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viernes, 30 de noviembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 249: Daniel 9-12


Capítulo 9
Daniel ayuna, confiesa y ora por todo Israel — Gabriel revela el tiempo de la venida del Mesías, quien hará expiación por la iniquidad — Se quitará la vida al Mesías.

1 En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la descendencia de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos,

2 en el año primero de su reinado, yo, Daniel, entendí por los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, en los que habían de concluir las desolaciones de Jerusalén: setenta años.

3 Y volví mi rostro a Dios, el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, y cilicio y ceniza.

4 Y oré a Jehová mi Dios, e hice confesión y dije: Ah Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guarda el convenio y la misericordia con los que le aman y guardan sus mandamientos;

5 hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos actuado inicuamente, y hemos sido rebeldes y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus juicios.

6 No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, y a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.

7 Tuya es, oh Señor, la justicia, y nuestra la vergüenza de rostro, como en el día de hoy, y de todo hombre de Judá, y de los moradores de Jerusalén y de todo Israel, tanto de los de cerca como de los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti.

8 Oh Jehová, nuestra es la vergüenza de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque contra ti pecamos.

9 De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado;

10 y no obedecimos la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes, las cuales puso él delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas.

11 Y todo Israel transgredió tu ley, apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual han caído sobre nosotros la maldición y el juramento que están escritos en la ley de Moisés, siervo de Dios, porque contra Dios pecamos.

12 Y él ha confirmado su palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jueces que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan gran mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén.

13 Según está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para apartarnos de nuestras iniquidades y entender tu verdad.

14 Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos su voz.

15 Ahora pues, oh Señor, Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa y te hiciste renombre, cual lo tienes en este día, hemos pecado, hemos actuado inicuamente.

16 Oh Señor, conforme a toda tu justicia, apártense, te ruego, tu ira y tu furor de sobre tu ciudad, Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados y por las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos los que nos rodean.

17 Ahora pues, oh Dios nuestro, oye la oración de tu siervo y sus ruegos, y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario desolado, por amor del Señor.

18 Inclina, oh Dios mío, tu oído y oye; abre tus ojos y mira nuestras desolaciones y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no derramamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias.

19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, oh Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, oh Dios mío, porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.

20 Y aún estaba hablando, y orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios,

21 y aún estaba hablando en oración cuando Gabriel, el varón a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora de la ofrenda de la tarde.

22 Y me hizo entender, y habló conmigo y dijo: Daniel, ahora he venido para darte prudencia y entendimiento.

23 Al principio de tus ruegos salió la palabra, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la palabra y entiende la visión.

24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar con la transgresión, y poner fin al pecado y expiar la iniquidad, y para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos.

25 Sabe, pues, y entiende que desde la salida de la palabra para restaurar y reedificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; se volverán a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.

26 Y después de las sesenta y dos semanas, se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra las desolaciones están determinadas.

27 Y por una semana confirmará el convenio con muchos, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda; después, con la muchedumbre de las abominaciones, vendrá la desolación, y esto hasta que venga la consumación y se derrame lo que ya está determinado sobre lo desolado.

Capítulo 10

Daniel ve a Jehová y a otros seres en una visión gloriosa — Se le muestra lo que ha de acontecer en los últimos días.

1 En el tercer año de Ciro, rey de Persia, fue revelada la palabra a Daniel, cuyo nombre era Beltsasar; y la palabra era verdadera y el conflicto grande; y él comprendió la palabra y tuvo entendimiento de la visión.

2 En aquellos días yo, Daniel, estuve de duelo por espacio de tres semanas.

3 No comí pan delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas.

4 Y el día veinticuatro del mes primero, estaba yo a la orilla del gran río Hidekel;

5 y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz;

6 y su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.

7 Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que cayó sobre ellos un gran temor, y huyeron para esconderse.

8 Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión; y no quedaron fuerzas en mí; antes bien, mis fuerzas se convirtieron en debilidad, sin retener yo vigor alguno.

9 Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra.

10 Y he aquí, una mano me tocó e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.

11 Y me dijo: Daniel, varón muy amado, entiende las palabras que te hablaré y levántate sobre tus pies, porque a ti he sido enviado ahora. Y mientras hablaba esto conmigo, me puse de pie temblando.

12 Entonces me dijo: Daniel, no temas, porque desde el primer día en que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras, yo he venido.

13 Pero el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí, Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y me quedé allí con los reyes de Persia.

14 Y he venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los últimos días, porque la visión es aún para muchos días.

15 Y mientras hablaba conmigo estas palabras, volví mi rostro a tierra y enmudecí.

16 Mas he aquí, uno semejante a los hijos de los hombres tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me quedan fuerzas.

17 ¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltaron las fuerzas, y no me quedó aliento.

18 Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez y me fortaleció.

19 Y me dijo: Varón muy amado, no temas; la paz sea contigo; sé fuerte, sí, sé fuerte. Y cuando él me hubo hablado, recobré yo el vigor y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.

20 Y dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear con el príncipe de Persia; y al salir yo, he aquí, viene el príncipe de Grecia.

21 Pero yo te declararé lo que está escrito en la escritura de la verdad; y ninguno hay que se esfuerce conmigo en estas cosas, sino Miguel vuestro príncipe.

Capítulo 11

Daniel ve los reyes sucesivos y sus guerras, alianzas y conflictos que precederán a la Segunda Venida de Cristo.

1 Y en el año primero de Darío el Medo, yo estuve para animarlo y fortalecerlo.

2 Y ahora yo te mostraré la verdad. He aquí que aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto se hará de grandes riquezas más que todos ellos; y al hacerse fuerte con sus riquezas, incitará a todos contra el reino de Grecia.

3 Se levantará luego un rey valiente, el cual dominará con gran dominio y hará según su voluntad.

4 Pero cuando se haya levantado, su reino será quebrantado y repartido por los cuatro vientos del cielo, y no será para sus descendientes, ni según el dominio con que él dominó, porque su reino será arrancado y será para otros aparte de ellos.

5 Y se hará fuerte el rey del sur, mas uno de sus príncipes le sobrepujará y tendrá dominio; su dominio será grande.

6 Y al cabo de años harán alianza, y la hija del rey del sur vendrá al rey del norte para hacer un acuerdo. Pero ella no podrá retener la fuerza del brazo, ni permanecerá él ni su brazo; porque será entregada ella y los que la habían traído, así como su padre y el que la fortalecía en aquel tiempo.

7 Pero un renuevo de sus raíces se levantará sobre su trono, y vendrá contra el ejército, y entrará en la fortaleza del rey del norte, y contenderá con ellos y prevalecerá.

8 Y aun a los dioses de ellos, con sus imágenes fundidas, con sus utensilios preciosos de plata y de oro, llevará cautivos a Egipto; y durante años se mantendrá él alejado del rey del norte.

9 Así entrará en el reino el rey del sur y volverá a su tierra.

10 Mas sus hijos se airarán y reunirán multitud de grandes ejércitos; y habrá uno que seguirá avanzando, e inundará y pasará adelante; y volverá y llevará la guerra hasta su fortaleza.

11 Por lo cual se enfurecerá el rey del sur, y saldrá y peleará contra el rey del norte; y pondrá en campaña una gran multitud, y toda aquella multitud será entregada en sus manos.

12 Y al llevarse él la multitud, se enaltecerá su corazón y derribará a muchos millares, pero no prevalecerá.

13 Y el rey del norte volverá a poner en campaña una multitud mayor que la primera, y al cabo de algunos años seguirá avanzando con un gran ejército y con muchas provisiones.

14 Y en aquellos tiempos se levantarán muchos contra el rey del sur; y los hombres violentos de tu pueblo se levantarán para cumplir la visión, pero caerán.

15 Vendrá, pues, el rey del norte, y levantará terraplenes y tomará la ciudad fortificada; y las fuerzas del sur no podrán sostenerse, ni su gente escogida, porque no habrá fuerzas que puedan resistir.

16 Y el que vendrá contra él hará según su voluntad, y no habrá quien se le pueda enfrentar; y estará en la tierra deseable, la cual será consumida bajo su poder.

