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miércoles, 31 de octubre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 234: Jeremías 44-48


Capítulo 44
Jeremías profetiza que los judíos que moran en Egipto, salvo un pequeño remanente, serán destruidos porque adoran dioses falsos.

1 La palabra que vino a Jeremías acerca de todos los judíos que moraban en la tierra de Egipto, que vivían en Migdol, y en Tafnes, y en Menfis y en la tierra de Patros, diciendo:

2Así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: Vosotros habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá; y he aquí que ellas están el día de hoy asoladas, y no hay quien more en ellas

3a causa de la maldad que ellos cometieron para hacerme enojar, yendo a quemar incienso, sirviendo a dioses ajenos que ellos no habían conocido, ni ellos, ni vosotros ni vuestros padres.

4Y envié a vosotros a todos mis siervos los profetas, madrugando y enviándolos, para deciros: No hagáis ahora esta cosa abominable que yo aborrezco.

5Pero no escucharon ni inclinaron su oído para volverse de su maldad, para dejar de quemar incienso a dioses ajenos.

6Se derramó, por tanto, mi ira y mi furor, y se encendió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén; y quedaron en ruinas y en desolación, como lo están hoy.

7Ahora pues, así ha dicho Jehová, Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: ¿Por qué hacéis un mal tan grande contra vuestras almas, para ser talados el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de pecho, de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno,

8haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a dioses ajenos en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para peregrinar, de suerte que os desarraiguéis y seáis objeto de maldición y de oprobio a todas las naciones de la tierra?

9¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres, y de las maldades de los reyes de Judá, y de las maldades de sus esposas, y de vuestras propias maldades y de las maldades de vuestras esposas, que hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén?

10No se han humillado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley ni en mis estatutos, los cuales puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.

11Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que yo pongo mi rostro contra vosotros para mal y para desarraigar a todo Judá.

12Y tomaré a los del remanente de Judá que fijaron sus rostros para entrar en la tierra de Egipto a fin de peregrinar allí, y serán todos consumidos y caerán en la tierra de Egipto; serán consumidos por la espada y por el hambre; por la espada y por el hambre morirán desde el menor hasta el mayor, y serán motivo de execración, y de espanto, y de maldición y de oprobio.

13Pues castigaré a los que moran en la tierra de Egipto, como castigué a Jerusalén, con espada, con hambre y con pestilencia.

14Y del resto de los de Judá que entraron en la tierra de Egipto para peregrinar allá, no habrá quien escape ni quien quede vivo para volver a la tierra de Judá, a la cual suspiran ellos por volver para habitar allí; porque no volverán sino sólo los que escapen.

15Entonces todos los que sabían que sus esposas habían quemado incienso a dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en la tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo:

16La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová no la escucharemos de ti,

17sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra propia boca, para quemar incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones, como hemos hecho nosotros, nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros jefes, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén; pues fuimos saciados de pan, y estuvimos bien y no vimos mal alguno.

18Pero desde que dejamos de quemar incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta de todo, y por la espada y por el hambre somos consumidos.

19Y cuando quemamos incienso a la reina del cielo y le derramamos libaciones, ¿acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones sin el consentimiento de nuestros maridos?

20Y habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres, y a todo el pueblo que le había respondido esto, diciendo:

21¿No se ha acordado Jehová, y no ha venido a su memoria el incienso que quemasteis en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes, y vuestros jefes y el pueblo de la tierra?

22Y no pudo soportarlo más Jehová a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra está en desolación, y en espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como lo está hoy.

23Porque quemasteis incienso y pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis la voz de Jehová ni anduvisteis en su ley, ni en sus estatutos ni en sus testimonios; por tanto, ha venido sobre vosotros este mal, como hasta hoy.

24Y dijo Jeremías a todo el pueblo y a todas las mujeres: Oíd la palabra de Jehová, todos los de Judá que estáis en la tierra de Egipto:

25Así ha hablado Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel, diciendo: Vosotros y vuestras esposas hablasteis con vuestras bocas y con vuestras manos lo realizasteis, diciendo: Ciertamente cumpliremos nuestros votos que hicimos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones; en verdad confirmáis vuestros votos y ponéis vuestros votos por obra.

26Por tanto, oíd la palabra de Jehová, todos los de Judá que habitáis en la tierra de Egipto: He aquí, he jurado por mi gran nombre, dice Jehová, que mi nombre no será más invocado en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá, diciendo: Vive Jehová el Señor.

27He aquí que yo vigilo sobre ellos para mal y no para bien; y todos los hombres de Judá que están en la tierra de Egipto serán consumidos por la espada y por el hambre, hasta que perezcan del todo.

28Y los que escapen de la espada volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, pocos hombres en número. Y todo el remanente de Judá que ha entrado en la tierra de Egipto a morar allí sabrá de quién es la palabra que ha de permanecer: si la mía o la suya.

29Y esto tendréis por señal, dice Jehová, de que en este lugar os castigaré, para que sepáis que ciertamente permanecerán mis palabras para mal sobre vosotros.

30Así ha dicho Jehová: He aquí que yo entrego a Faraón Hofra, rey de Egipto, en manos de sus enemigos y en manos de los que buscan su vida, como entregué a Sedequías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo que buscaba su vida.

Capítulo 45

Jeremías promete a Baruc que su vida será conservada.

1La palabra que habló el profeta Jeremías a Baruc hijo de Nerías, cuando escribía en el libro estas palabras de boca de Jeremías, en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:

2Así ha dicho Jehová Dios de Israel, acerca de ti, oh Baruc:

3Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora!, porque ha añadido Jehová tristeza a mi dolor; fatigado estoy de gemir y no he hallado descanso.

4Así le has de decir: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo destruyo lo que edifiqué y arranco lo que planté, es decir, toda esta tierra.

5¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques, porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho Jehová; y a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde fueres.

Capítulo 46

Jeremías profetiza la conquista de Egipto por Babilonia — Jacob será salvo y volverá a su propia tierra.

1La palabra de Jehová que vino al profeta Jeremías contra las naciones.

2Con respecto a Egipto: contra el ejército de Faraón Necao, rey de Egipto, que estaba cerca del río Éufrates en Carquemis, a quien derrotó Nabucodonosor, rey de Babilonia, en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá:

3¡Preparad escudo y pavés, y venid a la guerra!

4¡Uncid los caballos y montadlos, vosotros los jinetes! ¡Y presentaos con los yelmos puestos; limpiad las lanzas, poneos las corazas!

5¿Por qué los veo aterrados, retrocediendo? Sus valientes fueron derrotados y huyen de prisa, sin mirar atrás; hay miedo por todas partes, dice Jehová.

6No huya el ligero, ni el valiente escape; al norte, junto a la ribera del Éufrates, tropezarán y caerán.

7¿Quién es éste que sube como el Nilo y cuyas aguas se mueven como ríos?

8Egipto, como el Nilo, se ensancha, y sus aguas se mueven como ríos, y dijo: Subiré, cubriré la tierra, destruiré la ciudad y a los que en ella moran.

9Subid, caballos, y corred con furor, carros; y salgan los valientes: los de Etiopía y los de Fut que toman escudo, y los de Lud que toman y tensan arco.

10Mas ese día será para Jehová Dios de los ejércitos día de venganza para vengarse de sus enemigos; y la espada devorará, y se saciará y se embriagará de la sangre de ellos; porque sacrificio será para Jehová Dios de los ejércitos, en la tierra del norte, junto al río Éufrates.

11Sube a Galaad y consigue bálsamo, oh virgen hija de Egipto; en vano multiplicarás las medicinas; no hay curación para ti.

12Las naciones oyeron de tu afrenta, y tu clamor llenó la tierra; porque el valiente tropezó contra el valiente, y ambos cayeron juntos.

13La palabra que habló Jehová al profeta Jeremías acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para herir la tierra de Egipto:

14Anunciad en Egipto y haced saber en Migdol; haced saber también en Menfis y en Tafnes; decid: Ponte en pie y prepárate, porque la espada devorará tu comarca.

15¿Por qué han sido derribados tus valientes? No se mantuvieron firmes, porque Jehová los ha empujado.

16Multiplicó los caídos, y cada uno cayó sobre su compañero, y dijeron: Levántate y volvamos a nuestro pueblo y a la tierra de nuestro nacimiento, de delante de la espada opresora.

17Allí gritaron: ¡Faraón, rey de Egipto, no es más que ruido; dejó pasar el tiempo señalado!

18Vivo yo, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos, que como el Tabor entre los montes y como el Carmelo junto al mar, así vendrá.

19Prepara tus enseres para ir al cautiverio, moradora hija de Egipto, porque Menfis será un yermo y será asolada hasta no quedar morador.

20Becerra hermosa es Egipto; mas viene destrucción; del norte viene.

21Sus mercenarios también en medio de ella son como becerros engordados, porque también ellos se volvieron atrás; huyeron todos sin resistir, porque vino sobre ellos el día de su quebranto, el tiempo de su castigo.

22Su voz será como de serpiente, porque como ejército marchan; y con hachas vienen contra ella, como cortadores de leña.

23Cortarán su bosque, dice Jehová, aunque sea impenetrable, porque serán más numerosos que langostas y serán innumerables.

24Se avergonzará la hija de Egipto; entregada será en manos del pueblo del norte.

25Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel, ha dicho: He aquí que yo castigo a Amón de Tebas, y a Faraón, y a Egipto, y a sus dioses y a sus reyes, tanto a Faraón como a los que en él confían.

