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sábado, 22 de diciembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 256: Miqueas 1-7


Capítulo 1
Miqueas profetiza la caída de Samaria y la de Jerusalén.

1 La palabra de Jehová que vino a Miqueas de Moreset en los días de Jotam, de Acaz y de Ezequías, reyes de Judá; lo que vio sobre Samaria y Jerusalén.

2 Oíd, pueblos todos; atended, oh tierra, y todo lo que en ella hay; y Jehová el Señor, el Señor desde su santo templo, sea testigo contra vosotros.

3 Porque he aquí, Jehová sale de su lugar, y descenderá y caminará sobre las alturas de la tierra.

4 Y debajo de él se derretirán los montes, y los valles se hendirán como la cera ante el fuego, como las aguas que corren por un precipicio.

5 Todo esto por la rebelión de Jacob y por los pecados de la casa de Israel. ¿Cuál es la rebelión de Jacob? ¿No es Samaria? ¿Y cuáles son los lugares altos de Judá? ¿No es Jerusalén?

6 Haré, pues, de Samaria un montón de ruinas, lugares para plantar viñas; y derramaré sus piedras por el valle y descubriré sus cimientos.

7 Y todas sus estatuas serán despedazadas, y todas sus pagas serán quemadas en el fuego, y asolaré todos sus ídolos, porque de paga de rameras las juntó, y a paga de rameras volverán.

8 Por tanto, lamentaré, y aullaré, y andaré despojado y desnudo; haré aullido como de chacales y lamento como de avestruces.

9 Porque su llaga es incurable, pues llegó hasta Judá; llegó hasta la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalén.

10 No lo digáis en Gat ni tampoco lloréis; revuélcate en el polvo de Bet-le-afra.

11 Pásate desnuda y con vergüenza, oh moradora de Safir; la moradora de Zaanán no salió; el llanto de Bet-esel quitará de vosotros su apoyo.

12 Porque la moradora de Marot anheló intensamente el bien, por cuanto el mal descendió de Jehová hasta la puerta de Jerusalén.

13 Unce al carro los corceles, oh moradora de Laquis; ella fue principio de pecado para la hija de Sión, porque en ti se hallaron las rebeliones de Israel.

14 Por tanto, tú darás presentes de despedida a Moreset-gat; las casas de Aczib serán un engaño para los reyes de Israel.

15 Aún te traeré heredero, oh moradora de Maresa; la gloria de Israel vendrá hasta Adulam.

16 Rápate y córtate el cabello por los hijos de tus delicias; ensancha tu calva como águila, porque fueron llevados cautivos de ti.

Capítulo 2

Se lamenta la destrucción de Israel — Jehová recogerá al remanente de Israel.

1 ¡Ay de los que en sus camas traman iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ponen por obra, porque tienen en su mano el poder!

2 Y codician los campos y los roban; y casas, y las quitan; así oprimen al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad.

3 Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí, yo tramo contra esta familia un mal, del cual no sacaréis vuestros cuellos ni andaréis erguidos, porque el tiempo será malo.

4 En aquel día se levantará contra vosotros un refrán, y se lamentará con triste lamentación, diciendo: Del todo fuimos destruidos; él ha cambiado la heredad de mi pueblo. ¡Cómo nos quitó nuestros campos! Los repartió a otros.

5 Por tanto, no tendrás quien reparta heredades a suerte en la congregación de Jehová.

6 No profeticéis, dicen a los que profetizan; no les profeticen, porque no van a avergonzarse.

7 Tú que te dices casa de Jacob, ¿se ha reducido el espíritu de Jehová? ¿Son éstas sus obras? ¿No hacen bien mis palabras al que camina rectamente?

8 El que ayer era mi pueblo se ha levantado como enemigo; a los que pasan confiadamente, los que vuelven de la guerra, les quitáis el manto de sobre la vestimenta.

9 A las mujeres de mi pueblo echasteis fuera de las casas de sus delicias; a sus niños quitasteis mi gloria para siempre.

10 Levantaos y andad, porque éste no es lugar de reposo; puesto que está contaminado, destruirá con gran destrucción.

11 Si alguno anda con espíritu falso y miente, diciendo: Yo te profetizaré de vino y de sidra; éste será el profeta para este pueblo.

12 De cierto os reuniré a todos, oh Jacob; recogeré ciertamente al remanente de Israel; los pondré juntos como ovejas de Bosra, como rebaño en medio de su redil; harán estruendo por la multitud de hombres.