17 Pondrá luego su rostro para venir con el poder de todo su reino; y hará con aquél un acuerdo y le dará una hija de las mujeres para destruirlo, pero no permanecerá ni le será de ventaja.

18 Volverá después su rostro a las islas y tomará muchas, pero un príncipe le pondrá freno a su afrenta y aun hará volver sobre él su oprobio.

19 Luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra, pero tropezará y caerá, y no será hallado más.

20 Entonces le sucederá en su lugar uno que hará pasar un cobrador de tributos por la gloria del reino; pero en pocos días será destruido, aunque no con enojo ni en batalla.

21 Y le sucederá en su lugar un hombre vil, al cual no darán la honra del reino; pero vendrá sin aviso y tomará el reino con halagos.

22 Y las fuerzas arrasadoras serán barridas delante de él y serán destruidas, y aun también el príncipe del convenio.

23 Y después de la alianza con él, hará engaño y subirá y saldrá vencedor con poca gente.

24 Estando la provincia en paz y en abundancia, entrará y hará lo que no hicieron sus padres ni los padres de sus padres; botín, y despojos y riquezas repartirá entre ellos; y contra las fortalezas tramará sus designios; y esto por un tiempo.

25 E incitará sus fuerzas y su corazón contra el rey del sur con un gran ejército; y el rey del sur se movilizará para la guerra con un ejército grande y muy fuerte; pero no prevalecerá, porque tramarán intrigas contra él.

26 Aun los que coman de sus manjares lo destruirán; y su ejército será destruido, y muchos caerán muertos.

27 Y el corazón de estos dos reyes será para hacer mal, y en una misma mesa hablarán mentiras; pero no servirá de nada, porque el plazo aún no habrá llegado.

28 Y volverá a su tierra con gran riqueza, y su corazón estará contra el convenio santo; hará su voluntad y volverá a su tierra.

29 Al tiempo señalado volverá al sur, pero no será como la primera vez ni como la postrera.

30 Porque vendrán contra él naves de Quitim, y él se contristará, y volverá, y se enojará contra el pacto santo y hará su voluntad; volverá, pues, y se las entenderá con los que hayan abandonado el convenio santo.

31 Y se levantarán fuerzas de su parte, y profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio y pondrán la abominación desoladora.

32 Y con lisonjas corromperá a los violadores del convenio; mas el pueblo que conoce a su Dios será fuerte y actuará.

33 Y los sabios del pueblo darán sabiduría a muchos; y caerán a espada y a fuego, en cautividad y despojo durante algunos días.

34 Y en su caída serán ayudados con un pequeño socorro; y muchos se juntarán a ellos con lisonjas.

35 Y algunos de los sabios caerán para ser refinados, y purificados y emblanquecidos hasta el tiempo del fin, porque el tiempo fijado está aún por venir.

36 Y el rey hará según su voluntad; y se enaltecerá y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará cosas inauditas y prosperará hasta que sea consumada la ira, porque lo que está determinado se cumplirá.

37 Y del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres, ni hará caso a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá a sí mismo.

38 Más bien honrará en su lugar al dios de las fortalezas, y a un dios que sus padres no conocieron honrará con oro, y con plata, y con piedras preciosas y con cosas de gran precio.

39 Y con el dios ajeno que él reconozca hará su voluntad en las fortalezas más fuertes e incrementará su gloria; y les dará dominio sobre muchos y por un precio repartirá la tierra.

40 Pero al cabo del tiempo, el rey del sur se enfrentará con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y con gente de a caballo y con muchas naves; y entrará por las tierras, y arrasará y pasará adelante.

41 Y entrará en la tierra deseable, y muchas provincias caerán; pero éstas escaparán de sus manos: Edom, y Moab y lo principal de los hijos de Amón.

42 Asimismo, extenderá su mano contra las otras tierras, y no escapará el país de Egipto.

43 Y se apoderará de los tesoros de oro y de plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y los de Etiopía marcharán con él.

44 Pero noticias del oriente y del norte lo espantarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos.

45 Y plantará sus tiendas reales entre los mares y el monte glorioso y santo; pero llegará a su fin y no tendrá quien le ayude.

Capítulo 12

En los últimos días, Miguel liberará a Israel de sus angustias — Daniel habla de las dos resurrecciones — Los entendidos conocerán los tiempos y los significados de sus visiones.

1 Y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está a favor de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que existen las naciones hasta entonces; pero en aquel tiempo será liberado tu pueblo, todos los que se hallen inscritos en el libro.

2 Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y desprecio perpetuo.

3 Y los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento, y los que lleven a muchos a la rectitud, como las estrellas, por toda la eternidad.

4 Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y el conocimiento aumentará.

5 Y yo, Daniel, miré, y he aquí, otros dos que estaban allí, uno a este lado de la orilla del río y el otro al otro lado de la orilla del río.

6 Y dijo uno al varón vestido de lino que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas?

7 Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, quien alzó su mano derecha y su mano izquierda al cielo y juró por el que vive por los siglos que será por un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas.

8 Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Oh Señor mío, ¿cuál será el final de estas cosas?

9 Y dijo: Anda, Daniel, porque estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.

10 Muchos serán purificados, y emblanquecidos y refinados; pero los malvados actuarán con maldad, y ninguno de los malvados entenderá, pero entenderán los entendidos.

11 Y desde el tiempo en que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días.

12 Bienaventurado el que espere y llegue hasta mil trescientos treinta y cinco días.

13 Mas tú, sigue hasta el fin, y reposarás y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 248: Daniel 5-8



Capítulo 5
Belsasar y sus convidados beben en los vasos del templo — Una mano escribe en la pared, anunciando la caída de Belsasar — Daniel interpreta las palabras y reprende al rey por su orgullo y su idolatría — Esa misma noche Babilonia es conquistada.

1 El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus nobles, y en presencia de los mil bebía vino.

2 Belsasar, cuando bebía el vino, mandó que trajesen los autensilios de oro y de plata que Nabucodonosor, su padre, había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus nobles, sus esposas y sus concubinas.

3 Entonces fueron traídos los utensilios de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus nobles, sus esposas y sus concubinas.

4 Bebieron vino y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.

5 En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribían delante del candelabro en lo encalado de la pared del palacio real; y el rey veía la amano que escribía.

6 Entonces el arostro del rey se demudó, y sus pensamientos blo turbaron, y se debilitaron sus clomos, y sus rodillas daban la una con la otra.

7 El rey gritó en alta voz que hiciesen venir a los astrólogos, a los caldeos y a los adivinos. Habló el rey y dijo a los sabios de Babilonia: Cualquiera que lea esta escritura y me dé a conocer su interpretación será vestido de púrpura y llevará un collar de oro en su cuello; y en el reino agobernará como el tercero.

8 Entonces entraron todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la escritura ni dar a conocer al rey su interpretación.

9 Entonces el rey Belsasar se turbó en gran manera y se demudó su rostro, y sus nobles quedaron perplejos.

10 La reina, por las palabras del rey y de sus nobles, entró en la sala del banquete. Y habló la reina y dijo: Oh rey, vive para siempre; no te turben tus pensamientos ni se demude tu rostro.

11 En tu reino hay un hombre en quien mora el espíritu de los dioses santos; y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como la sabiduría de los dioses; a quien tu padre, el rey Nabucodonosor, constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos,

12 por cuanto fue hallado en él un espíritu excelente, y conocimiento, y entendimiento, interpretación de sueños, y desciframiento de enigmas y resolución de dudas; a saber, en Daniel, a quien el rey puso por anombre Beltsasar. Llámese, pues, ahora a Daniel, y él dará a conocer la interpretación.

13 Entonces Daniel fue traído ante el rey. Y habló el rey y dijo a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel, de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea?

14 Yo he oído acerca de ti, que el espíritu de los dioses santos está en ti, y que en ti se hallan luz, y entendimiento y mayor sabiduría.

15 Y ahora han sido traídos ante mí sabios y astrólogos para que leyesen esta escritura y me diesen a conocer su interpretación; pero no han podido dar a conocer la interpretación del asunto.