26Y los entregaré en manos de los que buscan su vida, y en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de sus siervos; pero después será habitado como en los días pasados, dice Jehová.

27Pero tú no temas, oh siervo mío Jacob, ni desmayes, oh Israel; porque, he aquí, yo te salvaré de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de vuestra cautividad. Y volverá Jacob, y descansará y estará tranquilo, y no habrá quien lo atemorice.

28Tú, oh siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, porque yo estoy contigo; porque destruiré a todas las naciones entre las cuales te habré dispersado; pero a ti no te destruiré del todo, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.

Capítulo 47

Jeremías predice la desolación y la destrucción de los filisteos.

1 La palabra de Jehová que vino al profeta Jeremías acerca de los filisteos, antes que Faraón hiriese a Gaza.

2Así ha dicho Jehová: He aquí que suben aguas del norte y se harán torrente; e inundarán la tierra y su plenitud, la ciudad y a los moradores de ella; y los hombres clamarán, y aullará todo morador de la tierra.

3Por el sonido de los cascos de sus fuertes caballos, por el ruido de sus carros, por el estruendo de sus ruedas, los padres no cuidan de los hijos por la debilidad de sus manos,

4a causa del día que viene para destrucción de todos los filisteos, para talar a todo aliado que todavía les quede, a Tiro y a Sidón, porque Jehová destruirá a los filisteos, al resto de la isla de Caftor.

5Sobre Gaza vino calvicie, Ascalón ha perecido, y el resto de su valle; ¿hasta cuándo te sajarás?

6¡Oh espada de Jehová!, ¿cuándo vas a reposar? ¡Vuélvete a tu vaina, reposa y sosiégate!

7¿Cómo reposarás? Pues Jehová te ha enviado contra Ascalón y contra la costa del mar; allí te ha puesto.

Capítulo 48

Juicio y destrucción vendrán sobre los moabitas por menospreciar a Dios.

1 Acerca de Moab. Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¡Ay de Nebo!, porque fue destruida; fue avergonzada Quiriataim, fue tomada; fue confundida Misgab y destrozada.

2No se alabará ya más Moab; en Hesbón maquinaron mal contra ella, diciendo: Venid, y quitémosla de entre las naciones. También tú, Madmena, serás talada; la espada irá en pos de ti.

3¡Voz de clamor de Horonaim, destrucción y gran quebranto!

4Moab ha sido quebrantada; hicieron que se oyese el clamor de sus pequeños.

5Porque a la subida de Luhit con llanto subirá el que llora; porque a la bajada de Horonaim los enemigos oyeron clamor de quebranto.

6¡Huid, salvad vuestra vida y sed como la retama en el desierto!

7Pues por cuanto confiaste en tus obras y en tus tesoros, tú también serás tomada; y Quemos será llevado en cautiverio, junto con sus sacerdotes y sus príncipes.

8Y vendrá el destructor a cada una de las ciudades, y ninguna ciudad escapará; también el valle será arruinado, y será destruida la llanura, como ha dicho Jehová.

9Dad alas a Moab, para que se vaya volando; pues serán desoladas sus ciudades hasta no quedar en ellas morador alguno.

10Maldito el que hiciere engañosamente la obra de Jehová, y maldito el que retuviere su espada de la sangre.

11Tranquilo estuvo Moab desde su juventud, y sobre sus sedimentos ha estado reposado, y no fue vaciado de vasija en vasija ni nunca estuvo en cautiverio; por tanto, conservó su sabor, y su olor no ha cambiado.

12Por eso, he aquí que vienen días, ha dicho Jehová, en que yo le enviaré transvasadores que lo transvasarán, y vaciarán sus vasijas y romperán sus tinajas.

13Y se avergonzará Moab de Quemos, como la casa de Israel se avergonzó de Bet-el, su confianza.

14¿Cómo, pues, diréis: Somos valientes y hombres fuertes para la guerra?

15Destruido ha sido Moab, y sus ciudades asoladas, y sus jóvenes escogidos han descendido al degolladero, ha dicho el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos.

16Cercana está la calamidad de Moab, a punto de llegar, y su aflicción se apresura mucho.

17Lamentaos por él todos los que estáis a su alrededor; y todos los que sabéis su nombre, decid: ¡Cómo se ha quebrado la vara fuerte, el báculo hermoso!

18Desciende de la gloria, siéntate en tierra seca, moradora hija de Dibón; porque el destructor de Moab ha subido contra ti, ha destruido tus fortalezas.

19Ponte en el camino y mira, oh moradora de Aroer; pregunta al que va huyendo y a la que va escapando, y di: ¿Qué ha acontecido?

20Moab ha sido avergonzado, porque fue destrozado; aullad y clamad; anunciad en el Arnón que Moab ha sido destruido.

21Y ha venido juicio sobre la tierra de la llanura; sobre Holón, y sobre Jahaza, y sobre Mefaat,

22y sobre Dibón, y sobre Nebo, y sobre Bet-diblataim,

23y sobre Quiriataim, y sobre Bet-gamul, y sobre Bet-meón,

24y sobre Queriot, y sobre Bosra, y sobre todas las ciudades de la tierra de Moab, las de lejos y las de cerca.

25Cortado es el poder de Moab, y su brazo quebrantado, dice Jehová.

26Embriagadlo, porque contra Jehová se engrandeció; y revuélquese Moab en su vómito, y sea también él motivo de escarnio.

27¿Y no fue Israel para ti motivo de escarnio? ¿Acaso fue hallado entre ladrones? Porque cuando de él hablabas, tú hacías gestos de burla.

28Abandonad las ciudades y habitad en peñascos, oh moradores de Moab; y sed como la paloma que hace nido en la boca de la caverna.

29Hemos oído de la soberbia de Moab, que es muy soberbio, de su arrogancia y de su orgullo, y de su altivez y de la altanería de su corazón.

30Yo conozco, dice Jehová, su cólera; pero no tendrá efecto alguno; sus jactancias no le aprovecharán.

31Por tanto, yo aullaré por Moab, y por todo Moab clamaré y por los hombres de Kir-hares gemiré.

32Con llanto de Jazer lloraré por ti, oh vid de Sibma; tus sarmientos pasaron el mar, llegaron hasta el mar de Jazer; sobre tu cosecha y sobre tu vendimia ha venido el destructor.

33Y han sido quitados la alegría y el regocijo de los campos fértiles y de la tierra de Moab; y he hecho que falte el vino de los lagares; no pisarán con gritos de júbilo; los gritos no serán de júbilo.

34El clamor de Hesbón llega hasta Eleale; hasta Jahaza dieron su voz; desde Zoar hasta Horonaim y Eglat-selisiyá; porque también las aguas de Nimrim serán desoladas.

35Y haré cesar en Moab, dice Jehová, a quien sacrifique en los lugares altos, y a quien queme incienso a sus dioses.

36Por tanto, mi corazón resonará como flautas por causa de Moab; asimismo resonará mi corazón a modo de flautas por los hombres de Kir-hares, porque perecieron las riquezas que había conseguido.

37Porque en toda cabeza habrá calvicie, y toda barba será rapada; sobre todas las manos habrá sajaduras y cilicio sobre todos los lomos.

38Sobre todos los terrados de Moab y en sus calles todo será llanto, porque yo he quebrado a Moab como a vasija que no agrada, dice Jehová.

39¡Cómo ha sido quebrantado! ¡Aúllan! ¡Cómo ha vuelto la espalda Moab, avergonzado! Y será Moab objeto de escarnio y de espanto para todos los que están en sus alrededores.

40Porque así ha dicho Jehová: He aquí que como águila volará y extenderá sus alas contra Moab.

41Tomada será Queriot, y tomadas serán las fortalezas; y aquel día el corazón de los valientes de Moab será como el corazón de mujer en angustia.

42Y Moab será destruido hasta dejar de ser pueblo, porque se engrandeció contra Jehová.

43Miedo, y foso y trampa contra ti, oh morador de Moab, dice Jehová.

44El que huya del miedo caerá en el foso; y el que salga del foso quedará atrapado en la trampa, porque yo traeré sobre él, sobre Moab, el año de su castigo, dice Jehová.

45A la sombra de Hesbón se han detenido sin fuerzas los que huían; mas sale fuego de Hesbón y llama de en medio de Sehón, y ha devorado las sienes de Moab y la coronilla de los hijos revoltosos.

46¡Ay de ti, Moab! Ha perecido el pueblo de Quemos, porque tus hijos fueron llevados para cautividad y tus hijas para cautiverio.

47Pero haré volver a los cautivos de Moab en lo postrero de los tiempos, dice Jehová. Hasta aquí es el juicio de Moab.

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martes, 30 de octubre de 2012

Encontrando la fe en Cristo

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 233: Jeremías 40-43

Capítulo 40
El rey de Babilonia nombra a Gedalías gobernador del remanente que había quedado en Judá — Jeremías es liberado y mora entre ellos.

1 La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehová, después que Nabuzaradán, capitán de la guardia, le envió desde Ramá, cuando le tomó estando atado con cadenas entre todos los cautivos de Jerusalén y de Judá que eran llevados cautivos a Babilonia.

2Tomó, pues, el capitán de la guardia a Jeremías y le dijo: Jehová tu Dios habló este mal contra este lugar;

3y lo ha traído y hecho Jehová según lo había dicho, porque pecasteis contra Jehová y no escuchasteis su voz; por eso os ha venido esto.

