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domingo, 30 de septiembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 218: Isaías 48-50


Capítulo 48
Jehová revela Sus propósitos a Israel — Israel ha sido escogido en el horno de la aflicción y ha de salir de Babilonia — Compárese con 1 Nefi 20.

1Oíd esto, oh casa de Jacob, que os llamáis del nombre de Israel, los que salieron de las aguas de Judá, los que juran en el nombre de Jehová y hacen memoria del Dios de Israel, mas no en verdad ni en justicia;

2porque de la santa ciudad se nombran y en el Dios de Israel confían; su nombre es Jehová de los ejércitos.

3Lo que pasó, ya antes lo dije, y de mi boca salió; lo publiqué, lo hice pronto, y llegó a ser.

4Porque sé que eres duro, y nervio de hierro tu cerviz, y tu frente de bronce;

5te lo dije ya desde hace tiempo; antes que sucediera te lo advertí, para que no dijeses: Mi ídolo lo hizo; y mi imagen tallada y mi imagen de fundición mandaron estas cosas.

6Lo oíste; lo viste todo; ¿y no lo anunciaréis? Ahora, pues, te he hecho oír cosas nuevas y ocultas que tú no sabías.

7Ahora han sido creadas, y no desde hace tiempo, ni antes de este día las habías oído, para que no dijeras: He aquí que yo lo sabía.

8Sí, nunca lo habías oído ni nunca lo habías sabido; ciertamente no se abrió antes tu oído, porque sabía que serías muy desleal; por tanto, fuiste llamado transgresor desde el vientre.

9A causa de mi nombre aplazaré mi furor, y para alabanza mía lo reprimiré para no talarte.

10He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en el horno de la aflicción.

11Por mí, por causa de mí mismo lo haré, para que no sea profanado mi nombre, y mi honra no la daré a otro.

12Óyeme, Jacob, y tú, Israel, llamado por mí: Yo mismo, yo el primero, yo también el postrero.

13Mi mano fundó también la tierra, y mi mano derecha extendió los cielos; al llamarlos yo, comparecen juntamente.

14Juntaos todos vosotros y oíd. ¿Quién hay entre ellos que haya anunciado estas cosas? Aquel a quien Jehová amó ejecutará su voluntad en Babilonia, y su brazo estará sobre los caldeos.

15Yo, yo hablé, y le llamé y le traje; por tanto, será prosperado su camino.

16Acercaos a mí, oíd esto: Desde el principio no hablé en secreto; desde que eso se hizo, allí estaba yo; y ahora me envió Jehová el Señor, y su espíritu.

17Así dice Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová, Dios tuyo, que te enseña para tu provecho, que te encamina por el camino que debes seguir.

18¡Oh, si hubieras escuchado mis mandamientos! Entonces tu paz habría sido como un río, y tu justicia como las olas del mar,

19y como la arena tu descendencia, y los renuevos de tus entrañas como los granos de arena. Su nombre no habría sido talado ni raído de mi presencia.

20¡Salid de Babilonia! ¡Huid de entre los caldeos! Anunciadlo con voz de alegría, publicadlo, llevadlo hasta el extremo de la tierra. Decid: Redimió Jehová a Jacob, su siervo.

21Y no tuvieron sed cuando los llevó por los desiertos; les hizo brotar agua de la piedra, y partió la peña y brotaron las aguas.

22No hay paz para los malos, dijo Jehová.

Capítulo 49

El Mesías será una luz para las naciones y pondrá en libertad a los cautivos — Israel será recogido con poder en los últimos días — Reyes serán los ayos de Israel — Compárese con 1 Nefi 21.

1Oídme, oh islas, y escuchad, pueblos lejanos: Jehová me llamó desde el vientre; desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria.

2Y puso mi boca como espada aguda; me cubrió con la sombra de su mano, y me puso por saeta bruñida; me guardó en su aljaba.

3Y me dijo: Mi siervo eres tú, oh Israel; en ti seré glorificado.

4Pero yo dije: Por demás he trabajado; en vano y sin provecho he agotado mis fuerzas. Ciertamente mi juicio está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios.

5Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob. Aunque Israel no sea congregado, aún así seré estimado ante los ojos de Jehová, y mi Dios será mi fortaleza.

6Y dijo: Poco es que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob y para restaurar a los preservados de Israel; también te daré como luz a las naciones, para que seas mi salvación hasta el extremo de la tierra.

7Así ha dicho Jehová, el Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado del hombre, al abominado de la nación, al siervo de gobernantes: Reyes lo verán y se levantarán; príncipes también, y adorarán, a causa de Jehová, que es fiel, el Santo de Israel, el cual te escogerá.

8Así ha dicho Jehová: En el tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré y te daré por convenio del pueblo, para establecer la tierra, para hacer heredar las desoladas heredades,

9para decir a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Manifestaos. En los caminos serán apacentados y en todas las cumbres tendrán sus pastos.

10No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará y los conducirá junto a manantiales de aguas.

11Y convertiré en camino todos mis montes, y mis calzadas serán elevadas.

12He aquí, éstos vendrán de lejos; y, he aquí, otros del norte y del occidente, y éstos de la tierra de Sinim.

13Cantad alabanzas, oh cielos, y regocíjate, oh tierra; y prorrumpid en cantos de alabanzas, oh montes, porque Jehová ha consolado a su pueblo y de sus pobres tendrá misericordia.

14Pero Sión dijo: Jehová me ha desamparado, y mi Señor se ha olvidado de mí.

15¿Acaso se olvidará la mujer de su niño de pecho y dejará de compadecerse del hijo de su vientre? Pues, aunque se olviden ellas, yo no me olvidaré de ti.

16He aquí que en las palmas de mis manos te tengo grabada; delante de mí están siempre tus muros.

17Tus hijos se apresurarán; tus destructores y tus asoladores se alejarán de ti.

18Alza tus ojos y mira alrededor; todos éstos se han reunido, han venido a ti. Vivo yo, dice Jehová, que de todos, como vestidura de adorno, serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia.

19Porque tus ruinas, y tus lugares desolados y tu tierra destruida ahora serán demasiado estrechos a causa de los moradores; y los que te devoraban serán alejados.

20Los hijos que tendrás, después de haber perdido a los primeros, dirán otra vez a tus oídos: Estrecho es para mí este lugar; apártate, para que yo more en él.