16 Yo, pues, he oído decir de ti que puedes dar interpretaciones y resolver dudas. Si ahora puedes leer esta escritura y adarme a conocer su interpretación, serás vestido de púrpura, y llevarás en tu cuello un collar de oro y en el reino serás el tercer gobernante.

17 Entonces Daniel respondió y dijo delante del rey: Tus presentes sean para ti, y da tus recompensas a otro. Sin embargo, leeré la escritura al rey y le daré a conocer la interpretación.

18 El altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor, tu padre, el reino, y la grandeza, y la gloria y la majestad;

19 y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban y temían delante de él. A quien quería, mataba; y a quien quería, daba vida; a quien quería, engrandecía; y a quien quería, humillaba.

20 Pero cuando su acorazón se enalteció y su espíritu se endureció en su orgullo, fue bdepuesto del trono de su reino y despojado de su gloria.

21 Y fue echado de entre los hijos de los hombres, y su corazón se hizo semejante al de las bestias, y con los asnos monteses fue su morada. Hierba le hicieron comer, como a buey, y su cuerpo fue mojado con el rocío del cielo, hasta que entendió que el altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres y que pone sobre él al que quiere.

22 Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto,

23 sino que contra el Señor del cielo te has enaltecido; y han traído ante ti los utensilios de su casa, y tú y tus nobles, tus esposas y tus concubinas bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a adioses de plata y de oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que no ven, ni oyen ni saben; y nunca honraste al Dios en cuya mano está tu vida, y de quien son todos tus caminos.

24 Entonces de su presencia fue enviada la mano que escribió esta escritura.

25 Y la escritura que escribió es: Mene, Mene, Tekel, Uparsin.

26 Y ésta es la interpretación del asunto: a Mene : Dios ha contado tu reino y le ha puesto fin.

27 a Tekel : Pesado has sido en balanza y fuiste hallado falto.

28 a Peres : Tu reino ha sido dividido y dado a los medos y a los persas.

29 Entonces, Belsasar mandó vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro y proclamar que él era el tercer gobernante del reino.

30 Aquella misma noche fue amuerto Belsasar, rey de los caldeos.

31 Y Darío, de Media, tomó el reino, siendo de sesenta y dos años.

Capítulo 6

Darío nombra a Daniel uno de sus gobernadores — Daniel adora a Dios, desobedeciendo así al decreto de Darío — Se le echa al foso de los leones — Su fe lo salva, y Darío decreta que todos han de venerar al Dios de Daniel.

1 Pareció bien a Darío constituir sobre el reino a ciento veinte sátrapas que estuviesen en todo el reino.

2 Y sobre ellos a tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes los sátrapas diesen cuenta, para que el rey no fuese perjudicado.

3 Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu excelente; y el rey pensaba ponerlo sobre todo el reino.

4 Entonces los gobernadores y los sátrapas buscaron ocasión para acusar a Daniel con respecto a los asuntos del reino, pero no pudieron hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún motivo de acusación ni falta fue hallado en él.

5 Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.

6 Entonces estos sátrapas y gobernadores se juntaron delante del rey y le dijeron así: Rey Darío, vive para siempre;

7 todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, consejeros y capitanes han acordado por consejo que se promulgue un edicto del rey, y se confirme que cualquiera que haga petición a cualquier dios u hombre fuera de ti, en el espacio de treinta días, oh rey, sea echado al foso de los leones.

8 Ahora, oh rey, publica el edicto y firma el documento, para que no se pueda revocar, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.

9 Firmó, pues, el rey Darío el documento y el edicto.

10 Y Daniel, cuando supo que el documento había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su aposento que daban hacia Jerusalén, se hincaba de rodillas tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.

11 Entonces se juntaron aquellos hombres y hallaron a Daniel orando y rogando delante de su Dios.

12 Se acercaron luego y hablaron ante el rey acerca del edicto real: ¿No has firmado el edicto de que cualquiera que pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, en el espacio de treinta días, oh rey, sea echado al foso de los leones? Respondió el rey y dijo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.

13 Entonces respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te tiene en cuenta, oh rey, ni acata el edicto que firmaste, sino que tres veces al día hace su petición.

14 Entonces cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle.

15 Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: Sabe, oh rey, que es la ley de Media y de Persia que ningún edicto o estatuto que el rey promulgue puede ser abrogado.

16 Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel y le echaron en el foso de los leones. Y habló el rey y le dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre.

17 Y fue traída una piedra que fue puesta sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus nobles, para que el acuerdo acerca de Daniel no se cambiara.

18 Luego el rey se fue a su palacio y se acostó en ayuno; no trajeron ante él instrumentos de música, y se le fue el sueño.

19 El rey, por tanto, se levantó muy de mañana y fue apresuradamente al foso de los leones.

20 Y acercándose al foso, llamó a voces a Daniel con voz triste; habló el rey y le dijo a Daniel: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?

21 Entonces Daniel respondió al rey: ¡Oh rey, vive para siempre!

22 Mi Dios envió a su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo.

23 Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios.

24 Y mandó el rey, y fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados al foso de los leones ellos, sus hijos y sus esposas; y aún no habían llegado al fondo del foso cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos.

25 Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitaban en toda esa tierra: Paz os sea multiplicada;

26 de parte mía se da el decreto de que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel, porque él es el Dios viviente y permanece para siempre, y su reino no será destruido, y su dominio perdurará hasta el fin.

27 Él salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones.

28 Y este Daniel fue prosperado durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el Persa.

Capítulo 7

Daniel ve cuatro bestias que representan los reinos de los hombres — Ve al Anciano de Días (Adán) a quien vendrá el Hijo del Hombre (Cristo) — El reino será dado a los santos para siempre.

1 En el primer año de Belsasar, rey de Babilonia, tuvo Daniel un sueño y visiones de su cabeza estando en su cama; luego escribió el sueño y relató lo principal del asunto.

2 Habló Daniel y dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar.

3 Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar.

4 La primera era como león y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas y fue levantada del suelo; y se quedó erguida sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre.

5 Y he aquí, una segunda bestia, semejante a un oso, la cual se levantó de costado, y tenía en su boca tres costillas entre sus dientes; y le fue dicho así: Levántate; devora mucha carne.

6 Después de esto yo miré, y he aquí, otra, semejante a un leopardo, y tenía cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas, y le fue dado dominio.

7 Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí, la cuarta bestia, espantosa y terrible, y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y hollaba las sobras con sus pies; y era muy diferente de todas las bestias que había visto antes de ella y tenía diez cuernos.

8 Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí, en este cuerno había ojos como ojos de hombre y una boca que hablaba de grandezas.

9 Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos; y el Anciano de Días se sentó, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono, llama de fuego; sus ruedas, fuego ardiente.

10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones estaban delante de él; el tribunal se sentó, y los libros se abrieron.

11 Yo entonces miraba a causa de la voz de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego.

12 Habían también quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo.

13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí en las nubes del cielo venía uno como el Hijo del Hombre, que vino hasta el Anciano de Días, y le hicieron acercarse delante de él.

14 Y le fue dado dominio, y gloria y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían; su dominio es un dominio eterno que no terminará, y su reino no será destruido.

15 A mí, Daniel, se me turbó el espíritu en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza me turbaron.

16 Me acerqué a uno de los que estaban allí y le pregunté la verdad acerca de todo esto. Y me habló y me dio a conocer la interpretación de las cosas.

17 Estas grandes bestias, que son cuatro, son cuatro reyes que se levantarán en la tierra.

18 Después recibirán el reino los santos del Altísimo y poseerán el reino eternamente, por los siglos de los siglos.

19 Entonces tuve el deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era tan diferente de todas las otras, espantosa en gran manera, que tenía dientes de hierro y uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y hollaba las sobras con sus pies;

20 asimismo, acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que le había salido, delante del cual habían caído tres; y este mismo cuerno tenía ojos y una boca que hablaba de grandezas, y parecía ser más grande que sus compañeros.