4Y ahora, he aquí, yo te he soltado hoy de las cadenas que tenías en tus manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo velaré por ti; pero si no te parece bien venir conmigo a Babilonia, no te preocupes. Mira, toda la tierra está delante de ti; ve adonde mejor y más cómodo te parezca ir.

5Y como aún no se volvía, le dijo: Vuélvete a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, a quien el rey de Babilonia ha puesto sobre todas las ciudades de Judá, y vive con él en medio del pueblo; o ve adonde te parezca más cómodo ir. Y le dio el capitán de la guardia provisiones y un presente, y le despidió.

6Se fue entonces Jeremías a Gedalías hijo de Ahicam, a Mizpa, y moró con él en medio del pueblo que había quedado en la tierra.

7Y cuando oyeron todos los jefes del ejército que estaban por el campo, ellos y sus hombres, que el rey de Babilonia había puesto a Gedalías hijo de Ahicam para gobernar la tierra, y que le había encomendado los hombres, y las mujeres, y los niños y los pobres de la tierra que no fueron llevados cautivos a Babilonia,

8vinieron luego a Gedalías, en Mizpa, a saber: Ismael hijo de Netanías, y Johanán y Jonatán hijos de Carea, y Seraías hijo de Tanhumet, y los hijos de Efai, el netofatita, y Jezanías, hijo de un maacateo; ellos y sus hombres.

9Y les juró Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, a ellos y a sus hombres, diciendo: No tengáis temor de servir a los caldeos; habitad en la tierra y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.

10Y he aquí que yo habito en Mizpa, para estar al servicio de los caldeos que vendrán a nosotros; mas vosotros tomad el vino, y los frutos del verano y el aceite, y ponedlos en vuestras vasijas y quedaos en vuestras ciudades que habéis tomado.

11Asimismo, todos los judíos que estaban en Moab, y entre los hijos de Amón, y en Edom y los que estaban en todas las tierras, cuando oyeron decir que el rey de Babilonia había dejado un remanente de Judá y que había puesto sobre ellos a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán,

12todos estos judíos regresaron entonces de todos los lugares adonde habían sido echados, y vinieron a la tierra de Judá, a Gedalías, en Mizpa; y recogieron vino y frutos del verano en gran abundancia.

13Y Johanán hijo de Carea y todos los jefes de la gente de guerra que estaban en el campo vinieron a Gedalías, en Mizpa,

14y le dijeron: ¿No sabes que de cierto Baalis, rey de los hijos de Amón, ha enviado a Ismael hijo de Netanías para matarte? Mas Gedalías hijo de Ahicam no les creyó.

15Entonces Johanán hijo de Carea habló a Gedalías en secreto, en Mizpa, diciendo: Déjame ir, te ruego, a matar a Ismael hijo de Netanías, y ningún hombre lo sabrá. ¿Por qué te ha de matar, de modo que todos los judíos que se han reunido alrededor de ti se dispersen y perezca el resto de Judá?

16Pero Gedalías hijo de Ahicam dijo a Johanán hijo de Carea: No hagas eso, porque es falso lo que tú dices de Ismael.

Capítulo 41
Ismael mata a Gedalías y se lleva cautivo al pueblo de Mizpa — Son rescatados por Johanán.

1Y aconteció en el mes séptimo que vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la descendencia real, y algunos príncipes del rey, diez hombres con él, a Gedalías hijo de Ahicam, en Mizpa; y comieron pan juntos allí en Mizpa.

2Y se levantó Ismael hijo de Netanías y los diez hombres que con él estaban e hirieron a espada a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, y mataron así a aquel a quien el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra.

3Asimismo mató Ismael a todos los judíos que estaban con él, es decir, con Gedalías, en Mizpa, y a los caldeos que se encontraban allí y a los hombres de guerra.

4Sucedió, además, que un día después de haber matado a Gedalías, cuando nadie lo sabía aún,

5llegaron unos hombres de Siquem, y de Silo y de Samaria, ochenta hombres, rapada la barba, y rotas las ropas y sajados, y traían en sus manos ofrendas de grano e incienso para llevar a la casa de Jehová.

6Y de Mizpa les salió al encuentro, llorando, Ismael hijo de Netanías. Y aconteció que cuando los encontró, les dijo: Venid a Gedalías hijo de Ahicam.

7Y sucedió que cuando llegaron al centro de la ciudad, Ismael hijo de Netanías los mató y los echó dentro de una cisterna, él y los hombres que con él estaban.

8Mas entre aquellos fueron hallados diez hombres que dijeron a Ismael: No nos mates, porque tenemos tesoros en el campo: trigo, y cebada, y aceite y miel. Y desistió y no los mató como a sus hermanos.

9Y la cisterna en que echó Ismael todos los cuerpos de los hombres que mató, a causa de Gedalías, era la misma que había hecho el rey Asa a causa de Baasa, rey de Israel; Ismael hijo de Netanías la llenó de muertos.

10Después llevó Ismael cautivo a todo el resto del pueblo que estaba en Mizpa, a las hijas del rey y a todo el pueblo que había quedado en Mizpa, el cual había encargado Nabuzaradán, capitán de la guardia, a Gedalías hijo de Ahicam. Los llevó, pues, cautivos Ismael hijo de Netanías, y se fue para pasarse a los hijos de Amón.

11Y oyeron, Johanán hijo de Carea y todos los jefes de la gente de guerra que estaban con él, todo el mal que había hecho Ismael hijo de Netanías.

12Entonces tomaron a todos los hombres y fueron a pelear contra Ismael hijo de Netanías, y lo hallaron junto a las muchas aguas que están en Gabaón.

13Y aconteció que cuando todo el pueblo que estaba con Ismael vio a Johanán hijo de Carea y a todos los jefes de la gente de guerra que estaban con él, se alegraron.

14Y todo el pueblo que Ismael había llevado cautivo de Mizpa dio la vuelta, y regresó y se pasó a Johanán hijo de Carea.

15Pero Ismael hijo de Netanías se escapó delante de Johanán con ocho hombres y se pasaron a los hijos de Amón.

16Y Johanán hijo de Carea y todos los jefes de la gente de guerra que con él estaban tomaron a todo el resto del pueblo que él había recobrado de Ismael hijo de Netanías, de Mizpa, después que éste mató a Gedalías hijo de Ahicam: hombres de guerra, y mujeres, y niños y eunucos que Johanán había traído de Gabaón;

17y fueron y habitaron en Gerut-quimam, que está cerca de Belén, a fin de ir y entrar en Egipto,

18a causa de los caldeos; porque tenían temor de ellos, por haber Ismael hijo de Netanías dado muerte a Gedalías hijo de Ahicam, a quien el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra.

Capítulo 42
Jeremías promete a Johanán y al remanente de Judá paz y seguridad si se quedan en Judá, pero la espada, el hambre y la pestilencia si se van a Egipto.

1 Y se acercaron todos los jefes de la gente de guerra, y Johanán hijo de Carea, y Jezanías hijo de Osaías y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor,

2y dijeron al profeta Jeremías: Llegue ahora nuestra súplica delante de ti, y ruega por nosotros a Jehová, tu Dios, por todo este resto (pues de muchos hemos quedado unos pocos, como nos ven tus ojos),

3para que Jehová tu Dios nos enseñe el camino por donde debemos ir y lo que hemos de hacer.

4Y el profeta Jeremías les dijo: Ya os he oído. He aquí que voy a orar a Jehová vuestro Dios, como habéis dicho; y acontecerá que todo lo que Jehová os responda os lo declararé; no os reservaré palabra alguna.

5Y ellos dijeron a Jeremías: Jehová sea entre nosotros un testigo verdadero y fiel, si no hacemos conforme a todo aquello para lo cual Jehová tu Dios te envíe a nosotros.

6Sea bueno o sea malo, a la voz de Jehová nuestro Dios, al cual te enviamos, obedeceremos, para que, obedeciendo a la voz de Jehová nuestro Dios, nos vaya bien.

7Y aconteció que al cabo de diez días vino la palabra de Jehová a Jeremías.

8Y llamó a Johanán hijo de Carea, y a todos los jefes de la gente de guerra que con él estaban y a todo el pueblo desde el menor hasta el mayor,

9y les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel, a quien me enviasteis para presentar vuestros ruegos ante él:

10Si permanecéis en esta tierra, os edificaré y no os destruiré; os plantaré y no os arrancaré, porque arrepentido estoy del mal que os he hecho.

11No temáis al rey de Babilonia, del cual tenéis temor; no le temáis, ha dicho Jehová, porque con vosotros estoy yo para salvaros y libraros de su mano;

12y tendré misericordia de vosotros, para que él tenga misericordia de vosotros y os haga volver a vuestra tierra.

13Pero si decís: No moraremos en esta tierra ni obedeceremos la voz de Jehová vuestro Dios,

14diciendo: No, sino que entraremos en la tierra de Egipto, en la cual no veremos guerra, ni oiremos sonido de trompeta ni tendremos hambre de pan, y allá moraremos;

15y, ahora bien, por eso, oíd la palabra de Jehová, remanente de Judá: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: Si vosotros enteramente fijáis vuestros rostros para entrar en Egipto y entráis para peregrinar allá,

16entonces acontecerá que la espada que teméis os alcanzará allá en la tierra de Egipto, y el hambre de que tenéis temor allá en Egipto os perseguirá, y allí moriréis.

