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sábado, 31 de marzo de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 86:1 Samuel 10-12


Samuel..Capítulo 10
Samuel unge a Saúl para ser príncipe sobre la heredad de Jehová (Israel) — Samuel manifiesta el don de vidente — Saúl profetiza entre los profetas y Jehová efectúa un cambio en el corazón de él — Saúl es escogido rey en Mizpa.

1Tomando entonces Samuel un frasco de aceite, lo derramó sobre la cabeza de Saúl, y lo besó y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová como príncipe sobre su heredad?

2Hoy, después que te hayas apartado de mí, hallarás dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en el territorio de Benjamín, en Selsa, los cuales te dirán: Las asnas que habías ido a buscar se han hallado; tu padre, pues, ha dejado ya de preocuparse del asunto de las asnas y está angustiado por vosotros, diciendo: ¿Qué haré acerca de mi hijo?

3Y de allí seguirás más adelante y llegarás a la encina de Tabor, y te saldrán al encuentro tres hombres que suben a Dios en Bet-el, llevando uno tres cabritos, y otro tres tortas de pan y el tercero una vasija de vino,

4Después que te hayan saludado, te darán dos panes, los cuales tomarás de manos de ellos.

5De allí llegarás al collado de Dios donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entres allá en la ciudad, encontrarás un grupo de profetas que descienden del lugar alto, precedidos de salterio, y pandero, y flauta y arpa, y ellos profetizando.

6Y el espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos y serás cambiado en otro hombre.

7Y cuando te hayan sobrevenido estas señales, haz lo que te venga a mano, porque Dios está contigo.

8Y bajarás delante de mí a Gilgal; y he aquí, descenderé yo a ti para ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz. Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer.

9Y sucedió que cuando volvió él la espalda para apartarse de Samuel, Dios le cambió el corazón; y todas estas señales acaecieron en aquel día.

10Y cuando llegaron allá al collado, he aquí, el grupo de los profetas que venía a encontrarse con él; y el Espíritu de Dios vino sobre él con poder, y profetizó entre ellos.

11Y aconteció que cuando todos los que le conocían de antes vieron que profetizaba con los profetas, se decían el uno al otro: ¿Qué le ha sucedido al hijo de Cis? ¿Saúl también entre los profetas?

12Y un hombre de allí respondió y dijo: ¿Y quién es el padre de ellos? Por esta causa se hizo proverbio: ¿También Saúl entre los profetas?

13Y cesó de profetizar y llegó al lugar alto.

14Y un tío de Saúl dijo a él y a su criado: ¿A dónde fuisteis? Y él respondió: A buscar las asnas; y como vimos que no aparecían, acudimos a Samuel.

15Y dijo el tío de Saúl: Yo te ruego que me declares qué os dijo Samuel.

16Y Saúl respondió a su tío: Nos declaró expresamente que las asnas habían sido halladas. Mas del asunto del reino, de que Samuel le había hablado, no le descubrió nada.

17Y Samuel convocó al pueblo delante de Jehová en Mizpa,

18y dijo a los hijos de Israel: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto, y os libré de manos de los egipcios y de manos de todos los reinos que os afligieron.

19Pero vosotros habéis desechado hoy a vuestro Dios, que os guarda de todas vuestras aflicciones y angustias, y le habéis dicho: No, sino pon rey sobre nosotros. Ahora, pues, presentaos delante de Jehová por vuestras tribus y por vuestros millares.

20Y Samuel hizo acercarse a todas las tribus de Israel, y fue tomada la tribu de Benjamín.

21E hizo que se acercara la tribu de Benjamín por sus familias, y fue tomada la familia de Matri; y de ella fue tomado Saúl hijo de Cis. Y le buscaron, pero no fue hallado.

22Preguntaron, pues, otra vez a Jehová si aún había de venir allí aquel hombre. Y respondió Jehová: He aquí que él está escondido entre el bagaje.

23Entonces corrieron y lo sacaron de allí, y puesto en medio del pueblo, desde los hombros arriba era más alto que todo el pueblo.

24Y Samuel dijo a todo el pueblo: ¿Habéis visto al que ha elegido Jehová, que no hay semejante a él en todo el pueblo? Entonces el pueblo clamó con alegría, diciendo: ¡Viva el rey!

25Samuel recitó luego al pueblo el proceder del reino, y lo escribió en un libro, el cual guardó delante de Jehová. Y envió Samuel a todo el pueblo, cada uno a su casa.

26Y Saúl también se fue a su casa en Gabaa, y fueron con él los hombres de guerra cuyos corazones Dios había tocado.

27Pero ciertos hombres insolentes dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar éste? Y le tuvieron en poco y no le trajeron presente; mas él disimuló.

Samuel..Capítulo 11

Los amonitas suben contra los israelitas de Jabes de Galaad y los sitian — Saúl los rescata y derrota a los amonitas — Se confirma su reinado en Gilgal.

1 Y subió Nahas, el amonita, contra Jabes de Galaad y la sitió. Y todos los de Jabes dijeron a Nahas: Haz alianza con nosotros, y te serviremos.

2Y Nahas, el amonita les respondió: Con esta condición haré alianza con vosotros: que a cada uno de todos vosotros le saque yo el ojo derecho, y ponga esta afrenta sobre todo Israel.

3Entonces los ancianos de Jabes le dijeron: Danos siete días para que enviemos mensajeros por todo el territorio de Israel, y si no hay nadie que nos defienda, nos rendiremos a ti.

4Y cuando llegaron los mensajeros a Gabaa de Saúl, dijeron estas palabras a oídos del pueblo; y todo el pueblo alzó la voz y lloró.

5Y he aquí que Saúl venía del campo detrás de los bueyes, y dijo Saúl: ¿Qué tiene el pueblo que está llorando? Y le contaron las palabras de los hombres de Jabes.

6Y al oír Saúl estas palabras, el espíritu de Dios vino sobre él con poder, y se encendió su ira en gran manera.

7Y tomando un par de bueyes, los cortó en pedazos y los envió por todo el territorio de Israel por medio de mensajeros, diciendo: Cualquiera que no salga en pos de Saúl y en pos de Samuel, así se hará con sus bueyes. Y cayó el temor de Jehová sobre el pueblo, y salieron todos como un solo hombre.

8Y los contó en Bezec, y eran los hijos de Israel trescientos mil, y treinta mil los hombres de Judá.

9Y respondieron a los mensajeros que habían venido: Así diréis a los de Jabes de Galaad: Mañana al calentar el sol, seréis librados. Y fueron los mensajeros y lo dijeron a los de Jabes, y ellos se alegraron.

10Y los de Jabes dijeron: Mañana saldremos a vosotros, para que hagáis con nosotros todo lo que os parezca bien.

11Y aconteció que al día siguiente dispuso Saúl al pueblo en tres escuadrones, y entraron en medio del campamento durante la vigilia de la mañana e hirieron a los amonitas hasta que el día calentó; y los que quedaron fueron dispersados, de tal manera que no quedaron dos de ellos juntos.

12El pueblo entonces dijo a Samuel: ¿Quiénes son los que decían: ¿Ha de reinar Saúl sobre nosotros? Dadnos a esos hombres y los mataremos.

13Y Saúl dijo: No morirá hoy ninguno, porque hoy Jehová ha traído salvación a Israel.

14Entonces Samuel dijo al pueblo: Venid, vamos a Gilgal para que confirmemos allí el reino.

15Y fue todo el pueblo a Gilgal, e invistieron allí a Saúl como rey delante de Jehová en Gilgal. Y sacrificaron allí ofrendas de paz delante de Jehová, y se alegraron mucho allí Saúl y todos los de Israel.

Samuel..Capítulo 12

Samuel testifica de sus tratos justos en Israel — Reprocha al pueblo su ingratitud — Los exhorta a guardar los mandamientos a fin de que Jehová no los destruya, ni a ellos ni a su rey.

1 Y dijo Samuel a todo Israel: He aquí, yo he escuchado vuestra voz en todas las cosas que me habéis dicho, y os he puesto un rey.

2Ahora, pues, he aquí que vuestro rey va delante de vosotros. Yo soy ya viejo y estoy lleno de canas; y he aquí, mis hijos están con vosotros, y yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta este día.

3Aquí estoy; atestiguad contra mí delante de Jehová y delante de su ungido, si he tomado el buey de alguno, o si he tomado el asno de alguno, o si he calumniado a alguien, o si he agraviado a alguno o si de alguien he aceptado soborno por el cual haya cerrado mis ojos; y os lo restituiré.

4Entonces dijeron: Nunca nos has calumniado ni agraviado, ni has tomado nada de mano de ningún hombre.

5Y él les dijo: Jehová es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo en este día, de que no habéis hallado en mis manos cosa alguna. Y ellos respondieron: Él es testigo.

6Entonces Samuel dijo al pueblo: Jehová es quien designó a Moisés y a Aarón, y quien sacó a vuestros padres de la tierra de Egipto.

7Ahora, pues, aguardad, y yo expondré ante vosotros delante de Jehová todos los actos de justicia que Jehová ha hecho por vosotros y por vuestros padres.

8Cuando Jacob hubo entrado en Egipto y entonces vuestros padres clamaron a Jehová, Jehová envió a Moisés y a Aarón, quienes sacaron a vuestros padres de Egipto y los hicieron habitar en este lugar.

9Pero olvidaron a Jehová su Dios, y él los vendió en manos de Sísara, capitán del ejército de Hazor, y en manos de los filisteos y en manos del rey de Moab, que les hicieron la guerra.

