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jueves, 31 de enero de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 278: Lucas 3-5


Capítulo 3
Juan el Bautista predica y bautiza — Jesús es bautizado y Dios declara que es Su Hijo — Se da la genealogía de Jesús, desde Él hasta Adán.

1 Y en el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia,

2 siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino la palabra de Dios a Juan hijo de Zacarías, en el desierto.

3 Y él fue por toda la región circunvecina del Jordán predicando el bautismo del arrepentimiento para la remisión de pecados;

4 como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice:

Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor,
enderezad sus sendas.

5

Todo valle se rellenará,
y se bajará todo monte y collado;
y los caminos torcidos serán enderezados,
y los caminos ásperos allanados;

6

y verá toda carne la salvación de Dios.

7 Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira que vendrá?

8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede, aun de estas piedras, levantar hijos a Abraham.

9 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego.

10 Y la gente le preguntaba, diciendo: Pues, ¿qué haremos?

11 Y respondiendo, les decía: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.

12 Y vinieron también unos publicanos para ser bautizados y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos?

13 Y él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado.

14 Y le preguntaron también unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie ni calumniéis, y contentaos con vuestro salario.

15 Y estando el pueblo a la expectativa, se preguntaban todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo.

16 Respondió Juan, diciendo a todos: Yo, a la verdad, os bautizo en agua; mas viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.

17 Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su alfolí y quemará la paja en un fuego que nunca se apagará.

18 Y con otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo.

19 Entonces Herodes, el tetrarca, siendo reprendido por él a causa de Herodías, esposa de su hermano Felipe, y por todas las maldades que Herodes había hecho,

20 añadió también, sobre todas ellas, esto: encerró a Juan en la cárcel.

21 Y aconteció que, cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y mientras oraba, el cielo se abrió,

22 y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.

23 Y Jesús mismo tenía unos treinta años, hijo, según se creía, de José hijo de Elí,

24 hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melqui, hijo de Jana, hijo de José,

25 hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahum, hijo de Esli, hijo de Nagai,

26 hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semei, hijo de José, hijo de Judá,

27 hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri,

28 hijo de Melqui, hijo de Adi, hijo de Cosam, hijo de Elmodam, hijo de Er,

29 hijo de Josué, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Matat,

30 hijo de Leví, hijo de Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonán, hijo de Eliaquim,

31 hijo de Melea, hijo de Mainán, hijo de Matata, hijo de Natán,

32 hijo de David, hijo de Isaí, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Salmón, hijo de Naasón,

33 hijo de Aminadab, hijo de Aram, hijo de Esrom, hijo de Fares, hijo de Judá,

34 hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, hijo de Taré, hijo de Nacor,

35 hijo de Serug, hijo de Ragau, hijo de Peleg, hijo de Heber, hijo de Sala,

36 hijo de Cainán, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lamec,

37 hijo de Matusalén, hijo de Enoc, hijo de Jared, hijo de Mahalaleel, hijo de Cainán,

38 hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.

Capítulo 4

Jesús ayuna cuarenta días y es tentado por el diablo — Anuncia en Nazaret Su origen divino y es rechazado — Echa fuera un demonio en Capernaúm, sana a la suegra de Pedro, y predica y sana en toda Galilea.

1 Y Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto

2 por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días; y pasados éstos, tuvo hambre.

3 Entonces el diablo le dijo: Si eres el Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.

4 Y Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.

5 Y le llevó el diablo a un alto monte y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra.

6 Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad y la gloria de ellos, porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy;

7 pues si tú me adorares, todos serán tuyos.

8 Y respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.

9 Entonces le llevó a Jerusalén y le puso sobre el pináculo del templo y le dijo: Si eres el Hijo de Dios, lánzate de aquí abajo,

10 porque escrito está:

A sus ángeles mandará para que te guarden;

11

y en las manos te llevarán,
para que no tropiece tu pie en piedra.

12 Y respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.

13 Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se alejó de él por un tiempo.

14 Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la región de alrededor,

15 y enseñaba en las sinagogas de ellos y era glorificado por todos.

16 Y vino a Nazaret, donde se había criado; y, conforme a su costumbre, el día de reposo entró en la sinagoga y se levantó a leer.

17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el rollo, halló el lugar donde estaba escrito:

18

El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón,
a pregonar libertad a los cautivos
y dar vista a los ciegos;
a poner en libertad a los quebrantados,

19

a predicar el año agradable del Señor.

20 Y enrollando el libro, lo dio al ayudante y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.

21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.

22 Y todos daban testimonio de él y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José?

23 Y les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaúm, haz también aquí en tu tierra.

24 Y dijo: De cierto os digo que ningún profeta es aceptado en su propia tierra.

25 Mas en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra;

26 pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón.