21Y dirás en tu corazón: ¿Quién me engendró a éstos? Porque yo había perdido a mis hijos y soy estéril; estoy cautiva y ando errante. ¿Quién, pues, crió a éstos? He aquí, yo fui dejada sola; ¿dónde estaban éstos?

22Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo alzaré mi mano a las naciones, y a los pueblos levantaré mi estandarte; y traerán en brazos a tus hijos, y tus hijas serán llevadas en hombros.

23Y reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas; con el rostro inclinado a tierra se postrarán ante ti y lamerán el polvo de tus pies; y sabrás que yo soy Jehová, porque no serán avergonzados los que esperan en mí.

24¿Será quitado el botín al poderoso? O, ¿serán liberados los cautivos legítimos?

25Pero así dice Jehová: Aun los cautivos le serán quitados al poderoso, y el botín será arrebatado al tirano; y yo contenderé con el que contienda contigo, y yo salvaré a tus hijos.

26Y a los que te oprimen haré comer su propia carne, y con su propia sangre serán embriagados como con vino; y conocerá toda carne que yo, Jehová, soy tu Salvador y tu Redentor, el Fuerte de Jacob.

Capítulo 50

Isaías habla en lenguaje mesiánico — El Mesías tendrá lengua de sabios — Entregará Su espalda a los heridores — No será confundido — Compárese con 2 Nefi 7.

1 Así ha dicho Jehová: ¿Dónde está la carta de divorcio de vuestra madre, con la cual yo la he repudiado? ¿O quiénes son mis acreedores, a quienes yo os he vendido? He aquí que por vuestras iniquidades habéis sido vendidos, y por vuestras transgresiones ha sido repudiada vuestra madre.

2¿Por qué cuando vine no apareció nadie y cuando llamé nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar el mar; convierto los ríos en desierto; sus peces hieden y mueren de sed por falta de agua.

3Visto de oscuridad los cielos y hago como cilicio su cobertura.

4Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabra oportuna al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.

5Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde ni me volví atrás.

6Entregué mi espalda a los heridores y mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no escondí mi rostro de injurias ni de esputos.

7Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no seré confundido; por eso pondré mi rostro como pedernal, y sé que no seré avergonzado.

8Cerca de mí está el que me justifica; ¿quién contenderá conmigo? Presentémonos juntos. ¿Quién es el adversario de mi causa? Acérquese a mí.

9He aquí que Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me condene? He aquí que todos ellos, como ropa de vestir, se envejecerán; los comerá la polilla.

10¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová y escucha la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz confíe en el nombre de Jehová y apóyese en su Dios.

11He aquí, todos vosotros que encendéis fuego y que os rodeáis de chispas, andad a la luz de vuestro fuego y de las chispas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto: en dolor seréis sepultados.

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viernes, 28 de septiembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 217: Isaías 44-47


Capítulo 44
El Espíritu de Jehová será derramado sobre la descendencia de Israel — Los ídolos de madera son combustible para el fuego — Jehová recogerá, bendecirá y redimirá a Israel, y reconstruirá Jerusalén.

1Ahora pues, oye, oh Jacob, siervo mío, y tú, oh Israel, a quien yo escogí.

2Así dice Jehová, Hacedor tuyo y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, oh Jacob, siervo mío, Jesurún, a quien yo escogí.

3Porque yo derramaré agua sobre el sequedal y ríos sobre la tierra árida; mi espíritu derramaré sobre tu descendencia y mi bendición sobre tus renuevos.

4Y brotarán entre la hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas.

5Éste dirá: Yo soy de Jehová; otro llevará el nombre de Jacob; y otro escribirá con su mano: Soy de Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel.

6Así dice Jehová, Rey de Israel y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.

7¿Y quién como yo lo declarará y lo pondrá en orden delante de mí, desde que establecí el pueblo antiguo? Y anuncien lo que viene, sí, lo que vendrá.

8No temáis ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde aquel entonces, y lo anuncié? Por tanto, vosotros sois mis testigos. ¿Hay Dios aparte de mí? ¡No hay otra Roca; no conozco ninguna!

9Los que hacen imágenes talladas, todos ellos son vanidad, y lo más preciado de ellos para nada es útil; y ellos mismos, para su vergüenza, son testigos de que los ídolos no ven ni entienden.

10¿Quién dio forma a un dios o quién fundió una imagen que para nada es de provecho?

11He aquí, todos sus compañeros serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se levantarán, temerán, y se avergonzarán a una.

12El herrero toma la tenaza, trabaja en las brasas, y le da forma con los martillos y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; después tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua y se desmaya.

13El carpintero tiende la regla, lo marca con estilete, lo labra con las gubias, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa.

14Corta cedros y toma un ciprés y una encina que cultiva entre los árboles del bosque; planta un pino para que crezca con la lluvia.

15De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de él para calentarse; enciende también el fuego y cuece panes; hace además un dios y lo adora; hace una imagen tallada y se arrodilla delante de ella.

16Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, adereza un asado y se sacia; después se calienta y dice: ¡Ah, me he calentado; he visto el fuego!

17Y hace del sobrante un dios, su imagen tallada; se postra delante de ella, y la adora y le ruega, diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú.

18No saben ni entienden, porque él ha cerrado sus ojos para que no vean y su corazón para que no entiendan.

19Y ninguno reflexiona en su corazón; no tiene conocimiento ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne y la comí. ¿He de hacer del resto de ello una abominación? ¿He de postrarme delante de un tronco de árbol?

20De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma ni diga: ¿No hay una mentira en mi mano derecha?

21Acuérdate de esto, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres; Yo te formé; siervo mío eres tú, Israel; no me olvidaré de ti.

22Yo deshice como a nube tus transgresiones y como a niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí.

23Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, lugares bajos de la tierra; prorrumpid en alabanza montes, bosque y todo árbol que hay en él, porque Jehová redimió a Jacob y en Israel se glorifica.

24Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo Jehová, que lo hago todo, que despliego yo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo;

25que deshago las señales de los adivinos y enloquezco a los agoreros; que hago retroceder a los sabios y convierto en necedad su sabiduría;

26yo soy quien confirma la palabra de su siervo y cumple el consejo de sus mensajeros; el que dice a Jerusalén: Serás habitada; y a las ciudades de Judá: Seréis reedificadas y vuestras ruinas levantaré;

27el que dice a las profundidades: ¡Secaos! Y vuestros ríos haré secar;

28el que dice de Ciro: Es mi pastor y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir de Jerusalén: Sea edificada; y del templo: Sea fundado.

