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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 200: Proverbios 23-27




Capítulo 23
No te afanes por hacerte rico — Así como el hombre piensa en su corazón, tal es él — No rehúses corregir al muchacho — No estés con los bebedores de vino que se embriagan.

1

Cuando te sientes a comer con algún gobernante,
considera bien lo que está delante de ti;

2

y pon cuchillo a tu garganta
si tienes gran apetito.

3

No codicies sus manjares delicados,
porque es pan engañoso.

4

No te afanes por hacerte rico;
deja de apoyarte en tu propia prudencia.

5

¿Has de poner tus ojos en las riquezas que no son nada?
Porque ciertamente se harán alas,
como alas de águila, y volarán al cielo.

6

No comas pan del maligno de ojo
ni codicies sus manjares,

7

porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.
Come y bebe, te dirá,
pero su corazón no está contigo.

8

Vomitarás el bocado que comiste
y perderás tus suaves palabras.

9

No hables a oídos del necio,
porque menospreciará la prudencia de tus palabras.

10

No muevas el lindero antiguo,
ni entres en los campos de los huérfanos,

11

porque el redentor de ellos es el Fuerte;
él defenderá la causa de ellos contra ti.

12

Aplica tu corazón a la enseñanza
y tus oídos a las palabras del conocimiento.

13

No rehúses corregir al muchacho,
porque si lo castigas con vara, no morirá.

14

Lo castigarás con vara
y librarás su alma del Seol.

15

Hijo mío, si tu corazón es sabio,
también a mí se me alegrará el corazón;

16

mis entrañas también se alegrarán
cuando tus labios hablen cosas rectas.

17

No tenga tu corazón envidia de los pecadores;
antes bien, persevera en el temor de Jehová todo el día,

18

porque ciertamente hay un porvenir,
y tu esperanza no será talada.

19

Oye, hijo mío, y sé sabio,
y endereza tu corazón al camino.

20

No estés con los bebedores de vino
ni con los comilones de carne;

21

porque el bebedor y el comilón se empobrecerán,
y el mucho dormir los hará vestir de harapos.

22

Oye a tu padre, que te engendró;
y cuando tu madre envejezca, no la menosprecies.

23

Compra la verdad y no la vendas;
también la sabiduría, la enseñanza y el entendimiento.

24

Mucho se alegrará el padre del justo,
y el que engendra hijo sabio se regocijará con él.

25

¡Alégrense tu padre y tu madre!
¡Y regocíjese la que te dio a luz!

26

Dame, hijo mío, tu corazón,
y observen tus ojos mis caminos.

27

Porque fosa profunda es la ramera;
y pozo angosto, la extraña.

28

Ciertamente ella está al acecho de la presa,
y multiplica entre los hombres a los pérfidos.

29

¿Para quién será el ay? ¿Para quién el pesar?
¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas?
¿Para quién las heridas en balde?
¿Para quién lo enrojecido de los ojos?

30

Para los que se detienen mucho en el vino;
para los que van buscando vinos mezclados.

31

No mires al vino cuando rojea,
cuando resplandece su color en la copa,
cuando entra suavemente.

32

Al final muerde como serpiente,
y pica como áspid.

33

Tus ojos a las extrañas,
y tu corazón hablará perversidades.

34

Y serás como el que yace en medio del mar,
o como el que está en la punta de un mástil.

35

Y dirás: Me hirieron, pero no me dolió;
me golpearon, pero no lo sentí.
Cuando despierte, aún volveré en busca de más.

Capítulo 24


En la multitud de consejeros está la salvación — No te encolerices a causa de los malignos — No es bueno mostrar parcialidad en un juicio.

1

No tengas envidia de los hombres malos
ni desees estar con ellos,

2

porque su corazón maquina violencia,
y sus labios hablan de hacer mal.

3

Con sabiduría se edificará la casa,
y con entendimiento se afirmará,

4

y con conocimiento se llenarán las cámaras
de todo bien preciado y agradable.

5

El hombre sabio es fuerte,
y el hombre de conocimiento aumenta su poder.

6

Porque con sabio consejo harás la guerra,
y la salvación está en la multitud de consejeros.

7

Demasiado alta está para el insensato la sabiduría;
en la puerta no abrirá él su boca.

8

Al que trama hacer el mal
le llamarán hombre de malas intenciones.

9

El pensamiento del necio es pecado;
y abominación a los hombres es el escarnecedor.

10

Si flaqueas en el día de angustia,
tu fuerza es limitada.

11

Si dejas de librar a los que son llevados a la muerte
y a los que son llevados al degolladero,

12

si dices: He aquí, no lo supimos,
¿acaso no lo entenderá el que pesa los corazones?
El que mira por tu alma, él lo conocerá
y recompensará al hombre según sus obras.

13

Come, hijo mío, de la miel, porque es buena;
y el panal es dulce a tu paladar.

14

Así será el conocimiento de la sabiduría para tu alma;
si la hallas, entonces habrá un porvenir,
y tu esperanza no será frustrada.

