quien cantaban en danzas, diciendo:

Hirió Saúl a sus miles,
y David a sus diez miles?

12Y David puso en su corazón estas palabras, y tuvo gran temor de Aquis, rey de Gat.

13Y cambió su modo de proceder delante de ellos, y se fingió loco entre ellos; y escribía trazos en las puertas de la entrada y dejaba correr su saliva por su barba.

14Y dijo Aquis a sus siervos: He aquí, estáis viendo un hombre demente; ¿por qué me lo habéis traído?

15¿Acaso me faltan a mí locos, para que hayáis traído a éste a fin de que hiciese de loco delante de mí? ¿Había de entrar éste en mi casa?




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