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miércoles, 18 de abril de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 99: 2 Samuel 15-16


Segundo libro de
Samuel..Capítulo 15
Absalón conspira contra David y consigue el apoyo del pueblo — David huye y Absalón entra en Jerusalén.

1 Aconteció después de esto que Absalón se hizo de un carro, y caballos y cincuenta hombres que corriesen delante de él.

2Y se levantaba Absalón de mañana y se ponía a un lado del camino que va a la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía ante el rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel.

3Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas, pero no tienes quien te oiga de parte del rey.

4Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera por juez en esta tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o asunto, y yo les haría justicia!

5Y acontecía que cuando alguno se acercaba para inclinarse ante él, él extendía su mano, y lo abrazaba y lo besaba.

6Y de esta manera hacía con todos los de Israel que venían al rey a juicio, y así les robaba Absalón el corazón a los de Israel.

7Y aconteció que al cabo de cuarenta años, Absalón dijo al rey: Yo te ruego que me permitas ir a Hebrón a pagar mi voto que he prometido a Jehová.

8Porque tu siervo hizo voto cuando estaba en Gesur, en Siria, diciendo: Si Jehová me hace volver a Jerusalén, yo serviré a Jehová.

9Y el rey le dijo: Ve en paz. Y él se levantó y se fue a Hebrón.

10Pero envió Absalón espías por todas las tribus de Israel, diciendo: Cuando oigáis el sonido de la trompeta, diréis: Absalón reina en Hebrón.

11Y fueron con Absalón doscientos hombres de Jerusalén convidados por él, los cuales iban inocentemente, sin saber nada.

12También, Absalón mandó buscar a Ahitofel, el gilonita, consejero de David, de Gilo su ciudad, mientras ofrecía sus sacrificios. Y la conspiración vino a ser grande, pues iba aumentando el pueblo que seguía a Absalón.

13Y un mensajero vino a David, diciendo: El corazón de todo Israel se va tras Absalón.

14Entonces David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: Levantaos y huyamos, porque no podremos escapar delante de Absalón; daos prisa a partir, no sea que apresurándose él nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros y hiera la ciudad a filo de espada.

15Y los siervos del rey dijeron al rey: He aquí, tus siervos están listos para todo lo que nuestro señor el rey decida.

16El rey entonces salió, con toda su familia en pos de él. Y dejó el rey a diez mujeres concubinas para que guardasen la casa.

17Salió, pues, el rey con todo el pueblo que le seguía, y se detuvieron en un lugar distante.

18Y todos sus siervos pasaban a su lado, con todos los cereteos y peleteos; y todos los geteos, seiscientos hombres que habían venido a pie desde Gat, iban delante del rey.

19Y dijo el rey a Itai, el geteo: ¿Para qué vienes tú también con nosotros? Vuelve y quédate con el rey, porque tú eres extranjero y desterrado también de tu lugar.

20Ayer viniste, ¿y he de hacer hoy que andes de aquí para allá para ir con nosotros? Yo voy adonde pueda; tú vuelve y haz volver a tus hermanos, y que la misericordia y la verdad sean contigo.

21Y respondió Itai al rey, diciendo: Vive Dios, y vive mi señor el rey, que, o para muerte o para vida, donde esté mi señor el rey, allí estará también tu siervo.

22Entonces David dijo a Itai: Ven, pues, y pasa adelante. Y pasó Itai, el geteo, y todos sus hombres y toda su familia.

23Y todo el país lloraba en alta voz; pasó luego toda la gente el torrente Cedrón; asimismo pasó el rey, y todo el pueblo pasó al camino que va al desierto.

24Y he aquí, también iba Sadoc, y con él todos los levitas que llevaban el arca del convenio de Dios; y asentaron el arca del convenio de Dios. Y subió Abiatar después que todo el pueblo hubo acabado de salir de la ciudad.

25Pero dijo el rey a Sadoc: Haz volver el arca de Dios a la ciudad; si yo hallo gracia ante los ojos de Jehová, él me hará volver y me permitirá ver el arca y su morada.

26Y si dice: No me complazco en ti; heme aquí, que haga de mí lo que bien le parezca.

27Dijo además el rey al sacerdote Sadoc: ¿No eres tú el vidente? Vuelve en paz a la ciudad, y vuelvan con vosotros vuestros dos hijos: tu hijo Ahimaas y Jonatán hijo de Abiatar.

28Mirad, yo me detendré en los llanos del desierto, hasta que venga respuesta de vosotros que me dé noticias.