21 Y veía yo que este cuerno hacía la guerra contra los santos y los vencía,

22 hasta que vino el Anciano de Días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos poseyeron el reino.

23 Dijo así: La cuarta bestia será el cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos; y a toda la tierra devorará, y la hollará y la despedazará.

24 Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derribará.

25 Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo hostigará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en sus manos hasta un tiempo, y tiempos y medio tiempo.

26 Pero se sentará el tribunal, y le quitarán su dominio, para que sea destruido y arruinado hasta el fin;

27 y el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo serán dados al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es un reino eterno; y todos los dominios le servirán y le obedecerán.

28 Hasta aquí fue el fin del asunto. En cuanto a mí, Daniel, mucho me turbaron mis pensamientos y mi rostro se demudó; mas guardé en mi corazón el asunto.

Capítulo 8

Daniel ve en visión un carnero (Media y Persia), un macho cabrío (Grecia), otros cuatro reyes, y luego, en los últimos días, ve un rey altivo que destruirá al pueblo de los santos — Este rey será quebrantado cuando se levante contra el Príncipe de los príncipes.

1 En el año tercero del reinado del rey Belsasar, me apareció una visión a mí, Daniel, después de aquélla que me había aparecido antes.

2 Y vi en visión (y aconteció que cuando la vi, yo estaba en Susa, la ciudadela que está en la provincia de Elam), vi, pues, en visión, estando junto al río Ulai,

3 y alcé mis ojos y miré, y he aquí que un carnero estaba delante del río, el cual tenía dos cuernos; y aunque los cuernos eran altos, uno era más alto que el otro, y a la postre el más alto creció.

4 Vi que el carnero embestía con los cuernos al poniente, al norte y al sur, y que ninguna bestia podía estar delante de él, ni había quien escapase de su poder; y hacía conforme a su voluntad y se engrandeció.

5 Y mientras yo consideraba esto, he aquí, un macho cabrío venía del poniente sobre la faz de toda la tierra, el cual no tocaba la tierra; y aquel macho cabrío tenía un cuerno notable entre sus ojos;

6 y vino hasta el carnero que tenía los dos cuernos, que yo había visto que estaba delante del río, y corrió contra él con la furia de su fuerza.

7 Y lo vi llegar junto al carnero, y se enfureció contra él, y lo hirió y le quebró sus dos cuernos, porque el carnero no tenía fuerzas para mantenerse delante de él; lo derribó, por tanto, en tierra y lo pisoteó; y no hubo quien librase al carnero de su poder.

8 Y se engrandeció en gran manera el macho cabrío; y estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del cielo.

9 Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño que creció mucho hacia el sur, y hacia el oriente y hacia la tierra deseable.

10 Y se engrandeció hasta llegar al ejército del cielo; y echó por tierra parte del ejército y de las estrellas, y las pisoteó.

11 Aun se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra.

12 Y el ejército le fue entregado a causa de la transgresión contra el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso y prosperó.

13 Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos dijo a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la transgresión asoladora que pone al santuario y al ejército para ser pisoteados?

14 Y él me dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.

15 Y acaeció que mientras yo, Daniel, consideraba la visión y procuraba comprenderla, he aquí, se puso delante de mí uno con apariencia de hombre.

16 Y oí una voz de hombre entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, haz comprender la visión a este hombre.

17 Vino luego cerca de donde yo estaba, y con su venida me atemoricé y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo: Entiende, hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo del fin.

18 Y mientras él hablaba conmigo, caí profundamente dormido en tierra sobre mi rostro; y él me tocó y me hizo ponerme de pie.

19 Y dijo: He aquí, yo te enseñaré lo que ha de venir al final de la indignación, porque el final será en el tiempo señalado.

20 En cuanto al carnero que viste, que tenía dos cuernos, éstos son los reyes de Media y de Persia.

21 Y el peludo macho cabrío es el rey de Grecia; y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el primer rey.

22 Y en cuanto al cuerno que fue quebrado, al que sucedieron cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán de esa nación, mas no con la fuerza de él.

23 Y al cabo del reinado de éstos, cuando los transgresores hayan llegado al colmo, se levantará un rey altivo de rostro y hábil en intrigas.

24 Y su poder se fortalecerá, mas no con fuerza propia; y destruirá asombrosamente, y prosperará, y actuará y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos.

25 Y con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su propio corazón se engrandecerá y, en paz, destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe de los príncipes pero, será quebrantado, aunque no por mano humana.

26 Y la visión de la tarde y la mañana que se ha contado es verdadera; y tú guarda la visión, porque es para muchos días.

27 Y yo, Daniel, me debilité y estuve enfermo algunos días; y cuando convalecí, atendí los asuntos del rey; pero yo estaba espantado a causa de la visión, y no había quien la entendiese.

martes, 27 de noviembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 247: Daniel 1-4


Capítulo 1
Daniel y algunos hebreos son instruidos en la corte de Nabucodonosor — Comen alimentos sencillos y no beben vino — Dios les da más conocimiento y sabiduría que a todos los demás.

1 En el año tercero del reinado de Joacim, rey de Judá, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Jerusalén, y la sitió.

2 Y el Señor entregó en sus manos a Joacim, rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a la tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios.

3 Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, y del linaje real y de los príncipes,

4 muchachos en quienes no hubiese defecto alguno, y de buen parecer, y aptos para toda sabiduría, y sabios en ciencia, y de buen entendimiento e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.

5 Y les señaló el rey ración para cada día de la comida del rey y del vino que él bebía; y que los formase durante tres años, para que al fin de ellos entrasen al servicio del rey.

6 Y estaban entre ellos, de los hijos de Judá, Daniel, Ananías, Misael y Azarías,

7 a quienes el jefe de los eunucos puso nombres: y puso a Daniel, Beltsasar; y a Ananías, Sadrac; y a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.

8 Y Daniel se propuso en su corazón no contaminarse con la ración de la comida del rey ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligara a contaminarse.

9 Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos.

10 Y dijo el jefe de los eunucos a Daniel: Temo a mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues, ¿por qué ha de ver él vuestros rostros menos saludables que los de los muchachos que son semejantes a vosotros? Así condenaréis mi cabeza ante el rey.

11 Entonces dijo Daniel a Melsar, a quien el jefe de los eunucos había puesto sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías:

12 Pon a prueba, te ruego, a tus siervos durante diez días, y dennos legumbres para comer y agua para beber.

13 Compara después nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey; y haz después con tus siervos según veas.

14 Consintió, pues, con ellos en esto y probó con ellos durante diez días.

15 Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más saludable que el de los otros muchachos que comían de la ración de la comida del rey.

16 Así, pues, Melsar retiraba la ración de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres.

17 Y a estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento y aptitud para aprender todas las letras y sabiduría; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y todo sueño.

18 Pasados, pues, los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el jefe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor.

19 Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; y así entraron al servicio del rey.

20 Y sobre todo asunto de sabiduría y de entendimiento que el rey los consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.

21 Y continuó Daniel hasta el año primero del rey Ciro.

Capítulo 2

Se revela a Daniel el sueño de Nabucodonosor — El rey vio una gran imagen; vio una piedra del monte cortada, no con mano, que destruyó la imagen; y la piedra creció y llenó toda la tierra — La piedra es el reino de Dios en los últimos días.

1 Y en el segundo año del reinado de Nabucodonosor, soñó Nabucodonosor sueños, y se perturbó su espíritu, y se le fue el sueño.

2 Y mandó el rey llamar a magos, a astrólogos, y a encantadores y a caldeos, para que dijesen al rey sus sueños. Vinieron, pues, y se presentaron delante del rey.

3 Y el rey les dijo: He soñado un sueño, y mi espíritu se ha turbado por saber el sueño.

4 Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: Rey, vive para siempre; di el sueño a tus siervos, y te daremos la interpretación.

5 Respondió el rey y dijo a los caldeos: El asunto se me fue; si no me decís el sueño y su interpretación, seréis descuartizados, y vuestras casas serán convertidas en muladares.

6 Pero si me decís el sueño y su interpretación, recibiréis de mí presentes, y recompensas y gran honra; por tanto, decidme el sueño y su interpretación.

