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viernes, 12 de octubre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 226: Jeremías 8-10


Capítulo 8
Sobrevendrán calamidades a los habitantes de Jerusalén — Para ellos, pasó la siega, terminó el verano y no han sido salvos.

1 En aquel tiempo, dice Jehová, sacarán fuera de sus sepulcros los huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas y los huesos de los moradores de Jerusalén;

2y los esparcirán al sol, y a la luna y a todo el ejército del cielo, a quienes amaron, y a quienes sirvieron, y en pos de quienes anduvieron, y a quienes buscaron y ante quienes se postraron. No serán recogidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra.

3Y escogerá la muerte antes que la vida todo el resto que quede de esta malvada generación, los que queden en todos los lugares adonde yo los arroje, dice Jehová de los ejércitos.

4Les dirás asimismo: Así ha dicho Jehová: El que cae, ¿no se levanta? El que se desvía, ¿no vuelve?

5¿Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el engaño; no han querido volver a mí.

6Escuché y oí; no hablan lo que es recto; no hay hombre que se arrepienta de su maldad, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla.

7Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo; y la tórtola, y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová.

8¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Jehová está con nosotros? Ciertamente, he aquí, la pluma mentirosa de los escribas la ha convertido en mentira.

9Los sabios son avergonzados; están abatidos y presos; he aquí, han rechazado la palabra de Jehová, ¿y qué sabiduría tienen?

10Por tanto, daré a otros sus esposas, y sus campos a quienes los posean; porque desde el más pequeño hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el engaño.

11Y curan el quebranto de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; pero no hay paz.

12¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado en lo más mínimo, ni aun saben tener vergüenza; caerán, por tanto, entre los que caigan; cuando los castigue, caerán, dice Jehová.

13Los consumiré del todo, dice Jehová. No habrá uvas en la vid ni higos en la higuera, y se caerá la hoja; y lo que les he dado pasará de ellos.

14¿Por qué permanecemos sentados? Reuníos, y entremos en las ciudades fortificadas; y allí guardaremos silencio, porque Jehová nuestro Dios nos ha hecho callar y nos ha dado a beber agua de hiel, porque pecamos contra Jehová.

15Esperamos paz, y no hubo bien; tiempo de curación, y he aquí, turbación.

16Desde Dan se oyó el resoplido de sus caballos; al sonido de los relinchos de sus fuertes corceles tembló toda la tierra; y vinieron y devoraron la tierra y su abundancia, la ciudad y a los moradores de ella.

17Porque, he aquí, yo envío entre vosotros serpientes, víboras contra las cuales no hay encantamiento, y os morderán, dice Jehová.

18A causa de mi fuerte dolor; mi corazón desfallece en mí.

19He aquí, la voz del clamor de la hija de mi pueblo desde una tierra lejana: ¿No está Jehová en Sión? ¿No está en ella su rey? ¿Por qué me provocaron a ira con sus imágenes talladas, con vanidades ajenas?

20Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos.

21Quebrantado estoy por el quebranto de la hija de mi pueblo; entenebrecido estoy; el espanto se ha apoderado de mí.

22¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no ha mejorado la salud de la hija de mi pueblo?

Capítulo 9

Jeremías se lamenta intensamente por los pecados del pueblo — Los de este pueblo serán esparcidos entre las naciones y castigados.

1 ¡Oh, si mi cabeza fuera agua y mis ojos fuente de lágrimas, para llorar día y noche por los muertos de la hija de mi pueblo!

2¡Oh, quién me diese en el desierto un albergue de caminantes, para que dejase a mi pueblo y de ellos me apartase! Porque todos ellos son adúlteros, asamblea de traidores.

3Y tensaron su lengua como arco para lanzar mentira; y no se fortalecieron para la verdad en la tierra, porque de mal en mal procedieron y no me conocen, dice Jehová.

4Guárdese cada uno de su prójimo y en ningún hermano tenga confianza, porque todo hermano engaña con falacia, y todo prójimo anda calumniando.

5Y cada uno engaña a su prójimo, y ninguno dice la verdad; enseñaron a su lengua a decir mentiras; cometen iniquidad hasta el cansancio.

6Tu morada está en medio del engaño; a causa del engaño, no quisieron conocerme, dice Jehová.

7Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que yo los refinaré y los probaré, porque, ¿qué más he de hacer por la hija de mi pueblo?

8Saeta mortífera es la lengua de ellos; engaño habla; con su boca habla paz a su amigo, pero dentro de sí le tiende emboscada.

9¿No los he de castigar por estas cosas?, dice Jehová. De tal nación, ¿no se vengará mi alma?

10Por los montes levantaré lloro, y llanto y lamentación por los pastizales del desierto, porque han sido desolados hasta no quedar quien pase, ni oírse el bramido del ganado; desde las aves del cielo hasta las bestias de la tierra huyeron; se han ido.

11Reduciré a Jerusalén a un montón de ruinas, a una guarida de chacales, y convertiré las ciudades de Judá en una desolación donde no quede morador.

12¿Quién es el hombre sabio que entienda esto? ¿Y a quién habló la boca de Jehová, para que pueda declararlo? ¿Por qué causa la tierra ha perecido y ha sido asolada como un desierto, hasta no haber quien pase por ella?