17Y sucederá que todos los hombres que fijen sus rostros para entrar en Egipto, para peregrinar allí, morirán por la espada, por el hambre y por la pestilencia; no habrá de ellos quien quede vivo ni quien escape del mal que traeré yo sobre ellos.

18Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: Como se derramó mi enojo y mi ira sobre los moradores de Jerusalén, así se derramará mi ira sobre vosotros cuando entréis en Egipto; y seréis objeto de execración y de espanto, y de maldición y de afrenta; y no veréis más este lugar.

19Jehová habló sobre vosotros, oh remanente de Judá: No entréis en Egipto. Sabed ciertamente que os lo advierto hoy.

20Pues habéis hecho errar vuestras almas, porque vosotros me enviasteis a Jehová vuestro Dios, diciendo: Ora por nosotros a Jehová nuestro Dios; y conforme a todas las cosas que Jehová nuestro Dios diga, háznoslo saber y lo haremos.

21Y os lo he declarado hoy, pero no habéis obedecido la voz de Jehová vuestro Dios ni a ninguna de las cosas que él me envió a deciros.

22Ahora, pues, sabed ciertamente que por la espada, y por el hambre y por la pestilencia moriréis en el lugar donde deseasteis entrar para peregrinar allí.

Capítulo 43
Johanán se lleva a Jeremías y al remanente de Judá a Egipto — Jeremías profetiza que Babilonia conquistará Egipto.

1 Y aconteció que cuando Jeremías acabó de hablar a todo el pueblo todas las palabras de Jehová su Dios, todas estas palabras que Jehová su Dios le había enviado a decirles,

2entonces Azarías hijo de Osaías, y Johanán hijo de Carea y todos los hombres arrogantes dijeron a Jeremías: Mentira dices; no te ha enviado Jehová nuestro Dios a decir: No entréis en Egipto para peregrinar allí,

3sino que Baruc hijo de Nerías te incita contra nosotros, para entregarnos en manos de los caldeos, para matarnos y llevarnos cautivos a Babilonia.

4No obedecieron, pues, ni Johanán hijo de Carea, ni ninguno de los jefes de la gente de guerra ni ninguno del pueblo la voz de Jehová de quedarse en la tierra de Judá,

5sino que tomaron, Johanán hijo de Carea y todos los jefes de la gente de guerra, a todo el remanente de Judá que había regresado de todas las naciones adonde había sido echado, para morar en la tierra de Judá:

6a los hombres, y a las mujeres, y a los niños, y a las hijas del rey y a toda persona que había dejado Nabuzaradán, capitán de la guardia, con Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, y al profeta Jeremías y a Baruc hijo de Nerías,

7y entraron en la tierra de Egipto, porque no obedecieron la voz de Jehová, y llegaron hasta Tafnes.

8Y vino la palabra de Jehová a Jeremías en Tafnes, diciendo:

9Toma en tu mano piedras grandes y escóndelas en el barro del enladrillado que está a la puerta de la casa de Faraón en Tafnes, a la vista de los hombres judíos,

10y diles: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, yo enviaré y tomaré a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y pondré su trono sobre estas piedras que he escondido, y él extenderá su pabellón sobre ellas.

11Y vendrá y herirá la tierra de Egipto: los que a muerte, a muerte; y los que a cautiverio, a cautiverio; y los que a espada, a espada.

12Y prenderé fuego a las casas de los dioses de Egipto, y él las quemará y a ellos los llevará cautivos; y él se envolverá de la tierra de Egipto, como el pastor se envuelve con su ropa, y saldrá de allá en paz.

13Además, quebrará las estatuas de Bet-semes, que está en la tierra de Egipto, y las casas de los dioses de Egipto quemará con fuego.

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domingo, 28 de octubre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 233: Jeremías 36-39


Capítulo 36
Baruc escribe las profecías de Jeremías y las lee en la casa de Jehová — Joacim, el rey, quema el libro y le sobreviene el juicio de Jehová — Jeremías dicta las profecías de nuevo y añade muchas más.

1 Y aconteció en el cuarto año de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, que vino esta palabra a Jeremías de parte de Jehová, diciendo:

2Toma un rollo en blanco y escribe en él todas las palabras que te he hablado contra Israel, y contra Judá y contra todas las naciones, desde el día en que comencé a hablarte, desde los días de Josías hasta el día de hoy.

3Quizá oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, y se vuelva cada uno de su mal camino, para que yo perdone su iniquidad y su pecado.

4Y llamó Jeremías a Baruc hijo de Nerías, y escribió Baruc de boca de Jeremías, en un rollo en blanco, todas las palabras que Jehová le había hablado.

5Después mandó Jeremías a Baruc, diciendo: Yo estoy preso y no puedo entrar en la casa de Jehová.

6Entra tú, pues, y lee de este rollo que escribiste dictado de mi boca, las palabras de Jehová a oídos del pueblo, en la casa de Jehová un día de ayuno; y las leerás también a oídos de todos los de Judá que vienen de sus ciudades.

7Quizá llegue la súplica de ellos a la presencia de Jehová, y se vuelva cada uno de su mal camino, porque grande es el furor y la ira que ha expresado Jehová contra este pueblo.

8Y Baruc hijo de Nerías hizo conforme a todas las cosas que le mandó el profeta Jeremías, leyendo en el libro las palabras de Jehová en la casa de Jehová.

9Y aconteció en el año quinto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, en el mes noveno, que promulgaron ayuno delante de Jehová a todo el pueblo de Jerusalén y a todo el pueblo que venía de las ciudades de Judá a Jerusalén.

10Y Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías en la casa de Jehová, en el aposento de Gemarías hijo de Safán, el escriba, en el atrio de arriba, a la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová, a oídos de todo el pueblo.

11Y Micaías hijo de Gemarías, hijo de Safán, habiendo oído del libro todas las palabras de Jehová,

12descendió a la casa del rey, al aposento del escriba, y he aquí que todos los príncipes estaban allí sentados: el escriba Elisama, y Delaía hijo de Semaías, y Elnatán hijo de Acbor, y Gemarías hijo de Safán, y Sedequías hijo de Ananías y todos los príncipes.

13Y les contó Micaías todas las palabras que había oído cuando Baruc leyó en el libro a oídos del pueblo.

14Entonces enviaron todos los príncipes a Jehudí hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Cusi, para que dijese a Baruc: Toma el rollo en el que leíste a oídos del pueblo, y ven. Y Baruc hijo de Nerías tomó el rollo en su mano y fue a ellos.

15Y le dijeron: Siéntate ahora y léelo a nuestros oídos. Y leyó Baruc a sus oídos.

16Y aconteció que cuando oyeron todas aquellas palabras, cada uno se volvió espantado a su compañero, y dijeron a Baruc: Sin duda le contaremos al rey todas estas palabras.

17Y preguntaron a Baruc, diciendo: Cuéntanos ahora cómo escribiste de boca de Jeremías todas estas palabras.

18Y Baruc les dijo: Él me dictaba de su boca todas estas palabras, y yo escribía con tinta en el libro.

19Entonces dijeron los príncipes a Baruc: Ve, y escondeos, tú y Jeremías, y nadie sepa dónde estáis.

20Y entraron adonde estaba el rey, al atrio, habiendo depositado el rollo en el aposento del escriba Elisama; y contaron a oídos del rey todas estas palabras.

21Y envió el rey a Jehudí a que tomase el rollo, y él lo tomó del aposento del escriba Elisama, y lo leyó Jehudí a oídos del rey y a oídos de todos los príncipes que estaban junto al rey.

22Y el rey estaba en la casa de invierno, en el mes noveno, y había un brasero encendido delante de él.

23Y sucedió que cuando Jehudí hubo leído tres o cuatro columnas, el rey cortó el rollo con un cuchillo de escriba y lo echó en el fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió en el fuego que había en el brasero.

24Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos, ni el rey ni ninguno de sus siervos que oyeron todas estas palabras.

25Y aunque Elnatán y Delaía y Gemarías rogaron al rey que no quemase aquel rollo, no los quiso oír,

26sino que mandó el rey a Jerameel hijo de Hamelec, y a Seraías hijo de Azriel y a Selemías hijo de Abdeel que apresasen a Baruc, el escriba, y al profeta Jeremías; pero Jehová los escondió.

27Y vino la palabra de Jehová a Jeremías, después que el rey hubo quemado el rollo con las palabras que Baruc había escrito de boca de Jeremías, diciendo:

28Vuelve a tomar otro rollo y escribe en él todas las palabras primeras que estaban en el primer rollo que quemó Joacim, rey de Judá.

29Y dirás a Joacim, rey de Judá: Así ha dicho Jehová: Tú quemaste este rollo, diciendo: ¿Por qué escribiste en él, diciendo: De cierto vendrá el rey de Babilonia, y destruirá esta tierra y hará que no queden en ella ni hombres ni animales?

30Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de Joacim, rey de Judá: No tendrá quien se siente sobre el trono de David, y su cadáver será echado al calor del día y a la escarcha de la noche.

31Y lo castigaré a él, y a su descendencia y a sus siervos por su iniquidad; y traeré sobre ellos, y sobre los moradores de Jerusalén y sobre los varones de Judá todo el mal que les he anunciado y que no quisieron escuchar.

32Y tomó Jeremías otro rollo y lo dio a Baruc hijo de Nerías, el escriba; y escribió en él de boca de Jeremías todas las palabras del libro que quemó en el fuego Joacim, rey de Judá; y aun fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes.