Capítulo 45

Ciro liberará de Babilonia a los cautivos de Israel — Venid a Jehová (Cristo) y sed salvos — Ante Él se doblará toda rodilla y jurará toda lengua.

1Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo de la mano derecha para someter naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir puertas delante de él, y las puertas no se cerrarán:

2Yo iré delante de ti y enderezaré lo torcido; romperé puertas de bronce y haré pedazos cerrojos de hierro;

3y te daré los tesoros escondidos y las riquezas de lugares secretos, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, el que te llama por tu nombre.

4A causa de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse un título, aunque no me conocías.

5Yo soy Jehová, y no hay ningún otro; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me has conocido,

6para que se sepa desde el nacimiento del sol hasta donde se pone que no hay nadie más que yo; yo soy Jehová, y no hay ningún otro.

7Yo formo la luz y creo las tinieblas; hago la paz y creo la adversidad. Yo, Jehová, hago todo esto.

8Rociad, cielos, desde arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra, y prodúzcanse la salvación y la justicia; háganse brotar juntamente. Yo, Jehová, lo he creado.

9¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡Un tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo moldea: Qué haces?, o: ¿Tu obra no tiene manos?

10¡Ay del que dice al padre: ¿Qué engendraste?, y a la mujer: ¿Qué diste a luz?!

11Así dice Jehová, el Santo de Israel y su Hacedor: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos y acerca de la obra de mis manos.

12Yo hice la tierra y creé sobre ella al hombre. Mis manos, o sea yo, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé.

13Yo lo levanté en justicia y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad y soltará a mis cautivos, no por precio ni por soborno, dice Jehová de los ejércitos.

14Así dice Jehová: El trabajo de Egipto, y las mercaderías de Etiopía y de los sabeos, hombres de gran estatura, se pasarán a ti y serán tuyos; irán en pos de ti; pasarán con grilletes y te harán reverencia; te suplicarán, diciendo: Ciertamente Dios está contigo, y no hay otro fuera de Dios.

15Verdaderamente tú eres Dios que te ocultas, Dios de Israel, el Salvador.

16Avergonzados y también afrentados serán todos ellos; irán con afrenta todos los talladores de imágenes.

17Israel será salvo por Jehová con salvación eterna; no os avergonzaréis ni os afrentaréis por los siglos de los siglos.

18Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la estableció; no la creó en vano, sino para que fuese habitada la formó: Yo soy Jehová, y no hay ningún otro.

19No hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo justicia, que anuncio rectitud.

20Reuníos y venid; acercaos todos los sobrevivientes de entre las naciones. No tienen conocimiento los que erigen el madero de su imagen tallada, y los que ruegan a un dios que no salva.

21Declarad y hacedlos acercarse; sí, deliberen juntos. ¿Quién hizo oír esto desde tiempos antiguos y lo tiene dicho desde entonces, sino yo, Jehová? Y no hay más Dios que yo, Dios justo y Salvador; no hay otro fuera de mí.

22Volveos a mí y sed salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ninguno más.

23Por mí mismo hice juramento; de mi boca salió palabra en justicia y no será revocada. Que ante mí se doblará toda rodilla y jurará toda lengua.

24Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová están la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados.

25En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel.

Capítulo 46

Los ídolos no se deben comparar con el Señor — Sólo Él es Dios y salvará a Israel.

1Se postró Bel, se doblegó Nebo; sus imágenes fueron puestas sobre bestias y sobre animales, carga pesada para vuestras bestias fatigadas.

2Fueron doblegados, fueron postrados juntamente; no pudieron escaparse de la carga, sino que tuvieron ellos mismos que ir en cautiverio.

3Escuchadme, oh casa de Jacob, y todo el resto de la casa de Israel, los que yo he traído desde el vientre, los que yo he llevado desde la matriz.

4Y hasta vuestra vejez yo seré el mismo, y hasta vuestras canas os soportaré yo; yo he hecho y yo llevaré; yo os soportaré y yo os libraré.

5¿A quién me asemejáis, y me igualáis y me comparáis, para que seamos semejantes?

6Algunos derrochan oro de la bolsa y pesan plata con balanza; contratan a un platero, y éste hace un dios de ello; se postran, sí, y lo adoran.

7Se lo echan sobre los hombros, lo llevan y lo colocan en su lugar; allí se está y no se mueve de su sitio. Sí, le claman, pero tampoco responde ni libra de la tribulación.

8Acordaos de esto y sed firmes; recordadlo en vuestro corazón, transgresores.

9Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro; yo soy Dios, y nada hay semejante a mí,

10que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;

11que llamo desde el oriente al ave de rapiña y de tierra lejana al hombre de mi consejo. Yo hablé, y haré que acontezca; lo he pensado, y también lo haré.

12Escuchadme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia.

13Haré que se acerque mi justicia; no se alejará, y mi salvación no se detendrá. Y pondré salvación en Sión, y mi gloria será para Israel.

Capítulo 47
Babilonia y Caldea serán destruidas por sus iniquidades — Nadie las salvará.

1Desciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia; siéntate en la tierra sin trono, hija de los caldeos, porque nunca más te llamarán tierna y delicada.

2Toma las piedras del molino y muele harina; quítate el velo, levántate la falda, descubre las piernas, pasa los ríos.

3Expuesta será tu desnudez, y tu vergüenza será vista; tomaré venganza y no perdonaré a ningún hombre.

4Nuestro Redentor, Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel.

5Siéntate en silencio y entra en las tinieblas, hija de los caldeos, porque nunca más te llamarán señora de reinos.

6Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad y los entregué en tus manos; no les tuviste misericordia; sobre el anciano agravaste mucho tu yugo.

7Y dijiste: Para siempre seré señora; y no pusiste esto en tu corazón ni te acordaste de tu final.

8Oye, pues, ahora esto, voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda ni me quedaré sin hijos.

9Estas dos cosas te vendrán de repente, en un mismo día: pérdida de hijos y viudez. En toda su perfección vendrán sobre ti, por la multitud de tus hechicerías y por tus muchos encantamientos.

10Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabiduría y tu mismo conocimiento te engañaron, y dijiste en tu corazón: Yo, y nadie más.

11Vendrá, pues, sobre ti un mal cuyo origen no sabrás; caerá sobre ti un desastre que no podrás evitar; y una destrucción que no te imaginas vendrá de repente sobre ti.

