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viernes, 19 de octubre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 228: Jeremías 19-23


Capítulo 19
Jehová traerá el mal sobre Judá — Ofrecen a sus hijos como sacrificio a Baal — Durante el asedio comerán la carne de sus hijos.

1Así dijo Jehová: Ve y compra una vasija de barro al alfarero, y lleva contigo algunos de los ancianos del pueblo y algunos de los ancianos de los sacerdotes;

2y sal al valle del hijo de Hinom, que está a la entrada de la puerta oriental, y proclama allí las palabras que yo te diré.

3Dirás, pues: Oíd la palabra de Jehová, oh reyes de Judá y moradores de Jerusalén. Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo traigo sobre este lugar un mal tan grande que a todo el que lo oiga le zumbarán los oídos.

4Porque me han abandonado, y han enajenado este lugar y han quemado en él incienso a dioses ajenos, los cuales ellos no habían conocido, ni sus padres ni los reyes de Judá; y han llenado este lugar de sangre de inocentes.

5Y edificaron los lugares altos a Baal, para quemar en el fuego a sus hijos en holocaustos a Baal, cosa que no les mandé, ni dije ni me vino al pensamiento.

6Por tanto, he aquí, vienen días, dice Jehová, en que este lugar no se llamará más Tofet ni valle del hijo de Hinom, sino valle de la Matanza.

7Y haré nulo el consejo de Judá y de Jerusalén en este lugar; y les haré caer a filo de espada delante de sus enemigos y en las manos de los que buscan su vida; y daré sus cuerpos como comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.

8Y pondré a esta ciudad por espanto y por objeto de burla; todo aquel que pase por ella se maravillará y se burlará a causa de todas sus calamidades.

9Y les haré comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas; y cada uno comerá la carne de su amigo, en el asedio y en el apuro con que los afligirán sus enemigos y los que buscan su vida.

10Entonces quebrarás la vasija ante los ojos de los hombres que van contigo,

11y les dirás: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra una vasija de barro, de modo que no puede restaurarse más; y en Tofet se enterrarán, porque no habrá otro lugar para enterrar.

12Así haré a este lugar, dice Jehová, y a sus moradores, dejando a esta ciudad como a Tofet.

13Y las casas de Jerusalén y las casas de los reyes de Judá serán inmundas como el lugar de Tofet, por todas las casas sobre cuyas azoteas quemaron incienso a todo el ejército del cielo, y vertieron libaciones a dioses ajenos.

14Y volvió Jeremías de Tofet, adonde le envió Jehová a profetizar, y se puso de pie en el atrio de la casa de Jehová y dijo a todo el pueblo:

15Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí, yo traigo sobre esta ciudad y sobre todas sus aldeas todo el mal que hablé contra ella, porque han endurecido su cerviz, para no escuchar mis palabras.

Capítulo 20

Jeremías es azotado y puesto en el cepo — Profetiza que todos los de Judá serán llevados cautivos a Babilonia.

1Y el sacerdote Pasur hijo de Imer, que presidía como príncipe en la casa de Jehová, oyó a Jeremías que profetizaba estas palabras.

2Y Pasur hizo azotar al profeta Jeremías y le puso en el cepo que estaba en la puerta superior de Benjamín, la cual conducía a la casa de Jehová.

3Y sucedió que al día siguiente Pasur sacó a Jeremías del cepo. Le dijo entonces Jeremías: Jehová no ha llamado tu nombre Pasur, sino Magor-misabib.

4Porque así ha dicho Jehová: He aquí, yo haré que tú seas un terror para ti mismo y para todos los que bien te quieren; y caerán por la espada de sus enemigos, y tus ojos lo verán; y a todo Judá entregaré en manos del rey de Babilonia, y él los llevará cautivos a Babilonia y los matará a espada.

5Entregaré asimismo toda la riqueza de esta ciudad, y todo su trabajo y todas sus cosas preciosas; y entregaré todos los tesoros de los reyes de Judá en manos de sus enemigos, y los saquearán, y los tomarán y los llevarán a Babilonia.

6Y tú, Pasur, y todos los moradores de tu casa iréis cautivos; y entrarás en Babilonia, y allí morirás y allí serás enterrado, tú y todos los que bien te quieren, a los cuales has profetizado con mentira.

7Me persuadiste, oh Jehová, y fui persuadido; más fuerte fuiste tú que yo, y prevaleciste; cada día he sido escarnecido; todos se burlan de mí.

8Porque cada vez que hablo, doy voces; grito: ¡Violencia y destrucción!, porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día.

