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viernes, 26 de octubre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 232: Jeremías 32-35


Capítulo 32
Jeremías es encarcelado por Sedequías — El profeta compra tierras para simbolizar el retorno de Israel a su tierra — Jehová recogerá a Israel y hará con él un convenio sempiterno.

1 La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehová el año décimo de Sedequías, rey de Judá, que fue el año decimoctavo de Nabucodonosor.

2Y en aquel entonces el ejército del rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalén; y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel que estaba en la casa del rey de Judá,

3porque Sedequías, rey de Judá, lo había encarcelado, diciendo: ¿Por qué profetizas tú, diciendo: Así ha dicho Jehová: He aquí, yo entrego esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y él la tomará;

4y Sedequías, rey de Judá, no escapará de la mano de los caldeos, sino que de cierto será entregado en manos del rey de Babilonia y hablará con él boca a boca, y sus ojos verán sus ojos,

5y hará llevar a Sedequías a Babilonia, y allá estará hasta que yo le visite, dice Jehová; si peleáis contra los caldeos, no os irá bien?

6Y dijo Jeremías: La palabra de Jehová vino a mí, diciendo:

7He aquí que Hanameel, hijo de tu tío Salum, viene a ti, diciendo: Compra mi campo que está en Anatot, porque tú tienes el derecho de redimir para comprarlo.

8Y vino a mí Hanameel, hijo de mi tío, conforme a la palabra de Jehová, al patio de la cárcel, y me dijo: Compra ahora mi campo que está en Anatot, en la tierra de Benjamín, porque tuyo es el derecho de la herencia, y a ti te corresponde la redención; cómpralo para ti. Entonces comprendí que era la palabra de Jehová.

9Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero: diecisiete siclos de plata.

10Y escribí la carta y la sellé, y la hice atestiguar con testigos, y pesé el dinero en la balanza.

11Tomé luego la carta de compra, sellada según la ley y los estatutos, y la copia abierta.

12Y di la carta de compra a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maasías, delante de Hanameel, el hijo de mi tío, y delante de los testigos que habían suscrito la carta de compra, delante de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel.

13Y di orden a Baruc delante de ellos, diciendo:

14Así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: Toma estas cartas, esta carta de compra, la sellada, y esta carta abierta, y ponlas en una vasija de barro, para que se conserven muchos días.

15Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: De nuevo se comprarán casas, y campos y viñas en esta tierra.

16Y después que di la carta de compra a Baruc hijo de Nerías, oré a Jehová, diciendo:

17¡Ah, Señor Jehová!, he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido. Nada hay que sea difícil para ti,

18que haces misericordia a millares y retribuyes la iniquidad de los padres en el seno de sus hijos después de ellos; Dios grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre.

19Grande eres en consejo y magnífico en hechos, porque tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno según sus caminos y según el fruto de sus obras.

20Tú pusiste señales y maravillas en la tierra de Egipto hasta este día, y en Israel y entre los hombres; y te has hecho un nombre como en este día;

21y sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales, y con maravillas, y con mano fuerte, y con brazo extendido y con gran terror.

22Y les diste esta tierra, la cual juraste a sus padres que se la darías, tierra que fluye leche y miel.

23Y entraron y tomaron posesión de ella, pero no escucharon tu voz ni anduvieron en tu ley; nada hicieron de lo que les mandaste hacer; por eso, has hecho venir sobre ellos todo este mal.

24He aquí que con terraplenes han acometido la ciudad para tomarla, y la ciudad es entregada en manos de los caldeos que pelean contra ella a causa de la espada, y del hambre y de la pestilencia; y ha venido a suceder lo que tú dijiste, y he aquí, tú lo estás viendo.

25¡Ah, Señor Jehová! Y tú me has dicho: Cómprate el campo por dinero y haz atestiguar con testigos; y la ciudad es entregada en manos de los caldeos.

26Y vino la palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

27He aquí, yo soy Jehová, Dios de toda carne. ¿Acaso hay algo que sea difícil para mí?

28Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí que yo entrego esta ciudad en manos de los caldeos y en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él la tomará.

29Y vendrán los caldeos que combaten contra esta ciudad, y prenderán fuego a la ciudad y la quemarán, junto con las casas en cuyas azoteas quemaron incienso a Baal y derramaron libaciones a dioses ajenos, para provocarme a ira.

30Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho sino lo malo delante de mis ojos desde su juventud; porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehová.