13Y dice Jehová: Porque dejaron mi ley, la cual di delante de ellos, y no obedecieron mi voz ni caminaron conforme a ella,

14sino que se fueron tras la obstinación de su corazón y en pos de los baales, según les enseñaron sus padres.

15Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que a este pueblo yo les daré a comer ajenjo y les daré a beber agua de hiel.

16Y los esparciré entre naciones que no conocieron ellos ni sus padres; y enviaré espada en pos de ellos, hasta que yo los acabe.

17Así dice Jehová de los ejércitos: Considerad y llamad plañideras que vengan; y enviad por las hábiles para que vengan;

18y dense prisa y levanten llanto por nosotros, y corran lágrimas de nuestros ojos, y nuestros párpados destilen agua.

19Porque voz de lamentación se oye desde Sión: ¡Cómo hemos sido destruidos! En gran manera hemos sido avergonzados, porque hemos abandonado la tierra, porque han derribado nuestras moradas.

20Oíd, pues, oh mujeres, la palabra de Jehová, y vuestro oído reciba la palabra de su boca; y enseñad endechas a vuestras hijas y cada una a su amiga lamentos.

21Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas y ha entrado en nuestros palacios, para talar a los niños de las calles, a los jóvenes de las plazas.

22Di: Así dice Jehová: Los cuerpos de los hombres muertos caerán como estiércol sobre la faz del campo y como manojos tras el segador, y no hay quien los recoja.

23Así dice Jehová: No se alabe el sabio en su propia sabiduría, ni en su propia valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus propias riquezas.

24Mas alábese en esto el que haya de alabarse: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra, porque en estas cosas me deleito, dice Jehová.

25He aquí que vienen días, dice Jehová, en que castigaré a todo circuncidado y a todo incircunciso:

26a Egipto, y a Judá, y a Edom, y a los hijos de Amón y de Moab, y a todos los que están en los extremos más remotos, que moran en el desierto, porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.

Capítulo 10

No aprendáis el camino de las demás naciones — Sus dioses son ídolos e imágenes de fundición — Jehová es el Dios verdadero y viviente.

1 Oíd la palabra que Jehová ha hablado a vosotros, oh casa de Israel.

2Así dice Jehová: No aprendáis el camino de las naciones ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman.

3Porque las costumbres de los pueblos son vanidad, porque cortan un árbol del bosque y lo labran las manos del artífice con cincel,

4con plata y oro lo engalanan, con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva.

5Derechos están como una palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal ni tienen poder para hacer bien.

6No hay nadie semejante a ti, oh Jehová; grande eres tú, y grande es tu nombre en poder.

7¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque a ti te corresponde ser temido, porque entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay nadie semejante a ti.

8Y todos se embrutecerán y entontecerán. El mismo árbol es enseñanza de vanidades.

9Traerán plata laminada de Tarsis y oro de Ufaz, obra del artífice y de las manos del fundidor; los vestirán de azul y de púrpura; obra de expertos es todo.

10Mas Jehová es el Dios verdadero; él es el Dios viviente y el Rey eterno; ante su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden resistir su indignación.

11Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra desaparecerán de la tierra y de debajo de estos cielos.

12Él hizo la tierra con su poder; él puso en orden el mundo con su saber y extendió los cielos con su entendimiento;

13a su voz se produce un tumulto de aguas en el cielo, y hace subir las nubes del extremo de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia y saca el viento de sus depósitos.

14Todo hombre se embrutece y le falta conocimiento; todo fundidor es avergonzado a causa de su ídolo, porque mentira es su imagen de fundición y no hay espíritu en ella.

15Vanidad son, obra de escarnio; en el tiempo de su castigo perecerán.

16No es como ellos la porción de Jacob, porque él es el Hacedor de todo, e Israel es la vara de su heredad; Jehová de los ejércitos es su nombre.

17Recoge del suelo tus pertenencias, tú que moras en lugar sitiado.

18Porque así ha dicho Jehová: He aquí que esta vez arrojaré con honda a los moradores de la tierra, y he de afligirlos, para que lo sientan.

19¡Ay de mí, por mi quebranto! Mi llaga es muy dolorosa. Pero yo dije: Ciertamente enfermedad mía es ésta, y debo sufrirla.

20Mi tienda está destruida, y todas mis cuerdas están rotas; mis hijos se han ido de mí y perecieron; no hay ya más quien extienda mi tienda ni quien levante mis cortinas.

21Porque los pastores se embrutecieron y no buscaron a Jehová; por tanto, no prosperaron, y todo su ganado se ha dispersado.

22He aquí que voz de rumor viene, y alboroto grande de la tierra del norte, para convertir en desolación todas las ciudades de Judá, en guarida de chacales.

23Yo sé, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el dirigir sus pasos.

24Corrígeme, oh Jehová, pero con justicia; no con tu furor, no sea que me aniquiles.

25Derrama tu enojo sobre las naciones que no te conocen y sobre las familias que no invocan tu nombre, porque se comieron a Jacob; y lo devoraron, y lo consumieron y asolaron su morada.

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