10Y ellos clamaron a Jehová y dijeron: Hemos pecado, porque hemos abandonado a Jehová y hemos servido a los baales y a Astarot; líbranos, pues, ahora de manos de nuestros enemigos, y te serviremos.

11Entonces Jehová envió a Jerobaal, y a Bedán, y a Jefté y a Samuel, y os libró de manos de vuestros enemigos de alrededor, y habitasteis seguros.

12Y habiendo visto que Nahas, rey de los hijos de Amón, venía contra vosotros, me dijisteis: No, sino que ha de reinar un rey sobre nosotros, cuando vuestro rey era Jehová vuestro Dios.

13Ahora, pues, he aquí el rey que habéis elegido, el cual pedisteis; ya veis que Jehová ha puesto rey sobre vosotros.

14Si teméis a Jehová, y le servís, y escucháis su voz y no sois rebeldes a la palabra de Jehová, entonces, tanto vosotros como el rey que reina sobre vosotros, continuaréis yendo en pos de Jehová vuestro Dios.

15Mas si no escucháis la voz de Jehová y si sois rebeldes a las palabras de Jehová, la mano de Jehová estará contra vosotros como estuvo contra vuestros padres.

16Esperad aún ahora y mirad esta gran cosa que Jehová hará delante de vuestros ojos.

17¿No es ahora la siega del trigo? Yo clamaré a Jehová, y él dará truenos y lluvia, para que conozcáis y veáis que es grande vuestra maldad que habéis hecho ante los ojos de Jehová al haber pedido un rey para vosotros.

18Y Samuel clamó a Jehová, y Jehová dio truenos y lluvia en aquel día; y todo el pueblo temió en gran manera a Jehová y a Samuel.

19Entonces dijo todo el pueblo a Samuel: Ruega por tus siervos a Jehová tu Dios para que no muramos, porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir un rey para nosotros.

20Y Samuel respondió al pueblo: No temáis; vosotros habéis cometido todo este mal, pero con todo eso, no os apartéis de ir en pos de Jehová, sino servid a Jehová con todo vuestro corazón.

21No os apartéis yendo en pos de las vanidades que no aprovechan ni libran, porque son vanidades.

22Pues Jehová no desamparará a su pueblo por su gran nombre, porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo.

23Así que, en cuanto a mí, lejos esté de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes bien, yo os enseñaré el camino bueno y recto.

24Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros.

25Mas si perseveráis en hacer el mal, vosotros y vuestro rey pereceréis.





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jueves, 29 de marzo de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 85: 1 Samuel 7-9


Samuel..Capítulo 7
Samuel exhorta a Israel a apartarse de Astarot y de los baales, y a servir a Jehová — Israel ayuna y busca a Jehová — Los filisteos son sometidos — Samuel juzga a Israel.

1Y vinieron los de Quiriat-jearim, y subieron el arca de Jehová y la llevaron a casa de Abinadab, situada en el collado; y santificaron a Eleazar, su hijo, para que guardase el arca de Jehová.

2Y aconteció que desde el día en que llegó el arca a Quiriat-jearim pasaron muchos días, veinte años; y toda la casa de Israel añoraba a Jehová.

3Y habló Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad de entre vosotros los dioses ajenos y a Astarot, y preparad vuestro corazón para Jehová y sólo a él servid, y os librará de manos de los filisteos.

4Entonces los hijos de Israel quitaron a los baales y a Astarot, y sirvieron sólo a Jehová.

5Y Samuel dijo: Reunid a todo Israel en Mizpa, y yo oraré por vosotros a Jehová.

6Y se reunieron en Mizpa, y sacaron agua y la derramaron delante de Jehová; y ayunaron aquel día y dijeron allí: Contra Jehová hemos pecado. Y juzgó Samuel a los hijos de Israel en Mizpa.

7Y cuando oyeron los filisteos que los hijos de Israel estaban reunidos en Mizpa, subieron los príncipes de los filisteos contra Israel. Y al oír esto los hijos de Israel, tuvieron temor de los filisteos.

8Y dijeron los hijos de Israel a Samuel: No ceses de clamar por nosotros a Jehová nuestro Dios, para que nos libre de manos de los filisteos.

9Y Samuel tomó un cordero de leche y lo sacrificó entero a Jehová en holocausto; y clamó Samuel a Jehová por Israel, y Jehová le oyó.

10Y aconteció que mientras Samuel ofrecía el holocausto, los filisteos llegaron para pelear con los hijos de Israel. Mas Jehová hizo tronar aquel día con gran estruendo sobre los filisteos y los confundió, y fueron vencidos delante de Israel.

11Y salieron los hijos de Israel de Mizpa y persiguieron a los filisteos, hiriéndolos hasta más allá de Bet-car.

12Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y la llamó Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ha ayudado Jehová.

13Fueron, pues, sometidos los filisteos y no vinieron más al territorio de Israel; y la mano de Jehová estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel.

14Y fueron restituidas a los hijos de Israel las ciudades que los filisteos habían tomado de los israelitas, desde Ecrón hasta Gat, con sus territorios; e Israel los libró de manos de los filisteos. Y hubo paz entre Israel y el amorreo.

15Y juzgó Samuel a Israel todos los días de su vida.

16Y todos los años iba y recorría Bet-el, y Gilgal y Mizpa; y juzgaba a Israel en todos estos lugares.

17Regresaba después a Ramá, porque allí estaba su casa, y allí juzgaba a Israel. Y edificó allí un altar a Jehová.

Samuel..Capítulo 8

Los hijos de Samuel aceptan sobornos y pervierten la justicia — Los israelitas desean tener un rey para que gobierne sobre ellos — Samuel advierte de la naturaleza y de los males de un gobierno de reyes — Jehová consiente en darles un rey.

1 Y aconteció que cuando Samuel envejeció, puso a sus hijos como jueces sobre Israel.

2Y el nombre de su hijo primogénito era Joel, y el nombre del segundo, Abías; y éstos eran jueces en Beerseba.

3Mas no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, sino que se desviaron tras las ganancias deshonestas, aceptando sobornos y pervirtiendo la justicia.

4Entonces todos los ancianos de Israel se reunieron y fueron a Samuel en Ramá,

5y le dijeron: He aquí, tú has envejecido, y tus hijos no andan por tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.

6Y le pareció mal a Samuel cuando dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová.

7Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan, porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.

8Conforme a todas las obras que han hecho desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy, y me han abandonado y han servido a dioses ajenos, así hacen también contigo.

9Y ahora, pues, oye su voz; pero hazles una advertencia solemne y declárales cuál será el proceder del rey que reine sobre ellos.

10Y dijo Samuel todas las palabras de Jehová al pueblo que le había pedido rey.

11Y dijo: Éste será el proceder del rey que reine sobre vosotros: Tomará a vuestros hijos y los pondrá en sus carros y entre su gente de a caballo, para que corran delante de su carro;

12y nombrará para sí capitanes de millares, y capitanes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros.

13Y tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras.

14Y asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos.

15Él diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos.

16Y tomará vuestros siervos, y vuestras siervas, y vuestros mejores jóvenes y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras.

17Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos.

18Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, pero Jehová no os oirá en aquel día.

19Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijeron: No, sino que habrá rey sobre nosotros,

20y nosotros seremos también como todas las naciones; y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros y hará nuestras guerras.

21Y oyó Samuel todas las palabras del pueblo y las dijo a oídos de Jehová.

22Y Jehová dijo a Samuel: Oye su voz y pon rey sobre ellos. Entonces dijo Samuel a los hombres de Israel: Regrese cada uno a su ciudad.

Samuel..Capítulo 9

Saúl hijo de Cis, de la tribu de Benjamín, es un joven escogido y apuesto — Se le envía a buscar las asnas de su padre — Jehová le revela a Samuel, el vidente, que Saúl ha de ser rey — Saúl visita a Samuel y éste lo atiende.

1 Y había un hombre de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un hombre de Benjamín.

2Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y apuesto; entre los hijos de Israel no había otro más apuesto que él; de hombros arriba era más alto que cualquiera del pueblo.

3Y se habían perdido las asnas de Cis, padre de Saúl; por lo que dijo Cis a su hijo Saúl: Toma ahora contigo alguno de los criados, y levántate y ve a buscar las asnas.

4Y él pasó por la región montañosa de Efraín, y de allí por la tierra de Salisa, y no las hallaron. Pasaron luego por la tierra de Saalim, y tampoco. Después pasó por la tierra de Benjamín, y no las encontraron.

5Y cuando llegaron a la tierra de Zuf, Saúl dijo al criado que estaba con él: Ven, volvámonos, porque quizá mi padre deje de preocuparse por las asnas y se acongoje por nosotros.

6Y él le respondió: He aquí que ahora hay en esta ciudad un hombre de Dios, que es varón insigne; todo lo que él dice sin duda se cumple. Vamos, pues, allá; quizá nos enseñe el camino por donde debemos ir.

7Y Saúl respondió a su criado: Vamos ahora; pero, ¿qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué ofrecerle al varón de Dios. ¿Qué tenemos?

8Entonces volvió el criado a responder a Saúl, diciendo: He aquí, tengo en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; esto le daré al varón de Dios para que nos indique el camino.

9(Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios decía así: Venid y vamos a ver al vidente; porque al que hoy se le llama profeta, antes se le llamaba vidente.)

10Dijo entonces Saúl a su criado: Bien dices, anda, vamos. Y fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios.

11Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas jóvenes que salían por agua, a las cuales dijeron: ¿Está en este lugar el vidente?

12Y ellas, respondiéndoles, dijeron: Sí, he aquí está delante de ti; daos, pues, prisa, porque hoy ha venido a la ciudad en atención a que el pueblo tiene hoy un sacrificio en el lugar alto.