31Porque para mi enojo y para mi ira me ha sido esta ciudad desde el día en que la edificaron hasta hoy, para que la haga quitar de mi presencia

32por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá que han hecho para enojarme, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, y los hombres de Judá y los moradores de Jerusalén.

33Y me volvieron la espalda y no el rostro; y cuando les enseñaba, madrugando y enseñando, no escucharon para recibir corrección,

34sino que asentaron sus abominaciones en la casa sobre la cual es invocado mi nombre, profanándola.

35Y edificaron los lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del hijo de Hinom, para hacer pasar por el fuego a sus hijos y a sus hijas a Moloc, lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá.

36Y ahora, por tanto, así dice Jehová Dios de Israel a esta ciudad, de la cual decís vosotros: Entregada será en manos del rey de Babilonia por la espada, y por el hambre y por la pestilencia;

37he aquí que yo los recogeré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo y con mi gran ira; y los haré volver a este lugar y los haré habitar seguros;

38y ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.

39Y les daré un corazón y un camino, para que me teman para siempre, para bien de ellos y de sus hijos después de ellos.

40Y haré con ellos convenio sempiterno: que no dejaré de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.

41Y me regocijaré en ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, con todo mi corazón y con toda mi alma.

42Porque así ha dicho Jehová: Como traje sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré sobre ellos todo el bien que les he prometido.

43Y poseerán campos en esta tierra de la cual vosotros decís: Está desolada, sin hombres y sin animales; es entregada en manos de los caldeos.

44Campos comprarán por dinero, y harán cartas de compra y las sellarán, y harán atestiguar con testigos en la tierra de Benjamín, y en los contornos de Jerusalén, y en las ciudades de Judá, y en las ciudades de las montañas, y en las ciudades de las llanuras y en las ciudades del sur, porque yo los haré regresar de su cautividad, dice Jehová.

Capítulo 33

Judá e Israel serán congregados nuevamente — Se promete el Renuevo de justicia (Cristo) — La Simiente de David (Cristo) reinará para siempre.

1 Y vino la palabra de Jehová a Jeremías por segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo:

2Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre:

3Clama a mí y te responderé, y te enseñaré cosas grandes e inaccesibles que tú no conoces.

4Porque así ha dicho Jehová Dios de Israel acerca de las casas de esta ciudad y de las casas de los reyes de Judá, derribadas con los terraplenes y con la espada

5(porque vinieron para pelear contra los caldeos, para llenarlas de cadáveres de hombres, a los cuales herí yo con mi furor y con mi ira, pues escondí mi rostro de esta ciudad a causa de toda su maldad):

6He aquí que yo le traeré salud y sanidad; y los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad.

7Y haré volver a los cautivos de Judá y a los cautivos de Israel, y los edificaré como al principio.

8Y los limpiaré de toda su iniquidad con que pecaron contra mí, y perdonaré todas sus iniquidades con que contra mí pecaron y con que transgredieron contra mí.

9Y esta ciudad será para mí un nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán por todo el bien y por toda la paz que yo les daré.

10Así ha dicho Jehová: En este lugar, del cual decís que está desolado, sin hombres y sin animales, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están asoladas, sin hombre y sin morador y sin animal,

11ha de oírse aún voz de gozo y voz de alegría; voz de desposado y voz de desposada; voz de los que digan: Alabad a Jehová de los ejércitos, porque Jehová es bueno, porque para siempre es su misericordia; voz de los que traigan ofrendas de gratitud a la casa de Jehová. Porque volveré a traer a los cautivos de la tierra como al principio, ha dicho Jehová.

12Así dice Jehová de los ejércitos: En este lugar desolado, sin hombre y sin animal, y en todas sus ciudades, habrá de nuevo pastizales donde los pastores hagan descansar sus rebaños.

13En las ciudades de las montañas, en las ciudades de las llanuras, y en las ciudades del sur, y en la tierra de Benjamín, y alrededor de Jerusalén y en las ciudades de Judá, volverán a pasar rebaños por las manos del que los cuente, ha dicho Jehová.

14He aquí, vienen días, dice Jehová, en que yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá.

15En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra.

16En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura; y éste es el nombre con el cual será llamada: Jehová, justicia nuestra.