27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.

28 Entonces todos en la sinagoga se llenaron de ira al oír estas cosas;

29 y levantándose, le echaron fuera de la ciudad y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle.

30 Pero él pasó por en medio de ellos y se fue.

31 Y descendió a Capernaúm, ciudad de Galilea. Y les enseñaba en los días de reposo.

32 Y se maravillaban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad.

33 Y había en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz,

34 diciendo: ¡Déjanos!, ¿qué tienes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.

35 Y Jesús le reprendió, diciendo: ¡Enmudece y sal de él! Entonces el demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él y no le hizo daño alguno.

36 Y hubo asombro en todos, y hablaban entre sí, diciendo: ¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?

37 Y su fama se divulgaba en todas partes por todos los lugares de la comarca.

38 Entonces Jesús se levantó, salió de la sinagoga y entró en casa de Simón; y la suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le rogaron por ella.

39 E inclinándose hacia ella, reprendió la fiebre, y la fiebre la dejó; y en seguida ella se levantó y les servía.

40 Y al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.

41 Y también salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero él los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.

42 Y siendo ya de día, salió y se fue a un lugar desierto; y la gente le buscaba y, llegando hasta él, le detenían para que no se apartase de ellos.

43 Mas él les dijo: Es necesario que anuncie el evangelio del reino de Dios también a otras ciudades, porque para esto he sido enviado.

44 Y predicaba en las sinagogas de Galilea.

Capítulo 5

Jesús llama a Pedro, el pescador, a ser pescador de hombres — Sana a un leproso — Perdona los pecados y sana a un paralítico — Llama a Mateo — Los enfermos necesitan de médico — El vino nuevo se ha de echar en odres nuevos.

1 Y aconteció que, estando Jesús junto al lago de Genesaret, la gente se agolpaba alrededor de él para oír la palabra de Dios.

2 Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes.

3 Y entró en una de esas barcas, la cual era de Simón, y le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la gente.

4 Y cuando cesó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.

5 Y respondiendo Simón, le dijo: Maestro, hemos trabajado toda la noche y nada hemos pescado; pero por tu palabra echaré la red.

6 Y habiéndolo hecho, recogieron tal cantidad de peces que su red se rompía.

7 Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca para que viniesen a ayudarles; y vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.

8 Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.

9 Porque el asombro se había apoderado de él y de todos los que estaban con él, por la cantidad de peces que habían pescado;

10 y asimismo de Jacobo y de Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres.

11 Y cuando las barcas llegaron a tierra, dejándolo todo, le siguieron.

12 Y aconteció que, estando Jesús en una ciudad, he aquí un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró sobre su rostro y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.

13 Jesús entonces, extendiendo la mano, le tocó diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él.

14 Y él le mandó que no se lo dijese a nadie. Ve, le dijo, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación como mandó Moisés, para testimonio a ellos.

15 Pero más y más se extendía su fama; y se reunían muchas multitudes para oírle y para que los sanara de sus enfermedades.

16 Pero él se apartaba a lugares desiertos y oraba.

17 Y aconteció un día en que él estaba enseñando, los fariseos y los doctores de la ley estaban allí sentados, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanarlos.

18 Y he aquí, unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él.

19 Pero no hallando por dónde entrar a causa de la multitud, subieron encima de la casa y por el tejado le bajaron con el lecho y le pusieron en medio, delante de Jesús.

20 Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados.

21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a pensar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?

22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondió y les dijo: ¿Qué pensáis en vuestros corazones?

23 ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?

24 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: ¡Levántate!, toma tu lecho y vete a tu casa.

25 Y al instante, se levantó en presencia de ellos, tomó el lecho en que estaba acostado y se fue a su casa glorificando a Dios.

26 Y el asombro sobrecogió a todos, y glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: ¡Hoy hemos visto maravillas!

27 Y después de estas cosas, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme.

28 Y él, dejando todas las cosas, se levantó y le siguió.

29 E hizo Leví un gran banquete en su casa, y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos.

30 Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?

31 Y respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no necesitan médico, sino los que están enfermos.

32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

33 Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero tus discípulos comen y beben?

34 Y él les dijo: ¿Acaso podéis hacer que los que están de bodas ayunen entre tanto que el esposo está con ellos?

35 Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán.

36 Y les dijo también una parábola: Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo, pues de esa manera, el nuevo se rompe, y el remiendo nuevo no armoniza con el viejo.

37 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres, y el vino se derramará, y los odres se perderán.

38 Pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar, y lo uno y lo otro se conservan.

39 Y ninguno que haya bebido del añejo quiere luego el nuevo, porque dice: El añejo es mejor.