7 Respondieron por segunda vez y dijeron: Diga el rey el sueño a sus siervos, y le daremos la interpretación.

8 El rey respondió y dijo: Yo conozco ciertamente que vosotros ponéis dilaciones, porque veis que el asunto se me ha ido.

9 Si no me decís el sueño, una sola sentencia hay para vosotros. Ciertamente preparáis respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, esperando que las circunstancias cambien; por tanto, decidme el sueño, para que yo sepa que me podéis dar su interpretación.

10 Los caldeos respondieron delante del rey y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey; además, ningún rey, príncipe ni señor ha pedido cosa semejante a ningún mago, ni astrólogo ni caldeo.

11 El asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar delante del rey, salvo los dioses cuya morada no es con los mortales.

12 Por esto el rey, con ira y con gran enojo, mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia.

13 Y se publicó el decreto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos.

14 Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia.

15 Habló y dijo a Arioc, capitán del rey: ¿Por qué es tan severo el decreto de parte del rey? Entonces Arioc hizo saber el asunto a Daniel.

16 Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que así él le daría al rey la interpretación.

17 Luego Daniel fue a su casa e hizo saber el asunto a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros,

18 para que pidiesen misericordias del Dios del cielo con respecto a este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.

19 Entonces el misterio fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.

20 Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios desde la eternidad hasta la eternidad, porque suyos son la sabiduría y el poder.

21 Y él es el que cambia los tiempos y las estaciones; quita reyes y pone reyes; da sabiduría a los sabios y conocimiento a los entendidos;

22 él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y la luz mora con él.

23 A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y poder; y ahora me has revelado lo que te pedimos, pues nos has dado a conocer el asunto del rey.

24 Después de esto, Daniel fue a Arioc, a quien el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia. Fue y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame ante el rey, y yo le daré al rey la interpretación.

25 Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey y le dijo así: He hallado un hombre de los cautivos de Judá, el cual dará al rey la interpretación.

26 Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú darme a conocer el sueño que he visto y su interpretación?

27 Daniel respondió ante el rey y dijo: El misterio que el rey quiere saber, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden declarar al rey.

28 Pero hay un Dios en los cielos que revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. Tu sueño y las visiones de tu cabeza en tu cama son éstos:

29 A ti, oh rey, en tu cama te vinieron pensamientos sobre lo que había de suceder en lo por venir; y el que revela los misterios te ha hecho saber lo que ha de suceder.

30 Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los seres vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.

31 Tú, oh rey, mirabas, y he aquí había una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande y cuya gloria era muy sublime, estaba de pie delante de ti y su aspecto era terrible.

32 La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce;

33 sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.

34 Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, y golpeó a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.

35 Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como el tamo de las eras del verano; y se los llevó el viento, y no se encontró rastro alguno de ellos. Pero la piedra que golpeó la imagen se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra.

36 Éste es el sueño; también diremos su interpretación en presencia del rey.

37 Tú, oh rey, eres rey de reyes, porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, y fuerza y majestad.

38 Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tus manos y te ha dado dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro.

39 Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y otro tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra.

40 Y el cuarto reino será fuerte como el hierro; y como el hierro despedaza y rompe todas las cosas, y como el hierro quebranta todas estas cosas, despedazará y quebrantará a todos éstos.

41 Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; pero habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste el hierro mezclado con barro.

42 Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte y en parte será frágil.

43 En cuanto a aquello que viste, el hierro mezclado con barro, así se mezclará la descendencia de los hombres; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro.

44 Y en los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido ni será dejado el reino a otro pueblo; despedazará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre.

45 De la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual despedazó el hierro, el bronce, el barro cocido, la plata y el oro; el gran Dios ha hecho saber al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.

46 Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro, y rindió homenaje a Daniel y mandó que le ofreciesen presentes e incienso.

47 El rey habló a Daniel y le dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio.

48 Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos y grandes presentes, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia y el principal de los gobernadores sobre todos los sabios de Babilonia.

49 Y Daniel le solicitó al rey, y éste puso sobre la administración de la provincia de Babilonia a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego; y Daniel permaneció en la corte del rey.

Capítulo 3

Nabucodonosor manda hacer una estatua de oro y manda a todos los hombres que la adoren — Sadrac, Mesac y Abed-nego se niegan a hacerlo y son echados a un horno ardiente — Son protegidos y salen ilesos.

1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos y su anchura de seis codos; la levantó en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia.

2 Y el rey Nabucodonosor mandó reunir a los sátrapas, los jefes supremos, y los gobernadores, los consejeros, los tesoreros, los jueces, los magistrados y a todos los gobernantes de las provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado.

3 Fueron, pues, reunidos los sátrapas, los jefes supremos, y los gobernadores, los consejeros, los tesoreros, los jueces, los magistrados y todos los gobernantes de las provincias, para la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban de pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor.

4 Y el pregonero anunció en alta voz: Se os ordena a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas,

5 que al oír el son de la trompeta, de la flauta, del tamboril, del aarpa, del salterio, de la bzampoña y de todo instrumento musical, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado;

6 y cualquiera que no se postre y adore, en la misma hora será echado dentro de un horno de fuego ardiente.

7 Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la trompeta, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento musical, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.

8 Por esto, en aquel tiempo algunos hombres caldeos se acercaron y denunciaron a los judíos.

9 Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: Oh rey, vive para siempre.

10 Tú, oh rey, has dado la ley de que todo hombre al oír el son de la trompeta, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento musical, se postre y adore la estatua de oro;

11 y el que no se postre y adore sea echado dentro de un horno de fuego ardiente.

12 Hay unos hombres judíos, a quienes tú pusiste sobre los asuntos de la provincia de Babilonia; Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos hombres, oh rey, no te han hecho caso; no sirven a tus dioses ni adoran la estatua de oro que tú has levantado.

13 Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego. Entonces fueron traídos estos hombres delante del rey.

14 Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he levantado?

15 Ahora pues, ¿estáis dispuestos para que, al oír el son de la trompeta, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento musical, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adoráis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiente; ¿y qué dios será el que os libre de mis manos?

16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron y dijeron al rey Nabucodonosor: No ahace falta responderte sobre este asunto.

17 Si es así, nuestro Dios a quien servimos puede alibrarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, oh rey, él nos librará.

18 Y si no, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.

19 Entonces Nabucodonosor se llenó de ira y cambió la expresión de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y respondió y ordenó que el horno se calentara siete veces más de lo acostumbrado.

20 Y mandó a hombres muy fuertes que tenía en su ejército que atasen a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego para echarlos en el horno de fuego ardiente.

21 Entonces estos hombres fueron atados con sus mantos, y sus calzas, y sus turbantes y sus otras ropas, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiente.

22 Y como la orden del rey era apremiante, y habían calentado mucho el horno, la llama del fuego mató a los que habían alzado a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego.

23 Y estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiente.

24 Entonces el rey Nabucodonosor se asombró, y se levantó apresuradamente, y habló y dijo a los de su consejo: ¿No echamos a tres hombres atados dentro del fuego? Ellos respondieron y dijeron al rey: Es verdad, oh rey.

25 Respondió él y dijo: He aquí que yo veo cuatro hombres sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún adaño; y el aspecto del cuarto es semejante a un bhijo de los dioses.

26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente, y habló y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego.

27 Y se juntaron los sátrapas, los gobernantes, los gobernadores y los jueces del rey, para mirar a estos hombres, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado, ni sus ropas se habían dañado, ni el olor del fuego había quedado en ellos.

28 Nabucodonosor habló y dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, de Mesac y de Abed-nego, que envió a su aángel y libró a sus siervos que bconfiaron en él, y que no cumplieron el decreto del rey y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que no fuese su Dios.

29 Por lo tanto, proclamo un decreto de que todo pueblo, nación o lengua que diga blasfemia contra el Dios de Sadrac, de Mesac y de Abed-nego sea descuartizado, y su casa sea convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda alibrar como éste.