12Persiste, pues, en tus encantamientos y en la multitud de tus hechicerías, en las cuales te fatigaste desde tu juventud; quizá sacarás provecho; quizá provocarás temor.

13Te has fatigado en la multitud de tus consejos. Que se pongan de pie y que te defiendan los astrólogos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti.

14He aquí que serán como rastrojo; el fuego los quemará; no salvarán sus vidas del poder de la llama; no quedará brasa para calentarse ni lumbre ante la cual sentarse.

15Así te serán aquellos con quienes has trabajado, que han comerciado contigo desde tu juventud; cada uno irá por su camino; no habrá quien te salve.

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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 216: Isaías 41-43

Capítulo 41
Jehová dice a Israel: Vosotros sois Mis siervos; yo os sustentaré — Los ídolos nada son — Se llevarán buenas nuevas a Jerusalén.

1Guardad silencio ante mí, oh islas, y renueven fuerzas los pueblos; acérquense y entonces hablen; vengamos juntos a juicio.

2¿Quién despertó al justo del oriente, lo llamó para que le siguiese, entregó delante de él naciones y le hizo gobernar sobre reyes? Los entregó a su espada como polvo, y a su arco como hojarasca arrebatada.

3Los persiguió; pasó en paz por un camino por donde sus pies nunca habían pisado.

4¿Quién hizo y realizó esto, llamando a las generaciones desde el principio? Yo Jehová, el primero, y con los postreros; yo soy aquél.

5Las islas vieron y tuvieron temor; los confines de la tierra temblaron, se acercaron y vinieron.

6Cada cual ayuda a su prójimo y dice a su hermano: ¡Sé fuerte!

7El artífice anima al orfebre, y el que aplana con martillo dice al que bate en el yunque, acerca de la soldadura: ¡Está bien! Y lo afirma con clavos para que no se mueva.

8Pero tú, oh Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham, mi amigo.

9Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí y no te deseché.

10No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te fortalezco; siempre te ayudaré; siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

11He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y humillados; los que contienden contigo serán como nada y perecerán.

12Los buscarás y no los hallarás, los que tienen contienda contigo; aquellos que te hacen la guerra serán como nada y como cosa que no es.

13Porque yo, Jehová, soy tu Dios, quien te sostiene de la mano derecha y te dice: No temas, yo te ayudaré.

14No temas, gusano de Jacob, oh vosotros hombres de Israel; yo te socorreré, dice Jehová, tu Redentor, el Santo de Israel.

15He aquí que yo te he puesto por trillo, trillo nuevo, cortante, lleno de dientes; trillarás montes y los molerás, y convertirás los collados en tamo.

16Los aventarás, y se los llevará el viento, y los esparcirá el torbellino. Pero tú te regocijarás en Jehová; te gloriarás en el Santo de Israel.

17Los afligidos y menesterosos buscan agua, pero no hay; se secó de sed su lengua; yo, Jehová, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los desampararé.

18En las cumbres abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; convertiré el desierto en estanques de agua, y la tierra seca en manantiales de agua.

19Pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos; pondré en el yermo cipreses, olmos y álamos juntamente,

20para que vean, y sepan, y consideren y entiendan todos que la mano de Jehová hace esto, y que el Santo de Israel lo ha creado.

21Presentad vuestra causa, dice Jehová; exponed vuestros fuertes razonamientos, dice el Rey de Jacob.

22Tráiganlos y declárennos lo que ha de suceder; dígannos lo que ha sucedido desde el principio, y lo consideraremos en nuestro corazón, para que sepamos también su final; y hacednos entender lo que ha de venir.

23Declaradnos lo que ha de venir después, para que sepamos que vosotros sois dioses; haced algo, sea bueno o malo, para que lo temamos y lo veamos juntamente.

24He aquí que vosotros no sois nada, y vuestras obras son vanidad; abominación es el que os escoge.

25Del norte desperté a uno, y vendrá; del nacimiento del sol invocará mi nombre; y pisoteará príncipes como a lodo, como pisotea al barro el alfarero.

26¿Quién lo declaró desde el principio, para que lo supiéramos; o de tiempo atrás, para que dijéramos: Es justo? Ciertamente no hay quien lo declare; sí, no hay quien lo anuncie; ciertamente no hay quien oiga vuestras palabras.

27He aquí, yo soy el primero que he declarado estas cosas a Sión, y a Jerusalén daré un portador de buenas nuevas.

28Miro, y no hay nadie; y entre ellos ningún consejero hay; les pregunto, y no responden palabra.

29He aquí, todos son vanidad, y las obras de ellos nada son. ¡Viento y vanidad son sus imágenes fundidas!

Capítulo 42

Isaías habla del Mesías — Jehová traerá Su ley y Su justicia, será una luz a las naciones y liberará a los presos — Alabad a Jehová.

1He aquí mi siervo, yo lo sostendré; mi escogido en quien mi alma se complace. He puesto sobre él mi espíritu; él traerá justicia a las naciones.

2No clamará, ni alzará su voz ni la hará oír en las calles.

3No quebrará la caña cascada ni apagará el pabilo que humea; traerá la justicia con fidelidad.

4No se cansará ni desmayará hasta que ponga justicia en la tierra. Y las islas esperarán su ley.

5Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos y el que los despliega, el que extiende la tierra y sus frutos, el que da aliento al pueblo que mora sobre ella y espíritu a los que por ella andan:

6Yo, Jehová, te he llamado en justicia, y te sostendré de la mano, y te guardaré y te pondré como convenio para el pueblo, como luz para las naciones,

7para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos y de casas de prisión a los que moran en tinieblas.

8¡Yo soy Jehová; éste es mi nombre! Y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a imágenes talladas.

9He aquí, las cosas anteriores se han cumplido, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo os las haré saber.

10Cantad a Jehová un nuevo cántico, su alabanza desde el extremo de la tierra, los que descendéis al mar, y cuanto hay en él, las islas y sus moradores.

11Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar; canten los moradores de Sela; desde la cumbre de los montes den voces de júbilo.

12Den gloria a Jehová y anuncien sus loores en las islas.

13Jehová saldrá como hombre poderoso, y como hombre de guerra despertará celo; gritará, sí, voceará; prevalecerá sobre sus enemigos.