13 Subirá el que abre brechas delante de ellos; abrirán brecha, y pasarán la puerta y saldrán por ella; y su rey pasará delante de ellos, y a la cabeza de ellos Jehová.

Capítulo 3

Los sacerdotes que enseñan por precio y los profetas que adivinan por dinero traen maldición sobre el pueblo.

1 Y dije: Oíd ahora, oh gobernantes de Jacob y jefes de la casa de Israel: ¿No os corresponde a vosotros saber lo que es justo?

2 Vosotros que aborrecéis lo bueno y amáis lo malo, que les quitáis su piel y su carne de sobre los huesos;

3 que coméis asimismo la carne de mi pueblo, y les arrancáis la piel de sobre ellos, y les quebráis los huesos y los rompéis, como para el caldero, y como carne en la olla.

4 Entonces clamarán a Jehová y no les responderá, sino que esconderá de ellos su rostro en aquel tiempo, por cuanto hicieron obras malas.

5 Así ha dicho Jehová acerca de los profetas que hacen errar a mi pueblo, que muerden con sus dientes y claman: Paz, y al que no les da de comer, declaran contra él guerra santa.

6 Por tanto, habrá para vosotros noche sin visión y oscuridad sin adivinación; y sobre los profetas se pondrá el sol, y el día se entenebrecerá sobre ellos.

7 Y serán avergonzados los profetas, y se confundirán los adivinos; y todos ellos se cubrirán los labios, porque no hay respuesta de Dios.

8 Pero yo estoy lleno del poder mediante el espíritu de Jehová, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión y a Israel su pecado.

9 Oíd ahora esto, gobernantes de la casa de Jacob y jefes de la casa de Israel, que abomináis la justicia y pervertís todo lo que es recto,

10 que edificáis a Sión con sangre y a Jerusalén con injusticia.

11 Sus gobernantes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero; y se apoyan en Jehová, diciendo: ¿No está Jehová entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros.

12 Por tanto, a causa de vosotros Sión será arada como campo, y Jerusalén será montones de ruinas; y el monte de la casa, como cumbres de bosque.

Capítulo 4

En los postreros días se construirá el templo, Israel se congregará en él, comenzará la era milenaria y Jehová reinará en Sión.

1 Y acontecerá en los postreros días que el monte de la casa de Jehová será establecido como cabeza de los montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos.

2 Y vendrán muchas naciones y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará acerca de sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.

3 Y él juzgará entre muchos pueblos y reprenderá a naciones poderosas hasta muy lejos; y forjarán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra.

4 Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente, porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.

5 Todos los pueblos andarán cada uno en el nombre de su dios, y nosotros andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios eternamente y para siempre.

6 En aquel día, dice Jehová, juntaré a la que cojea, y recogeré a la desterrada y a la que afligí;

7 y haré de la que cojea un remanente, y de la desterrada, nación robusta; y Jehová reinará sobre ellos en el monte Sión desde ahora y para siempre.

8 Y tú, oh torre del rebaño, fortaleza de la hija de Sión, hasta ti vendrá el primer señorío, el reino vendrá a la hija de Jerusalén.

9 Ahora, ¿por qué gritas tanto? ¿No hay rey en ti? ¿Pereció tu consejero? ¿Te ha sobrevenido dolor como a mujer de parto?

10 Retuércete y gime, hija de Sión, como mujer que está de parto, porque ahora saldrás de la ciudad, y morarás en el campo y llegarás hasta Babilonia; allí serás librada; allí te redimirá Jehová de manos de tus enemigos.

11 Y ahora se han juntado muchas naciones contra ti y dicen: Sea profanada, y contemplen nuestros ojos Sión.

12 Mas ellos no conocieron los pensamientos de Jehová ni entendieron su consejo; los juntó, pues, como gavillas en la era.

13 Levántate y trilla, hija de Sión, porque haré tu cuerno de hierro y tus uñas de bronce, y desmenuzarás a muchos pueblos; y consagraré a Jehová su botín, y sus riquezas al Señor de toda la tierra.

Capítulo 5

El Mesías nacerá en Belén — En los últimos días, el remanente de Jacob triunfará gloriosamente sobre los gentiles.

