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miércoles, 17 de octubre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 227: Jeremías 15-18


Capítulo 15
El pueblo de Judá padecerá la muerte, la espada, el hambre y el cautiverio — Será esparcido entre todos los reinos de la tierra — Jerusalén será destruida.

1 Y me dijo Jehová: Aunque Moisés y Samuel se pusieran delante de mí, mi voluntad no estaría con este pueblo; échalos de mi presencia, y que salgan.

2Y acontecerá que si te preguntan: ¿A dónde saldremos?, les dirás: Así ha dicho Jehová: El que a muerte, a muerte; y el que a espada, a espada; y el que a hambre, a hambre; y el que a cautiverio, a cautiverio.

3Y enviaré sobre ellos cuatro géneros de destructores, dice Jehová: espada para matar, y perros para despedazar, y aves del cielo y bestias de la tierra para devorar y destruir.

4Y haré que sean motivo de terror para todos los reinos de la tierra, a causa de Manasés hijo de Ezequías, rey de Judá, por lo que hizo en Jerusalén.

5Porque, ¿quién tendrá compasión de ti, oh Jerusalén? ¿Y quién se lamentará por tu causa o quién se apartará de su camino para preguntar por tu paz?

6Tú me has abandonado, dice Jehová; te volviste atrás; por tanto, yo extenderé contra ti mi mano y te destruiré; estoy cansado de tener compasión.

7Y los aventaré con aventador hasta las puertas de la tierra, y privaré de hijos a mi pueblo y lo destruiré, pues no se volvieron de sus caminos.

8Por mí sus viudas se multiplicaron más que la arena del mar; he traído contra ellos destructor a mediodía sobre la madre de los jóvenes; sobre ella hice que de repente cayesen angustia y terrores.

9Languideció la que dio a luz siete; exhaló su alma; su sol se puso siendo aún de día; fue avergonzada y llena de confusión; y lo que de ella quede, lo entregaré a la espada delante de sus enemigos, dice Jehová.

10¡Ay de mí, madre mía, que me diste a luz como hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra! Nunca he dado ni tomado en préstamo, sin embargo, todos me maldicen.

11Dijo Jehová: Ciertamente te he librado para bien; de cierto haré que el enemigo te suplique en tiempo de calamidad y en tiempo de angustia.

12¿Puede alguno romper el hierro, el hierro del norte, y el bronce?

13Tus riquezas y tus tesoros entregaré al saqueo sin ningún precio, por todos tus pecados y en todos tus territorios;

14y haré que tus enemigos te lleven a una tierra que no conoces, porque fuego se ha encendido en mi furor y arderá contra vosotros.

15Tú lo sabes, oh Jehová; acuérdate de mí, y visítame y véngame de mis perseguidores. No me arrebates en la prolongación de tu enojo; sabes que por tu causa sufro afrenta.

16Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra fue para mí el gozo y la alegría de mi corazón, porque por tu nombre soy llamado, oh Jehová Dios de los ejércitos.

17No me senté en compañía de burladores ni me regocijé; a causa de tu mano me senté solo, porque me llenaste de indignación.

18¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida incurable no admitió curación? ¿Serás para mí como arroyo ilusorio, como aguas que no son estables?

19Por tanto, así dijo Jehová: Si te vuelves, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si separas lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Vuélvanse ellos a ti, pero tú no te vuelvas a ellos.

20Y te pondré en este pueblo como muro fortificado de bronce; y pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo para salvarte y librarte, dice Jehová.

21Y te libraré de la mano de los malos y te redimiré de la mano de los tiranos.

Jeremías.Capítulo 16

Se prevé la ruina total de Judá — Israel es desechado y esparcido por servir a dioses falsos — Pescadores y cazadores recogerán de nuevo a Israel, y el pueblo servirá a Jehová — Se ha de restaurar el Evangelio por última vez.

1 Y vino a mí la palabra de Jehová, diciendo:

2No tomarás para ti esposa, ni tendrás hijos ni hijas en este lugar.

3Porque así ha dicho Jehová acerca de los hijos y de las hijas que nazcan en este lugar, y de sus madres que los den a luz, y de los padres que los engendren en esta tierra:

4De dolorosas enfermedades morirán; no serán llorados ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; y con espada y con hambre serán consumidos, y sus cuerpos servirán de comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.

5Porque así ha dicho Jehová: No entres en casa de duelo, ni vayas a lamentar ni a apenarte por ellos, porque yo he quitado mi paz de este pueblo, dice Jehová, mi misericordia y mi compasión.

6Y morirán en esta tierra grandes y pequeños; no serán enterrados, ni los llorarán; no se sajarán ni se raparán por ellos;

7No partirán pan por ellos en el duelo, para consolarlos por sus muertos, ni les darán de beber la copa de consolación por su padre o por su madre.