13Cuando entréis en la ciudad, buscadle, antes que suba al lugar alto a comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya llegado, por cuanto él ha de bendecir el sacrificio; y después comerán los convidados. Subid, pues, ahora, porque ahora le hallaréis.

14Ellos entonces subieron a la ciudad; y cuando estuvieron en medio de la ciudad, he aquí que Samuel salía delante de ellos para subir al lugar alto.

15Y un día antes de la llegada de Saúl, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo:

16Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un hombre de la tierra de Benjamín, al que ungirás como príncipe sobre mi pueblo Israel, y él salvará a mi pueblo de manos de los filisteos. Pues yo he visto a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí.

17Y luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: He aquí éste es el hombre del cual te hablé; éste gobernará a mi pueblo.

18Y acercándose Saúl a Samuel en medio de la puerta, le dijo: Te ruego que me enseñes dónde está la casa del vidente.

19Y Samuel respondió a Saúl y le dijo: Yo soy el vidente; sube delante de mí al lugar alto y come hoy conmigo; y por la mañana te dejaré ir y te diré todo lo que hay en tu corazón.

20Y de las asnas que se te perdieron hace ya tres días, pierde cuidado de ellas, porque ya las han hallado. Además, ¿para quién es todo el deseo de Israel, sino para ti y para toda la casa de tu padre?

21Y Saúl respondió y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia, ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho cosa semejante?

22Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, y los introdujo en la sala y les dio lugar a la cabecera de los convidados, que eran unos treinta hombres.

23Y dijo Samuel al cocinero: Trae acá la porción que te di, la cual te dije que guardases aparte.

24Entonces alzó el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella, y la puso delante de Saúl. Y Samuel dijo: He aquí lo que estaba reservado; ponlo delante de ti y come, porque para esta ocasión se guardó para ti, cuando dije: Yo he convidado al pueblo. Y Saúl comió aquel día con Samuel.

25Y cuando hubieron descendido del lugar alto a la ciudad, él habló con Saúl en el terrado.

26Y al otro día madrugaron; y sucedió que al despuntar el alba, Samuel llamó a Saúl, que estaba en el terrado, y le dijo: Levántate, para que te despida. Y se levantó luego Saúl, y salieron ambos, él y Samuel.

27Y descendiendo ellos al extremo de la ciudad, dijo Samuel a Saúl: Di al criado que vaya delante (y se adelantó el criado), mas espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios.







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miércoles, 28 de marzo de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 84: 1 Samuel 3-6


Samuel..Capítulo 3
Jehová llama a Samuel — La casa de Elí no será expiada ni con sacrificios ni con ofrendas — Samuel es reconocido como profeta por todo Israel — Jehová se le aparece.

1Y el joven Samuel servía a Jehová delante de Elí; y la palabra de Jehová era de estima en aquellos días, y no había visión manifiesta.

2Y aconteció que un día, mientras Elí estaba acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse, y no podía ver,

3y Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios, y antes que la lámpara de Dios fuese apagada,

4Jehová llamó a Samuel, y él respondió: Heme aquí.

5Y corriendo hacia Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve a acostarte. Y él se fue y se acostó.

6Y Jehová volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, fue a Elí y le dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate.

7Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada.

8Jehová, pues, llamó por tercera vez a Samuel. Y él se levantó y fue a Elí y le dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven.

9Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llama, dirás: Habla, Jehová, que tu siervo escucha. Y se fue Samuel y se acostó en su lugar.

10Y vino Jehová, y se puso delante de él y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, que tu siervo escucha.

11Y Jehová dijo a Samuel: He aquí, haré yo una cosa en Israel que a quien la oiga le retiñirán ambos oídos.

12Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa; cuando comience, también acabaré.

13Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos se han envilecido, y él no los ha reprendido.

14Y, por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas.

15Y Samuel estuvo acostado hasta la mañana, y abrió las puertas de la casa de Jehová. Y Samuel temía descubrir la visión a Elí.

16Llamando, pues, Elí a Samuel, le dijo: Hijo mío, Samuel. Y él respondió: Heme aquí.

17Y dijo: ¿Qué es la palabra que te habló Jehová? Te ruego que no me la encubras. Así te haga Dios y aun te añada si me encubres palabra de todo lo que habló contigo.

18Y Samuel se lo manifestó todo, sin encubrirle nada. Entonces él dijo: Jehová es; haga lo que bien le parezca.

19Y Samuel crecía, y Jehová estaba con él y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.

20Y todo Israel supo, desde Dan hasta Beerseba, que Samuel había sido confirmado como profeta de Jehová.

21Así volvió Jehová a aparecer en Silo, porque Jehová se revelaba a Samuel en Silo por medio de la palabra de Jehová.

Samuel..Capítulo 4

Los israelitas son afligidos y derrotados por los filisteos, quienes además toman el arca de Dios — Matan a los hijos de Elí; Elí muere en un accidente, y su nuera muere en el parto.

1 Y llegaba la palabra de Samuel a todo Israel. Por aquel tiempo salió Israel en batalla al encuentro de los filisteos y acampó junto a Eben-ezer, y los filisteos acamparon en Afec.

2Y los filisteos presentaron batalla a Israel, y trabándose el combate, Israel fue vencido delante de los filisteos, los cuales hirieron en el campo de batalla como a cuatro mil hombres.

3Y cuando volvió el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha herido hoy Jehová delante de los filisteos? Traigamos de Silo el arca del convenio de Jehová, para que, estando entre nosotros, nos salve de la mano de nuestros enemigos.

4Y el pueblo envió a Silo, y trajeron de allá el arca del convenio de Jehová de los ejércitos, que está entre los querubines; y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del convenio de Dios.

5Y aconteció que cuando el arca del convenio de Jehová llegó al campamento, todo Israel gritó con tan gran júbilo que la tierra tembló.

6Y cuando los filisteos oyeron la voz de júbilo, dijeron: ¿Qué voz de gran júbilo es ésta en el campamento de los hebreos? Y supieron que el arca de Jehová había sido traída al campamento.

7Y los filisteos tuvieron miedo, porque decían: Ha venido Dios al campamento. Y dijeron: ¡Ay de nosotros!, pues hasta ahora no ha sido así.

8¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de manos de estos dioses poderosos? Éstos son los dioses que hirieron a Egipto con toda clase de plagas en el desierto.

9Esforzaos, oh filisteos, y sed hombres, para que no sirváis a los hebreos, como ellos os han servido a vosotros; sed hombres y pelead.

10Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyó cada cual a su tienda; y hubo una gran mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie.

11Y el arca de Dios fue tomada, y murieron los dos hijos de Elí, Ofni y Finees.

12Y corriendo de la batalla un hombre de Benjamín, llegó aquel día a Silo, rotos sus vestidos y tierra sobre su cabeza.

13Y cuando llegó, he aquí, Elí estaba sentado en una silla vigilando junto al camino, porque su corazón estaba temblando por causa del arca de Dios. Llegó, pues, aquel hombre a la ciudad, y al dar las nuevas, toda la ciudad gritó.

14Y cuando Elí oyó el estruendo de la gritería, dijo: ¿Qué estruendo de alboroto es éste? Y aquel hombre vino de prisa y le dio las nuevas a Elí.

15Era ya Elí de edad de noventa y ocho años, y sus ojos se habían oscurecido, de modo que no podía ver.

16Dijo, pues, aquel hombre a Elí: Yo vengo de la batalla; he escapado hoy del combate. Y Elí dijo: ¿Qué ha acontecido, hijo mío?

17Y el mensajero respondió y dijo: Israel huyó delante de los filisteos, y también hubo una gran mortandad entre el pueblo; y también tus dos hijos, Ofni y Finees, han muerto, y el arca de Dios fue tomada.

18Y aconteció que cuando él hizo mención del arca de Dios, Elí cayó de la silla hacia atrás al lado de la puerta, y se desnucó y murió, porque era hombre anciano y pesaba mucho. Y había juzgado a Israel cuarenta años.

19Y su nuera, la mujer de Finees, que estaba encinta, cercana al parto, al oír el rumor de que el arca de Dios había sido tomada y que su suegro y su marido habían muerto, se inclinó y dio a luz, porque le sobrevinieron sus dolores.

20Y al tiempo que moría, le decían las que estaban junto a ella: No tengas temor, porque has dado a luz un hijo. Mas ella no respondió ni prestó atención.

21Y llamó al niño Icabod, diciendo: ¡Desterrada ha sido la gloria de Israel!, porque el arca de Dios ha sido tomada, y porque habían muerto su suegro y su marido.

22Dijo, pues: Desterrada ha sido la gloria de Israel, porque el arca de Dios ha sido tomada.

Samuel..Capítulo 5

Los filisteos colocan el arca en la casa de su dios Dagón — Primero los filisteos de Asdod, en seguida los de Gat y posteriormente los de Ecrón son heridos con una plaga y mueren por tener el arca entre ellos.

1 Y cuando los filisteos capturaron el arca de Dios, la trajeron desde Eben-ezer a Asdod.

2Y tomaron los filisteos el arca de Dios, y la llevaron a la casa de Dagón y la pusieron junto a Dagón.

3Y al siguiente día los de Asdod se levantaron de mañana, y he aquí que Dagón estaba postrado en tierra delante del arca de Jehová; y tomaron a Dagón y volvieron a ponerlo en su lugar.

4Y al levantarse de mañana al siguiente día, he aquí que Dagón había caído postrado en tierra delante del arca de Jehová; y la cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral, habiéndole quedado a Dagón el tronco solamente.