1 Agrúpate ahora en tropas, oh hija de tropas; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al juez de Israel.

2 Mas tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre los millares de Judá, de ti me saldrá el que será gobernante en Israel; y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad.

3 Por tanto, los dejará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz; entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel.

4 Y él se levantará y apacentará con el poder de Jehová, con la grandeza del nombre de Jehová su Dios; y permanecerán, porque entonces él será engrandecido hasta los confines de la tierra.

5 Y ese hombre será la paz. Cuando el asirio venga a nuestra tierra y pisotee nuestros palacios, entonces levantaremos contra él siete pastores y ocho hombres principales;

6 y devastarán la tierra de Asiria a espada, y la tierra de Nimrod en sus entradas; y nos librará del asirio cuando venga a nuestra tierra y pise nuestras fronteras.

7 Y el remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío que viene de Jehová, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan al hombre ni aguardan a los hijos de los hombres.

8 Asimismo, el remanente de Jacob será entre las naciones, en medio de muchos pueblos, como el león entre las bestias del bosque, como el cachorro del león entre los rebaños de las ovejas, el cual si pasa, y pisotea y arrebata, no hay quien escape.

9 Tu mano se alzará sobre tus enemigos, y todos tus adversarios serán talados.

10 Y acontecerá en aquel día, dice Jehová, que haré matar tus caballos de en medio de ti y haré destruir tus carros.

11 Haré también destruir las ciudades de tu tierra, y derribaré todas tus fortalezas.

12 Asimismo, destruiré de tu mano las hechicerías, y no se hallarán en ti agoreros.

13 Y haré destruir tus esculturas y tus imágenes talladas de en medio de ti, y nunca más te inclinarás ante la obra de tus manos;

14 y arrancaré tus imágenes de Asera de en medio de ti y destruiré tus ciudades.

15 Y con ira y con furor haré venganza en las naciones que no escucharon.

Capítulo 6

A pesar de toda Su bondad para con ellos, el pueblo no ha servido a Jehová ni en espíritu ni en verdad — Deben actuar rectamente, amar la misericordia y andar con humildad delante de Él.

1 Oíd ahora lo que dice Jehová: Levántate, contiende con los montes, y oigan los collados tu voz.

2 Oíd, montes y fuertes cimientos de la tierra, el pleito de Jehová, porque Jehová tiene pleito con su pueblo y altercará con Israel.

3 Pueblo mío, ¿qué te he hecho o en qué te he molestado? Responde contra mí.

4 Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de servidumbre te redimí; y envié delante de ti a Moisés, y a Aarón y a María.

5 Pueblo mío, acuérdate ahora de lo que aconsejó Balac, rey de Moab, y de lo que le respondió Balaam hijo de Beor, desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas las justicias de Jehová.

6 ¿Con qué me presentaré ante Jehová y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año?

7 ¿Se agradará Jehová de millares de carneros o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?

8 Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno y lo que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar la misericordia y humillarte para andar con tu Dios.

9 La voz de Jehová clama a la ciudad, y sabio es temer tu nombre. Oíd la vara, y a quien la establece.

10 ¿Hay aún en casa del impío tesoros de impiedad y medida escasa que sea detestable?

11 ¿Debo considerar justas la balanza falsa y la bolsa de pesas engañosas?

12 Sus ricos se llenaron de rapiña, y sus moradores hablaron mentira, y su lengua es engañosa en su boca.

13 Por eso yo también te debilitaré hiriéndote, asolándote por tus pecados.

14 Tú comerás y no te saciarás, y tu escasez estará en medio de ti; y tú recogerás, pero no retendrás; y lo que retengas, lo entregaré yo a la espada.

15 Tú sembrarás, mas no segarás; pisarás aceitunas, mas no te ungirás con el aceite; y mosto, mas no beberás el vino.

16 Porque los estatutos de Omri se han guardado y toda obra de la casa de Acab; y en los consejos de ellos anduvisteis, para que yo te entregase a la desolación, y a tus moradores a la burla. Llevaréis, por tanto, el oprobio de mi pueblo.

Capítulo 7

Aunque el pueblo de Israel se ha rebelado, en los últimos días Jehová tendrá misericordia de él — Tendrá compasión y perdonará sus iniquidades.

1 ¡Ay de mí!, porque he venido a ser como cuando han recogido los frutos del verano, como cuando han rebuscado después de la vendimia y no queda racimo para comer; mi alma deseó los primeros frutos.