Capítulo 37

Jeremías profetiza que Egipto no salvará a Judá de Babilonia — Echan a Jeremías a la cárcel — Sedequías lo traslada al patio de la cárcel.

1Y reinó el rey Sedequías hijo de Josías en lugar de Conías hijo de Joacim, a quien Nabucodonosor, rey de Babilonia, había puesto como rey en la tierra de Judá.

2Pero no obedecieron, ni él, ni sus siervos ni el pueblo de la tierra las palabras de Jehová, las cuales dijo por medio del profeta Jeremías.

3Y envió el rey Sedequías a Jucal hijo de Selemías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que dijesen al profeta Jeremías: Ruega ahora por nosotros a Jehová nuestro Dios.

4Y Jeremías entraba y salía en medio del pueblo, porque no lo habían puesto en la casa de la cárcel.

5Entonces el ejército de Faraón salió de Egipto; y cuando llegó la noticia de ello a oídos de los caldeos que tenían sitiada a Jerusalén, se retiraron de Jerusalén.

6Entonces vino la palabra de Jehová al profeta Jeremías, diciendo:

7Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Diréis así al rey de Judá que os envió a mí para que me consultaseis: He aquí que el ejército de Faraón, que había salido en vuestro socorro, se ha vuelto a su tierra, a Egipto.

8Y volverán los caldeos, y atacarán esta ciudad, y la tomarán y le prenderán fuego.

9Así ha dicho Jehová: No engañéis vuestras almas, diciendo: Sin duda, los caldeos se apartarán de nosotros, porque no se apartarán.

10Porque aun cuando derrotaseis a todo el ejército de los caldeos que pelean contra vosotros y solamente quedasen de ellos algunos hombres heridos, cada uno se levantaría de su tienda para prender fuego a esta ciudad.

11Y aconteció que cuando el ejército de los caldeos se retiró de Jerusalén a causa del ejército de Faraón,

12Jeremías salía de Jerusalén para irse a la tierra de Benjamín, a fin de recibir allí su parte en medio del pueblo.

13Y cuando llegó a la puerta de Benjamín, había allí un capitán de la guardia que se llamaba Irías hijo de Selemías, hijo de Hananías, el cual apresó al profeta Jeremías, diciendo: Tú te vas a pasar a los caldeos.

14Y Jeremías dijo: Falso; no me voy a pasar a los caldeos. Pero él no le escuchó, sino que apresó Irías a Jeremías y lo llevó ante los príncipes.

15Y los príncipes se airaron contra Jeremías, y lo golpearon y le pusieron en prisión en la casa del escriba Jonatán, porque la habían convertido en cárcel.

16Entró, pues, Jeremías en la casa de la mazmorra y en las celdas. Y habiendo estado allá Jeremías muchos días,

17el rey Sedequías envió y lo sacó; y le preguntó el rey secretamente en su casa y dijo: ¿Hay palabra de Jehová? Y Jeremías dijo: Hay. Y dijo más: En manos del rey de Babilonia serás entregado.

18Dijo también Jeremías al rey Sedequías: ¿En qué pequé contra ti, o contra tus siervos o contra este pueblo, para que me pusieseis en la casa de la cárcel?

19¿Y dónde están vuestros profetas que os profetizaban, diciendo: El rey de Babilonia no vendrá contra vosotros ni contra esta tierra?

20Ahora pues, oye, te ruego, oh rey, mi señor, llegue ahora mi súplica delante de ti, y no me hagas volver a casa del escriba Jonatán, no sea que muera yo allí.

21Entonces dio orden el rey Sedequías, y custodiaron a Jeremías en el patio de la cárcel, haciéndole dar una torta de pan al día, de la calle de los panaderos, hasta que todo el pan de la ciudad se agotara. Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel.

Capítulo 38

Los príncipes echan a Jeremías en una cisterna con cieno — Es liberado por Ebed-melec, un etíope, y lo ponen en el patio de la cárcel — Jeremías aconseja a Sedequías con respecto a la guerra.

1 Y oyeron Sefatías hijo de Matán, y Gedalías hijo de Pasur, y Jucal hijo de Selemías y Pasur hijo de Malquías las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo, diciendo:

2Así ha dicho Jehová: El que se quede en esta ciudad morirá por la espada, o por el hambre o por la pestilencia; pero el que se pase a los caldeos vivirá, pues su vida le servirá de botín, y vivirá.

3Así ha dicho Jehová: De cierto será entregada esta ciudad en manos del ejército del rey de Babilonia, y la tomará.

4Y dijeron los príncipes al rey: Muera ahora este hombre, porque de esta manera debilita las manos de los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras; porque este hombre no busca la paz de este pueblo, sino el mal.

5Y dijo el rey Sedequías: He aquí que él está en vuestras manos, pues el rey nada puede hacer contra vosotros.

6Entonces tomaron ellos a Jeremías y lo hicieron echar en la cisterna de Malquías hijo de Hamelec, que estaba en el patio de la cárcel; y bajaron a Jeremías con sogas. Y en la cisterna no había agua, sino cieno; y se hundió Jeremías en el cieno.

7Y cuando oyó Ebed-melec, el etíope, eunuco que estaba en casa del rey, que habían puesto a Jeremías en la cisterna, y estando sentado el rey a la puerta de Benjamín,

8Ebed-melec salió de la casa del rey y habló al rey, diciendo:

9Mi señor, el rey, mal hicieron estos hombres en todo lo que han hecho con el profeta Jeremías, a quien hicieron echar en la cisterna; porque allí morirá de hambre, pues no hay más pan en la ciudad.

10Entonces mandó el rey al mismo etíope Ebed-melec, diciendo: Toma en tu poder treinta hombres de aquí y haz sacar al profeta Jeremías de la cisterna antes que muera.

11Y tomó Ebed-melec en su poder a los hombres y entró en la casa del rey, debajo de la tesorería, y tomó de allí ropas raídas y trapos viejos, y los bajó con sogas a Jeremías en la cisterna.

12Y dijo el etíope Ebed-melec a Jeremías: Pon ahora esas ropas raídas y esos trapos viejos bajo tus brazos, debajo de las sogas. Y así lo hizo Jeremías.

13De este modo sacaron a Jeremías con sogas y lo subieron de la cisterna; y quedó Jeremías en el patio de la cárcel.

14Después envió el rey Sedequías e hizo traer al profeta Jeremías a su presencia, en la tercera entrada de la casa de Jehová. Y dijo el rey a Jeremías: Te hago una pregunta; no me ocultes ninguna cosa.

15Y Jeremías dijo a Sedequías: Si te lo declaro, ¿no es cierto que me matarás? Y si te doy consejo, no me escucharás.

16Y juró el rey Sedequías en secreto a Jeremías, diciendo: Vive Jehová, que nos hizo esta alma, que no te mataré ni te entregaré en manos de estos hombres que buscan tu vida.

17Entonces dijo Jeremías a Sedequías: Así ha dicho Jehová Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: Si en verdad te pasas a los príncipes del rey de Babilonia, entonces tu alma vivirá y esta ciudad no será quemada con fuego; y vivirás tú, y tu casa;

18pero si no te pasas a los príncipes del rey de Babilonia, entonces esta ciudad será entregada en manos de los caldeos, y la quemarán con fuego, y tú no escaparás de sus manos.

19Y dijo el rey Sedequías a Jeremías: Tengo temor de que los judíos que se han pasado a los caldeos me entreguen en sus manos y me maltraten.

20Y dijo Jeremías: No te entregarán. Escucha ahora la voz de Jehová que yo te hablo, y te irá bien y vivirá tu alma.

21Pero si no quieres entregarte, ésta es la palabra que me ha mostrado Jehová:

22Y he aquí que todas las mujeres que han quedado en casa del rey de Judá serán entregadas a los príncipes del rey de Babilonia; y ellas mismas dirán: Te han engañado y han prevalecido contra ti tus amigos; hundieron en el cieno tus pies y se volvieron atrás.

23Entregarán, pues, todas tus esposas y tus hijos a los caldeos, y tú no escaparás de sus manos, sino que por mano del rey de Babilonia serás apresado y esta ciudad será quemada con fuego.

24Y dijo Sedequías a Jeremías: Nadie sepa estas palabras, y no morirás.

25Y si los príncipes oyen que yo he hablado contigo y vienen a ti a decirte: Decláranos ahora qué hablaste con el rey; no nos lo ocultes, y no te mataremos; y dinos qué te dijo el rey,

26entonces les dirás: Supliqué al rey que no me hiciese volver a casa de Jonatán, a morir allí.

27Y vinieron luego todos los príncipes a Jeremías y le preguntaron, y él les respondió conforme a todo lo que el rey le había mandado. Y no volvieron a preguntarle, porque el asunto no se había oído.

28Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel hasta el día en que fue tomada Jerusalén; y allí estaba cuando Jerusalén fue tomada.

Capítulo 39

Jerusalén es tomada y los del pueblo son llevados cautivos — Jeremías y Ebed-melec, el etíope, son librados.

1En el noveno año de Sedequías, rey de Judá, en el mes décimo, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitiaron.

2Y en el undécimo año de Sedequías, en el mes cuarto, a los nueve días del mes, se abrió una brecha en la ciudad.

3Y entraron todos los príncipes del rey de Babilonia y acamparon a la puerta de en medio: Nergal-sarezer, Samgar-nebo, Sarsequim, el Rabsaris, Nergal-sarezer, el Rabmag, y todos los demás príncipes del rey de Babilonia.