17Porque así ha dicho Jehová: No le faltará a David un hombre que se siente sobre el trono de la casa de Israel,

18tampoco a los sacerdotes, los levitas, les faltará un hombre que delante de mí ofrezca holocausto, y encienda ofrenda de grano y haga sacrificio todos los días.

19Y vino la palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

20Así ha dicho Jehová: Si pudierais romper mi convenio con el día y mi convenio con la noche, de tal manera que no hubiera día ni noche a su tiempo,

21también se podría romper mi convenio con mi siervo David, para que dejara de tener un hijo que reinara sobre su trono, y con los levitas, los sacerdotes, mis ministros.

22Como no puede ser contado el ejército del cielo ni se puede medir la arena del mar, así multiplicaré la descendencia de David, mi siervo, y de los levitas que me sirven.

23Y vino la palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

24¿No has visto lo que habla este pueblo, diciendo: Las dos familias que Jehová escogió, las ha desechado? Así tienen en poco a mi pueblo, hasta no tenerlo más como nación.

25Así ha dicho Jehová: Si yo no he establecido mi convenio con el día y con la noche, si no he puesto las leyes del cielo y de la tierra,

26entonces desecharé la descendencia de Jacob y de David, mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque haré volver a sus cautivos y tendré de ellos misericordia.

Capítulo 34

Jeremías profetiza el cautiverio de Sedequías — El pueblo de Judá será entregado en manos de todos los reinos de la tierra.

1La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehová cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todo su ejército, y todos los reinos de la tierra bajo el señorío de su mano, y todos los pueblos, peleaban contra Jerusalén y contra todas sus ciudades, diciendo:

2Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Ve y habla a Sedequías, rey de Judá, y dile: Así ha dicho Jehová: He aquí, yo entrego esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y la quemará con fuego.

3Y no escaparás tú de su mano, sino que ciertamente serás apresado y en su mano serás entregado; y tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y te hablará boca a boca, y en Babilonia entrarás.

4Con todo eso, oye la palabra de Jehová, oh Sedequías, rey de Judá. Así ha dicho Jehová acerca de ti: No morirás a espada;

5en paz morirás, y así como quemaron especias por tus padres, los reyes primeros que fueron antes de ti, las quemarán por ti, y se lamentarán por ti, diciendo: ¡Ay, señor!, porque yo he hablado la palabra, dice Jehová.

6Y habló el profeta Jeremías a Sedequías, rey de Judá, todas estas palabras en Jerusalén.

7Y el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalén y contra todas las ciudades de Judá que habían quedado: contra Laquis y contra Azeca, porque de las ciudades fortificadas de Judá, sólo éstas habían quedado.

8La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehová, después que Sedequías hizo pacto con todo el pueblo en Jerusalén, para promulgarles libertad,

9que cada uno dejase libre a su esclavo y cada uno a su esclava, hebreo y hebrea; que ninguno sometiese a los judíos, sus hermanos, como esclavos.

10Cuando oyeron todos los príncipes y todo el pueblo que habían convenido en el pacto de dejar libre cada uno a su esclavo y cada uno a su esclava, que ninguno los usase más como esclavos, obedecieron y los dejaron libres.

11Pero después se retractaron, e hicieron volver a los esclavos y a las esclavas que habían dejado libres, y los sometieron como esclavos y esclavas.

12Vino, pues, la palabra de Jehová a Jeremías, de parte de Jehová, diciendo:

13Así dice Jehová Dios de Israel: Yo hice convenio con vuestros padres el día en que los saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre, diciendo:

14Al cabo de siete años dejará cada uno a su hermano hebreo que le hubiera sido vendido; le servirá durante seis años, y lo dejará libre; pero vuestros padres no me escucharon ni inclinaron su oído.

15Y vosotros os habíais hoy arrepentido y habíais hecho lo recto delante de mis ojos, anunciando cada uno libertad a su prójimo; y habíais hecho convenio en mi presencia, en la casa en la cual es invocado mi nombre.

16Pero os habéis vuelto atrás y profanado mi nombre, y habéis vuelto a tomar cada uno a su esclavo y cada uno a su esclava, que habíais dejado libres a su voluntad, y los habéis sometido para que os sean esclavos y esclavas.

17Por tanto, así ha dicho Jehová: Ya que vosotros no me habéis escuchado para promulgar cada uno libertad a su hermano y cada uno a su prójimo, he aquí que yo promulgo libertad, dice Jehová, libertad a la espada, a la pestilencia y al hambre; y os haré motivo de terror para todos los reinos de la tierra.

