Seguidores

jueves, 4 de abril de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 310: 2 Corintios 7-10

Capítulo 7
La tristeza (derivada del pecado) que es según Dios produce arrepentimiento — La tristeza del mundo produce muerte.

1 Así que, amados, ya que tenemos estas promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

2 Admitidnos. A nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos engañado.

3 No lo digo para condenaros; pues ya he dicho antes que estáis en nuestro corazón, para morir y para vivir juntamente.

4 Mucha franqueza tengo con vosotros; mucho me glorío en vosotros. Lleno estoy de consuelo; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones.

5 Porque cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores.

6 Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito;

7 y no sólo con su venida, sino también con el consuelo con que él había sido consolado acerca de vosotros, haciéndonos saber vuestro gran anhelo, vuestro llanto, vuestro celo por mí, de manera que me regocijé aún más.

8 Porque aunque os contristé con aquella carta, no me pesa, aunque entonces me pesó, pues veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó.

9 Ahora me regocijo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento, porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte.

10 Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.

11 Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud ha producido en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué gran anhelo, qué celo y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto.

12 Así que, aunque os escribí, no fue por causa del que cometió el agravio, ni por causa del que lo padeció, sino para que os fuese evidente nuestra solicitud que tenemos por vosotros delante de Dios.

13 Por tanto, hemos sido consolados en vuestro consuelo; pero mucho más nos gozamos por el gozo de Tito, cuyo espíritu ha sido confortado por todos vosotros.

14 Pues si de algo me he gloriado con él acerca de vosotros, no he sido avergonzado, sino que, así como todo lo que os habíamos dicho a vosotros era verdad, también el habernos gloriado ante Tito resultó verdad.

15 Y sus tiernos afectos son más abundantes para con vosotros, cuando se acuerda de la obediencia de todos vosotros, de cómo lo recibisteis con temor y temblor.

16 Me gozo de que en todo tengo confianza en vosotros.

Capítulo 8


Los verdaderos santos imparten de su sustento a los pobres — Cristo, de su pobreza, trajo riquezas eternas.

1 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia,

2 que en gran prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad.

3 Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas;

4 pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos.

5 Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y en seguida a nosotros, por la voluntad de Dios.

6 De manera que exhortamos a Tito, para que así como comenzó antes, asimismo acabe también esta obra de gracia entre vosotros.

7 Por tanto, como en todo abundáis, en fe, y en palabra, y en conocimiento, y en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta obra de gracia.

8 No hablo como quien manda, sino para poner a prueba, por medio de la diligencia de otros, también la sinceridad de la caridad vuestra.

9 Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.

10 Y en esto doy mi consejo, porque esto os conviene a vosotros, que comenzasteis antes, no sólo a hacerlo, sino también a querer hacerlo, desde el año pasado.

11 Ahora pues, llevad también a cabo el hacerlo, para que como estuvisteis prontos a querer, así también lo estéis en cumplir conforme a lo que tengáis.

12 Porque si primero hay buena voluntad, se acepta por lo que tiene, no por lo que no tiene.

13 Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez,

14 sino para que en este tiempo, con igualdad, vuestra abundancia supla lo que ellos necesitan, para que también la abundancia de ellos supla lo que vosotros necesitáis, para que haya igualdad;

15 como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más; y el que poco, no tuvo menos.

16 Pero gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma solicitud por vosotros.

17 Pues a la verdad recibió la exhortación; pero estando también muy solícito, por su propia voluntad partió para ir a vosotros.

18 Y enviamos juntamente con él al hermano cuya alabanza en el evangelio se extiende por todas las iglesias;

19 y no sólo esto, sino que también fue designado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para llevar esta obra de gracia, que es administrada por nosotros para la gloria del Señor mismo, y para demostrar vuestra buena voluntad,

20 para evitar que nadie nos reproche esta abundancia que administramos;

21 procurando hacer las cosas con honestidad, no sólo delante del Señor, sino también delante de los hombres.

