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viernes, 11 de mayo de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 120: 2 Reyes 16-18


Segundo libro de los
Reyes..Capítulo 16
Acaz reina con iniquidad en Judá — Ofrece a su hijo en sacrificio pagano — Hace un nuevo altar, destruye el mar de bronce y cambia la manera de efectuar sacrificios en el templo.

1En el año diecisiete de Peka hijo de Remalías, comenzó a reinar Acaz hijo de Jotam, rey de Judá.

2Cuando comenzó a reinar Acaz, tenía veinte años, y reinó en Jerusalén dieciséis años; y no hizo lo recto ante los ojos de Jehová su Dios, como David, su padre,

3sino que anduvo en el camino de los reyes de Israel, y aun hizo pasar por fuego a su hijo, según las abominaciones de las naciones que Jehová echó de delante de los hijos de Israel.

4Asimismo sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, y sobre los collados y debajo de todo árbol frondoso.

5Entonces Rezín, rey de Siria, y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron a Jerusalén para hacer la guerra y sitiar a Acaz, pero no pudieron prevalecer.

6En aquel tiempo Rezín, rey de Siria, recobró Elat para Siria, y echó a los judíos de Elat; y los sirios vinieron a Elat y habitaron allí hasta hoy.

7Entonces Acaz envió mensajeros a Tiglat-pileser, rey de Asiria, diciendo: Yo soy tu siervo y tu hijo; sube y defiéndeme de manos del rey de Siria y de manos del rey de Israel, que se han levantado contra mí.

8Y tomó Acaz la plata y el oro que se encontraba en la casa de Jehová y en los tesoros de la casa real, y envió al rey de Asiria un presente.

9Y le escuchó el rey de Asiria, pues subió el rey de Asiria contra Damasco y la tomó, y llevó cautivos a sus moradores a Kir y mató a Rezín.

10Y fue el rey Acaz a encontrarse en Damasco con Tiglat-pileser, rey de Asiria; y cuando el rey Acaz vio el altar que estaba en Damasco, envió al sacerdote Urías el diseño y la descripción del altar, conforme a toda su hechura.

11Y el sacerdote Urías edificó el altar, conforme a todo lo que el rey Acaz había enviado de Damasco; así lo hizo el sacerdote Urías, antes que el rey Acaz regresara de Damasco.

12Y cuando regresó el rey de Damasco y vio el altar, se acercó el rey a éste y sacrificó sobre él;

13y quemó su holocausto y su ofrenda de grano, y derramó su libación y esparció la sangre de sus ofrendas de paz sobre el altar.

14Y trasladó el altar de bronce que estaba delante de Jehová, en la parte delantera de la casa, entre el altar y la casa de Jehová, y lo puso al lado norte de su altar.

15Y mandó el rey Acaz al sacerdote Urías, diciendo: En el gran altar encenderás el holocausto de la mañana y la ofrenda de grano de la tarde, y el holocausto del rey y su ofrenda de grano, y también el holocausto de todo el pueblo de la tierra y su ofrenda de grano y sus libaciones; y esparcirás sobre él toda la sangre del holocausto y toda la sangre del sacrificio; y el altar de bronce será mío para consultar en él.

16E hizo el sacerdote Urías conforme a todas las cosas que el rey Acaz le mandó.

17Y cortó el rey Acaz los tableros de las basas y quitó de ellas las fuentes; quitó también el mar de sobre los bueyes de bronce que estaban debajo de él y lo puso sobre el suelo de piedra.

18Asimismo quitó el pórtico para el día de reposo que habían edificado en la casa, y el pasadizo exterior del rey, de la casa de Jehová, por causa del rey de Asiria.

19Los demás hechos de Acaz que puso por obra, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?

20Y durmió el rey Acaz con sus padres y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David, y reinó en su lugar su hijo Ezequías.

Segundo libro de los
Reyes..Capítulo 17

Oseas reina en Israel y es sometido por los asirios — Los israelitas se apartan de Jehová, adoran ídolos, sirven a Baal y desprecian todo lo que Jehová les ha dado — Las diez tribus son llevadas cautivas por los reyes de Asiria — La tierra de Israel (Samaria) es repoblada por otros pueblos — Surgen entre los samaritanos muchas formas de adoración falsa.