4Y aconteció que al verlos Sedequías, rey de Judá, y todos los hombres de guerra, huyeron y salieron de la ciudad de noche por el camino del huerto del rey, por la puerta entre los dos muros; y salió el rey por el camino del desierto.

5Pero el ejército de los caldeos los persiguió, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y le apresaron y le hicieron subir a donde estaba Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Ribla, en la tierra de Hamat, quien le sentenció.

6Y mató el rey de Babilonia a los hijos de Sedequías ante sus propios ojos en Ribla; asimismo, el rey de Babilonia hizo matar a todos los nobles de Judá,

7y le sacó los ojos a Sedequías y le aprisionó con grilletes para llevarle a Babilonia.

8Y los caldeos prendieron fuego a la casa del rey y a las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalén.

9Y al resto del pueblo que había quedado en la ciudad y a los que se habían pasado a él, con todo el resto del pueblo que había quedado, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los llevó cautivos a Babilonia.

10Pero Nabuzaradán, capitán de la guardia, hizo quedar en la tierra de Judá a los pobres del pueblo que no tenían nada, y ese día les dio viñas y campos.

11Y Nabucodonosor, rey de Babilonia, había dado órdenes a Nabuzaradán, capitán de la guardia, acerca de Jeremías, diciendo:

12Tómale y vela por él; y no le hagas mal alguno, sino haz con él como él te diga.

13Por tanto, Nabuzaradán, capitán de la guardia, y Nabusazbán, el Rabsaris, y Nergal-sarezer, el Rabmag y todos los príncipes del rey de Babilonia

14enviaron entonces y sacaron a Jeremías del patio de la cárcel, y lo entregaron a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, para que lo llevase a casa; y vivió entre el pueblo.

15Y había venido la palabra de Jehová a Jeremías mientras estaba preso en el patio de la cárcel, diciendo:

16Ve y habla a Ebed-melec, el etíope, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, yo traigo mis palabras sobre esta ciudad para mal y no para bien; y sucederá esto en aquel día en presencia tuya.

17Mas en aquel día yo te libraré, dice Jehová, y no serás entregado en manos de aquellos a quienes tú temes.

18Porque ciertamente te libraré, y no caerás a espada, sino que tu vida te servirá de botín, porque tuviste confianza en mí, dice Jehová.

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viernes, 26 de octubre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 232: Jeremías 32-35


Capítulo 32
Jeremías es encarcelado por Sedequías — El profeta compra tierras para simbolizar el retorno de Israel a su tierra — Jehová recogerá a Israel y hará con él un convenio sempiterno.

1 La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehová el año décimo de Sedequías, rey de Judá, que fue el año decimoctavo de Nabucodonosor.

2Y en aquel entonces el ejército del rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalén; y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel que estaba en la casa del rey de Judá,

3porque Sedequías, rey de Judá, lo había encarcelado, diciendo: ¿Por qué profetizas tú, diciendo: Así ha dicho Jehová: He aquí, yo entrego esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y él la tomará;

4y Sedequías, rey de Judá, no escapará de la mano de los caldeos, sino que de cierto será entregado en manos del rey de Babilonia y hablará con él boca a boca, y sus ojos verán sus ojos,

5y hará llevar a Sedequías a Babilonia, y allá estará hasta que yo le visite, dice Jehová; si peleáis contra los caldeos, no os irá bien?

6Y dijo Jeremías: La palabra de Jehová vino a mí, diciendo:

7He aquí que Hanameel, hijo de tu tío Salum, viene a ti, diciendo: Compra mi campo que está en Anatot, porque tú tienes el derecho de redimir para comprarlo.

8Y vino a mí Hanameel, hijo de mi tío, conforme a la palabra de Jehová, al patio de la cárcel, y me dijo: Compra ahora mi campo que está en Anatot, en la tierra de Benjamín, porque tuyo es el derecho de la herencia, y a ti te corresponde la redención; cómpralo para ti. Entonces comprendí que era la palabra de Jehová.

9Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero: diecisiete siclos de plata.

10Y escribí la carta y la sellé, y la hice atestiguar con testigos, y pesé el dinero en la balanza.

11Tomé luego la carta de compra, sellada según la ley y los estatutos, y la copia abierta.

12Y di la carta de compra a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maasías, delante de Hanameel, el hijo de mi tío, y delante de los testigos que habían suscrito la carta de compra, delante de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel.

13Y di orden a Baruc delante de ellos, diciendo:

14Así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: Toma estas cartas, esta carta de compra, la sellada, y esta carta abierta, y ponlas en una vasija de barro, para que se conserven muchos días.

15Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: De nuevo se comprarán casas, y campos y viñas en esta tierra.

16Y después que di la carta de compra a Baruc hijo de Nerías, oré a Jehová, diciendo:

17¡Ah, Señor Jehová!, he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido. Nada hay que sea difícil para ti,

18que haces misericordia a millares y retribuyes la iniquidad de los padres en el seno de sus hijos después de ellos; Dios grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre.

19Grande eres en consejo y magnífico en hechos, porque tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno según sus caminos y según el fruto de sus obras.

20Tú pusiste señales y maravillas en la tierra de Egipto hasta este día, y en Israel y entre los hombres; y te has hecho un nombre como en este día;

21y sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales, y con maravillas, y con mano fuerte, y con brazo extendido y con gran terror.

22Y les diste esta tierra, la cual juraste a sus padres que se la darías, tierra que fluye leche y miel.

23Y entraron y tomaron posesión de ella, pero no escucharon tu voz ni anduvieron en tu ley; nada hicieron de lo que les mandaste hacer; por eso, has hecho venir sobre ellos todo este mal.

24He aquí que con terraplenes han acometido la ciudad para tomarla, y la ciudad es entregada en manos de los caldeos que pelean contra ella a causa de la espada, y del hambre y de la pestilencia; y ha venido a suceder lo que tú dijiste, y he aquí, tú lo estás viendo.

25¡Ah, Señor Jehová! Y tú me has dicho: Cómprate el campo por dinero y haz atestiguar con testigos; y la ciudad es entregada en manos de los caldeos.

26Y vino la palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

27He aquí, yo soy Jehová, Dios de toda carne. ¿Acaso hay algo que sea difícil para mí?

28Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí que yo entrego esta ciudad en manos de los caldeos y en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él la tomará.

29Y vendrán los caldeos que combaten contra esta ciudad, y prenderán fuego a la ciudad y la quemarán, junto con las casas en cuyas azoteas quemaron incienso a Baal y derramaron libaciones a dioses ajenos, para provocarme a ira.

30Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho sino lo malo delante de mis ojos desde su juventud; porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehová.

31Porque para mi enojo y para mi ira me ha sido esta ciudad desde el día en que la edificaron hasta hoy, para que la haga quitar de mi presencia

32por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá que han hecho para enojarme, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, y los hombres de Judá y los moradores de Jerusalén.

33Y me volvieron la espalda y no el rostro; y cuando les enseñaba, madrugando y enseñando, no escucharon para recibir corrección,

34sino que asentaron sus abominaciones en la casa sobre la cual es invocado mi nombre, profanándola.

35Y edificaron los lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del hijo de Hinom, para hacer pasar por el fuego a sus hijos y a sus hijas a Moloc, lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá.

36Y ahora, por tanto, así dice Jehová Dios de Israel a esta ciudad, de la cual decís vosotros: Entregada será en manos del rey de Babilonia por la espada, y por el hambre y por la pestilencia;

37he aquí que yo los recogeré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo y con mi gran ira; y los haré volver a este lugar y los haré habitar seguros;

38y ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.

39Y les daré un corazón y un camino, para que me teman para siempre, para bien de ellos y de sus hijos después de ellos.

40Y haré con ellos convenio sempiterno: que no dejaré de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.

41Y me regocijaré en ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, con todo mi corazón y con toda mi alma.

42Porque así ha dicho Jehová: Como traje sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré sobre ellos todo el bien que les he prometido.

43Y poseerán campos en esta tierra de la cual vosotros decís: Está desolada, sin hombres y sin animales; es entregada en manos de los caldeos.

44Campos comprarán por dinero, y harán cartas de compra y las sellarán, y harán atestiguar con testigos en la tierra de Benjamín, y en los contornos de Jerusalén, y en las ciudades de Judá, y en las ciudades de las montañas, y en las ciudades de las llanuras y en las ciudades del sur, porque yo los haré regresar de su cautividad, dice Jehová.

Capítulo 33

Judá e Israel serán congregados nuevamente — Se promete el Renuevo de justicia (Cristo) — La Simiente de David (Cristo) reinará para siempre.

1 Y vino la palabra de Jehová a Jeremías por segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo:

2Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre:

3Clama a mí y te responderé, y te enseñaré cosas grandes e inaccesibles que tú no conoces.

4Porque así ha dicho Jehová Dios de Israel acerca de las casas de esta ciudad y de las casas de los reyes de Judá, derribadas con los terraplenes y con la espada

5(porque vinieron para pelear contra los caldeos, para llenarlas de cadáveres de hombres, a los cuales herí yo con mi furor y con mi ira, pues escondí mi rostro de esta ciudad a causa de toda su maldad):

6He aquí que yo le traeré salud y sanidad; y los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad.

7Y haré volver a los cautivos de Judá y a los cautivos de Israel, y los edificaré como al principio.