14Desde hace mucho tiempo he callado, he guardado silencio, me he contenido; daré voces como la que está de parto, jadearé y resollaré a la vez.

15Devastaré montes y collados, haré secar toda su hierba; los ríos convertiré en islas y secaré los estanques.

16Y guiaré a los ciegos por un camino que no conocían, los haré pisar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré y no los desampararé.

17Serán vueltos atrás y en extremo avergonzados los que confían en imágenes talladas y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses.

18Sordos, oíd; y vosotros ciegos, mirad para ver.

19¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo como mi mensajero que envié? ¿Quién es tan ciego como el perfecto, y tan ciego como el siervo de Jehová?

20Tú ves muchas cosas, pero no las observas. Los oídos están abiertos, pero nadie oye.

21Jehová se complació, por causa de su justicia, en magnificar la ley y engrandecerla.

22Mas éste es un pueblo saqueado y despojado, todos ellos atrapados en cavernas y escondidos en cárceles; se han convertido en botín, y no hay quien los libre; y en despojo, y no hay quien diga: Restituidlos.

23¿Quién de vosotros oirá esto? ¿Quién atenderá y escuchará con respecto al porvenir?

24¿Quién dio a Jacob en botín y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue Jehová, contra quien pecamos? Porque no quisieron andar en sus caminos ni escucharon su ley.

25Por tanto, derramó sobre él el furor de su ira y la ferocidad de la guerra; y le prendió fuego alrededor, pero no se dio cuenta; y lo encendió, pero no hizo caso.

Capítulo 43

Jehová dice a Israel: Yo soy Tu Dios; recogeré tu descendencia; aparte de Mí no hay Salvador; vosotros sois Mis testigos.

1Y ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te he redimido; te puse nombre; mío eres tú.

2Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti.

3Porque yo, Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate; a Etiopía y a Seba, a cambio de ti.

4Porque ante mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres a cambio de ti y naciones a cambio de tu vida.

5No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu descendencia y del occidente te recogeré.

6Diré al norte: Da acá, y al sur: No los retengas; trae desde lejos a mis hijos, y a mis hijas desde los confines de la tierra,

7a todos los llamados por mi nombre, para gloria mía los creé, los formé y los hice.

8Sacad al pueblo que es ciego, aunque tiene ojos, y a los sordos, aunque tienen oídos.

9Congréguense a una todas las naciones, y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto y que nos haga oír las cosas anteriores? Presenten sus testigos y justifíquense; oigan y digan: Es verdad.

10Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis, y creáis y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios alguno, ni lo será después de mí.

11Yo, yo soy Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.

12Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, y yo soy Dios.

13Aun antes que hubiera día, yo soy, y no hay quien libre de mi mano; yo actúo, ¿y quién lo revoca?

14Así dice Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vuestra causa envié a Babilonia e hice descender a todos ellos como fugitivos, aun el clamor jactancioso de los caldeos en sus naves.

15Yo soy Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey.

16Así dice Jehová, el que abre camino en el mar y senda en las aguas impetuosas;

17el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; se caen juntamente para no levantarse; quedan extinguidos, como pabilo quedan apagados:

18No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a la memoria las cosas antiguas.

19He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz. ¿No la percibís? Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en el yermo.

20La bestia del campo me honrará, los chacales y los polluelos del avestruz, porque daré agua en el desierto, ríos en el yermo, para que beba mi pueblo, mi escogido.

21Este pueblo he formado para mí; mis alabanzas publicará.

22Y no me invocaste a mí, oh Jacob, sino que de mí te cansaste, oh Israel.

23No me trajiste a mí los animales de tus holocaustos ni a mí me honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda ni te hice fatigar quemando incienso.

24No compraste para mí caña aromática con dinero ni me saciaste con la grosura de tus sacrificios, sino que me abrumaste con tus pecados, me fatigaste con tus iniquidades.

25Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por mi causa, y no me acordaré de tus pecados.

26Hazme recordar; entremos a juicio juntamente; habla tú para justificarte.

27Tu primer padre pecó, y tus enseñadores transgredieron contra mí.

28Por tanto, yo profané a los príncipes del santuario, y puse como anatema a Jacob y como oprobio a Israel.

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lunes, 24 de septiembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 215: Isaías 38-40


Capítulo 38
La vida de Ezequías es prolongada quince años — El sol retrocede diez grados como una señal — Ezequías alaba y agradece a Jehová.

1En aquellos días cayó Ezequías enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová ha dicho así: Pon tu casa en orden, porque vas a morir y no vivirás más.

2Entonces volvió Ezequías su rostro hacia la pared, e hizo oración a Jehová.

3Y dijo: Oh Jehová, te ruego te acuerdes ahora de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y de que he hecho lo bueno ante tus ojos. Y lloró Ezequías con gran llanto.

4Entonces vino la palabra de Jehová a Isaías, diciendo:

5Ve y di a Ezequías: Jehová, Dios de tu padre David, dice así: Tu oración he oído y he visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años.

6Y te libraré a ti y a esta ciudad de manos del rey de Asiria, y a esta ciudad defenderé.

7Y esto te será como señal de parte de Jehová, que Jehová hará esto que ha dicho:

8He aquí que yo haré retroceder la sombra los diez grados que ya ha descendido con el sol en el reloj de Acaz. Y el sol retrocedió diez grados, por los cuales ya había descendido.

9Escrito de Ezequías, rey de Judá, de cuando enfermó y sanó de su enfermedad:

10

Yo dije: En medio de mis días iré a las puertas del Seol;
privado soy del resto de mis años.

11

Dije: No veré a Jah , a Jah en la tierra de los vivientes;
ya no veré más a ningún hombre entre los moradores del mundo.

12

Mi morada ha sido arrebatada y alejada de mí, como tienda de pastor.
Como tejedor enrollé mi vida; él la cortará del telar; tú me consumirás entre el día y la noche.

13

Estuve en vela hasta la mañana. Como un león, él quebrará todos mis huesos;
de la mañana a la noche terminarás conmigo.

14

Como la grulla y como la golondrina me quejo;
gimo como la paloma; alzo hacia lo alto mis ojos.
Oh Jehová, estoy oprimido; ¡ampárame!

15

¿Qué diré? Él me lo dijo y él mismo lo ha hecho.
Andaré pausadamente en la amargura de mi alma todos los años de mi vida.

16

Oh Señor, por estas cosas viven los hombres;
en todas ellas está la vida de mi espíritu,
pues tú me restablecerás y harás que viva.