8Asimismo, no entres en casa de banquete, para sentarte con ellos a comer o a beber.

9Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo haré cesar en este lugar, delante de vuestros ojos y en vuestros días, toda voz de gozo y toda voz de alegría, toda voz de novio y toda voz de novia.

10Y acontecerá que cuando anuncies a este pueblo todas estas cosas, te dirán ellos: ¿Por qué ha anunciado Jehová contra nosotros todo este mal tan grande? ¿Qué maldad es la nuestra?, o ¿qué pecado es el nuestro que hemos cometido contra Jehová, nuestro Dios?

11Entonces les dirás: Porque vuestros padres me abandonaron, dice Jehová, y anduvieron en pos de dioses ajenos, y los sirvieron, y se postraron ante ellos, y me abandonaron a mí y no guardaron mi ley.

12Y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres, porque he aquí que cada uno de vosotros camina tras la imaginación de su malvado corazón, no escuchándome a mí.

13Por tanto, yo os arrojaré de esta tierra a una tierra que ni vosotros ni vuestros padres habéis conocido, y allá serviréis a dioses ajenos de día y de noche, pues no os mostraré clemencia.

14Por tanto, he aquí, vienen días, dice Jehová, en que no se dirá más: ¡Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto!

15sino: ¡Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte y de todas las tierras adonde los había arrojado! Porque los haré volver a su tierra, la cual di a sus padres.

16He aquí que yo envío muchos pescadores, dice Jehová, y los pescarán; y después enviaré muchos cazadores, y los cazarán por todo monte, y por todo collado y por las cavernas de los peñascos.

17Porque mis ojos están sobre todos sus caminos, los cuales no se me ocultan, ni su iniquidad se esconde de ante mis ojos.

18Pero primero les pagaré el doble por su iniquidad y su pecado, porque contaminaron mi tierra con los cuerpos muertos de sus cosas detestables, y con sus abominaciones llenaron mi heredad.

19Oh Jehová, fortaleza mía, y fuerza mía, y refugio mío en el día de la aflicción, a ti vendrán naciones desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira heredaron nuestros padres, vanidad en la que no hay provecho.

20¿Hará acaso el hombre dioses para sí? ¡Pero ellos no son dioses!

21Por tanto, he aquí, les haré conocer esta vez; les haré conocer mi mano y mi poder, y sabrán que mi nombre es Jehová.

Capítulo 17

El cautiverio de Judá es consecuencia del pecado y del haberse apartado de Jehová — Santificad el día de reposo; el hacerlo salvará al pueblo; de otro modo, será destruido.

1El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón y en los cuernos de vuestros altares,

2mientras sus hijos se acuerdan de sus altares y de sus imágenes de Asera junto a los árboles frondosos y en los collados altos.

3Oh mi montaña en el campo, tu riqueza y todos tus tesoros entregaré al saqueo por el pecado de tus lugares altos en todos tus territorios.

4Y perderás la heredad que yo te di, y te haré servir a tus enemigos en tierra que no has conocido, porque habéis encendido en mi furor fuego que arderá para siempre.

5Así ha dicho Jehová: Maldito el hombre que confía en el hombre, y que hace de la carne su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.

6Pues será como la retama en el desierto, y no verá cuando venga el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra de sal y deshabitada.

7Bendito el hombre que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.

8Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echa sus raíces, y no temerá cuando venga el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se angustiará ni dejará de dar fruto.

9Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y sin remedio; ¿quién lo conocerá?

10Yo, Jehová, escudriño la mente y pongo a prueba el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.

11Como la perdiz que cubre lo que no puso es el que amontona riquezas, y no con justicia; en la mitad de sus días las dejará, y en su final será un insensato.

12Trono de gloria, excelso desde el principio, es el lugar de nuestro santuario.

13¡Oh Jehová, esperanza de Israel!, todos los que te abandonan serán avergonzados; y los que se apartan de mí serán inscritos en el polvo, porque abandonaron a Jehová, manantial de aguas vivas.

14Sáname, oh Jehová, y seré sanado; sálvame, y seré salvo, porque tú eres mi alabanza.

15He aquí que ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra de Jehová? ¡Que venga!

16Pero yo no me he apresurado en dejar de ser tu pastor ni he deseado el día de la calamidad, tú lo sabes. Lo que de mi boca ha salido fue en tu presencia.

17No seas terror para mí, pues mi refugio eres tú en el día del mal.

18Avergüéncense los que me persiguen, y no me avergüence yo; atemorícense ellos, y no me atemorice yo; trae sobre ellos el día del mal y quebrántalos con doble quebranto.

