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jueves, 2 de mayo de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 320: Tito 1-3 / Filemón


Capítulo 1
La vida eterna se prometió antes del principio de los tiempos — Se exponen los requisitos que deben cumplir los obispos — Todas las cosas son puras para los puros.

1 Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, según la fe de los escogidos de Dios, y el pleno conocimiento de la verdad que es según la piedad,

2 en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los tiempos,

3 y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación, que me fue encomendada por mandamiento de Dios nuestro Salvador,

4 a Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz de parte de Dios el Padre, y del Señor Jesucristo nuestro Salvador.

5 Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo que faltaba, y pusieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé:

6 el que sea irreprensible, marido de una sola mujer, y que tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía.

7 Porque es necesario que el obispo sea irreprensible como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas,

8 sino hospitalario, amador de lo bueno, prudente, justo, santo, dueño de sí mismo,

9 retenedor de la palabra fiel que es conforme a la enseñanza, para que también pueda exhortar con sana doctrina y convencer a los que contradicen.

10 Porque hay aún muchos rebeldes, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los que son de la circuncisión,

11 a los que es preciso tapar la boca, porque trastornan casas enteras, enseñando lo que no es debido, por ganancia deshonesta.

12 Dijo uno de ellos, su propio profeta: Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones perezosos.

13 Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente para que sean sanos en la fe,

14 no atendiendo a fábulas judaicas ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad.

15 Todas las cosas son puras para los puros; pero para los corrompidos e incrédulos nada es puro, pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas.

16 Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.

Capítulo 2

Los santos deben vivir rectamente, rechazar toda impiedad y buscar al Señor.

1 Pero tú, habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina.

2 Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia.

3 Las ancianas, asimismo, sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no dadas a mucho vino, maestras de lo bueno;

4 que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a amar a sus hijos,

5 a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.

6 Exhorta, asimismo, a los jóvenes a ser sensatos;

7 preséntate en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza, mostrando integridad, seriedad,

8 palabra sana e irreprensible, de modo que el adversario se avergüence y no tenga nada malo que decir de vosotros.

9 Exhorta a los esclavos a que estén sujetos a sus amos, que les agraden en todo y que no sean respondones;

10 no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que adornen en todo la doctrina de Dios nuestro Salvador.

11 Porque la gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres se ha manifestado,

12 enseñándonos que, rechazando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente,

13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,

14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.

15 Esto habla y exhorta, y reprende con toda autoridad. Nadie te desprecie.

Capítulo 3
Los santos deben vivir rectamente después del bautismo.

1 Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y a las autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos para toda buena obra.

2 Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.

3 Porque nosotros también éramos necios en otro tiempo, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y en envidia, aborrecibles y aborreciéndonos los unos a los otros.

4 Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres,

5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiésemos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo,

6 el que derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador,

7 para que, justificados por su gracia, fuésemos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna.

8 Palabra fiel es ésta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.

9 Pero evita las cuestiones necias, y las genealogías, y las contenciones y los debates acerca de la ley, porque son sin provecho y vanos.

10 Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación, recházale,

11 sabiendo que el tal se ha descarriado, y peca, siendo condenado por su propio juicio.

12 Cuando te envíe a Artemas, o a Tíquico, procura venir a mí a Nicópolis, porque allí he determinado pasar el invierno.

13 A Zenas, doctor de la ley, y a Apolos, encamínalos con diligencia, procurando que nada les falte.

14 Y también aprendan los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin fruto.

15 Todos los que están conmigo te saludan. Saluda a los que nos aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros. Amén.



A Tito, quien fue el primer obispo ordenado para la iglesia de los cretenses; escrita desde Nicópolis de Macedonia.

Filemón.El Evangelio hace que el esclavo sea estimado como hermano.

1 Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro,

2 y a la amada hermana Apia, y a Arquipo, nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa:

3 Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

4 Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones,

5 porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos;

6 para que la comunicación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros mediante Cristo Jesús.

7 Porque tenemos gran gozo y consolación en tu amor, pues por ti, oh hermano, ha sido reconfortado el corazón de los santos.

8 Por lo cual, aunque tengo mucha franqueza en Cristo para mandarte lo que conviene,

9 más bien por amor te ruego, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo.

10 Te ruego por mi hijo Onésimo, a quien he engendrado en mis prisiones,

11 el que en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil,

12 el que te vuelvo a enviar; tú, pues, recíbele como a mi propio corazón.

13 Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar de ti me sirviese en las prisiones por causa del evangelio;

14 pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como por obligación, sino voluntario.

15 Porque quizá por esto se ha apartado de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre;

16 no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor.

17 Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo.

18 Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.

19 Yo, Pablo, lo escribo de mi mano, yo lo pagaré; por no decirte que aun tú mismo te me debes también.

20 Sí, hermano, reciba yo de ti algún beneficio en el Señor; conforta mi corazón en el Señor.

21 Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aún más de lo que te digo.

22 Y asimismo, prepárame también alojamiento, porque espero que por vuestras oraciones yo os sea concedido.

23 Te saludan Epafras, mi compañero de prisión por Cristo Jesús,

24 Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores.

25 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.



Fue enviada a Filemón desde Roma por medio de Onésimo, esclavo.