17

He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz;
pero a ti te agradó librar mi vida de la fosa de corrupción,
porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados.

18

Porque el Seol no te agradecerá, ni la muerte te alabará.
Los que descienden a la fosa no esperarán tu verdad.

19

El que vive, el que vive, éste te alabará, como yo lo hago hoy;
el padre dará a conocer tu verdad a los hijos.

20

Jehová me salva;
por tanto, cantaremos mis cánticos al son de instrumentos de cuerda
en la casa de Jehová todos los días de nuestra vida.

21Y había dicho Isaías: Tomen una masa de higos y pónganla en la llaga, y sanará.

22Había asimismo dicho Ezequías: ¿Qué señal tendré de que subiré a la casa de Jehová?

Capítulo 39

Ezequías muestra sus riquezas a Babilonia — Isaías profetiza el cautiverio en Babilonia.

1En aquel tiempo Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y un presente a Ezequías, porque había oído que Ezequías había estado enfermo y que había convalecido.

2Y se regocijó por ellos Ezequías y les mostró la casa de su tesoro: la plata, y el oro, y las especias, y los preciados ungüentos, y toda su casa de armas y todo lo que había en sus tesoros; no hubo cosa en su casa y en todo su dominio que Ezequías no les mostrase.

3Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías y le dijo: ¿Qué han dicho estos hombres y de dónde han venido a ti? Y Ezequías le respondió: De lejanas tierras han venido a mí, de Babilonia.

4Dijo entonces: ¿Qué han visto en tu casa? Y dijo Ezequías: Todo lo que hay en mi casa han visto, y ninguna cosa hay de mis tesoros que no les haya mostrado.

5Entonces dijo Isaías a Ezequías: Oye la palabra de Jehová de los ejércitos:

6He aquí, vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa y lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice Jehová.

7Y de tus hijos que saldrán de ti, que tú habrás engendrado, los tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia.

8Y dijo Ezequías a Isaías: La palabra de Jehová que has hablado es buena. Y añadió: A lo menos, habrá paz y verdad en mis días.

Capítulo 40

Isaías habla del Mesías — Preparad el camino de Jehová — Como pastor apacentará Su rebaño — El Dios de Israel es de grandeza incomparable.

1 Consolad , consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios.

2Hablad al corazón de Jerusalén y decidle a voces que su lucha ha terminado, que su iniquidad es perdonada, que ya ha recibido de la mano de Jehová el doble por todos sus pecados.

3Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino de Jehová; enderezad calzada en el yermo para nuestro Dios.

4Todo valle será alzado, y todo monte y collado serán bajados; y lo torcido será enderezado, y lo áspero será allanado.

5Entonces se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá, porque la boca de Jehová ha hablado.

6Una voz que decía: Da voces. Y él respondió: ¿Qué tengo que decir a voces? Toda carne es hierba, y toda su bondad como flor del campo.

7La hierba se seca, la flor se marchita, porque el aliento de Jehová sopla sobre ella; ciertamente el pueblo es hierba.

8Se seca la hierba, se marchita la flor, mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.

9Súbete sobre un monte alto, anunciadora de buenas nuevas de Sión; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de buenas nuevas de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡He aquí al Dios vuestro!

10He aquí, Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo gobernará por él; he aquí, su recompensa viene con él, y su obra está delante de él.

11Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo recogerá los corderos y en su seno los llevará; conducirá con ternura a las ovejas que todavía están criando.

12¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y la extensión de los cielos con su palmo, y puso en una medida el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?

13¿Quién dirigió al espíritu de Jehová, o le aconsejó, enseñándole?

14¿A quién pidió consejo y quién le hizo entender? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó conocimiento o le mostró la senda del entendimiento?

15He aquí que las naciones son como una gota de un balde y consideradas como el polvo en la balanza; he aquí, él levanta las islas como al polvo fino.

16Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el holocausto.

17Todas las naciones son como nada delante de él; para él cuentan menos que nada y le son vanas.

18¿Con quién, pues, compararéis a Dios, o qué imagen le compondréis?

19El artífice funde la imagen tallada; el orfebre la recubre de oro y le labra cadenas de plata.

20El que es muy pobre para tal ofrenda escoge madera que no se pudra; se busca un maestro sabio, para que le haga una imagen tallada que no se mueva.

21¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿No os lo han dicho desde el principio? ¿No lo habéis entendido desde la fundación de la tierra?

22Él está sentado sobre la bóveda de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina y los despliega como una tienda para morar.

23Él reduce a la nada a los que gobiernan y a los jueces de la tierra hace como cosa vana.

24Apenas han sido plantados, apenas han sido sembrados, apenas su tronco ha echado raíz en la tierra, cuando él sopla sobre ellos y se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca.

25¿Con quién, pues, me compararéis o me haréis semejante?, dice el Santo.

26Levantad en alto vuestros ojos y mirad: ¿Quién creó estas cosas? Él saca en orden su hueste; a todas llama por sus nombres; por la grandeza de su vigor y el poder de su fuerza ninguna faltará.

27¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y mi causa pasa inadvertida a mi Dios?

28¿No has sabido? ¿No has oído que el Dios eterno, Jehová, el cual creó los confines de la tierra, no desfallece ni se fatiga? Su entendimiento es inescrutable.

29Él da fuerzas al cansado y multiplica las fuerzas del que no tiene vigor.

30Los muchachos se fatigan y se cansan; los jóvenes ciertamente caen;

31pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán.

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sábado, 22 de septiembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 214: Isaías 36-37


Capítulo 36
Los asirios hacen la guerra contra Judá y blasfeman a Jehová.

1Y aconteció en el año catorce del rey Ezequías, que Senaquerib, rey de Asiria, subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá y las tomó.

2Y el rey de Asiria envió al Rabsaces con un gran ejército desde Laquis a Jerusalén contra el rey Ezequías; y se detuvo junto al acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador.

3Y salió a él Eliaquim hijo de Hilcías, el mayordomo, y Sebna, el escriba, y Joa hijo de Asaf, el cronista.

4A éstos dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: El gran rey, el rey de Asiria, dice así: ¿Qué confianza es ésta en que confías?

5Yo digo, alegas tú (pero son sólo palabras): Tengo consejo y fuerza para la guerra. Ahora bien, ¿en quién confías para que te rebeles contra mí?