29Entonces Sadoc y Abiatar hicieron volver el arca de Dios a Jerusalén y se quedaron allá.

30Y David subió la cuesta de los Olivos; y la subió llorando, llevando la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todo el pueblo que iba con él cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían.

31Y dieron aviso a David, diciendo: Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón. Entonces dijo David: Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel.

32Y aconteció que cuando David llegó a la cumbre del monte donde se adoraba a Dios, he aquí, Husai, el arquita, le salió al encuentro, trayendo rasgada su ropa y tierra sobre su cabeza.

33Y le dijo David: Si vienes conmigo, me serás una carga;

34pero si vuelves a la ciudad y le dices a Absalón: Rey, yo seré tu siervo; como hasta aquí he sido siervo de tu padre, así seré ahora siervo tuyo, entonces tú harás nulo el consejo de Ahitofel.

35¿No estarán allí contigo los sacerdotes Sadoc y Abiatar? Por tanto, todo lo que oigas en la casa del rey, se lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar.

36Y he aquí que están con ellos sus dos hijos, Ahimaas el de Sadoc, y Jonatán el de Abiatar; por medio de ellos me enviaréis aviso de todo lo que oigáis.

37Así fue Husai, amigo de David, a la ciudad; y Absalón entró en Jerusalén.

Segundo libro de
Samuel..Capítulo 16

Se acusa a Mefi-boset de procurar ser rey — Simei, de la casa de Saúl, maldice a David — Ahitofel aconseja a Absalón y éste se llega a las concubinas de su padre.

1Y cuando David hubo pasado un poco más allá de la cumbre del monte, he aquí que Siba, el criado de Mefi-boset, salió a recibirle con un par de asnos ensillados, y sobre ellos doscientos panes, y cien racimos de pasas, y cien frutas de verano y un cuero de vino.

2Y dijo el rey a Siba: ¿Qué es esto? Y Siba respondió: Los asnos son para que monte la familia del rey; los panes y las pasas, para que coman los criados; y el vino, para que beban los que se cansen en el desierto.

3Y dijo el rey: ¿Dónde está el hijo de tu señor? Y Siba respondió al rey: He aquí que él se ha quedado en Jerusalén, porque ha dicho: Hoy me devolverá la casa de Israel el reino de mi padre.

4Entonces el rey dijo a Siba: He aquí, sea tuyo todo lo que tiene Mefi-boset. Y respondió Siba, inclinándose: Rey y señor mío, halle yo gracia delante de ti.

5Y vino el rey David hasta Bahurim; y he aquí, salía uno de la familia de la casa de Saúl, el cual se llamaba Simei hijo de Gera; y salía maldiciendo

6y arrojando piedras contra David y contra todos los siervos del rey David; y todo el pueblo y todos los hombres valientes estaban a su derecha y a su izquierda.

7Y decía Simei, maldiciéndole: ¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y perverso!

8Jehová te ha dado el pago de toda la sangre de la casa de Saúl, en lugar del cual tú has reinado, y Jehová ha entregado el reino en manos de tu hijo Absalón; y hete aquí sorprendido en tu maldad, porque eres hombre sanguinario.

9Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo al rey: ¿Por qué maldice este perro muerto a mi señor el rey? Yo te ruego que me dejes pasar y le cortaré la cabeza.

10Y el rey respondió: ¿Qué tengo yo que ver con vosotros, hijos de Sarvia? Si él maldice así es porque Jehová le ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué haces esto?

11Y dijo David a Abisai y a todos sus siervos: He aquí, mi hijo que ha salido de mis entrañas acecha mi vida; ¿cuánto más ahora un hijo de Benjamín? Dejadle que maldiga, pues Jehová se lo ha dicho.

12Quizá Jehová mire mi aflicción, y me dé Jehová bien por sus maldiciones de hoy.

13Y mientras David y los suyos iban por el camino, Simei iba por el lado del monte delante de él, andando y maldiciendo, y arrojando piedras delante de él y esparciendo polvo.

14Y el rey y todo el pueblo que con él estaba llegaron fatigados, y descansaron allí.

15Y Absalón y todo el pueblo, los hombres de Israel, entraron en Jerusalén, y con él Ahitofel.

16Y acaeció que cuando Husai, el arquita, amigo de David, hubo llegado donde estaba Absalón, le dijo Husai: ¡Viva el rey, viva el rey!

17Y Absalón dijo a Husai: ¿Es éste tu agradecimiento para con tu amigo? ¿Por qué no fuiste con tu amigo?

18Y Husai respondió a Absalón: No, sino que al que elija Jehová y este pueblo y todos los hombres de Israel, de aquél seré yo, y con él me quedaré.