15

Oh malvado, no aceches la morada del justo,
ni saquees el lugar de su descanso,

16

porque siete veces cae el justo y vuelve a levantarse,
pero los malvados caerán en el mal.

17

Cuando caiga tu enemigo, no te regocijes;
y cuando tropiece, no se alegre tu corazón,

18

no sea que Jehová lo vea, y le desagrade
y aparte de sobre él su enojo.

19

No te alteres a causa de los malignos,
ni tengas envidia de los malvados;

20

porque para el malo no habrá buen porvenir,
y la lámpara de los malvados será apagada.

21

Teme a Jehová, hijo mío, y al rey;
no te asocies con los inestables,

22

porque su desgracia llegará de repente;
y la ruina de ambos, ¿quién puede saberla?

23

También éstos son dichos de los sabios:
Hacer acepción de personas en el juicio no es bueno.

24

Al que diga al malo: Justo eres,
los pueblos le maldecirán y le detestarán las naciones.

25

Pero a los que le reprendan será agradable,
y sobre ellos vendrá una gran bendición.

26

Besados serán los labios
del que responde palabras correctas.

27

Prepara tu trabajo fuera,
y disponlo en tu campo,
y después edifica tu casa.

28

No seas, sin causa, testigo contra tu prójimo,
ni engañes con tus labios.

29

No digas: Como me hizo, así le haré;
daré el pago al hombre según su obra.

30

Pasé junto al campo del hombre perezoso,
y junto a la viña del hombre falto de entendimiento;

31

y he aquí que por todas partes habían ya crecido espinos;
ortigas habían ya cubierto su faz
y su cerca de piedra estaba ya destruida.

32

Y yo miré y lo puse en mi corazón;
lo vi y aprendí una lección:

33

Un poco de sueño, cabeceando otro poco,
poniendo mano sobre mano para dormir otro poco,

34

así vendrá como caminante tu pobreza,
y tu necesidad como hombre armado.

Capítulo 25


No te jactes de falsos dones — Da de comer y de beber a tu enemigo.

1También éstos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los hombres de Ezequías, rey de Judá:

2

Gloria de Dios es encubrir un asunto,
pero honra del rey es escudriñarlo.

3

Como la altura de los cielos y como la profundidad de la tierra,
así es el corazón de los reyes, inescrutable.

4

Quita la escoria de la plata,
y saldrá una vasija para el fundidor.

5

Aparta al malvado de la presencia del rey,
y su trono se afirmará en justicia.

6

No te alabes delante del rey,
ni estés en el lugar de los grandes,

7

porque mejor es que se te diga: Sube acá,
y no que seas humillado delante del príncipe
a quien tus ojos han visto.

8

No entres apresuradamente en pleito,
no sea que no sepas qué hacer al final,
después que tu prójimo te haya avergonzado.

9

Trata tu causa con tu prójimo
y no descubras el secreto a otro,

10

no sea que te avergüence el que lo oiga,
y tu infamia no pueda repararse.

11

Manzana de oro con figuras de plata
es la palabra dicha debidamente.

12

Como zarcillo de oro y joyel de oro fino
es el sabio que reprende al que tiene oído dócil.

13

Como frío de nieve en tiempo de la siega,
así es el mensajero fiel a los que lo envían,
pues al alma de su señor da refrigerio.

14

Como nubes y vientos sin lluvia,
así es el hombre que se jacta de falsos dones.

15

Con larga paciencia se persuade al príncipe,
y la lengua blanda quebranta los huesos.

16

¿Hallaste miel? Come lo necesario,
no sea que te hartes de ella y la vomites.

17

Detén tu pie de la casa de tu vecino,
no sea que, harto de ti, te aborrezca.

18

Mazo, y espada y saeta aguda
es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.

19

Diente quebrado y pie resbalador
es la confianza en el pérfido en tiempo de angustia.

20

El que canta canciones al corazón afligido
es como el que quita la ropa en tiempo de frío
o el que sobre el jabón echa vinagre.

21

Si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer pan;
y si tuviere sed, dale de beber agua,

22

porque brasas amontonarás sobre su cabeza,
y Jehová te lo pagará.

23

El viento del norte trae la lluvia,
la lengua calumniadora, el rostro airado.

24

Mejor es estar en un rincón del terrado
que con mujer rencillosa en casa espaciosa.

25

Como el agua fría al alma sedienta,
así son las buenas nuevas de lejanas tierras.

26

Como fuente turbia y manantial corrompido
es el justo que vacila ante el malvado.

27

Comer mucha miel no es bueno,
ni el buscar la propia gloria es gloria.

28

Como ciudad derribada y sin muro
es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.

Capítulo 26


La honra no es apropiada para el necio — No respondas al necio de acuerdo con su necedad — Donde no hay chismoso, cesa la contienda.

1

Como la nieve en el verano y la lluvia en la siega,
así no le sienta bien al necio la honra.