9Y dije: No me acordaré más de él ni hablaré más en su nombre; pero fue en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; me esforcé por contenerlo, pero no pude.

10Porque oí las difamaciones de muchos: ¡Terror por todas partes! ¡Denunciadle, denunciémosle! Todos mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se persuada, decían, y prevaleceremos contra él y tomaremos de él venganza.

11Mas Jehová está conmigo como uno poderoso y temible; por tanto, los que me persiguen tropezarán y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetuo oprobio que jamás será olvidado.

12Oh Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos, que conoces los pensamientos y el corazón, deja que yo vea tu venganza sobre ellos, porque a ti he expuesto mi causa.

13¡Cantad a Jehová, load a Jehová, porque ha librado el alma del pobre de manos de los malvados!

14¡Maldito el día en que nací! ¡No sea bendito el día en que mi madre me dio a luz!

15¡Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole así alegrarse mucho!

16Y sea ese hombre como las ciudades que asoló Jehová y no se arrepintió; y oiga gritos de mañana y voces de alarma al mediodía,

17porque no me mató en el vientre; y así mi madre hubiera sido mi sepulcro, y su vientre hubiera quedado embarazado para siempre.

18¿Por qué salí del vientre para ver trabajo y dolor, y para que mis días se consumiesen en afrenta?

Capítulo 21

Jeremías predice el sitio, el cautiverio y la destrucción de Jerusalén — Sedequías será hecho cautivo por Nabucodonosor.

1La palabra que vino a Jeremías de Jehová, cuando el rey Sedequías envió a él a Pasur hijo de Malquías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que le dijesen:

2Pregunta, te rogamos, a Jehová en nuestro nombre, porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, hace la guerra contra nosotros; quizá haga Jehová con nosotros según todas sus maravillas, y aquél se aleje de nosotros.

3Y Jeremías les dijo: Diréis así a Sedequías:

4Así ha dicho Jehová Dios de Israel: He aquí, yo haré volver atrás las armas de guerra que están en vuestras manos, y con las que vosotros peleáis contra el rey de Babilonia; y contra los caldeos que os tienen sitiados fuera de la muralla, yo los reuniré en medio de esta ciudad.

5Y pelearé contra vosotros con mano extendida y con brazo fuerte, y con furor, y con enojo y gran ira;

6y heriré a los moradores de esta ciudad, a los hombres y a las bestias; de gran pestilencia morirán.

7Y después, así dice Jehová, entregaré a Sedequías, rey de Judá, y a sus criados, y al pueblo, y a los que queden de la pestilencia, y de la espada, y del hambre en la ciudad, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de sus enemigos, y en manos de los que buscan su vida; y él los herirá a filo de espada; no los perdonará, ni les tendrá piedad ni tendrá de ellos misericordia.

8Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí, pongo delante de vosotros el camino de la vida y el camino de la muerte.

9El que se quede en esta ciudad morirá por la espada, o por el hambre, o por la pestilencia; pero el que salga y se entregue a los caldeos que os tienen sitiados vivirá, y su vida le será como botín.

10Porque mi rostro he puesto contra esta ciudad para mal y no para bien, dice Jehová; en manos del rey de Babilonia será entregada, y le prenderá fuego.

11Y a la casa del rey de Judá dirás: Oíd la palabra de Jehová:

12Oh casa de David, así ha dicho Jehová: Haced juicio de mañana y librad al despojado de manos del opresor, para que mi ira no salga como fuego y se encienda, y no haya quien la apague, por la maldad de vuestras obras.

13He aquí, yo estoy contra ti, oh moradora del valle de la piedra de la llanura, dice Jehová; a vosotros que decís: ¿Quién descenderá contra nosotros? ¿Y quién entrará en nuestras moradas?

14Yo os castigaré conforme al fruto de vuestras obras, dice Jehová, y haré encender fuego en su bosque, y consumirá todo lo que está alrededor de él.

Capítulo 22

El trono de David permanece o cae según la obediencia de los reyes — Los juicios de Jehová están sobre los reyes de Judá.

1 Así ha dicho Jehová: Desciende a la casa del rey de Judá y habla allí esta palabra,

2y di: Escucha la palabra de Jehová, oh rey de Judá que estás sentado sobre el trono de David, tú, y tus siervos y tu pueblo que entran por estas puertas.

3Así ha dicho Jehová: Haced juicio y justicia, y librad al despojado de manos del opresor; y no maltratéis ni tratéis con violencia al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, y no derraméis sangre inocente en este lugar.