8Y los limpiaré de toda su iniquidad con que pecaron contra mí, y perdonaré todas sus iniquidades con que contra mí pecaron y con que transgredieron contra mí.

9Y esta ciudad será para mí un nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán por todo el bien y por toda la paz que yo les daré.

10Así ha dicho Jehová: En este lugar, del cual decís que está desolado, sin hombres y sin animales, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están asoladas, sin hombre y sin morador y sin animal,

11ha de oírse aún voz de gozo y voz de alegría; voz de desposado y voz de desposada; voz de los que digan: Alabad a Jehová de los ejércitos, porque Jehová es bueno, porque para siempre es su misericordia; voz de los que traigan ofrendas de gratitud a la casa de Jehová. Porque volveré a traer a los cautivos de la tierra como al principio, ha dicho Jehová.

12Así dice Jehová de los ejércitos: En este lugar desolado, sin hombre y sin animal, y en todas sus ciudades, habrá de nuevo pastizales donde los pastores hagan descansar sus rebaños.

13En las ciudades de las montañas, en las ciudades de las llanuras, y en las ciudades del sur, y en la tierra de Benjamín, y alrededor de Jerusalén y en las ciudades de Judá, volverán a pasar rebaños por las manos del que los cuente, ha dicho Jehová.

14He aquí, vienen días, dice Jehová, en que yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá.

15En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra.

16En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura; y éste es el nombre con el cual será llamada: Jehová, justicia nuestra.

17Porque así ha dicho Jehová: No le faltará a David un hombre que se siente sobre el trono de la casa de Israel,

18tampoco a los sacerdotes, los levitas, les faltará un hombre que delante de mí ofrezca holocausto, y encienda ofrenda de grano y haga sacrificio todos los días.

19Y vino la palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

20Así ha dicho Jehová: Si pudierais romper mi convenio con el día y mi convenio con la noche, de tal manera que no hubiera día ni noche a su tiempo,

21también se podría romper mi convenio con mi siervo David, para que dejara de tener un hijo que reinara sobre su trono, y con los levitas, los sacerdotes, mis ministros.

22Como no puede ser contado el ejército del cielo ni se puede medir la arena del mar, así multiplicaré la descendencia de David, mi siervo, y de los levitas que me sirven.

23Y vino la palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

24¿No has visto lo que habla este pueblo, diciendo: Las dos familias que Jehová escogió, las ha desechado? Así tienen en poco a mi pueblo, hasta no tenerlo más como nación.

25Así ha dicho Jehová: Si yo no he establecido mi convenio con el día y con la noche, si no he puesto las leyes del cielo y de la tierra,

26entonces desecharé la descendencia de Jacob y de David, mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque haré volver a sus cautivos y tendré de ellos misericordia.

Capítulo 34

Jeremías profetiza el cautiverio de Sedequías — El pueblo de Judá será entregado en manos de todos los reinos de la tierra.

1La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehová cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todo su ejército, y todos los reinos de la tierra bajo el señorío de su mano, y todos los pueblos, peleaban contra Jerusalén y contra todas sus ciudades, diciendo:

2Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Ve y habla a Sedequías, rey de Judá, y dile: Así ha dicho Jehová: He aquí, yo entrego esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y la quemará con fuego.

3Y no escaparás tú de su mano, sino que ciertamente serás apresado y en su mano serás entregado; y tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y te hablará boca a boca, y en Babilonia entrarás.

4Con todo eso, oye la palabra de Jehová, oh Sedequías, rey de Judá. Así ha dicho Jehová acerca de ti: No morirás a espada;

5en paz morirás, y así como quemaron especias por tus padres, los reyes primeros que fueron antes de ti, las quemarán por ti, y se lamentarán por ti, diciendo: ¡Ay, señor!, porque yo he hablado la palabra, dice Jehová.

6Y habló el profeta Jeremías a Sedequías, rey de Judá, todas estas palabras en Jerusalén.

7Y el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalén y contra todas las ciudades de Judá que habían quedado: contra Laquis y contra Azeca, porque de las ciudades fortificadas de Judá, sólo éstas habían quedado.

8La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehová, después que Sedequías hizo pacto con todo el pueblo en Jerusalén, para promulgarles libertad,

9que cada uno dejase libre a su esclavo y cada uno a su esclava, hebreo y hebrea; que ninguno sometiese a los judíos, sus hermanos, como esclavos.

10Cuando oyeron todos los príncipes y todo el pueblo que habían convenido en el pacto de dejar libre cada uno a su esclavo y cada uno a su esclava, que ninguno los usase más como esclavos, obedecieron y los dejaron libres.

11Pero después se retractaron, e hicieron volver a los esclavos y a las esclavas que habían dejado libres, y los sometieron como esclavos y esclavas.

12Vino, pues, la palabra de Jehová a Jeremías, de parte de Jehová, diciendo:

13Así dice Jehová Dios de Israel: Yo hice convenio con vuestros padres el día en que los saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre, diciendo:

14Al cabo de siete años dejará cada uno a su hermano hebreo que le hubiera sido vendido; le servirá durante seis años, y lo dejará libre; pero vuestros padres no me escucharon ni inclinaron su oído.

15Y vosotros os habíais hoy arrepentido y habíais hecho lo recto delante de mis ojos, anunciando cada uno libertad a su prójimo; y habíais hecho convenio en mi presencia, en la casa en la cual es invocado mi nombre.

16Pero os habéis vuelto atrás y profanado mi nombre, y habéis vuelto a tomar cada uno a su esclavo y cada uno a su esclava, que habíais dejado libres a su voluntad, y los habéis sometido para que os sean esclavos y esclavas.

17Por tanto, así ha dicho Jehová: Ya que vosotros no me habéis escuchado para promulgar cada uno libertad a su hermano y cada uno a su prójimo, he aquí que yo promulgo libertad, dice Jehová, libertad a la espada, a la pestilencia y al hambre; y os haré motivo de terror para todos los reinos de la tierra.

18Y entregaré a los hombres que traspasaron mi convenio, que no han llevado a efecto las palabras del convenio que hicieron en mi presencia cuando cortaron en dos partes el becerro y pasaron por en medio de ellas;

19a los príncipes de Judá y a los príncipes de Jerusalén, a los oficiales, y a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra que pasaron entre las partes del becerro,

20los entregaré en manos de sus enemigos y en manos de los que buscan su vida; y sus cadáveres serán comida para las aves del cielo y para las bestias de la tierra.

21Y a Sedequías, rey de Judá, y a sus príncipes los entregaré en manos de sus enemigos, y en manos de los que buscan su vida y en manos del ejército del rey de Babilonia, que se ha retirado de vosotros.

22He aquí, yo mandaré, dice Jehová, y los haré volver a esta ciudad, y pelearán contra ella, y la tomarán y la quemarán con fuego; y reduciré a desolación las ciudades de Judá, hasta no quedar morador.

Capítulo 35

Se elogia y se bendice a los recabitas por su obediencia — Se les da un nuevo mandamiento.

1 La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehová en los días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:

2Ve a casa de los recabitas, y habla con ellos y llévalos a la casa de Jehová, a uno de los aposentos, y dales de beber vino.

3Tomé entonces a Jaazanías hijo de Jeremías, hijo de Habasinías, y a sus hermanos, y a todos sus hijos y a toda la casa de los recabitas,

4y los llevé a la casa de Jehová, al aposento de los hijos de Hanán hijo de Igdalías, hombre de Dios, el cual estaba junto al aposento de los príncipes, que estaba sobre el aposento de Maasías hijo de Salum, guardia de la puerta.

5Y puse delante de los hijos de la casa de los recabitas tazas y copas llenas de vino, y les dije: Bebed vino.

6Pero ellos dijeron: No beberemos vino, porque Jonadab hijo de Recab, nuestro padre, nos mandó, diciendo: No beberéis jamás vino vosotros ni vuestros hijos,

7ni edificaréis casa, ni sembraréis sementera, ni plantaréis viña ni la poseeréis, sino que moraréis en tiendas todos vuestros días, para que viváis muchos días sobre la faz de la tierra donde sois peregrinos.

8Y nosotros hemos obedecido la voz de Jonadab hijo de Recab, nuestro padre, en todas las cosas que nos mandó, de no beber vino en todos nuestros días, ni nosotros, ni nuestras esposas, ni nuestros hijos ni nuestras hijas;

9y de no edificar casas para nuestra morada, y de no tener viña, ni campo ni sementera.

10Moramos, pues, en tiendas, y hemos obedecido y hecho conforme a todas las cosas que nos mandó Jonadab, nuestro padre.

11Pero sucedió que cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió a la tierra, dijimos: Venid y vayamos a Jerusalén, por temor al ejército de los caldeos y al ejército de los de Siria; y en Jerusalén nos quedamos.

12Entonces vino la palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:

13Así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: Ve y di a los hombres de Judá y a los moradores de Jerusalén: ¿No recibiréis instrucción para obedecer mis palabras?, dice Jehová.

14Se ha cumplido la palabra de Jonadab hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebiesen vino; y no lo han bebido hasta el día de hoy, por obedecer al mandamiento de su padre; pero yo os he hablado a vosotros, madrugando para hablar, y no me habéis escuchado.

15Y envié a vosotros a todos mis siervos los profetas, madrugando y enviándolos, para deciros: Vuélvase ahora cada uno de su mal camino, y enmendad vuestras obras y no vayáis tras dioses ajenos para servirles, y viviréis en la tierra que os di a vosotros y a vuestros padres; pero no inclinasteis vuestro oído ni me escuchasteis.