5Por esta causa los sacerdotes de Dagón, y todos los que entran en el templo de Dagón, no pisan el umbral de Dagón en Asdod, hasta hoy.

6Y se agravó la mano de Jehová sobre los de Asdod, y los destruyó y los hirió con tumores en Asdod y en todos sus territorios.

7Y viendo esto los de Asdod, dijeron: Que no se quede con nosotros el arca del Dios de Israel, porque su mano es dura sobre nosotros y sobre nuestro dios Dagón.

8Enviaron, pues, a reunir a todos los príncipes de los filisteos y les dijeron: ¿Qué haremos con el arca del Dios de Israel? Y ellos respondieron: Pásese el arca del Dios de Israel a Gat. Y pasaron allá el arca del Dios de Israel.

9Y aconteció que cuando la hubieron pasado, la mano de Jehová cayó contra la ciudad provocando gran destrucción; e hirió a los hombres de aquella ciudad desde el menor hasta el mayor, y se llenaron de tumores.

10Entonces enviaron el arca de Dios a Ecrón. Y cuando el arca de Dios llegó a Ecrón, los ecronitas dieron voces, diciendo: Han pasado a nosotros el arca del Dios de Israel para matarnos a nosotros y a nuestro pueblo.

11Y enviaron y reunieron a todos los príncipes de los filisteos, diciendo: Llévese el arca del Dios de Israel y devuélvase a su lugar, para que no nos mate a nosotros ni a nuestro pueblo; pues había pánico de muerte en toda la ciudad, y el peso de la mano de Dios se había agravado allí.

12Y los que no morían eran heridos con tumores, y el clamor de la ciudad subía al cielo.

Samuel..Capítulo 6

Los filisteos devuelven el arca con una ofrenda — En Bet-semes Jehová castiga y hace morir a los israelitas que miraron dentro del arca.

1 Y estuvo el arca de Jehová en la tierra de los filisteos siete meses.

2Entonces los filisteos, llamando a los sacerdotes y adivinos, preguntaron: ¿Qué haremos con el arca de Jehová? Decidnos cómo la hemos de enviar a su lugar.

3Y ellos dijeron: Si enviáis el arca del Dios de Israel, no la enviéis vacía, sino que la enviaréis con una ofrenda por la culpa. Y entonces seréis sanados y conoceréis por qué no se apartó de vosotros su mano.

4Y los filisteos dijeron: ¿Y cuál será la ofrenda por la culpa que le enviaremos? Y ellos respondieron: Conforme al número de los príncipes de los filisteos, cinco tumores de oro y cinco ratones de oro, porque la misma plaga estuvo sobre todos vosotros y también estuvo sobre vuestros príncipes.

5Haréis, pues, las figuras de vuestros tumores y las figuras de vuestros ratones que estropean la tierra, y daréis gloria al Dios de Israel; quizá alivie su mano de sobre vosotros, y de sobre vuestros dioses y de sobre vuestra tierra.

6Y, ¿por qué endurecéis vuestro corazón, como los egipcios y Faraón endurecieron su corazón? Después que él los hubo tratado severamente, ¿no los dejaron ir, y se fueron?

7Haced, pues, ahora un carro nuevo y tomad luego dos vacas que críen, a las cuales no haya sido puesto yugo, y uncid las vacas al carro y haced regresar a casa sus becerros.

8Tomaréis luego el arca de Jehová y la pondréis sobre el carro, y pondréis en una caja al lado de ella los objetos de oro que le habéis de enviar como ofrenda por la culpa; y la dejaréis que se vaya.

9Y mirad; si sube por el camino de su territorio a Bet-semes, entonces él nos ha hecho este mal tan grande; y si no, sabremos que no fue su mano la que nos hirió, sino que ocurrió por casualidad.

10Y los hombres lo hicieron así; y tomaron dos vacas que criaban, y las uncieron al carro y encerraron en casa sus becerros.

11Y pusieron el arca de Jehová sobre el carro, y la caja con los ratones de oro y con las figuras de sus tumores.

12Y las vacas se encaminaron por el camino de Bet-semes; e iban por el camino andando y mugiendo, sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda; y los príncipes de los filisteos fueron tras ellas hasta los límites de Bet-semes.

13Y los de Bet-semes segaban el trigo en el valle; y alzando sus ojos, vieron el arca y se regocijaron cuando la vieron.

14Y el carro llegó al campo de Josué, un bet-semita, y se detuvo allí donde había una gran piedra; y ellos cortaron la madera del carro y ofrecieron las vacas en holocausto a Jehová.

15Y los levitas bajaron el arca de Jehová y la caja que estaba junto a ella, en la cual estaban los objetos de oro, y los pusieron sobre aquella gran piedra; y los hombres de Bet-semes ofrecieron holocaustos e hicieron sacrificios a Jehová en aquel día.

16Y cuando vieron esto, los cinco príncipes de los filisteos volvieron a Ecrón el mismo día.

17Éstos, pues, son los tumores de oro que pagaron los filisteos a Jehová como ofrenda por la culpa: por Asdod uno, por Gaza uno, por Ascalón uno, por Gat uno, por Ecrón uno.

18Y los ratones de oro fueron conforme al número de todas las ciudades de los filisteos pertenecientes a los cinco príncipes, tanto de las ciudades fortificadas como de las aldeas sin muros; la gran piedra, sobre la cual pusieron el arca de Jehová, está en el campo de Josué, el bet-semita, hasta hoy.

19Entonces hirió Dios a los de Bet-semes, porque habían mirado dentro del arca de Jehová; hirió del pueblo a cincuenta mil setenta hombres. Y el pueblo hizo duelo, porque Jehová lo había herido con tan gran mortandad.

20Y dijeron los de Bet-semes: ¿Quién podrá estar delante de Jehová el Dios santo? ¿Y a quién irá él después de nosotros?

21Y enviaron mensajeros a los de Quiriat-jearim, diciendo: Los filisteos han devuelto el arca de Jehová; descended, pues, y lleváosla.




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Lectura con Audio de la Santa Biblia RV 2009 SUD: Día 83: 1 Samuel 1-2


Samuel..Capítulo 1
Ana pide en oración un hijo y hace voto de entregarlo a Jehová — Elí el sacerdote la bendice — Nace Samuel — Ana lo dedica a Jehová.

1 Hubo un hombre de Ramataim de Zofim, de los montes de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo.

2Y tenía él dos esposas; el nombre de una era Ana, y el nombre de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía.

3Y subía aquel hombre todos los años de su ciudad para adorar y ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová.

4Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificios, daba a Penina, su esposa, y a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte.

5Mas a Ana le daba una parte escogida, porque amaba a Ana, aunque Jehová había cerrado su matriz.

6Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová había cerrado su matriz.

7Y así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así, por lo cual ella lloraba y no comía.

8Y Elcana, su marido, le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿Y por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?

9Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová,

10ella, con amargura de alma, oró a Jehová y lloró desconsoladamente.

11E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignas mirar la aflicción de tu sierva, y te acuerdas de mí y no te olvidas de tu sierva, y das a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.

12Y aconteció que mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí observaba la boca de ella.

13Mas Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.

14Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Deja ya el vino.

15Y Ana le respondió, diciendo: No, señor mío; soy una mujer atribulada de espíritu. No he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.

16No tengas a tu sierva por una mujer impía, porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.

17Y Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.

18Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió y no estuvo más triste.

19Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana conoció a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella.

20Y aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto se lo pedí a Jehová.

21Después subió aquel hombre, Elcana, con toda su familia, para ofrecer a Jehová el sacrificio anual y su voto.

22Mas Ana no subió, sino dijo a su marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado; entonces lo llevaré para que sea presentado delante de Jehová y se quede allá para siempre.

23Y Elcana, su marido, le respondió: Haz lo que bien te parezca; quédate hasta que lo destetes; solamente confirme Jehová su palabra. Y se quedó la mujer y crió a su hijo hasta que lo destetó.

24Y después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, y un efa de harina y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño.

25Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí.

26Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová.

27Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.

28Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová.

Samuel..Capítulo 2

Ana canta alabanzas a Jehová — Samuel ministra delante de Jehová — Elí bendice a Elcana y a Ana, y ellos tienen hijos e hijas — Los hijos de Elí rechazan a Jehová y viven en la iniquidad — Jehová rechaza a la casa de Elí.

1 Y Ana oró y dijo:

Mi corazón se regocija en Jehová;
mi poder se exalta en Jehová;
mi boca se ensancha contra mis enemigos,
por cuanto me alegro en tu salvación.

2

No hay santo como Jehová,
porque no hay ninguno fuera de ti,
ni hay roca como el Dios nuestro.

3

No habléis excesivamente de grandezas;
cesen las palabras arrogantes de vuestra boca,
porque Jehová es el Dios de todo saber,
y a él le toca pesar las acciones.

4

Los arcos de los fuertes son quebrados,
y los débiles se ciñen de fortaleza.

5

Los saciados se alquilan por pan,
y dejan de tener hambre los hambrientos;
hasta la estéril da a luz siete,
y la que tenía muchos hijos languidece.

6

Jehová da la muerte y él da la vida;
él hace descender al Seol y hace subir.

7

Jehová da pobreza y da riqueza;
abate y enaltece.

8

Él levanta del polvo al pobre,
y al menesteroso alza del muladar,
para hacerlos sentar con los príncipes
y heredar un trono de honor.
Porque de Jehová son las columnas de la tierra,
y él asentó sobre ellas el mundo.

9

Él guarda los pies de sus santos,
mas los impíos perecen en tinieblas,
porque nadie será fuerte por su propia fuerza.