30 Entonces el rey engrandeció a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego en la provincia de Babilonia.

Capítulo 4

Daniel interpreta el sueño que tuvo Nabucodonosor del gran árbol en el que se describen la caída y la locura del rey — El rey aprende que el Altísimo tiene todo dominio y que pone al más humilde de los hombres sobre reinos terrenales.

1 Nabucodonosor, rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada.

2 Conviene que yo declare las señales y las maravillas que el Dios Altísimo ha hecho conmigo.

3 ¡Cuán grandes son sus señales y cuán poderosas sus maravillas! Su reino es un reino sempiterno, y su señorío de generación en generación.

4 Yo, Nabucodonosor, estaba tranquilo en mi casa y próspero en mi palacio.

5 Tuve un sueño que me espantó, y las imaginaciones y las visiones de mi cabeza me turbaron estando en mi cama.

6 Por lo cual yo di el decreto de hacer venir delante de mí a todos los sabios de Babilonia para que me dieran a conocer la interpretación del sueño.

7 Y vinieron magos, astrólogos, caldeos y adivinos; y les conté el sueño, pero no me dieron a conocer su interpretación,

8 hasta que finalmente vino ante mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien hay espíritu de los dioses santos; y conté el sueño delante de él, diciendo:

9 Beltsasar, jefe de los magos, ya que sé que hay en ti espíritu de los dioses santos y que ningún misterio es difícil para ti, dime las visiones de mi sueño que he visto y su interpretación.

10 Y éstas fueron las visiones de mi cabeza estando en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol cuya altura era grande.

11 Crecía este árbol y se hacía fuerte; y su altura llegaba hasta el cielo, y se veía desde los confines de toda la tierra.

12 Su follaje era hermoso, y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían, a su sombra, las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él todo ser viviente.

13 Vi en las visiones de mi cabeza, mientras estaba en mi cama, y he aquí que un vigilante y santo descendía del cielo;

14 clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol y cortad sus ramas; quitadle el follaje y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él y las aves de sus ramas.

15 Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, y con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y sea su parte con las bestias entre la hierba de la tierra.

16 Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos.

17 La sentencia es por decreto de los vigilantes, y el veredicto por la palabra de los santos, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da y que constituye sobre él al más humilde de los hombres.

18 Yo, el rey Nabucodonosor, he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque ninguno de los sabios de mi reino ha podido darme a conocer su interpretación; pero tú puedes, porque está en ti el espíritu de los dioses santos.

19 Entonces Daniel, cuyo nombre era Beltsasar, se quedó atónito casi una hora, y sus pensamientos le turbaban: El rey habló y dijo: Beltsasar, no te turben ni el sueño ni su interpretación. Respondió Beltsasar y dijo: Señor mío, el sueño sea para los que te odian, y su interpretación para tus enemigos.

20 El árbol que viste, que crecía y se hacía fuerte, y cuya altura llegaba hasta el cielo, y que se veía desde toda la tierra,

21 y cuyo follaje era hermoso, y su fruto abundante, y había en él alimento para todos, debajo del cual moraban las bestias del campo, y en cuyas ramas habitaban las aves del cielo,

22 tú mismo eres, oh rey, que creciste y te hiciste poderoso, pues creció tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra.

23 Y en cuanto a lo que vio el rey, un vigilante y santo que descendía del cielo y decía: Derribad el árbol y destruidlo; mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce, entre la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y sea su parte con las bestias del campo, hasta que pasen sobre él siete tiempos;

24 ésta es la interpretación, oh rey, y la sentencia del Altísimo que ha venido sobre mi señor, el rey:

25 Que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes y con el rocío del cielo serás mojado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que entiendas que el Altísimo tiene dominio sobre el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da.

26 Y en cuanto a la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, ello significa que tu reino seguirá siendo tuyo después que entiendas que es el cielo el que gobierna.

27 Por tanto, oh rey, acepta mi consejo y rompe con tus pecados haciendo justicia, y con tus iniquidades haciendo misericordias para con los pobres; pues tal vez sea prolongada tu prosperidad.

28 Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor.

29 Al cabo de doce meses, paseando por el palacio real de Babilonia,

30 habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder y para gloria de mi grandeza?

31 Aún estaba la palabra en la boca del rey cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, oh rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti;

32 y de entre los hombres te echarán, y con las bestias del campo será tu morada y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que entiendas que el Altísimo tiene dominio sobre el reino de los hombres, y a quien él quiere lo da.

33 En aquella misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila y sus uñas como las de las aves.

34 Mas al fin del tiempo, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, porque su dominio es sempiterno y su reino, de generación en generación.

35 Y todos los moradores de la tierra son considerados como nada; y con el ejército del cielo y con los habitantes de la tierra hace según su voluntad; y no hay quien detenga su mano y le diga: ¿Qué haces?

36 En ese mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis consejeros y mis nobles me buscaron; y fui restituido a mi reino, y mayor grandeza me fue añadida.

37 Ahora, yo, Nabucodonosor, alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas y justos sus caminos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 246: Ezequiel 45-48



Capítulo 45
Se repartirán terrenos para el santuario y para las casas de los sacerdotes — El pueblo ha de ofrecer sus sacrificios y ofrendas y guardar sus fiestas.

1 Y cuando repartáis por suertes la tierra en heredad, apartaréis una porción para Jehová, que le consagraréis como tierra sagrada: será de una longitud de veinticinco mil cañas y de diez mil de ancho; este territorio será santificado en todo su contorno.

2 De esto será para el santuario un cuadrado de quinientas cañas de longitud y quinientas de ancho, y habrá cincuenta codos alrededor para sus campos.

3 Y de esta área medirás de longitud veinticinco mil cañas y de anchura diez mil, en la cual estará el santuario, el lugar santísimo.

4 Lo consagrado de esta tierra será para los sacerdotes que sirven en el santuario, que se acercan para servir a Jehová; y servirá de lugar para sus casas y de lugar santo para el santuario.

5 Asimismo, veinticinco mil de longitud y diez mil de anchura, lo cual será para los levitas que sirven en la casa, como posesión para sí, con veinte cámaras.

6 Y para posesión de la ciudad, daréis cinco mil de anchura y veinticinco mil de longitud, junto a lo que se apartó para el santuario; esto será para toda la casa de Israel.

7 Y la parte del príncipe estará junto a lo que se apartó para el santuario a uno y otro lado, y junto a la posesión de la ciudad, delante de lo que se apartó para el santuario y delante de la posesión de la ciudad, desde el lado occidental hasta el lado oriental; y la longitud será desde el límite del occidente hasta el límite del oriente.

8 Esta tierra será su posesión en Israel, y nunca más mis príncipes oprimirán a mi pueblo; y darán la tierra a la casa de Israel conforme a sus tribus.

9 Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Basta ya, oh príncipes de Israel! Dejad la violencia y la rapiña; haced lo que es justo y recto; quitad vuestras imposiciones de sobre mi pueblo, dice Jehová el Señor.

10 Tendréis balanzas justas, y efa justo y bato justo.

11 El efa y el bato serán de una misma medida: que el bato tenga la décima parte del homer, y el efa la décima parte del homer; la medida de ellos será según el homer.

12 Y el siclo será de veinte geras. Veinte siclos, más veinticinco siclos, más quince siclos os serán una mina.

13 Ésta será la ofrenda que ofreceréis: la sexta parte de un efa de cada homer de trigo, y la sexta parte de un efa por cada homer de cebada.

14 Y el estatuto para el aceite, el bato de aceite, será la décima parte por cada coro; diez batos harán un homer, porque diez batos son un homer.

15 Y una cordera del rebaño por cada doscientas, de los pastos bien regados de Israel, para ofrenda de grano, y para holocausto y para ofrendas de paz, a fin de hacer expiación por ellos, dice Jehová el Señor.

16 Todo el pueblo de la tierra estará obligado a dar esta ofrenda para el príncipe de Israel.

17 Pero al príncipe corresponderá el dar los holocaustos, y la ofrenda de grano y la libación en las fiestas, y en las lunas nuevas, y en los días de reposo y en todas las solemnidades de la casa de Israel; él dispondrá la ofrenda por el pecado, y la ofrenda de grano, y el holocausto y las ofrendas de paz, para hacer expiación por la casa de Israel.