2 Ha desaparecido el misericordioso de la tierra, y ninguno hay recto entre los hombres; todos acechan para derramar sangre; cada cual tiende red a su hermano.

3 Para completar la maldad con sus manos, el príncipe exige, y el juez juzga por recompensa; y el poderoso habla según el capricho de su alma, y juntos lo traman.

4 El mejor de ellos es como el espino; el más recto, peor que el zarzal; el día de tus atalayas y de tu castigo viene; ahora será su confusión.

5 No creáis en amigo ni confiéis en compañero; de la que duerme a tu lado, cuídate de abrir tu boca.

6 Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su propia casa.

7 Pero yo acudiré a Jehová; esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá.

8 Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, he de levantarme; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz.

9 La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y me haga justicia. Él me sacará a la luz; veré su justicia.

10 Y mi enemiga lo verá y se cubrirá de vergüenza, la que me decía: ¿Dónde está Jehová tu Dios? Mis ojos la verán; ahora será hollada como el lodo de las calles.

11 El día en que se reedifiquen tus muros, aquel día se extenderán los límites.

12 En ese día vendrán hasta ti desde Asiria y desde las ciudades de Egipto, y desde Egipto hasta el Río, y de mar a mar y de monte a monte.

13 Y la tierra será asolada a causa de sus moradores, por el fruto de sus obras.

14 Apacienta a tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solitario en el bosque, en medio del Carmelo; que se apacienten en Basán y Galaad, como en el tiempo pasado.

15 Yo les mostraré maravillas como el día en que saliste de Egipto.

16 Las naciones verán y se avergonzarán de todo su poderío; pondrán la mano sobre su boca; se ensordecerán sus oídos.

17 Lamerán el polvo como la culebra, como las serpientes de la tierra; saldrán temblando de sus escondrijos; tendrán miedo de Jehová nuestro Dios y temerán a causa de ti.

18 ¿Qué Dios hay como tú, que perdona la iniquidad y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retiene para siempre su enojo, porque se deleita en la misericordia.

19 Él volverá; volverá a tener misericordia de nosotros; él hollará nuestras iniquidades y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.

20 Otorgarás a Jacob la verdad y a Abraham la misericordia, como juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos.

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 255: Abdías/Jonás 1-4


Libro de Abdías
Abdías profetiza la caída de Edom — Habrá salvadores sobre el monte Sión.

1 Visión de Abdías. Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón de parte de Jehová, y mensajero ha sido enviado a las naciones. Levantaos, y levantémonos contra este pueblo en batalla.

2 He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; despreciado eres tú en gran manera.

3 La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada, que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?

4 Aunque te remontes como águila y entre las estrellas pongas tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová.

5 Si ladrones vinieran a ti, o robadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no robarían lo que les bastara? Si vinieran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco?

6 ¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! Sus cosas escondidas fueron buscadas.

7 Hasta el límite te han llevado todos tus aliados; los que estaban en paz contigo te han engañado, y han prevalecido contra ti; los que comían tu pan han puesto trampa debajo de ti; no hay en él entendimiento.

8 ¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom y la prudencia del monte de Esaú?

9 Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados, para que todo hombre sea talado del monte de Esaú por el estrago.

10 Por la violencia contra tu hermano Jacob te cubrirá la vergüenza, y serás talado para siempre.

11 El día en que te pusiste del lado contrario, el día en que extraños llevaban cautivo su ejército, y extranjeros entraban por sus puertas y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos.

12 Pues no debiste haberte quedado mirando en el día de tu hermano, el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá el día en que perecieron ni debiste haberte jactado en el día de su angustia.

13 No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su calamidad; no, no debiste haber mirado su mal el día de su desgracia ni haber echado mano a sus bienes el día de su calamidad.

14 Tampoco debiste haberte puesto en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapaban; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de su angustia.

15 Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu propia cabeza.

16 De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán y serán como si no hubieran existido.

17 Mas en el monte Sión habrá salvamento, y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones.

18 Y la casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama, y la casa de Esaú estopa, y los quemarán y los consumirán; ni aun quedará sobreviviente alguno en la casa de Esaú, porque Jehová lo ha dicho.

19 Y los del sur poseerán el monte de Esaú y las llanuras de los filisteos; poseerán también los campos de Efraín y los campos de Samaria; y Benjamín poseerá Galaad.