19Y además, ¿a quién había yo de servir? ¿No es a su hijo? Como he servido delante de tu padre, así seré delante de ti.

20Después dijo Absalón a Ahitofel: Dad vuestro consejo sobre lo que debemos hacer.

21Y Ahitofel dijo a Absalón: Llégate a las concubinas de tu padre, que él dejó para guardar la casa; y todo el pueblo de Israel oirá que te has hecho aborrecible a tu padre, y así se fortalecerán las manos de todos los que están contigo.

22Entonces pusieron una tienda para Absalón sobre el terrado, y se llegó Absalón a las concubinas de su padre ante los ojos de todo Israel.

23Y el consejo que daba Ahitofel en aquellos días era como si se consultara la palabra de Dios. Así era considerado el consejo de Ahitofel, tanto por David como por Absalón.





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Lectura con Audio de la Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 98: 2 Samuel 13-14


Segundo libro de
Samuel..Capítulo 13
Amnón ama a Tamar, su hermana, y, por estratagema, la fuerza — Se le da muerte por mandato de Absalón — Absalón huye a Gesur.

1Aconteció después de esto que, teniendo Absalón hijo de David una hermana muy hermosa que se llamaba Tamar, Amnón hijo de David se enamoró de ella.

2Y Amnón estaba tan angustiado que se puso enfermo por su hermana Tamar; pues, por ser ella virgen, le parecía difícil a Amnón hacerle algo.

3Y Amnón tenía un amigo que se llamaba Jonadab hijo de Simea, hermano de David; y Jonadab era un hombre muy astuto.

4Y éste le dijo: Hijo del rey, ¿por qué de día en día vas enflaqueciendo así? ¿No me lo descubrirás a mí? Y Amnón le respondió: Yo amo a Tamar, la hermana de Absalón, mi hermano.

5Y Jonadab le dijo: Acuéstate en tu cama y finge que estás enfermo; y cuando tu padre venga a visitarte, dile: Te ruego que venga mi hermana Tamar, para que me dé de comer, y prepare delante de mí una comida, para que yo la vea y coma de su mano.

6Se acostó, pues, Amnón, y fingió que estaba enfermo, y vino el rey a visitarle; y dijo Amnón al rey: Yo te ruego que venga mi hermana Tamar y haga delante de mí dos panes, para que coma yo de su mano.

7Y David envió a Tamar a su casa, diciendo: Ve ahora a casa de Amnón, tu hermano, y hazle de comer.

8Y fue Tamar a casa de su hermano Amnón, el cual estaba acostado; y tomó harina, y la amasó e hizo panes delante de él y los coció.

9Tomó luego la sartén y los sacó delante de él; pero él no quiso comer. Y dijo Amnón: Echad fuera de aquí a todos. Y todos salieron de allí.

10Entonces Amnón dijo a Tamar: Trae la comida a la alcoba para que yo coma de tu mano. Y tomando Tamar los panes que había cocido, los llevó a su hermano Amnón a la alcoba.

11Y cuando ella se los puso delante para que comiese, él asió de ella, diciéndole: Ven, hermana mía, acuéstate conmigo.

12Ella entonces le respondió: No, hermano mío, no me fuerces, porque no se debe hacer así en Israel. No hagas tal vileza.

13Porque, ¿adónde iría yo con mi deshonra? Y aun tú serías estimado como uno de los perversos en Israel. Te ruego, pues, ahora, que hables al rey, porque él no me negará a ti.

14Pero él no la quiso oír, sino que, pudiendo más que ella, la forzó y se acostó con ella.

15Después Amnón la aborreció con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado. Y le dijo Amnón: Levántate y vete.

16Y ella le respondió: No hay razón; mayor mal es éste de echarme que el que me has hecho. Pero él no la quiso oír,

17sino que, llamando a su criado que le servía, le dijo: Échame a ésta fuera de aquí y cierra la puerta tras ella.

18Y ella llevaba puesto un vestido de colores, un traje que vestían las hijas vírgenes de los reyes. Y su criado la echó fuera y cerró la puerta tras ella.

19Entonces Tamar tomó ceniza y la esparció sobre su cabeza, y rasgó la ropa de colores que llevaba puesta y, con las manos sobre su cabeza, se fue gritando.

20Y le dijo su hermano Absalón: ¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Calla pues, ahora, hermana mía; tu hermano es. No se angustie tu corazón por esto. Y se quedó Tamar desconsolada en casa de su hermano Absalón.