18 Así ha dicho Jehová el Señor: El mes primero, el día primero del mes, tomarás de la vacada un becerro sin defecto y purificarás el santuario.

19 Y el sacerdote tomará de la sangre de la ofrenda por el pecado y la pondrá sobre los postes de la casa, y sobre las cuatro esquinas del saliente del altar y sobre las pilastras de la entrada del atrio interior.

20 Así harás el séptimo día del mes por los que hayan pecado errónea o ingenuamente; y harás expiación por la casa.

21 El mes primero, a los catorce días del mes, tendréis la pascua, fiesta de siete días; se comerá pan sin levadura.

22 Y aquel día el príncipe dispondrá por sí mismo y por todo el pueblo de la tierra un becerro como ofrenda por el pecado.

23 Y los siete días de la fiesta dispondrá holocausto a Jehová, siete becerros y siete carneros sin defecto, cada día de los siete días; y como ofrenda por el pecado, un macho cabrío cada día.

24 Y con cada becerro ofrecerá una ofrenda de grano de un efa, y con cada carnero, un efa; y por cada efa, un hin de aceite.

25 En el mes séptimo, a los quince días del mes, en la fiesta, hará como en estos siete días en cuanto a la ofrenda por el pecado, y en cuanto al holocausto, y en cuanto a la ofrenda de grano y en cuanto al aceite.

Capítulo 46

Se explican las ordenanzas de adoración y de sacrificio.

1 Así ha dicho Jehová el Señor: La entrada del atrio interior que mira al oriente estará cerrada los seis días de trabajo, y el adía de reposo se abrirá; y se abrirá también el día de la luna nueva.

2 Y el príncipe entrará por el camino del pórtico de la puerta exterior y estará junto al pilar de la entrada, y los sacerdotes harán su holocausto y sus ofrendas de paz, y adorará en el umbral de la puerta; después saldrá, pero no se cerrará la puerta hasta el atardecer.

3 Asimismo adorará el pueblo de la tierra delante de Jehová, a la entrada de la puerta, en los días de reposo y en las lunas nuevas.

4 Y el holocausto que el príncipe ofrecerá a Jehová el día de reposo será seis corderos sin defecto y un carnero sin defecto;

5 y la ofrenda de grano será un efa con cada carnero; y con cada cordero una ofrenda de grano, conforme a sus posibilidades, y un hin de aceite por cada efa.

6 Mas el día de la luna nueva ofrecerá de la vacada un becerro sin defecto, y seis corderos y un carnero; deberán ser sin defecto.

7 Y dispondrá una ofrenda de grano de un efa con el becerro y un efa con el carnero; pero con los corderos, conforme a sus posibilidades; y un hin de aceite por cada efa.

8 Y cuando el príncipe entre, entrará por el camino del pórtico de la puerta, y por el mismo camino saldrá.

9 Mas cuando el pueblo de la tierra entre delante de Jehová en las asolemnidades, el que entre por el camino de la puerta del norte para adorar saldrá por la puerta del sur, y el que entre por la puerta del sur saldrá por la puerta del norte; no volverá por la puerta por donde entró, sino que saldrá por la de enfrente de ella.

10 Y el príncipe, cuando ellos entren, entrará en medio de ellos; y cuando ellos salgan, él saldrá.

11 Y en las fiestas y en las solemnidades, la ofrenda de grano será un efa con cada becerro y un efa con cada carnero; y con los corderos ofrendará conforme a sus posibilidades; y ofrecerá un hin de aceite por cada efa.

12 Pero cuando el príncipe avoluntariamente disponga holocausto u ofrendas de paz a Jehová, le abrirán la puerta que mira al oriente, y dispondrá su holocausto y sus ofrendas de paz como lo hace en el día de reposo; después saldrá, y cerrarán la puerta después que haya salido.

13 Y dispondrás para Jehová acada día en holocausto un cordero sin defecto de un año; cada mañana lo dispondrás.

14 Y con él dispondrás todas las mañanas una ofrenda de grano, la sexta parte de un efa y la tercera parte de un hin de aceite para humedecer la flor de harina; es la ofrenda de grano para Jehová continuamente, por estatuto perpetuo.

15 Dispondrán, pues, el cordero, y la ofrenda de grano y el aceite, todas las mañanas como holocausto continuo.

16 Así ha dicho Jehová el Señor: Si el príncipe diere algún presente a alguno de sus hijos, éste será heredad de ellos; será posesión de ellos en herencia.

17 Pero si de su heredad diere algún presente a alguno de sus siervos, será de él hasta el año de la alibertad; y entonces volverá al príncipe, porque la herencia será de sus hijos.

18 Y el príncipe no tomará nada de la herencia del pueblo por opresión, despojándolos de su posesión; de lo que él posee dará herencia a sus hijos, a fin de que ninguno de mi pueblo sea echado de su posesión.

19 Me trajo después por la entrada que había al lado de la puerta, a las cámaras santas de los sacerdotes, las cuales miraban al norte, y he aquí que había allí un lugar a los dos lados, hacia el occidente.

20 Y me dijo: Éste es el lugar donde los sacerdotes cocerán la ofrenda por la culpa y la ofrenda por el pecado; allí acocerán la ofrenda de grano, para no sacarla al atrio exterior, santificando así al pueblo.

21 Luego me sacó al atrio exterior y me llevó por los cuatro rincones del atrio; y he aquí que en cada rincón había un patio.

22 En los cuatro rincones del atrio había patios cercados de cuarenta codos de longitud y treinta de anchura; tenían una misma medida los cuatro rincones.

23 Y había una pared alrededor de ellos, alrededor de los cuatro, y abajo había fogones hechos alrededor de las paredes.

24 Y me dijo: Éstos son los lugares de los cocineros, donde los aservidores de la casa cocerán el sacrificio del pueblo.

Hazar-haticón, que es el límite de Haurán.

17 Y será el límite del norte desde el mar hasta Hazar-enán en el límite de Damasco al norte, y al límite de Hamat al lado del norte.

18 Al lado del oriente, en medio de Haurán y de Damasco, y de Galaad y de la tierra de Israel, al Jordán; esto mediréis como límite hasta el mar del oriente; éste es el lado oriental.

19 Y al lado del sur, hacia el sur, desde Tamar hasta las aguas de las rencillas; desde Cades hacia el arroyo y hasta el Mar Grande; y éste será el lado sur, al sur.

20 Y al lado del occidente el Mar Grande será el límite hasta enfrente de la entrada a Hamat; éste será el lado del occidente.

21 Repartiréis, pues, esta tierra entre vosotros según las tribus de Israel.

22 Y sucederá que echaréis sobre ella suertes por heredad para vosotros y para los extranjeros que moran entre vosotros, que entre vosotros han engendrado hijos; y los tendréis como nativos entre los hijos de Israel; echarán suertes con vosotros para tener heredad entre las tribus de Israel.

23 Y acontecerá que en la tribu en que more el extranjero, allí le daréis su heredad, ha dicho Jehová el Señor.

Capítulo 47

Brotan aguas de la casa de Jehová, las cuales sanan el Mar Muerto — Jehová muestra los límites de la tierra.

1 Después, me hizo volver a la entrada de la casa; y he aquí aguas brotaban de debajo del umbral de la casa hacia el oriente, porque la fachada de la casa daba al oriente; y las aguas descendían desde debajo del lado derecho de la casa, por el costado sur del altar.

2 Y me sacó por el camino de la puerta del norte y me hizo dar la vuelta por el camino exterior, hasta la puerta exterior que mira al oriente; y he aquí, las aguas fluían del lado derecho.

3 Y cuando el varón salió hacia el oriente, tenía un cordel en su mano; y midió mil codos y me hizo pasar por las aguas, con el agua hasta los tobillos.

4 Y midió otros mil y me hizo pasar por las aguas, con el agua hasta las rodillas. Midió luego otros mil y me hizo pasar por las aguas, hasta los lomos.