1En el año duodécimo de Acaz, rey de Judá, comenzó a reinar Oseas hijo de Ela en Samaria sobre Israel, y reinó nueve años.

2E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no como los reyes de Israel que habían sido antes de él.

3Contra éste subió Salmanasar, rey de los asirios; y Oseas fue hecho su siervo y le pagaba tributo.

4Pero el rey de Asiria descubrió que Oseas conspiraba, porque había enviado mensajeros a So, rey de Egipto, y no había pagado tributo al rey de Asiria, como había hecho cada año, por lo que el rey de Asiria le detuvo y le hizo prisionero en la casa de la cárcel.

5Y el rey de Asiria subió contra todo el país, y subió contra Samaria y la sitió durante tres años.

6En el año nueve de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria y llevó cautivo a Israel a Asiria; y los puso en Halah y en Habor, junto al río de Gozán, y en las ciudades de los medos.

7Y esto sucedió porque los hijos de Israel pecaron contra Jehová su Dios, que los había sacado de la tierra de Egipto de bajo la mano de Faraón, rey de Egipto, y temieron a dioses ajenos,

8y anduvieron en los estatutos de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel, y en los que hicieron los reyes de Israel.

9Y los hijos de Israel hicieron secretamente cosas no rectas contra Jehová su Dios, edificándose lugares altos en todas sus ciudades, desde las torres de los atalayas hasta las ciudades fortificadas,

10y levantaron estatuas e imágenes de Asera en todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso.

11Y quemaron allí incienso en todos los lugares altos, a la manera de las naciones que Jehová había echado de delante de ellos, e hicieron cosas muy malas para provocar a ira a Jehová,

12pues sirvieron a los ídolos, acerca de los cuales Jehová les había dicho: Vosotros no habéis de hacer esto.

13Jehová entonces testificó contra Israel y contra Judá, por medio de todos los profetas y de todos los videntes, diciendo: Volveos de vuestros malos caminos y guardad mis mandamientos y mis estatutos, conforme a todas las leyes que yo ordené a vuestros padres y que os he enviado por medio de mis siervos los profetas.

14Pero ellos no obedecieron, sino que endurecieron su cerviz, como la cerviz de sus padres, que no creyeron en Jehová su Dios.

15Y desecharon sus estatutos y su convenio que él había concertado con sus padres, y los testimonios que él había dicho contra ellos; y siguieron la vanidad y se hicieron vanos, y fueron en pos de las naciones que estaban alrededor de ellos, de las cuales Jehová les había mandado que no hiciesen como ellas.

16Y dejaron todos los mandamientos de Jehová su Dios, y se hicieron imágenes fundidas de dos becerros, y también imágenes de Asera, y adoraron a todo el ejército del cielo y sirvieron a Baal.

17E hicieron pasar a sus hijos y a sus hijas por fuego; y se dieron a adivinaciones y sortilegios, y se entregaron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, provocándole a ira.

18Por tanto, Jehová se airó en gran manera contra Israel, y los quitó de delante de su rostro y sólo quedó la tribu de Judá.

19Pero ni aun Judá guardó los mandamientos de Jehová su Dios, sino que anduvieron en los estatutos de Israel, los cuales ellos habían hecho.

20Y desechó Jehová a toda la descendencia de Israel, y los afligió y los entregó en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presencia.

21Por eso separó a Israel de la casa de David, y ellos hicieron rey a Jeroboam hijo de Nabat; y Jeroboam apartó a Israel de seguir a Jehová y les hizo cometer un gran pecado.

22Y los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados de Jeroboam que él hizo, sin apartarse de ellos,

23hasta que Jehová quitó a Israel de delante de su rostro, como él lo había dicho por medio de todos los profetas, sus siervos; e Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta hoy.

24Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, y de Cuta, y de Ava, y de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y tomaron posesión de Samaria y habitaron en sus ciudades.

25Y aconteció que al principio, cuando comenzaron a habitar allí, como no temían ellos a Jehová, envió Jehová contra ellos leones que los mataban.