18Y entregaré a los hombres que traspasaron mi convenio, que no han llevado a efecto las palabras del convenio que hicieron en mi presencia cuando cortaron en dos partes el becerro y pasaron por en medio de ellas;

19a los príncipes de Judá y a los príncipes de Jerusalén, a los oficiales, y a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra que pasaron entre las partes del becerro,

20los entregaré en manos de sus enemigos y en manos de los que buscan su vida; y sus cadáveres serán comida para las aves del cielo y para las bestias de la tierra.

21Y a Sedequías, rey de Judá, y a sus príncipes los entregaré en manos de sus enemigos, y en manos de los que buscan su vida y en manos del ejército del rey de Babilonia, que se ha retirado de vosotros.

22He aquí, yo mandaré, dice Jehová, y los haré volver a esta ciudad, y pelearán contra ella, y la tomarán y la quemarán con fuego; y reduciré a desolación las ciudades de Judá, hasta no quedar morador.

Capítulo 35

Se elogia y se bendice a los recabitas por su obediencia — Se les da un nuevo mandamiento.

1 La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehová en los días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:

2Ve a casa de los recabitas, y habla con ellos y llévalos a la casa de Jehová, a uno de los aposentos, y dales de beber vino.

3Tomé entonces a Jaazanías hijo de Jeremías, hijo de Habasinías, y a sus hermanos, y a todos sus hijos y a toda la casa de los recabitas,

4y los llevé a la casa de Jehová, al aposento de los hijos de Hanán hijo de Igdalías, hombre de Dios, el cual estaba junto al aposento de los príncipes, que estaba sobre el aposento de Maasías hijo de Salum, guardia de la puerta.

5Y puse delante de los hijos de la casa de los recabitas tazas y copas llenas de vino, y les dije: Bebed vino.

6Pero ellos dijeron: No beberemos vino, porque Jonadab hijo de Recab, nuestro padre, nos mandó, diciendo: No beberéis jamás vino vosotros ni vuestros hijos,

7ni edificaréis casa, ni sembraréis sementera, ni plantaréis viña ni la poseeréis, sino que moraréis en tiendas todos vuestros días, para que viváis muchos días sobre la faz de la tierra donde sois peregrinos.

8Y nosotros hemos obedecido la voz de Jonadab hijo de Recab, nuestro padre, en todas las cosas que nos mandó, de no beber vino en todos nuestros días, ni nosotros, ni nuestras esposas, ni nuestros hijos ni nuestras hijas;

9y de no edificar casas para nuestra morada, y de no tener viña, ni campo ni sementera.

10Moramos, pues, en tiendas, y hemos obedecido y hecho conforme a todas las cosas que nos mandó Jonadab, nuestro padre.

11Pero sucedió que cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió a la tierra, dijimos: Venid y vayamos a Jerusalén, por temor al ejército de los caldeos y al ejército de los de Siria; y en Jerusalén nos quedamos.

12Entonces vino la palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

13Así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: Ve y di a los hombres de Judá y a los moradores de Jerusalén: ¿No recibiréis instrucción para obedecer mis palabras?, dice Jehová.

14Se ha cumplido la palabra de Jonadab hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebiesen vino; y no lo han bebido hasta el día de hoy, por obedecer al mandamiento de su padre; pero yo os he hablado a vosotros, madrugando para hablar, y no me habéis escuchado.

15Y envié a vosotros a todos mis siervos los profetas, madrugando y enviándolos, para deciros: Vuélvase ahora cada uno de su mal camino, y enmendad vuestras obras y no vayáis tras dioses ajenos para servirles, y viviréis en la tierra que os di a vosotros y a vuestros padres; pero no inclinasteis vuestro oído ni me escuchasteis.

16Ciertamente los hijos de Jonadab hijo de Recab han cumplido el mandamiento que les dio su padre, pero este pueblo no me ha obedecido.

17Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, yo traigo sobre Judá y sobre todos los moradores de Jerusalén todo el mal que contra ellos he hablado, porque les hablé y no escucharon; los llamé y no han respondido.

18Y dijo Jeremías a la casa de los recabitas: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: Por cuanto obedecisteis el mandamiento de Jonadab, vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos e hicisteis conforme a todas las cosas que él os mandó,

19por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: No faltará de Jonadab hijo de Recab, hombre que esté en mi presencia todos los días.

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