5 Y midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido, y el río no se podía pasar sino a nado.

6 Y me dijo: ¿Has visto, hijo de hombre? Después me llevó y me hizo volver por la ribera del río.

7 Y cuando volví, he aquí que en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado.

8 Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al desierto y entrarán en el mar; y al entrar en el mar, las aguas serán sanadas.

9 Y acontecerá que toda alma viviente que nade por dondequiera que entren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, pues serán sanadas; y vivirá todo lo que entre en este río.

10 Y sucederá que junto a él habrá pescadores, y desde En-gadi hasta En-eglaim será tendedero de redes; y los peces, según su especie, serán tan abundantes como los del Mar Grande.

11 Sus pantanos y sus lagunas no serán sanados; quedarán para salinas.

12 Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto; a su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer y sus hojas para medicina.

13 Así ha dicho Jehová el Señor: Éstos son los límites en que repartiréis la tierra como heredad entre las doce tribus de Israel. José tendrá dos partes.

14 Y la heredaréis así, tanto los unos como los otros; por ella alcé mi mano jurando que la había de dar a vuestros padres; por tanto, esta tierra será vuestra heredad.

15 Y éste será el límite de la tierra hacia el lado del norte: desde el Mar Grande, camino de Hetlón hasta la entrada de Zedad;

16 Hamat, Berota, Sibraim, que está entre el límite de Damasco y el límite de Hamat; Hazar-haticón, que es el límite de Haurán.

17 Y será el límite del norte desde el mar hasta Hazar-enán en el límite de Damasco al norte, y al límite de Hamat al lado del norte.

18 Al lado del oriente, en medio de Haurán y de Damasco, y de Galaad y de la tierra de Israel, al Jordán; esto mediréis como límite hasta el mar del oriente; éste es el lado oriental.

19 Y al lado del sur, hacia el sur, desde Tamar hasta las aguas de las rencillas; desde Cades hacia el arroyo y hasta el Mar Grande; y éste será el lado sur, al sur.

20 Y al lado del occidente el Mar Grande será el límite hasta enfrente de la entrada a Hamat; éste será el lado del occidente.

21 Repartiréis, pues, esta tierra entre vosotros según las tribus de Israel.

22 Y sucederá que echaréis sobre ella suertes por heredad para vosotros y para los extranjeros que moran entre vosotros, que entre vosotros han engendrado hijos; y los tendréis como nativos entre los hijos de Israel; echarán suertes con vosotros para tener heredad entre las tribus de Israel.

23 Y acontecerá que en la tribu en que more el extranjero, allí le daréis su heredad, ha dicho Jehová el Señor.

Capítulo 48

Se mencionan las porciones de tierra que corresponderán a cada tribu — Las puertas de la ciudad llevan los nombres de las tribus — El nombre de la ciudad será: Jehová-sama (Jehová está allí).

1 Y éstos son los nombres de las tribus: Desde el extremo norte por la vía de Hetlón viniendo a Hamat, Hazar-enán, el límite de Damasco, al norte, hacia Hamat, tendrá Dan una parte, estando sus extremos al oriente y al occidente.

2 Y junto a la frontera de Dan, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, tendrá Aser una parte.

3 Y junto al límite de Aser, desde el lado oriental hasta la parte del mar, Neftalí, otra.

4 Y junto al límite de Neftalí, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Manasés, otra.

5 Y junto al límite de Manasés, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Efraín, otra.

6 Y junto al límite de Efraín, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Rubén, otra.

7 Y junto al límite de Rubén, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Judá, otra.

8 Y junto al límite de Judá, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, estará la ofrenda que ofreceréis de veinticinco mil cañas de anchura y de longitud como cualquiera de las otras partes, a saber, desde el lado del oriente hasta el lado del mar; y el santuario estará en medio de ella.

9 La ofrenda que ofreceréis a Jehová tendrá de longitud veinticinco mil cañas y diez mil de ancho.

10 Y esta ofrenda será santa para los sacerdotes, de veinticinco mil cañas al norte, y de diez mil de anchura al occidente, y de diez mil de ancho al oriente y de veinticinco mil de longitud al sur; y el santuario de Jehová estará en medio de ella.

11 Ésta será para los sacerdotes santificados de los hijos de Sadoc que guardaron lo que encomendé, que no se descarriaron cuando se descarriaron los hijos de Israel, como se descarriaron los levitas.

12 Y esta ofrenda de la ofrenda de la tierra será para ellos, la parte santísima, junto al límite de los levitas.

13 Y la de los levitas, al lado de los límites de la de los sacerdotes, será de veinticinco mil cañas de longitud y de diez mil de anchura; toda la longitud de veinticinco mil, y la anchura de diez mil.

14 No venderán de ella, ni la permutarán ni traspasarán las primicias de la tierra, porque es cosa consagrada a Jehová.

15 Y las cinco mil cañas de anchura que quedan de las veinticinco mil serán profanas, para la ciudad, para habitación y para campos de alrededor; y la ciudad estará en medio.

16 Y éstas serán sus medidas: al lado norte cuatro mil quinientas cañas, y al lado sur cuatro mil quinientas, y al lado del oriente cuatro mil quinientas y al lado del occidente cuatro mil quinientas.

17 Y el campo de alrededor de la ciudad será al norte de doscientas cincuenta cañas, y al sur de doscientas cincuenta, y al oriente de doscientas cincuenta, y de doscientas cincuenta al occidente.

18 Y lo que quede de longitud al lado de la ofrenda santa, diez mil cañas al oriente y diez mil al occidente, será lo que quedará de la ofrenda santa; y lo que produzca será para alimento de los que sirvan en la ciudad.

19 Y los que sirvan en la ciudad serán de todas las tribus de Israel.

20 Toda la ofrenda de veinticinco mil cañas por veinticinco mil, un cuadrado, ofreceréis como ofrenda santa para la posesión de la ciudad.

21 Y del príncipe será lo que quede a uno y otro lado de la ofrenda santa y de la posesión de la ciudad, a saber: delante de las veinticinco mil cañas de la ofrenda hasta el límite oriental, y al occidente delante de las veinticinco mil hasta el límite occidental, al lado de las partes, será para el príncipe; será ofrenda santa, y el santuario de la casa estará en medio de ella.

22 Y desde la posesión de los levitas y desde la posesión de la ciudad, en medio, estará lo que pertenecerá al príncipe. Entre el límite de Judá y el límite de Benjamín estará lo del príncipe.

23 En cuanto a las demás tribus, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, tendrá Benjamín una parte.

24 Y junto al límite de Benjamín, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Simeón, otra.

25 Y junto al límite de Simeón, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Isacar, otra.

26 Y junto al límite de Isacar, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Zabulón, otra.

27 Y junto al límite de Zabulón, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Gad, otra.

28 Y junto al límite de Gad, al lado sur, hacia el sur, será el límite desde Tamar hasta las aguas de las rencillas, y desde Cades y el arroyo hasta el Mar Grande.

29 Ésta es la tierra que repartiréis por suertes en heredad a las tribus de Israel, y éstas son sus porciones, ha dicho Jehová el Señor.

30 Y éstas son las salidas de la ciudad: al lado norte, cuatro mil quinientas cañas por medida.

31 Y las puertas de la ciudad serán según los nombres de las tribus de Israel; tres puertas al norte: la puerta de Rubén, una; la puerta de Judá, otra; la puerta de Leví, otra.

32 Y al lado del oriente cuatro mil quinientas cañas y tres puertas: la puerta de José, una; la puerta de Benjamín, otra; la puerta de Dan, otra.

33 Y al lado sur, cuatro mil quinientas cañas por medida y tres puertas: la puerta de Simeón, una; la puerta de Isacar, otra; la puerta de Zabulón, otra.

34 Y al lado del occidente, cuatro mil quinientas cañas y sus tres puertas: la puerta de Gad, una; la puerta de Aser, otra; la puerta de Neftalí, otra.

35 Alrededor tendrá dieciocho mil cañas. Y el nombre de la ciudad desde aquel día será Jehová-sama.