10

Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios,
y sobre ellos tronará desde los cielos;
Jehová juzgará los confines de la tierra,
y dará fortaleza a su Rey,
y enaltecerá el poder de su Ungido.

11Y Elcana volvió a su casa en Ramá, y el niño servía a Jehová delante del sacerdote Elí.

12Mas los hijos de Elí eran hombres malos, que no conocían a Jehová.

13Y la costumbre de los sacerdotes con el pueblo era que, cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras la carne se cocía, trayendo en su mano un garfio de tres dientes,

14y lo metía en el perol, o en la olla, o en el caldero o en el pote; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo.

15Asimismo, antes de quemar la grasa, venía el criado del sacerdote y decía al que sacrificaba: Da carne para asar para el sacerdote, porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda.

16Y si el hombre le respondía: Quemen primero la grasa, y después toma tanto como quieras, él respondía: No, sino dámela ahora mismo; de otra manera, yo la tomaré por la fuerza.

17Era, pues, muy grande el pecado de los jóvenes delante de Jehová, porque los hombres menospreciaban los sacrificios a Jehová.

18Y Samuel, siendo niño, ministraba delante de Jehová, vestido con un efod de lino.

19Y le hacía su madre una túnica pequeña y se la traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio anual.

20Y Elí bendijo a Elcana y a su mujer, diciendo: Jehová te dé hijos de esta mujer en lugar del que dedicó a Jehová. Y se volvieron a su casa.

21Y visitó Jehová a Ana, y concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el niño Samuel crecía delante de Jehová.

22Y Elí era ya muy anciano y oía todo lo que sus hijos hacían a todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.

23Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo acerca de vuestros malos procederes.

24No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo, pues hacéis pecar al pueblo de Jehová.

25Si peca el hombre contra el hombre, Dios intercederá por él; pero si alguno peca contra Jehová, ¿quién intercederá por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová quería hacerlos morir.

26Y el niño Samuel iba creciendo en estatura y en gracia delante de Dios y delante de los hombres.

27Y vino un varón de Dios a Elí y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre cuando estaban en Egipto en la casa de Faraón?

28Y yo le escogí para ser mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso y vistiese el efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel.

29¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas que yo mandé ofrecer en mi morada; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos con lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?

30Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca haga yo tal cosa, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.

31He aquí, vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa.

32Y verás un adversario en mi morada, en todas las cosas buenas que haga a Israel; y nunca habrá anciano en tu casa.

33Y el varón tuyo que yo no excluya de mi altar será para hacer consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor; mas todos los nacidos en tu casa morirán en la flor de la vida.

34Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en el mismo día.

35Y yo me levantaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré una casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días.

36Y acontecerá que el que haya quedado en tu casa vendrá a postrársele por una moneda de plata y un bocado de pan, diciéndole: Te ruego que me pongas en algún oficio sacerdotal para que coma un bocado de pan.




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martes, 27 de marzo de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia RV 2009 SUD: Día 82 RUT 1-4


Rut
..Capítulo 1
Elimelec y su familia van a Moab por causa de la hambruna — Sus hijos contraen matrimonio — El padre y los hijos mueren — Rut la moabita, habiendo muerto su esposo, insiste en irse con Noemí — Ellas van a Belén.

1Y aconteció que en los días en que gobernaban los jueces, hubo hambre en la tierra. Y un hombre de Belén de Judá fue a vivir en los campos de Moab, él y su esposa y sus dos hijos.

2El nombre de aquel hombre era Elimelec, y el de su esposa, Noemí; y los nombres de sus dos hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab y se quedaron allí.

3Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos,

4los cuales tomaron para sí esposas de Moab; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años.

5Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada, sin sus dos hijos y sin su marido.

6Entonces se levantó con sus nueras y regresó de los campos de Moab, porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a los de su pueblo para darles pan.

7Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volver a la tierra de Judá.

8Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, vuelva cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo.

9Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron.

10Y le dijeron: Ciertamente nosotras volveremos contigo a tu pueblo.

11Y Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Acaso tengo yo más hijos en el vientre que puedan ser vuestros maridos?

12Volveos, hijas mías, e idos, porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido y aun diese a luz hijos,

13¿esperaríais vosotras hasta que fuesen grandes? ¿Os quedaríais vosotras sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová se ha salido contra mí.

14Mas ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella.

15Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella.

16Y Rut respondió: No me ruegues que te deje y que me aparte de ti; porque adondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.

17Donde tú murieres, moriré yo y allí seré sepultada. Así me haga Jehová y aun me añada, porque sólo la muerte hará separación entre tú y yo.

18Y al ver Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo nada más.

19Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén. Y aconteció que entrando en Belén, toda la ciudad se conmovió por razón de ellas y decían: ¿No es ésta Noemí?

20Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara, porque en gran amargura me ha puesto el Todopoderoso.

21Yo me fui llena, pero Jehová me ha hecho volver con las manos vacías. ¿Por qué me llamáis Noemí, si ya Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?

22Así volvió Noemí, y con ella su nuera Rut la moabita; volvieron de los campos de Moab y llegaron a Belén al principio de la siega de la cebada.

Rut
..Capítulo 2

Rut recoge espigas en los campos de Booz, un pariente cercano de Noemí — Booz trata bondadosamente a Rut.

1Y tenía Noemí un pariente de su marido, hombre de mucha riqueza de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz.

2Y Rut la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos halle gracia. Y ella le respondió: Ve, hija mía.

3Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y afortunadamente aconteció que aquella parte del campo era de Booz, que era pariente de Elimelec.

4Y he aquí que Booz vino de Belén y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te bendiga.

5Y Booz dijo a su criado, el encargado de los segadores: ¿De quién es esta joven?

6Y el criado encargado de los segadores respondió y dijo: Es la joven de Moab que volvió con Noemí de los campos de Moab,

7y me ha dicho: Te ruego que me dejes espigar y recoger tras los segadores entre las gavillas; entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, menos un poco que se detuvo en casa.

8Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo ni pases de aquí; y aquí estarás con mis criadas.

9Mira bien el campo que sieguen y síguelas, porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas y bebe del agua que sacan los criados.

10Ella, entonces, bajando su rostro, se inclinó a tierra y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia ante tus ojos para que tú me reconozcas, siendo yo extranjera?

11Y respondiendo Booz, le dijo: Por cierto se me ha declarado todo lo que has hecho por tu suegra después de la muerte de tu marido, y que, dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que antes no conocías.

12Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea completa de parte de Jehová Dios de Israel, puesto que has venido para refugiarte bajo sus alas.

13Y ella dijo: Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos, porque me has consolado y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus criadas.

14Y Booz le dijo a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan y moja tu bocado en el vinagre. Y se sentó ella junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que se sació y le sobró.

15Se levantó luego para espigar. Y Booz mandó a sus criados, diciendo: Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis;

16antes dejaréis caer a propósito de los manojos, y la dejaréis que espigue y no la reprendáis.

17Y espigó en el campo hasta el atardecer y desgranó lo que había recogido, y fue como un efa de cebada.

18Y lo tomó y se fue a la ciudad, y su suegra vio lo que había recogido. Sacó también luego lo que le había sobrado después de haberse saciado, y se lo dio.

19Y le dijo su suegra: ¿Dónde has espigado hoy? ¿Y dónde has trabajado? Bendito sea el que te ha reconocido. Y ella contó a su suegra lo que le había acontecido y dijo: El nombre del varón con quien hoy he trabajado es Booz.

20Y dijo Noemí a su nuera: Sea él bendito de Jehová, pues no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto. Le dijo después Noemí: Nuestro pariente es aquel varón; es uno de los que pueden redimirnos.

21Y Rut la moabita dijo: Además de esto me ha dicho: Permanece con mis criados hasta que hayan acabado toda mi siega.

22Y Noemí respondió a su nuera Rut: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo.

23Estuvo, pues, espigando junto con las criadas de Booz hasta que se acabó la siega de la cebada y la del trigo; y vivía con su suegra.

Rut
..Capítulo 3

Por consejo de Noemí, Rut se acuesta a los pies de Booz — Booz promete, como pariente, hacerla su esposa.

1Y le dijo su suegra Noemí: Hija mía, ¿no he de buscar hogar para ti, para que te vaya bien?

2¿No es Booz nuestro pariente, con cuyas criadas tú has estado? He aquí que él avienta esta noche la parva de las cebadas.

3Te lavarás, pues, y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, irás a la era; mas no te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber.

4Y cuando él se acueste, observa tú el lugar donde él se acuesta, e irás, y descubrirás sus pies y te acostarás allí; y él te dirá lo que debas hacer.

5Y le respondió: Haré todo lo que tú me mandes.

6Descendió, pues, a la era e hizo todo lo que su suegra le había mandado.

7Y cuando Booz hubo comido y bebido, y su corazón estuvo contento, se retiró a dormir a un lado del montón. Entonces ella vino calladamente, y le descubrió los pies y se acostó.

8Y aconteció que a la medianoche se estremeció aquel hombre y se volvió; y he aquí que una mujer estaba acostada a sus pies.

9Entonces él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Yo soy Rut, tu sierva; extiende el borde de tu manto sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano.

10Y él dijo: Bendita seas tú de Jehová, hija mía; has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo tras los jóvenes, sean pobres o ricos.

11Ahora, pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa.

12Y ahora, aunque es cierto que yo soy pariente cercano, con todo eso hay un pariente más cercano que yo.

13Reposa aquí esta noche, y cuando sea de día, si él te redime, bien, que te redima; mas si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive Jehová. Descansa, pues, hasta la mañana.