16Ciertamente los hijos de Jonadab hijo de Recab han cumplido el mandamiento que les dio su padre, pero este pueblo no me ha obedecido.

17Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, yo traigo sobre Judá y sobre todos los moradores de Jerusalén todo el mal que contra ellos he hablado, porque les hablé y no escucharon; los llamé y no han respondido.

18Y dijo Jeremías a la casa de los recabitas: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: Por cuanto obedecisteis el mandamiento de Jonadab, vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos e hicisteis conforme a todas las cosas que él os mandó,

19por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: No faltará de Jonadab hijo de Recab, hombre que esté en mi presencia todos los días.

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miércoles, 24 de octubre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 231: Jeremías 30-31

Capítulo 30
En los últimos días, Judá e Israel serán congregados en sus propias tierras — David, su rey (Cristo), reinará sobre ellos.

1 La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehová, diciendo:

2Así habló Jehová Dios de Israel, diciendo: Escribe en un libro todas las palabras que te he hablado.

3Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré volver de la cautividad a los de mi pueblo de Israel y de Judá, ha dicho Jehová, y los haré volver a la tierra que di a sus padres, y la poseerán.

4Éstas, pues, son las palabras que habló Jehová acerca de Israel y de Judá.

5Porque así ha dicho Jehová: Hemos oído voz de temblor, de terror y no de paz.

6Preguntad ahora y mirad: ¿Acaso da a luz el varón? ¿Por qué veo que todo hombre tiene las manos sobre sus lomos, como mujer que está de parto, y que se han puesto pálidos todos los rostros?

7¡Ah, cuán grande es aquel día! Tanto, que no hay otro semejante a él; es tiempo de angustia para Jacob, pero de ésta será librado.

8Y sucederá en aquel día, dice Jehová de los ejércitos, que yo romperé el yugo de tu cuello y romperé tus coyundas; y extranjeros no volverán a ponerlo en servidumbre,

9sino que servirán a Jehová su Dios y a David, su rey, a quien yo les levantaré.

10Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices, oh Israel, porque he aquí que yo soy el que te salvo desde lejos, a ti y a tu descendencia, de la tierra de su cautividad. Y Jacob volverá, y descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le atemorice.

11Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré por completo a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré del todo, sino que te castigaré con justicia; y de ninguna manera te dejaré sin castigo.

12Porque así ha dicho Jehová: Incurable es tu quebranto y grave tu herida.

13No hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces.

14Todos tus amantes te olvidaron; no te buscan, porque te herí como hiere un enemigo, con azote de adversario cruel, a causa de la magnitud de tu iniquidad y de la multitud de tus pecados.

15¿Por qué gritas a causa de tu quebranto? Incurable es tu dolor, porque por la magnitud de tu iniquidad y por la multitud de tus pecados te he hecho esto.

16Pero serán devorados todos los que te devoran; y todos tus adversarios, todos ellos irán al cautiverio; y saqueados serán los que te saquearon, y a todos los que te despojaron daré en despojo.

17Mas yo haré venir sanidad para ti y sanaré tus heridas, dice Jehová, porque Desechada te llamaron, diciendo: Ésta es Sión, a la que nadie busca.

18Así ha dicho Jehová: He aquí, yo hago volver del cautiverio las tiendas de Jacob, y de sus moradas tendré misericordia; y la ciudad será edificada sobre su colina, y la ciudadela será asentada en su lugar.

19Y saldrá de ellos acción de gracias y voz de los que están en regocijo; y los multiplicaré, y no serán disminuidos; los glorificaré, y no serán menospreciados.

20Y serán sus hijos como antes, y su congregación delante de mí será confirmada, y castigaré a todos sus opresores.

21Y de ellos saldrá su soberano, y de en medio de ellos saldrá su gobernante; y le haré acercarse, y él se acercará a mí, porque, ¿quién es aquel que dedicó su corazón para acercarse a mí?, dice Jehová.

22Y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.

23He aquí, la tempestad de Jehová sale con furor; la tempestad que se avecina se arremolinará sobre la cabeza de los malvados.

24No se aplacará el ardor de la ira de Jehová hasta que haya hecho y cumplido los propósitos de su corazón; en los últimos días entenderéis esto.

Capítulo 31

Israel será recogido en los últimos días — Efraín tiene la primogenitura — Jehová hará un nuevo convenio con Israel que será inscrito en el corazón — Entonces todo Israel conocerá a Jehová.

1En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellos serán mi pueblo.

2Así ha dicho Jehová: El pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando yo iba a dar reposo a Israel.

3Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Sí, con amor eterno te he amado; por tanto, te he atraído con misericordia.

4Otra vez te edificaré, y serás edificada, oh virgen de Israel; de nuevo serás adornada con tus panderos y saldrás en las danzas con los que se divierten.

5Volverás a plantar viñas en los montes de Samaria; las plantarán los plantadores y disfrutarán de ellas.

6Porque habrá día en que clamarán los guardias en los montes de Efraín: ¡Levantaos y subamos a Sión, a Jehová nuestro Dios!

7Porque así ha dicho Jehová: Cantad con alegría por Jacob y dad voces de júbilo a la cabeza de las naciones; proclamad, alabad y decid: Oh Jehová, salva a tu pueblo, el remanente de Israel.

8He aquí, yo los hago volver de la tierra del norte, y los reuniré de los confines de la tierra, y entre ellos a ciegos y a cojos, a la mujer que está encinta y a la que dio a luz juntamente; en gran congregación volverán acá.

9Vendrán con llanto, y por sus súplicas los guiaré y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán, porque yo soy el padre de Israel, y Efraín es mi primogénito.

10Oíd la palabra de Jehová, oh naciones, y hacedlo saber en las islas que están lejos; y decid: El que dispersó a Israel lo reunirá y lo guardará, como el pastor a su rebaño.

11Porque Jehová rescató a Jacob y lo redimió de manos del más fuerte que él.

12Y vendrán, y cantarán de gozo en lo alto de Sión y correrán hacia la bondad de Jehová: por el grano, y por el vino, y por el aceite y por las crías de las ovejas y de las vacas; y su vida será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor alguno.

13Entonces la virgen se regocijará en la danza, los jóvenes y los ancianos juntamente; y cambiaré su duelo en gozo, y los consolaré y los alegraré de su dolor.

14Y el alma de los sacerdotes satisfaré con grosura, y mi pueblo será saciado de mi bondad, dice Jehová.

15Así ha dicho Jehová: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel, lamentándose por sus hijos, no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron.

16Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz y de las lágrimas tus ojos, porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la tierra del enemigo.

17Esperanza también hay para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propio territorio.

18Ciertamente he oído a Efraín que se lamentaba: Me has castigado, y fui castigado como novillo indómito; hazme volver y yo volveré, porque tú eres Jehová mi Dios.

19Porque después que me aparté, me arrepentí; y después que comprendí, me di golpes en el muslo; me avergoncé y me sentí humillado, porque llevé la afrenta de mi juventud.

20¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿No es niño en quien me deleito? Pues siempre que hablo contra él, ciertamente lo recuerdo aún más. Por eso mis entrañas se conmueven por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová.

21Establécete señales, ponte majanos altos; presta atención a la calzada, el camino por donde fuiste; vuélvete, oh virgen de Israel; vuelve a éstas, tus ciudades.

22¿Hasta cuándo andarás errante, oh hija rebelde?, porque Jehová ha creado una cosa nueva sobre la tierra: la mujer rodeará al varón.

23Así ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: Aún dirán esta palabra en la tierra de Judá y en sus ciudades, cuando yo haga volver a sus cautivos: ¡Jehová te bendiga, oh morada de justicia, oh monte santo!

24Y morarán en ella Judá y todas sus ciudades juntamente, los labradores y los que van con rebaño.

25Porque habré satisfecho al alma cansada y saciado a toda alma entristecida.

26En esto me desperté y miré, y mi sueño me fue agradable.

27He aquí, vienen días, dice Jehová, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal.

28Y sucederá que así como tuve cuidado de ellos para arrancar, y derribar, y derrocar, y destruir y afligir, así tendré cuidado de ellos para edificar y plantar, dice Jehová.

29En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias, y a los hijos les da dentera,

30sino que cada cual morirá por su propia iniquidad; a todo hombre que coma las uvas agrias le dará dentera.

31He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré un nuevo convenio con la casa de Israel y con la casa de Judá,

32no como el convenio que hice con sus padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi convenio, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.

33Mas éste es el convenio que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en su mente y la escribiré en sus corazones; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

34Y no enseñará más ninguno a su prójimo ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la iniquidad de ellos y no me acordaré más de su pecado.

35Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que agita el mar para que bramen sus olas; Jehová de los ejércitos es su nombre:

36Si estas leyes se apartan de delante de mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel dejará de ser nación delante de mí para siempre.

37Así ha dicho Jehová: Si se pudieran medir los cielos arriba y explorar abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharía toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice Jehová.

38He aquí que vienen días, dice Jehová, en que la ciudad será edificada a Jehová, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del Ángulo.

39Y saldrá el cordel de medir delante de él sobre el collado de Gareb, y dará la vuelta hacia Goa.

40Y todo el valle de los cuerpos muertos y de la ceniza, y todos los campos hasta el arroyo Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los Caballos al oriente, serán santos a Jehová; nunca más serán arrancados ni derribados.

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