4Porque si efectivamente obedecéis esta palabra, los reyes que en lugar de David se sientan sobre su trono entrarán montados en carros y en caballos por las puertas de esta casa, ellos, y sus siervos y su pueblo.

5Pero si no escucháis estas palabras, por mí mismo he jurado, dice Jehová, que esta casa quedará desolada.

6Porque así ha dicho Jehová acerca de la casa del rey de Judá: Como Galaad eres tú para mí, y como la cumbre del Líbano; sin embargo, te convertiré en desierto y en ciudades deshabitadas.

7Y prepararé contra ti destructores, cada uno con sus armas; y cortarán tus cedros escogidos y los echarán en el fuego.

8Y muchas gentes pasarán junto a esta ciudad, y dirá cada uno a su compañero: ¿Por qué hizo así Jehová con esta gran ciudad?

9Y responderán: Porque abandonaron el convenio de Jehová su Dios, y adoraron a dioses ajenos y les sirvieron.

10No lloréis por el muerto ni por él os lamentéis; llorad amargamente por el que se va, porque no volverá jamás ni volverá a ver la tierra donde nació.

11Porque así ha dicho Jehová acerca de Salum hijo de Josías, rey de Judá, que reinó en lugar de Josías su padre, que salió de este lugar: Nunca más volverá aquí,

12sino que morirá en el lugar adonde lo llevaron cautivo y no verá más esta tierra.

13¡Ay del que edifica su casa sin justicia y aposentos altos sin equidad, sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo!

14El que dice: Edificaré para mí una casa espaciosa con amplios aposentos altos; y le abre ventanas, y la cubre de cedro y la pinta de rojo.

15¿Acaso reinarás porque te rodeas de cedro? ¿No comió y bebió tu padre, e hizo juicio y justicia, y entonces le fue bien?

16Él juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces le fue bien. ¿No es esto conocerme a mí?, dice Jehová.

17Mas tus ojos y tu corazón no son sino para tu avaricia, y para derramar sangre inocente, y para opresión y para hacer agravio.

18Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: No lo llorarán, diciendo: ¡Ay, hermano mío!, o: ¡Ay, hermana!, ni lo lamentarán, diciendo: ¡Ay, señor! ¡Ay, su grandeza!

19En sepultura de asno será enterrado, arrastrándole y echándole fuera de las puertas de Jerusalén.

20Sube al Líbano y clama, y en Basán alza tu voz y grita desde Abarim, porque todos tus amantes son destruidos.

21Te he hablado en tu prosperidad, mas dijiste: No escucharé. Éste fue tu camino desde tu juventud; nunca escuchaste mi voz.

22A todos tus pastores arrasará el viento, y tus amantes irán al cautiverio; entonces serás avergonzada y humillada a causa de toda tu maldad.

23Tú, que habitas en el Líbano, que haces tu nido en los cedros, ¡cómo gemirás cuando te vengan dolores, dolor como de mujer que está de parto!

24Vivo yo, dice Jehová, que si Conías hijo de Joacim, rey de Judá, fuese anillo de sellar en mi mano derecha, aun de allí te arrancaría;

25y te entregaré en manos de los que buscan tu vida, y en manos de aquellos cuya vista temes; sí, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de los caldeos.

26Y os haré llevar cautivos, a ti y a tu madre que te dio a luz, a tierra ajena en que no nacisteis; y allá moriréis.

27Y a la tierra a la cual ellos con toda su alma anhelan volver, allá no volverán.

28¿Es este hombre Conías un cántaro despreciable y quebrado? ¿Es una vasija que nadie estima? ¿Por qué fueron arrojados él y su descendencia, y echados a una tierra que no habían conocido?

29¡Oh tierra, tierra, tierra, escucha la palabra de Jehová!

30Así ha dicho Jehová: Inscribid a este hombre como privado de descendencia, hombre que no prosperará en todos los días de su vida, porque ningún hombre de su descendencia se sentará sobre el trono de David ni se enseñoreará sobre Judá.

Capítulo 23

El remanente de Israel será recogido en los últimos días — El Renuevo, que es el Rey (el Mesías), reinará con justicia — Los falsos profetas que enseñan mentiras serán maldecidos.

1¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi redil!, dice Jehová.

2Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mis ovejas, y las espantasteis y no las habéis cuidado; he aquí, yo os castigo por la maldad de vuestras obras, dice Jehová.

3Y yo recogeré al resto de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a su redil; y crecerán y se multiplicarán.

4Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se espantarán, ni faltará ninguna, dice Jehová.

5He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David un renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será prudente y hará juicio y justicia en la tierra.

6En sus días será salvo Judá, e Israel habitará seguro; y éste será el nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra.

7Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que no dirán más: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto,

8sino: Vive Jehová, que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de Israel de la tierra del norte y de todas las tierras adonde yo los había echado; y habitarán en su propia tierra.

9A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí; todos mis huesos tiemblan; estoy como un hombre ebrio, y como un hombre a quien dominó el vino, a causa de Jehová y a causa de sus santas palabras.

10Porque la tierra está llena de adúlteros; porque a causa de la maldición la tierra está de duelo; los pastizales del desierto se secaron; la senda de ellos es mala y su poderío no es recto.

11Porque tanto el profeta como el sacerdote son profanos; aun en mi casa he hallado su maldad, dice Jehová.

12Por tanto, su camino les será como resbaladero en la oscuridad; serán empujados y caerán en él; porque yo traeré el mal sobre ellos en el año de su castigo, dice Jehová.

13Y en los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal y hacían errar a mi pueblo Israel.

14Y en los profetas de Jerusalén he visto horrores; cometían adulterio, y andaban en mentiras y fortalecían las manos de los malvados, para que ninguno se volviese de su maldad; todos ellos son para mí como Sodoma, y sus moradores como Gomorra.

15Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjo y les haré beber aguas envenenadas, porque de los profetas de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra.

16Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os conducen a lo vano; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová.

17Dicen continuamente a los que me desprecian: Jehová ha dicho: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la terquedad de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros.

18Pero, ¿quién ha estado en el consejo de Jehová, y vio y oyó su palabra? ¿Quién ha estado atento a su palabra y ha escuchado?

19He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor; y el torbellino caerá sobre la cabeza de los malvados.

20No se apartará el furor de Jehová hasta que lo haya hecho y hasta que haya cumplido los pensamientos de su corazón; en los postreros días lo entenderéis cabalmente.

21Yo no envié aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, pero ellos profetizaban.

22Y si ellos hubieran estado en mi consejo, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y les habrían hecho volver de su mal camino y de la maldad de sus obras.

23¿Soy acaso Dios sólo de cerca, y no Dios de lejos?, dice Jehová.

24¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos donde yo no lo vea? ¿Acaso no lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?

25Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: ¡He soñado, he soñado!

26¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su propio corazón,

27que piensan hacer a mi pueblo olvidarse de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, como sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal?

28El profeta que tenga un sueño, que cuente el sueño; y el que tenga mi palabra, que hable fielmente mi palabra. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?, dice Jehová.

29¿No es acaso mi palabra como el fuego, dice Jehová, y como martillo que despedaza la piedra?

30Por tanto, he aquí, yo estoy contra los profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras, cada uno de su prójimo.

31He aquí, yo estoy contra los profetas, dice Jehová, que usan sus lenguas y dicen: Él ha dicho.

32He aquí, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, dice Jehová, y los cuentan y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, pero yo no los envié ni los mandé; y ningún provecho traerán a este pueblo, dice Jehová.

33Y cuando te pregunte este pueblo, o el profeta o el sacerdote, diciendo: ¿Cuál es la profecía de Jehová?, les dirás: ¿Cuál profecía? Os abandonaré, ha dicho Jehová.

34Y al profeta, y al sacerdote o al pueblo que diga: Profecía de Jehová, yo enviaré castigo sobre tal hombre y sobre su casa.

35Así diréis cada cual a su prójimo y cada cual a su hermano: ¿Qué ha respondido Jehová?, y, ¿qué ha hablado Jehová?

36Y nunca más os vendrá a la memoria decir: Profecía de Jehová, porque la palabra de cada uno será su propia profecía, pues pervertisteis las palabras del Dios viviente, de Jehová de los ejércitos, Dios nuestro.

37Así dirás al profeta: ¿Qué te ha respondido Jehová?, y, ¿qué ha hablado Jehová?

38Pero si decís: Profecía de Jehová, entonces Jehová dice así: Porque dijisteis estas palabras: Profecía de Jehová, cuando yo he enviado a deciros: No digáis: Profecía de Jehová;

39por tanto, he aquí que yo os olvidaré por completo y os arrancaré de mi presencia a vosotros y la ciudad que os di a vosotros y a vuestros padres;

40y pondré sobre vosotros afrenta perpetua, y eterna vergüenza que nunca borrará el olvido.

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