22 Enviamos también con ellos a nuestro hermano, cuya diligencia hemos comprobado repetidas veces en muchas cosas, y ahora es mucho más diligente por la gran confianza que tiene en vosotros.

23 En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador para con vosotros; y en cuanto a nuestros hermanos, son mensajeros de las iglesias y gloria de Cristo.

24 Mostradles, pues, a ellos ante las iglesias la prueba de vuestro amor, y de nuestro motivo de orgullo acerca de vosotros.

Capítulo 9

Dios ama y recompensa al dador alegre — Gracias sean dadas a Dios por Su don inefable.

1 Porque en cuanto a la ministración de ayuda para los santos, por demás me es escribiros;

2 pues conozco vuestra buena voluntad, de la cual yo me glorío entre los de Macedonia, que Acaya está preparada desde el año pasado; y vuestro celo ha estimulado a muchos.

3 Pero he enviado a los hermanos, para que nuestro gloriarnos de vosotros no sea vano en esta parte; para que, como lo he dicho, estéis preparados;

4 no sea que, si van conmigo algunos macedonios, y os hallan desprevenidos, nos avergoncemos nosotros, por no decir vosotros, de ésta nuestra confianza.

5 Por tanto, consideré necesario exhortar a los hermanos a que fuesen primero a vosotros, y preparasen primero vuestra generosa ofrenda antes prometida, para que esté lista como de generosidad, y no como de exigencia nuestra.

6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra en abundancia, en abundancia también segará.

7 Cada uno dé como propuso en su corazón, no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.

8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia; a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.

9 Como está escrito:

Esparció, dio a los pobres;
su justicia permanece para siempre.

10 Y el que da semilla al que siembra, también dará pan para comer, y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia;

11 para que estéis enriquecidos en todo para toda generosidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.

12 Porque la ministración de este servicio, no solamente suple lo que a los santos les falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios;

13 pues por la experiencia de esta ministración de ayuda glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos;

14 asimismo por la oración de ellos a favor vuestro, los que os aman de corazón a causa de la sobreabundante gracia de Dios en vosotros.

15 ¡Gracias a Dios por su don inefable!

Capítulo 10

Encauzad todo pensamiento hacia la obediencia — Pablo se gloría en el Señor.
1 Yo, Pablo, os ruego por la mansedumbre y benignidad de Cristo, yo, que cuando estoy presente ciertamente soy humilde entre vosotros, pero que cuando estoy ausente soy osado para con vosotros,

2 os ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que ser osado con la osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos juzgan como si anduviésemos según la carne.

3 Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne;

4 porque las armas de nuestra lucha no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,

5 destruyendo argumentos, y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo;

6 y estando prontos a castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea completa.

7 Miráis las cosas según la apariencia. Si alguno está confiado en sí mismo que es de Cristo, esto también considere por sí mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo.

8 Porque aunque me gloríe un poco más de nuestra autoridad (la cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción), no me avergonzaré;

9 para que no parezca como que os quiero atemorizar por cartas.

10 Porque a la verdad, dicen, las cartas son severas y fuertes; pero la presencia corporal, débil, y la palabra, menospreciable.

11 Esto tenga en cuenta tal persona, que así como somos en la palabra por cartas, estando ausentes, lo seremos también en hechos, estando presentes.

12 Porque no osamos contarnos ni compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos y comparándose consigo mismos, no son juiciosos.

13 Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino conforme a la medida de la norma que Dios nos señaló, para llegar también hasta vosotros.

14 Porque no nos hemos excedido, como si no hubiésemos llegado hasta vosotros, pues también hasta vosotros hemos llegado con el evangelio de Cristo.

15 No nos gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que tenemos esperanza de que a medida que crezca vuestra fe, seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra norma.

16 Así anunciaremos el evangelio en los lugares más allá de vosotros, sin entrar en la obra de otro para gloriarnos en lo que ya estaba preparado.

17 Así el que se gloría, gloríese en el Señor,

18 porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.