26Entonces hablaron ellos al rey de Asiria, diciendo: Las gentes que tú trajiste y pusiste en las ciudades de Samaria no conocen la costumbre del Dios de aquella tierra, y él ha echado leones en medio de ellos; y he aquí, los leones los matan, porque no conocen la costumbre del Dios de la tierra.

27Y el rey de Asiria mandó, diciendo: Llevad allá a alguno de los sacerdotes que trajisteis de allá, que vaya y habite allí y les enseñe la costumbre del Dios de esa tierra.

28Y fue uno de los sacerdotes que habían llevado cautivo de Samaria y habitó en Bet-el, y les enseñó cómo habían de temer a Jehová.

29Pero cada nación se hizo sus propios dioses, y los pusieron en los templos de los lugares altos que habían hecho los de Samaria, cada nación en la ciudad donde habitaba.

30Los de Babilonia hicieron a Sucot-benot, y los de Cuta hicieron a Nergal, y los de Hamat hicieron a Asima;

31los aveos hicieron a Nibhaz y a Tartac; y los de Sefarvaim quemaban sus hijos en el fuego a Adramelec y a Anamelec, dioses de Sefarvaim.

32También temían a Jehová, y nombraron sacerdotes de entre la gente común para los lugares altos, quienes sacrificaban para ellos en los templos de los lugares altos.

33Temían a Jehová, pero servían a sus propios dioses, según la costumbre de las naciones de donde habían sido trasladados.

34Hasta el día de hoy siguen las costumbres de antes; no temen a Jehová, ni guardan sus estatutos, ni sus decretos, ni hacen según la ley y los mandamientos que ordenó Jehová a los hijos de Jacob, al que puso el nombre de Israel;

35con los cuales Jehová había hecho convenio, y les había mandado, diciendo: No temeréis a otros dioses, ni los adoraréis, ni les serviréis ni les ofreceréis sacrificios;

36pero a Jehová, que os sacó de tierra de Egipto con gran poder y brazo extendido, a él temeréis, y a él adoraréis y a él haréis sacrificio.

37Los estatutos, y los decretos, y la ley y los mandamientos que os dio por escrito, cuidaréis siempre de ponerlos por obra; y no temeréis a dioses ajenos.

38Y no olvidaréis el convenio que hice con vosotros ni temeréis a dioses ajenos;

39mas temed a Jehová vuestro Dios, y él os librará de manos de todos vuestros enemigos.

40Pero ellos no escucharon, sino que hicieron según sus antiguas costumbres.

41Así temieron a Jehová aquellas naciones, y a la vez sirvieron a sus ídolos, y también sus hijos y los hijos de sus hijos; tal como hicieron sus padres, así hacen hasta hoy.

Segundo libro de los
Reyes..Capítulo 18

Ezequías reina con rectitud en Judá — Acaba con la idolatría y destruye la serpiente de bronce hecha por Moisés, porque los hijos de Israel le quemaban incienso — Senaquerib, rey de Asiria, invade Judá — En un discurso blasfemo, el Rabsaces pide a Jerusalén que se rinda a los asirios.

1En el tercer año de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías hijo de Acaz, rey de Judá.

2Cuando comenzó a reinar tenía veinticinco años, y reinó en Jerusalén veintinueve años. El nombre de su madre era Abi, hija de Zacarías.

3E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David, su padre.

4Él quitó los lugares altos, y quebró los ídolos, y destruyó las imágenes de Asera e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán.

5En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni antes ni después de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá.

6Porque siguió a Jehová y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová ordenó a Moisés.

7Y Jehová estaba con él, y en todas las cosas que él hacía, prosperaba. Ezequías se rebeló contra el rey de Asiria y no le sirvió.

8Derrotó también a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras, desde las torres de los atalayas hasta la ciudad fortificada.

9Y sucedió que en el cuarto año del rey Ezequías, que era el año séptimo de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, subió Salmanasar, rey de los asirios, contra Samaria y la sitió.

10Y la tomaron al cabo de tres años; en el sexto año de Ezequías, el cual era el año noveno de Oseas, rey de Israel, Samaria fue tomada.