14Y reposó a sus pies hasta la mañana y se levantó, antes que nadie pudiese reconocer a otro. Y él dijo: Que no se sepa que una mujer ha venido a la era.

15Después le dijo: Quítate el manto que traes sobre ti y sujétalo bien. Y sujetándolo ella, él midió seis medidas de cebada y se las puso encima; y ella se fue a la ciudad.

16Y cuando llegó a donde estaba su suegra, ésta le dijo: ¿Qué hay, hija mía? Y le contó ella todo lo que con aquel varón le había acontecido.

17Y dijo: Estas seis medidas de cebada me dio, diciéndome: Para que no vayas con las manos vacías a tu suegra.

18Entonces Noemí dijo: Siéntate, hija mía, hasta que sepas cómo se resuelve el asunto, porque aquel hombre no descansará hasta que hoy concluya el asunto.

Rut
..Capítulo 4

El pariente más cercano se niega a cumplir con su deber, y Booz toma a Rut por esposa — Rut da a luz a Obed; éste fue padre de Isaí, quien engendró al rey David.

1Y Booz subió a la puerta y se sentó allí; y he aquí pasaba aquel pariente de quien Booz había hablado, y le dijo: Eh, tú, ven acá y siéntate. Y él fue y se sentó.

2Entonces él tomó a diez hombres de los ancianos de la ciudad y les dijo: Sentaos aquí. Y ellos se sentaron.

3Luego dijo al pariente: Noemí, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de las tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec.

4Y yo decidí hacértelo saber y decirte que la compres, delante de los que están aquí sentados y delante de los ancianos de mi pueblo. Si quieres redimirla, redímela; y si no quieres redimirla, decláramelo para que yo lo sepa, porque no hay otro que la redima sino tú, y yo después de ti. Y él respondió: Yo la redimiré.

5Entonces replicó Booz: El mismo día que compres las tierras de mano de Noemí, has de tomar también a Rut la moabita, esposa del difunto, para que conserves el nombre del muerto sobre su posesión.

6Y respondió el pariente: No puedo redimir para mí, no sea que perjudique mi heredad. Redime tú usando de mi derecho, porque yo no podré redimirla.

7Había ya desde antaño esta costumbre en Israel acerca de la redención o del contrato, que para la confirmación de cualquier negocio, uno se quitaba el calzado y se lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio en Israel.

8Entonces el pariente dijo a Booz: Tómalo tú. Y se quitó el calzado.

9Y Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois hoy testigos de que adquiero de mano de Noemí todas las cosas que fueron de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón.

10Y que también tomo por esposa a Rut la moabita, esposa de Mahlón, para conservar el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre de entre sus hermanos ni de la puerta de su lugar. Vosotros sois hoy testigos.

11Y dijeron todos los del pueblo que estaban a la puerta con los ancianos: Testigos somos. Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, quienes edificaron la casa de Israel; y tú seas ilustre en Efrata, y tengas renombre en Belén;

12y de la descendencia que Jehová te dé de esta joven, sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá.

13Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su esposa; y luego que se llegó a ella, Jehová le dio que concibiese, y ella dio a luz un hijo.

14Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel.

15Él será restaurador de tu alma y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama y es de más valor para ti que siete hijos, lo ha dado a luz.

16Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo y fue su nodriza.

17Y las vecinas le dieron nombre, diciendo: A Noemí le ha nacido un hijo, y le llamaron Obed. Éste es padre de Isaí, padre de David.

18Y éstas son las generaciones de Fares: Fares engendró a Hezrón,

19y Hezrón engendró a Ram, y Ram engendró a Aminadab,

20y Aminadab engendró a Naasón, y Naasón engendró a Salmón,

21y Salmón engendró a Booz, y Booz engendró a Obed,

22y Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.



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lunes, 26 de marzo de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia RV 2009 SUD: Día 81 Jueces 20-21


Jueces
..Capítulo 20
Todo Israel se levanta en contra de los hijos de Benjamín, quienes se niegan a entregar a los hombres de Gabaa — Los de la tribu de Benjamín son derribados y destruidos.

1Entonces salieron todos los hijos de Israel, y se reunió la congregación como un solo hombre, desde Dan hasta Beerseba y la tierra de Galaad, ante Jehová en Mizpa.

2Y los principales de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel, se hallaban presentes en la reunión del pueblo de Dios, cuatrocientos mil hombres de a pie que sacaban espada.

3Y los hijos de Benjamín oyeron que los hijos de Israel habían subido a Mizpa. Y dijeron los hijos de Israel: Decidnos cómo fue esta maldad.

4Entonces el hombre levita, marido de la mujer muerta, respondió y dijo: Yo llegué a Gabaa de Benjamín con mi concubina para pasar allí la noche.

5Y levantándose contra mí los de Gabaa, rodearon la casa de noche, con la idea de matarme. Y violaron a mi concubina de tal manera que ella murió.

6Entonces, tomando yo a mi concubina, la corté en pedazos y los envié por todo el territorio de la heredad de Israel, por cuanto han hecho maldad e infamia en Israel.

7He aquí, todos vosotros, hijos de Israel, dad aquí vuestro parecer y consejo.

8Entonces todo el pueblo, como un solo hombre, se levantó y dijo: Ninguno de nosotros irá a su tienda, ni volverá a su casa ninguno de nosotros.

9Y ahora, haremos esto a Gabaa: echemos suertes para subir contra ella;

10y tomaremos diez hombres de cada cien de todas las tribus de Israel, y cien de cada mil, y mil de cada diez mil, que lleven víveres para el pueblo para que, yendo éste contra Gabaa de Benjamín, le hagan conforme a toda la abominación que ha cometido en Israel.

11Y se juntaron todos los hombres de Israel contra la ciudad, unidos como un solo hombre.

12Y las tribus de Israel enviaron hombres por toda la tribu de Benjamín, diciendo: ¿Qué maldad es ésta que ha sido hecha entre vosotros?

13Entregad, pues, ahora a aquellos hombres perversos que están en Gabaa, para que los matemos y quitemos el mal de Israel. Pero los de Benjamín no quisieron oír la voz de sus hermanos, los hijos de Israel;

14y los hijos de Benjamín se juntaron de todas las ciudades en Gabaa para salir a pelear contra los hijos de Israel.

15Y fueron contados en aquel tiempo los hijos de Benjamín, de las ciudades, veintiséis mil hombres que sacaban espada, sin contar los que moraban en Gabaa que fueron en total setecientos hombres escogidos.

16De toda aquella gente había setecientos hombres escogidos que eran zurdos, todos los cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello y no erraban.

17Y fueron contados los hombres de Israel, fuera de Benjamín, cuatrocientos mil hombres que sacaban espada, todos éstos eran hombres de guerra.

18Y se levantaron los hijos de Israel, y subieron a la casa de Dios y consultaron a Dios, diciendo: ¿Quién de nosotros subirá primero en la guerra contra los hijos de Benjamín? Y Jehová respondió: Judá subirá primero.

19Y se levantaron por la mañana los hijos de Israel, y acamparon contra Gabaa.

20Y salieron los hijos de Israel a combatir contra Benjamín, y los hombres de Israel se pusieron en orden de batalla contra ellos junto a Gabaa.

21Y salieron de Gabaa los hijos de Benjamín y derribaron en tierra aquel día veintidós mil hombres de los hijos de Israel.

22Mas reanimándose el pueblo, los hombres de Israel volvieron a disponer la batalla en el mismo lugar donde la habían dispuesto el primer día.

23Y los hijos de Israel subieron y lloraron delante de Jehová hasta el atardecer, y consultaron a Jehová, diciendo: ¿Volveré a pelear contra los hijos de mi hermano Benjamín? Y Jehová les respondió: Subid contra él.

24Y los hijos de Israel se acercaron el segundo día contra los hijos de Benjamín.

25Y aquel segundo día, saliendo Benjamín de Gabaa contra ellos, derribó por tierra a otros dieciocho mil hombres de los hijos de Israel, todos los cuales sacaban espada.

26Entonces subieron todos los hijos de Israel y todo el pueblo, y fueron a la casa de Dios; y lloraron, y se sentaron allí delante de Jehová, y ayunaron aquel día hasta el atardecer; y ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehová.

27Y los hijos de Israel preguntaron a Jehová (pues el arca del convenio de Dios estaba allí en aquellos días,

28y Finees hijo de Eleazar, hijo de Aarón, se presentaba delante de ella en aquellos días), diciendo: ¿Volveré a salir a la batalla contra los hijos de mi hermano Benjamín o desistiré? Y Jehová dijo: Subid, porque mañana yo lo entregaré en vuestras manos.

29Y puso Israel emboscadas alrededor de Gabaa.

30Subiendo entonces los hijos de Israel contra los hijos de Benjamín al tercer día, se pusieron en orden de batalla delante de Gabaa, como las otras veces.

31Y salieron los hijos de Benjamín contra el pueblo y fueron alejados de la ciudad; y comenzaron a herir a algunos del pueblo, matándolos como las otras veces por los caminos, uno de los cuales sube a Bet-el y el otro a Gabaa, y en el campo mataron a unos treinta hombres de Israel.

32Y los hijos de Benjamín decían: Vencidos son delante de nosotros como antes. Mas los hijos de Israel decían: Huiremos y los alejaremos de la ciudad hasta los caminos.

33Entonces se levantaron todos los de Israel de su lugar y se pusieron en orden de batalla en Baal-tamar; y también la gente de Israel que emboscaba salió de su lugar, de la pradera de Gabaa.

34Y vinieron contra Gabaa diez mil hombres escogidos de todo Israel, y la batalla arreciaba; mas ellos no sabían que el mal se acercaba a ellos.