19Así me ha dicho Jehová: Ve y ponte en la puerta de los hijos del pueblo, por la cual entran y salen los reyes de Judá, y en todas las puertas de Jerusalén,

20y diles: Oíd la palabra de Jehová, reyes de Judá, y todo Judá y todos los moradores de Jerusalén que entráis por estas puertas.

21Así ha dicho Jehová: Guardaos por vuestra vida y no llevéis carga en el día de reposo para meterla por las puertas de Jerusalén.

22No saquéis carga de vuestras casas en el día de reposo ni hagáis trabajo alguno, sino santificad el día de reposo, como mandé a vuestros padres.

23Pero ellos no escucharon ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz para no oír ni recibir corrección.

24Pero acontecerá que si vosotros diligentemente me obedecéis, dice Jehová, no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en el día de reposo, sino que santificáis el día de reposo, no haciendo en él ningún trabajo,

25entrarán por las puertas de esta ciudad, en carros y en caballos, los reyes y los príncipes que se sientan sobre el trono de David, ellos y sus príncipes, los hombres de Judá y los moradores de Jerusalén; y esta ciudad será habitada para siempre.

26Y vendrán de las ciudades de Judá, y de los alrededores de Jerusalén, y de la tierra de Benjamín, y de la llanura, y de los montes y del sur, trayendo holocausto y sacrificio, y ofrenda e incienso, y trayendo ofrenda de gratitud a la casa de Jehová.

27Pero si no me escucháis para santificar el día de reposo y para no traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en el día de reposo, yo haré encender fuego en sus puertas que consumirá los palacios de Jerusalén y no se apagará.

Capítulo 18

Israel es como el barro del alfarero en las manos de Jehová — Si las naciones se arrepienten, Jehová retendrá los males decretados en contra de ellas — El pueblo de Judá será esparcido.

1 La palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo:

2Levántate y desciende a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.

3Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él hacía un trabajo sobre la rueda.

4Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en manos del alfarero; y volvió e hizo de ella otra vasija, según le pareció mejor al alfarero hacerla.

5Entonces vino a mí la palabra de Jehová, diciendo:

6¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel?, dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.

7En un instante hablaré contra una nación y contra un reino, para arrancar, y derribar y destruir.

8Pero si esa nación contra la que he hablado se vuelve de su maldad, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles.

9Y en un instante hablaré de la nación y del reino, para edificar y para plantar;

10pero si hace lo malo delante de mis ojos, no escuchando mi voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerle.

11Ahora, pues, habla a todo hombre de Judá y a los moradores de Jerusalén, diciendo: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo dispongo mal contra vosotros y tramo contra vosotros designios; vuélvase ahora cada uno de su mal camino, y mejorad vuestros caminos y vuestras obras.

12Y dijeron: Es en vano, porque en pos de nuestros propios planes iremos, y hará cada uno conforme a la imaginación de su malvado corazón.

13Por tanto, así ha dicho Jehová: Preguntad ahora entre las naciones quién ha oído cosa semejante. Algo muy horrible ha hecho la virgen de Israel.

14¿Faltará la nieve de los peñascos del Líbano? ¿Se agotarán las aguas frías que corren de lejanas tierras?

15Porque los de mi pueblo me han olvidado, quemando incienso a lo que es vanidad; esto les ha hecho tropezar en sus caminos, en las sendas antiguas, para caminar por sendas, por camino no bien preparado,

16convirtiendo su tierra en desolación y en objeto de burla perpetua. Todo aquel que pase por ella se maravillará y meneará la cabeza.

17Como viento del este los esparciré delante del enemigo; les mostraré la espalda y no el rostro, en el día de su calamidad.

18Y dijeron: Venid y tramemos un plan contra Jeremías, porque la ley no le faltará al sacerdote, ni el consejo al sabio ni la palabra al profeta. Venid e hirámoslo con la lengua, y no hagamos caso a ninguna de sus palabras.

19¡Oh Jehová, atiéndeme!, y oye la voz de los que contienden conmigo.

20¿Se da mal por bien? Pues han cavado un hoyo para mi alma. Acuérdate de que me puse delante de ti para hablar bien en favor de ellos, para apartar de ellos tu ira.

21Por tanto, entrega sus hijos al hambre, y entrégalos al poder de la espada; y queden sus esposas privadas de hijos y viudas; y sus maridos sean puestos a muerte, y sus jóvenes heridos a filo de espada en la guerra.

22Óigase el clamor de sus casas cuando de repente traigas tropas sobre ellos, porque han cavado un hoyo para prenderme, y para mis pies han escondido trampas.

23Pero tú, oh Jehová, conoces todo su consejo contra mí para darme muerte; no perdones su iniquidad ni borres su pecado de delante de tu rostro; sean derribados delante de ti; haz así con ellos en el tiempo de tu furor.

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