11Y el rey de Asiria llevó cautivo a Israel a Asiria y los puso en Halah, y en Habor, junto al río de Gozán, y en las ciudades de los medos,

12porque no habían obedecido la voz de Jehová su Dios, sino que habían quebrantado su convenio; y todas las cosas que Moisés, siervo de Jehová, había mandado, no las habían escuchado ni puesto por obra.

13Y a los catorce años del rey Ezequías, subió Senaquerib, rey de Asiria, contra todas las ciudades fortificadas de Judá y las tomó.

14Entonces Ezequías, rey de Judá, envió a decir al rey de Asiria que estaba en Laquis: Yo he hecho mal; retírate de mí y aceptaré todo lo que me impongas. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro.

15Dio, por tanto, Ezequías toda la plata que había en la casa de Jehová y en los tesoros de la casa real.

16Entonces Ezequías quitó el oro de las puertas del templo de Jehová y de los marcos de las puertas que el mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de Asiria.

17Y desde Laquis el rey de Asiria envió al Tartán y al Rabsaris y al Rabsaces con un gran ejército contra el rey Ezequías que estaba en Jerusalén. Y subieron y llegaron a Jerusalén. Y habiendo subido, llegaron y se detuvieron junto al acueducto del estanque de arriba, que está en el camino de la heredad del Batanero.

18Y llamaron al rey, y salió a ellos Eliaquim hijo de Hilcías, que estaba a cargo de la casa, y Sebna, el escriba, y Joa hijo de Asaf, el cronista.

19Y les dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: Así dice el gran rey de Asiria: ¿Qué confianza es ésta que tú tienes?

20Dices (por cierto palabras vanas): Consejo tengo y fuerza para la guerra. Pero, ¿en quién confías para que te rebeles contra mí?

21He aquí, tú confías ahora en esta vara de caña astillada, es decir, en Egipto, en la que si alguno se apoya, le entrará por la mano y se la traspasará. Tal es Faraón, rey de Egipto, para todos los que en él confían.

22Y si me decís: Nosotros confiamos en Jehová nuestro Dios, ¿no es éste aquel cuyos lugares altos y altares ha quitado Ezequías, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis en Jerusalén?

23Ahora pues, yo te ruego que hagas un trato con mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes para ellos.

24¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi señor, aunque confiado estés en Egipto por sus carros y su gente de a caballo?

25¿Acaso he venido yo ahora a este lugar para destruirlo sin el apoyo de Jehová? Jehová me ha dicho: Sube a esta tierra, y destrúyela.

26Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, y Sebna y Joa dijeron al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en la lengua de los sirios, porque nosotros la entendemos, y no hables con nosotros en la lengua de los judíos a oídos del pueblo que está sobre el muro.

27Y el Rabsaces les dijo: ¿Me ha enviado mi señor sólo para decir estas palabras a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro, quienes, como vosotros, han de comer su propio estiércol y beber su propia orina?

28Entonces se puso de pie el Rabsaces y clamó a gran voz en la lengua de los judíos, y habló, diciendo: ¡Oíd la palabra del gran rey, el rey de Asiria!

29Así ha dicho el rey: No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar de mi mano.

30Y no os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente nos librará Jehová, y esta ciudad no será entregada en manos del rey de Asiria.

31No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo la paz y rendíos a mí, y cada uno comerá de su vid y de su higuera, y cada uno beberá las aguas de su pozo,

32hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra de olivas, de aceite y de miel. Y viviréis y no moriréis. No escuchéis a Ezequías, porque os engaña cuando dice: Jehová nos librará.

33¿Acaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria?

34¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim, de Hena y de Iva? ¿Pudieron éstos librar a Samaria de mi mano?

35¿Quién de entre todos los dioses de las provincias ha librado a su provincia de mi mano, para que libre Jehová de mi mano a Jerusalén?

36Pero el pueblo calló y no le respondió ni una palabra, porque el rey había mandado: No le respondáis.

37Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, que estaba a cargo de la casa, y Sebna, el escriba, y Joa hijo de Asaf, el cronista, fueron a Ezequías, con sus vestidos rasgados, y le dijeron las palabras del Rabsaces.




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