21Y cuando el rey David oyó todo esto, se enojó mucho.

22Pero Absalón no habló con Amnón ni malo ni bueno, pues Absalón aborrecía a Amnón, porque había forzado a su hermana Tamar.

23Y aconteció que, pasados dos años, Absalón tenía esquiladores en Baal-hazor, que está junto a Efraín; y convidó Absalón a todos los hijos del rey.

24Y vino Absalón al rey y le dijo: He aquí, tu siervo tiene ahora esquiladores; yo ruego que venga el rey y sus siervos con tu siervo.

25Y respondió el rey a Absalón: No, hijo mío, no iremos todos, para no ser una carga para ti. Y aunque le insistió, no quiso ir, mas le bendijo.

26Entonces dijo Absalón: Si no, te ruego que venga Amnón, mi hermano, con nosotros. Y el rey le respondió: ¿Para qué ha de ir contigo?

27Y como Absalón le insistió, dejó ir con él a Amnón y a todos los hijos del rey.

28Y Absalón dio órdenes a sus criados, diciendo: Ahora bien, mirad cuando el corazón de Amnón esté alegre por el vino; y cuando yo os diga: Herid a Amnón, entonces matadle; y no temáis, pues yo os lo he mandado. Esforzaos, pues, y sed valientes.

29Y los criados de Absalón hicieron con Amnón como Absalón lo había mandado. Entonces se levantaron todos los hijos del rey, y montó cada uno en su mula y huyeron.

30Y aconteció que cuando estaban ellos aún en camino, llegó a David el rumor que decía: Absalón ha matado a todos los hijos del rey, y ninguno de ellos ha quedado.

31Entonces se levantó David, y rasgó sus vestidos y se echó en tierra, y todos sus criados presentes rasgaron sus vestidos.

32Y Jonadab hijo de Simea, hermano de David, habló y dijo: No diga mi señor que han dado muerte a todos los jóvenes hijos del rey, pues sólo Amnón ha sido muerto; porque en boca de Absalón estaba decidido desde el día en que Amnón forzó a su hermana Tamar.

33Por tanto, ahora no ponga mi señor el rey en su corazón ese rumor que dice: Todos los hijos del rey han sido muertos, porque sólo Amnón ha sido muerto.

34Y Absalón huyó. Y el joven que estaba en el atalaya alzó los ojos y miró, y he aquí que mucha gente venía por el camino que estaba a sus espaldas, del lado del monte.

35Y dijo Jonadab al rey: He allí los hijos del rey que vienen, tal como tu siervo ha dicho.

36Y aconteció que cuando él acabó de hablar, he aquí que los hijos del rey llegaron, y alzando su voz, lloraron. Y también el mismo rey y todos sus siervos lloraron con muy grandes lamentos.

37Pero Absalón huyó y se fue a Talmai hijo de Amiud, rey de Gesur. Y David lloraba por su hijo todos los días.

38Así Absalón huyó, y se fue a Gesur y estuvo allá tres años.

39Y el rey David ansiaba ver a Absalón, porque ya se había consolado de la muerte de Amnón.

Segundo libro de
Samuel..Capítulo 14

Al cabo de tres años, Joab hace arreglos para traer a Absalón a casa, valiéndose de una estratagema — Después de haber transcurrido dos años más, Absalón ve al rey y se reconcilian.

1 Y conociendo Joab hijo de Sarvia que el corazón del rey se inclinaba por Absalón,

2envió Joab y mandó traer de Tecoa a una mujer sabia, y le dijo: Yo te ruego que finjas estar de duelo y te vistas de ropas de luto, y que no te unjas con aceite, sino finge ser mujer que hace mucho tiempo está de luto por algún muerto;

3y al entrar ante el rey, habla con él de esta manera. Y puso Joab las palabras en su boca.

4Y cuando entró aquella mujer de Tecoa ante el rey, se postró en tierra sobre su rostro, hizo reverencia y dijo: ¡Socorro, oh rey!

5Y el rey le dijo: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Yo a la verdad soy una mujer viuda, pues mi marido ha muerto.

6Y tu sierva tenía dos hijos, y los dos riñeron en el campo; y no habiendo quien los separara, uno hirió al otro y lo mató.

7Y he aquí que toda la familia se ha levantado contra tu sierva, diciendo: Entrega al que mató a su hermano, para que le matemos por la vida de su hermano a quien él mató, y destruyamos también al heredero. Así apagarán la brasa que me ha quedado, no dejando a mi marido nombre ni remanente sobre la tierra.

8Entonces el rey dijo a la mujer: Vete a tu casa, y yo daré órdenes con respecto a ti.