35Y derrotó Jehová a Benjamín delante de Israel; y mataron los hijos de Israel aquel día a veinticinco mil cien hombres de Benjamín, todos los cuales sacaban espada.

36Y vieron los hijos de Benjamín que estaban derrotados; pues los hijos de Israel habían cedido terreno a Benjamín, porque estaban confiados en la gente de las emboscadas que habían puesto contra Gabaa.

37Entonces los hombres de las emboscadas se apresuraron y acometieron a Gabaa, y se desplegaron y pasaron a filo de espada a toda la ciudad.

38Y los israelitas habían concertado una señal con los de las emboscadas: que hiciesen subir una gran columna de humo desde la ciudad.

39Luego, pues, que los de Israel retrocedieron en la batalla, los de Benjamín comenzaron a herir y matar a unos treinta hombres de Israel, y decían: Ciertamente ellos han caído delante de nosotros, como en la primera batalla.

40Mas cuando la llama comenzó a subir de la ciudad con una columna de humo, los de Benjamín miraron hacia atrás, y he aquí que el fuego de la ciudad subía al cielo.

41Entonces se volvieron los hombres de Israel, y los de Benjamín se llenaron de temor, porque vieron que la calamidad había venido sobre ellos.

42Volvieron, por tanto, la espalda ante los de Israel, huyendo hacia el camino del desierto; mas la batalla los alcanzó, y a los que salían de las ciudades los mataban en medio de ellos.

43Así cercaron a los de Benjamín, y los acosaron y los hollaron, desde Noja hasta enfrente de Gabaa hacia donde nace el sol.

44Y cayeron de Benjamín dieciocho mil hombres, todos ellos hombres de guerra.

45Y volviéndose, huyeron hacia el desierto, a la peña de Rimón, y de ellos mataron a cinco mil hombres en los caminos; siguieron acosándolos hasta Gidom y mataron de ellos a otros dos mil hombres.

46Así todos los que de Benjamín murieron aquel día fueron veinticinco mil hombres que sacaban espada, todos ellos hombres de guerra.

47Pero seiscientos hombres se volvieron y huyeron al desierto a la peña de Rimón, los cuales se quedaron en la peña de Rimón cuatro meses.

48Y los hombres de Israel volvieron contra los hijos de Benjamín y los pasaron a filo de espada, tanto a hombres como a bestias de cada ciudad y todo lo que hallaban a su paso; asimismo prendieron fuego a todas las ciudades que hallaron.

Jueces
..Capítulo 21

El pueblo lamenta la desolación de Benjamín — Destruyen a los habitantes de Jabes-galaad por no unirse a la guerra contra Benjamín — Se da esposas a los que quedaron de la tribu de Benjamín.

1 Y los hombres de Israel habían jurado en Mizpa, diciendo: Ninguno de nosotros dará su hija a los de Benjamín por esposa.

2Y vino el pueblo a la casa de Dios, y estuvieron allí hasta el atardecer delante de Dios; y alzando su voz, lloraron amargamente

3y dijeron: Oh Jehová Dios de Israel, ¿por qué ha sucedido esto en Israel, que falte hoy de Israel una tribu?

4Y aconteció que al día siguiente, el pueblo se levantó muy de mañana, y edificaron allí un altar y ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz.

5Y dijeron los hijos de Israel: ¿Quién de entre todas las tribus de Israel no subió a la asamblea, a Jehová? Porque se había hecho gran juramento contra el que no subiese a Jehová en Mizpa, diciendo: Sufrirá la muerte.

6Y los hijos de Israel se entristecieron a causa de Benjamín, su hermano, y dijeron: Una tribu es hoy cortada de Israel.

7¿Qué haremos en cuanto a conseguir esposas para los que han quedado, ya que hemos jurado por Jehová que no les daremos nuestras hijas por esposas?

8Y dijeron: ¿Hay alguno de las tribus de Israel que no haya subido a Jehová en Mizpa? Y hallaron que ninguno de Jabes-galaad había venido al campamento, a la asamblea.

9Porque el pueblo fue contado, y he aquí que no había allí ningún hombre de los moradores de Jabes-galaad.

10Entonces la congregación envió allá a doce mil hombres de los más valientes, y les mandaron, diciendo: Id y pasad a filo de espada a los moradores de Jabes-galaad, con las mujeres y los niños.

11Pero lo haréis de esta manera: mataréis a todo hombre y a toda mujer que haya conocido varón.

12Y hallaron entre los moradores de Jabes-galaad a cuatrocientas doncellas que no habían conocido varón, y las trajeron al campamento en Silo, que está en la tierra de Canaán.

13Toda la congregación envió un mensaje a los hijos de Benjamín que estaban en la peña de Rimón, y les proclamaron la paz.

14Y volvieron entonces los de Benjamín, y les dieron por esposas las que habían dejado vivas de las mujeres de Jabes-galaad; mas no había suficientes.

15Y el pueblo tuvo tristeza a causa de Benjamín, porque Jehová había abierto una brecha en las tribus de Israel.

16Entonces los ancianos de la congregación dijeron: ¿Qué haremos en cuanto a conseguir esposas para los que han quedado? Porque las mujeres de Benjamín han sido exterminadas.

17Y dijeron: Debe haber una heredad para Benjamín de los que han escapado, para que no sea una tribu exterminada de Israel.

18Pero nosotros no les podemos dar esposas de nuestras hijas, porque los hijos de Israel han jurado, diciendo: Maldito el que diere esposa a Benjamín.

19Ahora bien, dijeron, he aquí, cada año hay una fiesta solemne de Jehová en Silo, que está al norte de Bet-el y al lado oriental del camino que sube de Bet-el a Siquem, y al sur de Lebona.

20Y mandaron a los hijos de Benjamín, diciendo: Id y poned emboscadas en las viñas,

21y estad atentos. Y cuando veáis salir a las hijas de Silo a bailar en círculos, salid vosotros de las viñas, y arrebate cada uno esposa para sí de las hijas de Silo, y os iréis a tierra de Benjamín.

22Y cuando vengan los padres de ellas o sus hermanos a demandárnoslas, nosotros les diremos: Hacednos la merced de concedérnoslas, pues nosotros en la guerra no tomamos esposas para todos. Ya que vosotros no se las habéis dado, ahora no sois culpables.

23Y los hijos de Benjamín lo hicieron así y tomaron esposas conforme a su número, raptándolas de entre las que danzaban; y se fueron, y regresaron a su heredad, y reedificaron las ciudades y habitaron en ellas.

24Entonces los hijos de Israel se fueron también de allí, cada uno a su tribu y a su familia, saliendo de allí cada uno a su heredad.

25En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía como mejor le parecía.




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domingo, 25 de marzo de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia RV 2009 SUD: Día 80 Jueces 17-19


Jueces
..Capítulo 17
Micaía tiene una casa de dioses (imágenes) y consagra a sus propios sacerdotes.

1 Hubo un hombre de los montes de Efraín que se llamaba Micaía,

2el cual dijo a su madre: Las mil cien piezas de plata que te fueron hurtadas, por lo que tú maldecías, oyéndolo yo, he aquí que yo las tengo; yo las tomé. Entonces la madre le dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío.

3Y luego que él devolvió a su madre las mil cien piezas de plata, su madre dijo: Yo he dedicado este dinero a Jehová de mi mano para mi hijo para hacer una imagen tallada y una de fundición; ahora, pues, yo te lo devuelvo.

4Cuando él devolvió a su madre el dinero, tomó su madre doscientas piezas de plata y las dio al fundidor; y él le hizo de ellas una imagen tallada y una de fundición, y quedaron en casa de Micaía.

5Y tuvo este hombre Micaía una casa de dioses; e hizo un efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos, y llegó a ser su sacerdote.

6En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía como mejor le parecía.

7Y había un joven de Belén de Judá, de la tribu de Judá, el cual era levita, y era forastero allí.

8Este hombre partió de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde hallase lugar; y en su camino llegó a los montes de Efraín, a la casa de Micaía.

9Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y él le respondió: Soy levita de Belén de Judá y voy a vivir donde halle lugar.

10Entonces Micaía le dijo: Quédate en mi casa y sé para mí padre y sacerdote; y yo te daré diez piezas de plata por año, y vestidos y comida. Y el levita se quedó.

11Le agradó, pues, al levita morar con aquel hombre, y él lo tenía como a uno de sus hijos.

12Y Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía de sacerdote y estaba en casa de Micaía.

13Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me favorecerá, pues el levita es mi sacerdote.

Jueces
..Capítulo 18

La tribu de Dan envía hombres para buscar una heredad — Toman las imágenes y al sacerdote de Micaía; incendian la ciudad de Lais y establecen la idolatría.

1 En aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos días la tribu de Dan buscaba para sí heredad donde morar, porque hasta entonces no había obtenido su heredad entre las tribus de Israel.

2Y los hijos de Dan enviaron de su tribu a cinco hombres de entre todos ellos, hombres valientes de Zora y de Estaol, para que reconociesen y explorasen bien la tierra; y les dijeron: Id y reconoced la tierra. Éstos llegaron a los montes de Efraín, hasta la casa de Micaía, y se hospedaron allí.

3Y cuando estaban cerca de la casa de Micaía, reconocieron la voz del joven levita; y acercándose allá, le dijeron: ¿Quién te ha traído por acá? ¿Y qué haces aquí? ¿Y qué tienes que ver tú por aquí?

4Y él les respondió: De esta y de esta manera ha hecho conmigo Micaía, y me ha tomado para que sea su sacerdote.