6He aquí que confías en esta vara de caña astillada, en Egipto, sobre la cual si alguien se apoya, le entrará por la mano y la traspasará. Tal es Faraón, rey de Egipto, para con todos los que en él confían.

7Y si me dices: En Jehová nuestro Dios confiamos; ¿no es éste aquel cuyos lugares altos y cuyos altares hizo quitar Ezequías, y dijo a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis?

8Ahora, pues, yo te ruego que hagas un trato con el rey de Asiria, mi señor, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes para ellos.

9¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi señor, y confiar en Egipto para tener carros y hombres de a caballo?

10¿Y acaso he venido yo ahora a esta tierra para destruirla sin Jehová? Jehová me ha dicho: Sube a esta tierra y destrúyela.

11Entonces dijo Eliaquim, y Sebna y Joa al Rabsaces: Te ruego que hables a tus siervos en la lengua de los sirios, porque nosotros la entendemos, y no hables con nosotros en la lengua de los judíos a oídos del pueblo que está sobre el muro.

12Y dijo el Rabsaces: ¿Acaso me ha enviado mi señor a decir estas palabras sólo a ti y a tu Señor, y no a los hombres que están sobre el muro, quienes van a comer su propio estiércol y beber su propia orina junto con vosotros?

13Entonces se puso en pie el Rabsaces y gritó a gran voz en la lengua de los judíos, diciendo: Oíd las palabras del gran rey, el rey de Asiria.

14El rey dice así: No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar.

15Y no os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente Jehová nos librará; esta ciudad no será entregada en manos del rey de Asiria.

16¡No escuchéis a Ezequías!, porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo la paz y salid a mí; y coma cada uno de su viña, y cada uno de su higuera, y beba cada cual las aguas de su pozo,

17hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de grano y de mosto, tierra de pan y de viñas.

18Mirad que no os engañe Ezequías, diciendo: Jehová nos librará. ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra de manos del rey de Asiria?

19¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim? ¿Y han librado ellos a Samaria de mis manos?

20¿Quién de entre todos los dioses de estas tierras ha librado su tierra de mis manos, para que Jehová libre de mis manos a Jerusalén?

21Pero ellos callaron y no le respondieron palabra, porque el rey así lo había mandado, diciendo: No le respondáis.

22Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, el mayordomo, y Sebna, el escriba, y Joa hijo de Asaf, el cronista, fueron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del Rabsaces.

Capítulo 37

Ezequías pide el consejo de Isaías para salvar a Jerusalén — Isaías profetiza la derrota de los asirios y la muerte de Senaquerib — Ezequías ora pidiendo liberación — Senaquerib envía una carta blasfema — Isaías profetiza que los asirios serán destruidos y que un remanente de Judá florecerá — Un ángel mata a ciento ochenta y cinco mil asirios — Senaquerib es muerto por sus hijos.

1 Y aconteció que cuando el rey Ezequías oyó esto, rasgó sus vestidos y cubierto de cilicio entró en la casa de Jehová.

2Y envió a Eliaquim, el mayordomo, y a Sebna, el escriba, y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, a ver al profeta Isaías hijo de Amoz.

3Y ellos le dijeron: Así ha dicho Ezequías: Este día es día de angustia, y de reprensión y de blasfemia, porque los hijos están a punto de nacer y no hay fuerzas para dar a luz.

4Quizá oirá Jehová tu Dios las palabras del Rabsaces, al cual el rey de Asiria, su señor, ha enviado para injuriar al Dios viviente, y lo reprenderá por las palabras que oyó Jehová tu Dios; por tanto, eleva oración por el remanente que aún queda.

5Y vinieron los siervos de Ezequías a Isaías.

6Y les dijo Isaías: Diréis así a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria.

7He aquí que yo pondré en él un espíritu, y oirá un rumor y volverá a su tierra; y haré que en su propia tierra perezca a filo de espada.

8Y el Rabsaces volvió y halló al rey de Asiria que combatía contra Libna, porque ya había oído que se había apartado de Laquis.

9Y oyó decir acerca de Tirhaca, rey de Etiopía: He aquí que ha salido para hacerte la guerra; y al oírlo, envió mensajeros a Ezequías, diciendo:

10Así diréis a Ezequías, rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú confías, diciendo: Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria.

11He aquí, tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, destruyéndolas por completo. ¿Y escaparás tú?

12¿Acaso las libraron los dioses de las naciones que mis padres destruyeron, es decir, Gozán, y Harán, y Resef y los hijos de Edén que moraban en Telasar?

13¿Dónde está el rey de Hamat, y el rey de Arfad, y el rey de la ciudad de Sefarvaim, y de Hena y de Iva?

14Y tomó Ezequías las cartas de manos de los mensajeros y las leyó; y Ezequías subió a la casa de Jehová y las extendió delante de Jehová.

15Entonces Ezequías oró a Jehová, diciendo:

16Oh Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra.

17Inclina, oh Jehová, tu oído y oye; abre, oh Jehová, tus ojos y mira; y oye las palabras de Senaquerib que ha enviado a blasfemar al Dios viviente.

18Ciertamente, oh Jehová, los reyes de Asiria han destruido todas las tierras y sus comarcas,

19y han echado los dioses de ellos al fuego, porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, de madera y de piedra; por eso los destruyeron.

20Ahora pues, oh Jehová, Dios nuestro, sálvanos de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú eres Jehová.

21Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Acerca de lo que me rogaste sobre Senaquerib, rey de Asiria,

22ésta es la palabra que Jehová ha hablado contra él: Te ha menospreciado y ha hecho escarnio de ti la virgen hija de Sión; ha movido su cabeza, en burla, a tus espaldas la hija de Jerusalén.

23¿A quién has injuriado y a quién has blasfemado? ¿Contra quién has alzado la voz y levantado en alto tus ojos? ¡Contra el Santo de Israel!

24Por medio de tus siervos has injuriado al Señor y has dicho: Con la multitud de mis carros he subido a las alturas de los montes, a las laderas del Líbano; y talaré sus altos cedros, sus cipreses escogidos; y llegaré hasta las alturas de su límite, al bosque de su Carmelo.

25He cavado y bebido las aguas, y con las pisadas de mis pies he secado todos los ríos de Egipto.

26¿No has oído decir que desde hace mucho tiempo yo lo hice, y que desde días antiguos lo he dispuesto? Ahora lo he hecho acontecer para que tú convirtieras ciudades fortificadas en montones de ruinas.