9Y la mujer de Tecoa dijo al rey: ¡Rey y señor mío, la maldad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre! Pero el rey y su trono sean sin culpa.

10Y el rey dijo: Al que hable contra ti, tráelo ante mí, que no te tocará más.

11Dijo ella entonces: Te ruego, oh rey, que te acuerdes de Jehová tu Dios, para que el vengador de la sangre no aumente el daño, no sea que destruya a mi hijo. Y él respondió: Vive Jehová, que no caerá en tierra ni un cabello de la cabeza de tu hijo.

12Y la mujer dijo: Te ruego que permitas que hable tu criada una palabra a mi señor el rey. Y él dijo: Habla.

13Entonces la mujer dijo: ¿Por qué, pues, has pensado tú cosa semejante contra el pueblo de Dios? Porque al decir el rey estas palabras se culpa a sí mismo, por cuanto el rey no hace volver a su desterrado.

14Porque de cierto morimos y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden volver a recogerse; ni Dios quita la vida, sino que proporciona medios para que el desterrado no sea de él excluido.

15Y si yo he venido ahora para decir esto al rey mi señor, es porque el pueblo me ha atemorizado. Y tu sierva se dijo: Hablaré ahora al rey; quizá él haga lo que su sierva le diga.

16Pues el rey oirá para librar a su sierva de mano del hombre que me quiere destruir a mí, y a mi hijo juntamente, de la heredad de Dios.

17Tu sierva, pues, dice: Sea ahora de consuelo la respuesta de mi señor el rey, pues mi señor el rey es como un ángel de Dios para discernir entre lo bueno y lo malo. Que Jehová tu Dios sea contigo.

18Entonces el rey respondió y dijo a la mujer: Yo te ruego que no me encubras nada de lo que yo te pregunte. Y la mujer dijo: Hable mi señor el rey.

19Y el rey dijo: ¿No está la mano de Joab contigo en todas estas cosas? Y la mujer respondió y dijo: Vive tu alma, rey señor mío, que no hay que apartarse ni a derecha ni a izquierda de todo lo que mi señor el rey ha hablado, porque tu siervo Joab me mandó, y él puso en boca de tu sierva todas estas palabras;

20para cambiar el aspecto de las cosas, Joab, tu siervo, lo ha hecho; pero mi señor es sabio, conforme a la sabiduría de un ángel de Dios, para conocer todo lo que hay en la tierra.

21Entonces el rey dijo a Joab: He aquí, yo hago esto: Ve y haz volver al joven Absalón.

22Y Joab se postró en tierra sobre su rostro e hizo reverencia, y después que bendijo al rey, dijo: Hoy ha entendido tu siervo que he hallado gracia ante tus ojos, rey y señor mío; pues ha hecho el rey lo que su siervo ha dicho.

23Se levantó luego Joab, y fue a Gesur y trajo a Absalón a Jerusalén.

24Mas el rey dijo: Váyase él a su casa y no vea mi rostro. Y volvió Absalón a su casa y no vio el rostro del rey.

25Y no había en todo Israel hombre tan alabado por su hermosura como Absalón; desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto.

26Y cuando se cortaba el cabello (lo cual hacía al fin de cada año, pues le causaba molestia, y por eso se lo cortaba), pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos de peso real.

27Y le nacieron a Absalón tres hijos y una hija, que se llamó Tamar, la cual era de hermoso semblante.

28Y estuvo Absalón por espacio de dos años en Jerusalén y no vio el rostro del rey.

29Y Absalón mandó buscar a Joab para enviarlo al rey, pero él no quiso venir a él; y envió a buscarlo por segunda vez, pero tampoco quiso venir.

30Entonces dijo a sus siervos: Mirad, el campo de Joab está junto a mi lugar, y allí tiene su cebada; id y prendedle fuego; y los siervos de Absalón prendieron fuego al campo.

31Entonces se levantó Joab, y fue a casa de Absalón y le dijo: ¿Por qué han prendido fuego tus siervos a mi campo?

32Y Absalón respondió a Joab: He aquí, yo he enviado por ti, diciendo que vinieses acá, a fin de enviarte yo al rey a decirle: ¿Para qué vine de Gesur? Mejor me hubiera sido quedarme allá. Vea yo ahora el rostro del rey; y si hay pecado en mí, que me mate.

33Fue, pues, Joab al rey y se lo hizo saber. Entonces llamó a Absalón, el cual vino al rey, y se postró sobre su rostro en tierra delante del rey; y el rey besó a Absalón.





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