20 Y los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del sur.

21 Y subirán salvadores al monte Sión para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová.


Libro de Jonás

Capítulo 1
Se envía a Jonás a llamar a Nínive al arrepentimiento — Él huye en un barco, es echado al mar y se lo traga un gran pez.

1 Y vino la palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo:

2 Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y clama contra ella, porque su maldad ha subido delante de mí.

3 Pero Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.

4 Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo una tempestad tan grande en el mar que se pensó que se partiría la nave.

5 Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para aligerarla. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había acostado y dormía profundamente.

6 Y el maestre de la nave se acercó a él y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate y clama a tu Dios. Quizá tu Dios piense en nosotros y no perezcamos.

7 Y dijo cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para saber por culpa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.

8 Entonces le dijeron ellos: Decláranos, te rogamos, por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres?

9 Y él les respondió: Soy hebreo y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.

10 Y aquellos hombres temieron sobremanera y le dijeron: ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de Jehová, porque él se lo había declarado.

11 Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se iba embraveciendo más y más.

12 Y él les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará, porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.

13 Y aquellos hombres remaron con todas sus fuerzas para hacer volver la nave a tierra, pero no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos.

14 Entonces clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos, oh Jehová, te suplicamos que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros sangre inocente, porque tú, Jehová, has hecho como has querido.

15 Y tomaron a Jonás y lo echaron al mar, y el furor del mar se aquietó.

16 Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová e hicieron votos.

17 Pero Jehová tenía preparado un gran pez para que se tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.

Capítulo 2
Jonás ora a Jehová y el pez lo vomita en tierra.

1 Entonces oró Jonás desde el vientre del pez a Jehová, su Dios,

2 y dijo:

Clamé en mi angustia a Jehová,
y él me oyó;
desde el seno del Seol clamé,
y mi voz oíste.

3

Me echaste a lo profundo,
en medio de los mares,
y me rodeó la corriente;
todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.

4

Entonces dije: Desechado soy
de delante de tus ojos;
mas aún veré tu santo templo.

5

Las aguas me rodearon hasta el alma;
me rodeó el abismo;
las algas se enredaron en mi cabeza.

6

Descendí a los cimientos de los montes;
la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre;
pero tú sacaste mi vida de la fosa,
oh Jehová, Dios mío.

7

Cuando mi alma desfallecía en mí,
me acordé de Jehová;
y mi oración llegó hasta ti,
hasta tu santo templo.

8

Los que siguen vanidades ilusorias
su propia misericordia abandonan.

9

Pero yo, con voz de alabanza,
te ofreceré sacrificios;
cumpliré lo que prometí.
La salvación pertenece a Jehová.

10 Y mandó Jehová al pez, y éste vomitó a Jonás en tierra.

Capítulo 3

Jonás profetiza la caída de Nínive — La gente se arrepiente y la ciudad se salva.

1 Y vino la palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo:

2 Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclámale el mensaje que yo te diré.

3 Y se levantó Jonás y fue a Nínive, conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive una ciudad grande, de tres días de camino.

4 Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y proclamaba, diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida.

5 Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos.

6 Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su trono, y se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza.

7 E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no prueben cosa alguna; no se les dé alimento ni beban agua,

8 sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y vuélvase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos.

9 ¿Quién sabe? Puede que Dios se vuelva y se arrepienta, y se aparte del furor de su ira, y no perezcamos.

10 Y vio Dios lo que hicieron, que se volvieron de su mal camino; y se arrepintió Dios del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.

Capítulo 4

Jonás se disgusta con Jehová por Su misericordia para con el pueblo — Jehová lo reprende.

1 Pero esto desagradó a Jonás en extremo, y se enojó.

2 Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis, porque yo sabía que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte y de gran misericordia, y que te arrepientes del mal.

3 Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida, porque mejor me es la muerte que la vida.

4 Y Jehová le respondió: ¿Haces tú bien en enojarte tanto?

5 Y salió Jonás de la ciudad, y se asentó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada y se sentó debajo de ella, a la sombra, hasta ver qué sería de la ciudad.

6 Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza y le librase de su malestar; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera.

7 Mas al venir la mañana del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y ésta se secó.

8 Y acaeció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano; y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la vida.

9 Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte.

10 Y dijo Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste ni tú la hiciste crecer, que en espacio de una noche nació y en espacio de otra noche pereció.

11 ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?