5Y ellos le dijeron: Pregunta, pues, ahora a Dios, para que sepamos si ha de prosperar este viaje que hacemos.

6Y el sacerdote les respondió: Id en paz, porque el viaje que hacéis está delante de Jehová.

7Entonces aquellos cinco hombres partieron, y llegaron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, conforme a la costumbre de los de Sidón, ocioso y confiado; no había nadie en aquella región que los perturbase en cosa alguna para poseer aquella tierra; y además de eso, estaban lejos de los sidonios y no tenían tratos con nadie.

8Entonces volvieron ellos a sus hermanos en Zora y Estaol, y sus hermanos les dijeron: ¿Qué hay?

9Y ellos respondieron: Levantaos, subamos contra ellos, porque nosotros hemos explorado la región y hemos visto que es muy buena. ¿Y vosotros os quedáis sin hacer nada? No seáis perezosos en poneros en marcha para ir a tomar posesión de la tierra.

10Cuando vayáis allá, llegaréis a una gente confiada y a una tierra espaciosa, pues Dios la ha entregado en vuestras manos, lugar donde no hay falta de cosa alguna que haya en la tierra.

11Y partieron de allí los de Dan, de Zora y de Estaol, seiscientos hombres armados con armas de guerra.

12Fueron y acamparon en Quiriat-jearim, en Judá, por lo cual aquel lugar fue llamado el campamento de Dan hasta hoy; está detrás de Quiriat-jearim.

13Y pasando de allí a los montes de Efraín, llegaron hasta la casa de Micaía.

14Entonces aquellos cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra de Lais dijeron a sus hermanos: ¿No sabéis que en estas casas hay un efod y terafines, y una imagen tallada y una de fundición? Mirad, pues, lo que habéis de hacer.

15Y dirigiéndose allá, llegaron a la casa del joven levita, en casa de Micaía, y le preguntaron cómo estaba.

16Y los seiscientos hombres, que eran de los hijos de Dan, estaban armados con sus armas de guerra a la entrada de la puerta.

17Y subiendo los cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra, entraron allá y tomaron la imagen tallada, y el efod, y los terafines y la imagen de fundición, mientras se quedaba el sacerdote a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados con armas de guerra.

18Entrando, pues, aquellos en la casa de Micaía, tomaron la imagen tallada, el efod, y los terafines y la imagen de fundición. Y el sacerdote les dijo: ¿Qué hacéis vosotros?

19Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre tu boca y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es acaso mejor que seas tú sacerdote en casa de un solo hombre que serlo de una tribu y de una familia de Israel?

20Y se alegró el corazón del sacerdote, quien tomó el efod, y los terafines y la imagen, y se fue entre la gente.

21Y ellos se volvieron y se fueron, y pusieron los niños, y el ganado y las posesiones por delante.

22Y cuando ya se habían alejado de la casa de Micaía, los hombres que habitaban en las casas cercanas a la casa de Micaía se reunieron y siguieron a los hijos de Dan.

23Y dando voces a los de Dan, éstos volvieron sus rostros y dijeron a Micaía: ¿Qué te pasa que has juntado gente?

24Y él respondió: Os lleváis mis dioses que yo hice, juntamente con el sacerdote, y os marcháis. ¿Qué más me queda? ¿Y con qué propósito me decís: ¿Qué te pasa?

25Y los hijos de Dan le dijeron: No des voces tras nosotros, no sea que los de ánimo colérico os acometan, y pierdas también tu vida y la vida de los tuyos.

26Y los hijos de Dan prosiguieron su camino; y viendo Micaía que eran más fuertes que él, se volvió y regresó a su casa.

27Y ellos, llevándose las cosas que había hecho Micaía, juntamente con el sacerdote que tenía, llegaron a Lais, al pueblo confiado y seguro; y los hirieron a filo de espada y quemaron la ciudad con fuego.

28Y no hubo quien los defendiese, porque estaban lejos de Sidón y no tenían comercio con nadie. Y la ciudad estaba en el valle que hay junto a Bet-rehob. Luego reedificaron la ciudad y habitaron en ella.

29Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan, conforme al nombre de su padre Dan, hijo de Israel, aunque antes la ciudad se llamaba Lais.

30Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen tallada; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Manasés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan hasta el día del cautiverio de la tierra.

31Y mantuvieron levantada la imagen que Micaía había hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.

Jueces
..Capítulo 19

La concubina de un levita comete adulterio y vuelve a casa de su padre — Su esposo la busca y se alojan una noche en Gabaa — Los hombres de Gabaa abusan de la concubina y ella muere — El esposo levita la corta en doce pedazos y los envía a las tribus de Israel.

1En aquellos días, cuando no había rey en Israel, hubo un levita que moraba como forastero en la parte más remota de los montes de Efraín, el cual había tomado para sí como concubina a una mujer de Belén de Judá.

2Y su concubina cometió adulterio contra él y se fue de él a casa de su padre, a Belén de Judá, y estuvo allá durante cuatro meses.

3Y se levantó su marido y la siguió para hablarle amorosamente y hacerla volver, llevando consigo un criado suyo y un par de asnos; y ella le hizo entrar en la casa de su padre. Y viéndole el padre de la joven, le salió a recibir gozoso.

4Y le retuvo su suegro, padre de la joven, y se quedó en su casa tres días, comiendo y bebiendo y alojándose allí.

5Y aconteció que al cuarto día, cuando se levantaron de mañana, se levantó también el levita para irse, y el padre de la joven le dijo a su yerno: Conforta tu corazón con un bocado de pan, y después os iréis.

6Y se sentaron ellos dos juntos, y comieron y bebieron. Y el padre de la joven le dijo al hombre: Yo te ruego que te quedes aquí esta noche, y se alegrará tu corazón.

7Y se levantó el hombre para irse, pero el suegro le insistió, y volvió a pasar allí la noche.

8Y al quinto día, levantándose muy de mañana para irse, le dijo el padre de la joven: Conforta ahora tu corazón y aguarda hasta que decline el día; y comieron los dos juntos.

9Y se levantó luego el hombre para irse, él, y su concubina y su criado. Entonces su suegro, el padre de la joven, le dijo: He aquí, el día declina y va a anochecer; te ruego que paséis aquí la noche. He aquí que el día se acaba; pasa aquí la noche para que se alegre tu corazón; y mañana os levantaréis temprano para emprender vuestro camino, y te irás a tus tiendas.

10Mas el hombre no quiso pasar allí la noche, sino que se levantó, y partió y llegó hasta enfrente de Jebús, que es Jerusalén, con su par de asnos ensillados y con su concubina.

11Y estando ya junto a Jebús, el día había declinado mucho; y dijo el criado a su señor: Ven ahora, y vámonos a esta ciudad de los jebuseos, para que pasemos en ella la noche.

12Y su señor le respondió: No iremos a ninguna ciudad de extranjeros, que no sea de los hijos de Israel, sino que pasaremos hasta Gabaa.

13Y dijo a su criado: Ven, lleguemos a uno de esos lugares, para pasar la noche en Gabaa o en Ramá.

14Pasaron, pues, de largo y siguieron su camino, y se les puso el sol junto a Gabaa, que era de Benjamín.

15Y se apartaron del camino para entrar a pasar allí la noche en Gabaa; y entrando, se sentaron en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los acogiese en su casa para pasar la noche.

16Y he aquí, un hombre viejo que al atardecer venía de trabajar en el campo, el cual era de los montes de Efraín, y moraba como forastero en Gabaa, pues los moradores de aquel lugar eran hijos de Benjamín.

17Y alzando el anciano los ojos, vio a aquel viajero en la plaza de la ciudad y le dijo: ¿A dónde vas y de dónde vienes?

18Y él respondió: Pasamos de Belén de Judá a la parte más remota de los montes de Efraín, de donde soy; y fui hasta Belén de Judá; y ahora voy a la casa de Jehová, y no hay quien me reciba en su casa.

19Nosotros tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y también tenemos pan y vino para mí y para tu sierva, y para el criado que está con tu siervo; de nada tenemos falta.

20Y el anciano dijo: La paz sea contigo; todo lo que te falte quede solamente a mi cargo, con tal que no pases la noche en la plaza.

21Y los llevó a su casa y dio de comer a sus asnos; y ellos se lavaron los pies, y comieron y bebieron.

22Y cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa y golpearon a la puerta, diciendo al anciano dueño de la casa: Saca fuera al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos.

23Y salió a ellos aquel hombre, el dueño de la casa, y les dijo: No, hermanos míos, os ruego que no cometáis este mal; puesto que este hombre ha entrado en mi casa, no hagáis esta maldad.

24He aquí mi hija virgen y la concubina de él; yo os las sacaré ahora; humilladlas y haced con ellas como os parezca, pero no hagáis a este hombre cosa tan infame.

25Mas aquellos hombres no le quisieron oír; por lo que, tomando aquel hombre a su concubina, la sacó fuera de la casa. Y ellos la conocieron y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, y la dejaron cuando apuntaba el alba.

26Y cuando ya amanecía, la mujer vino y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta que fue de día.

27Y levantándose de mañana su señor, abrió las puertas de la casa y salió para seguir su camino, y he aquí que su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral.

28Y él le dijo: Levántate, y vámonos. Mas ella no respondió. Entonces la levantó aquel hombre y, echándola sobre su asno, se levantó y se fue a su lugar.

29Y al llegar a su casa, tomó un cuchillo, y echó mano de su concubina, y la despedazó por sus huesos en doce partes y las envió por todo el territorio de Israel.

30Y todo el que veía aquello, decía: Jamás se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Considerad esto, tomad consejo y hablad.





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