2

Como el ave en su vagar, como la golondrina en su vuelo,
así la maldición nunca vendrá sin causa.

3

El látigo para el caballo, y la brida para el asno,
y la vara para la espalda del necio.

4

Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad,
para que no seas tú también como él.

5

Responde al necio según su necedad,
para que no se estime sabio en su propia opinión.

6

Como el que se corta los pies y bebe violencia,
así es el que envía recado por medio de un necio.

7

Como las piernas débiles del cojo,
así es el proverbio en la boca del necio.

8

Como quien ata la piedra a la honda,
así hace el que al necio da honra.

9

Espinas clavadas en mano del embriagado,
tal es el proverbio en la boca de los necios.

10

Como arquero que a todos hiere,
es el que contrata al insensato y a los que pasan.

11

Como perro que vuelve a su vómito,
así es el necio que repite su necedad.

12

¿Has visto a hombre sabio ante sus propios ojos?
Más se puede esperar del necio que de él.

13

Dice el perezoso: El león está en el camino;
el león está en las calles.

14

Como la puerta gira sobre sus goznes,
así el perezoso da vueltas en su cama.

15

El perezoso mete su mano en el plato,
se cansa de llevarla a su boca.

16

El perezoso es más sabio ante sus propios ojos
que siete que sepan aconsejar.

17

El que al pasar se entremete en contienda ajena
es como el que toma al perro por las orejas.

18

Como el que enloquece y arroja chispas,
saetas y muerte,

19

tal es el hombre que engaña a su amigo
y dice: ¿Acaso no bromeaba yo?

20

Sin leña se apaga el fuego;
y donde no hay chismoso, cesa la contienda.

21

Como el carbón para las brasas y la leña para el fuego,
así es el hombre rencilloso para encender contienda.

22

Las palabras del chismoso son como bocados deliciosos
que descienden hasta lo profundo del ser.

23

Como escoria de plata echada sobre un tiesto
son los labios enardecidos y el corazón malo.

24

El que odia disimula con sus labios,
pero en su interior maquina engaño;

25

cuando hable amigablemente, no le creas,
porque siete abominaciones hay en su corazón.

26

Aunque su odio encubra con disimulo,
su maldad será descubierta en la congregación.

27

El que cava fosa caerá en ella;
y al que hace rodar la piedra, ésta se le vendrá encima.

28

La lengua mentirosa aborrece a los que oprime,
y la boca lisonjera hace tropezar.

Capítulo 27


Deja que otro te alabe — El hombre prudente prevé el mal — El Seol y la perdición nunca se sacian.

1

No te jactes del día de mañana,
porque no sabes qué dará de sí el día.

2

Que te alabe el extraño, y no tu propia boca;
el ajeno, y no tus propios labios.

3

Pesada es la piedra, y la arena pesa,
pero la ira del necio es más pesada que ambas.

4

Cruel es la ira e impetuoso el furor,
pero, ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?

5

Mejor es la reprensión manifiesta
que el amor encubierto.

6

Fieles son las heridas del que ama,
pero engañosos los besos del que aborrece.

7

El hombre saciado desprecia el panal de miel,
mas para el alma hambrienta todo lo amargo le es dulce.

8

Cual ave que se va de su nido,
tal es el hombre que se va de su lugar.

9

El ungüento y el perfume alegran el corazón,
y la dulzura del amigo más que el consejo del alma.

10

No dejes a tu amigo ni al amigo de tu padre,
ni vayas a la casa de tu hermano en el día de tu aflicción,
porque mejor es el vecino cerca que el hermano lejos.

11

Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón,
y tendré qué responder al que me agravie.

12

El prudente ve el mal y se esconde,
pero los incautos pasan y reciben el daño.

13

Quítale su ropa al que salió fiador por el extraño,
y tómale prenda al que fía a la mujer extraña.

14

El que bendice a su amigo en alta voz, madrugando de mañana,
por maldición se le contará.

15

Gotera continua en día de lluvia
y mujer rencillosa son semejantes;

16

pretender contenerla es como refrenar el viento
o retener el aceite en la mano derecha.

17

El hierro con hierro se afila,
así el hombre aguza el rostro de su amigo.

18

El que cuida la higuera comerá su fruto,
y el que cuida a su señor tendrá honra.

19

Como el agua refleja el rostro,
así el corazón del hombre refleja al hombre.

20

El Seol y el Abadón nunca se sacian,
así los ojos del hombre nunca están satisfechos.

21

Como el crisol para la plata y el horno para el oro,
así es la boca alabadora para el hombre.

22

Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo molidos con el pisón,
no se apartará de él su necedad.

23

Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas;
pon tu corazón en tus rebaños,

24

porque las riquezas no duran para siempre,
ni una corona es para generaciones perpetuas.

25

Sale la grama, aparece la hierba,
y se siega la hierba de los montes.

26

Los corderos te darán para tus vestidos,
y los cabritos para el precio del campo,

27

y habrá abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento,
para mantenimiento de tu casa
y para sustento de tus criadas.



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