27Y sus moradores, faltos de poder, quebrantados y avergonzados, fueron cual la hierba del campo y el pasto verde, y como la hierba de los tejados que antes de madurar se seca.

28Pero yo conozco tu morada, y tu salida, y tu entrada y tu furor contra mí.

29Porque tu furor contra mí y tu arrogancia han subido a mis oídos, pondré, pues, mi argolla en tu nariz, y mi freno en tus labios y te haré volver por el camino por donde viniste.

30Y esto te será por señal: Este año comeréis lo que crezca espontáneamente; y al segundo año, lo que haya brotado de aquello; y al tercer año, sembraréis, y segaréis, y plantaréis viñas y comeréis su fruto.

31Y de la casa de Judá, el remanente que haya escapado volverá a echar raíz abajo y dará fruto arriba.

32Porque de Jerusalén saldrá un remanente, y del monte Sión los que escapen. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

33Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad ni arrojará saeta contra ella; no vendrá delante de ella con escudo ni será levantado contra ella terraplén.

34Por el camino que vino volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová.

35Pues yo ampararé a esta ciudad para salvarla por mi causa y por causa de David, mi siervo.

36Y salió el ángel de Jehová y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí, no había más que cadáveres.

37Entonces Senaquerib, rey de Asiria, partió, y se fue, y volvió y moró en Nínive.

38Y acaeció que mientras adoraba en el templo de Nisroc, su dios, Adramelec y Sarezer, sus hijos, lo mataron a filo de espada y huyeron a la tierra de Ararat; y reinó en su lugar su hijo Esar-hadón.

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jueves, 20 de septiembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 213: Isaías 32-35


Capítulo 32
Un rey, el Mesías, reinará con justicia — La tierra de Israel será un desierto hasta el día de la restauración y del recogimiento.

1He aquí que con justicia reinará un rey, y príncipes presidirán con justicia.

2Y será aquel varón como escondedero contra el viento y como un abrigo contra la tormenta, como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra sedienta.

3No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes oirán atentos.

4Y el corazón de los imprudentes entenderá para saber, y la lengua de los tartamudos se aligerará para hablar claramente.

5El necio nunca más será llamado noble, ni será llamado noble el canalla.

6Porque el necio hablará necedades, y su corazón maquinará iniquidad, para cometer impiedad y para hablar falsedad contra Jehová, dejando vacía el alma hambrienta y quitando la bebida al sediento.

7Los recursos del canalla son malos; él maquina pensamientos para enredar a los ingenuos con palabras mentirosas, aun cuando el pobre hable lo que es justo.

8Pero el que es noble piensa con nobleza, y en su nobleza permanece.

9¡Mujeres indolentes, levantaos; oíd mi voz. Hijas confiadas, escuchad mi palabra!

10De aquí a poco más de un año tendréis espanto, oh confiadas; porque la vendimia faltará y la cosecha no vendrá.

11¡Temblad, oh indolentes; turbaos, oh confiadas; despojaos, desnudaos y ceñid los lomos con cilicio!

12Golpeándose el pecho, se lamentarán por los campos deleitosos, por la viña fértil.

13Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y cardos; sí, sobre todas las casas donde hay regocijo en la ciudad alegre.

14Porque el palacio ha quedado desierto, la multitud de la ciudad cesará; las torres y fortalezas se volverán cuevas para siempre, un deleite para asnos monteses y pastizal para los rebaños,

15hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea considerado como bosque.

16Y la justicia habitará en el desierto, y en el campo fértil morará la rectitud.

17Y el efecto de la rectitud será paz; y el resultado de la rectitud, reposo y seguridad para siempre.

18Y mi pueblo habitará en morada de paz, y en habitaciones seguras y en tranquilos lugares de reposo.

19Y caerá granizo cuando caiga el bosque, y la ciudad será del todo abatida.

20Dichosos vosotros los que sembráis junto a todas las aguas y dejáis sueltos al buey y al asno.

Capítulo 33

Apostasía e iniquidad precederán a la Segunda Venida — Jehová vendrá con fuego consumidor — Sión y sus estacas serán perfeccionadas — Jehová es nuestro Juez, Legislador y Rey.

1¡Ay de ti, que saqueas y nunca fuiste saqueado; que cometes traición, cuando nadie a ti te ha traicionado! Cuando acabes de saquear, serás tú saqueado; y cuando acabes de cometer traición, te traicionarán a ti.

2Oh Jehová, ten misericordia de nosotros; a ti te hemos esperado; se tú brazo de ellos cada mañana; sé también nuestra salvación en tiempo de tribulación.

3Los pueblos huyeron a la voz del estruendo; las naciones fueron esparcidas al levantarte tú.

4Y vuestro botín será recogido como cuando se recogen las orugas; él correrá entre ellos como corren las langostas de una parte a otra.

5Exaltado es Jehová, quien mora en las alturas; ha llenado a Sión de justicia y de rectitud.

6Y él será la seguridad de tus tiempos, una riqueza de salvación, de sabiduría y de conocimiento; el temor de Jehová será su tesoro.

7He aquí que sus valientes darán voces afuera; los mensajeros de paz llorarán amargamente.

8Las calzadas están desoladas; ya no pasan los caminantes; ha quebrantado el convenio, ha despreciado las ciudades, tiene en nada a los hombres.

9Se enluta y languidece la tierra; el Líbano se avergüenza y se marchita; Sarón se ha vuelto como desierto, y Basán y el Carmelo fueron sacudidos.

10Ahora me levantaré, dice Jehová; ahora seré exaltado, ahora seré engrandecido.

11Concebiréis paja; daréis a luz rastrojo; vuestro aliento como fuego os consumirá.

12Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos cortados serán quemados con fuego.

13Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros, los que estáis cerca, conoced mi poder.

14Los pecadores en Sión están aterrados; espanto se ha apoderado de los impíos. ¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas?

15El que camina con rectitud y habla lo recto, el que aborrece la ganancia por extorsión, el que sacude sus manos para no recibir soborno, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias, el que cierra sus ojos para no ver cosa mala,

16éste habitará en las alturas; fortalezas de rocas serán su lugar de refugio; se le dará su pan, y tendrá segura su agua.

17Tus ojos verán al Rey en su hermosura; verán la tierra que está lejos.

18Tu corazón meditará el espanto y dirá: ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el pesador? ¿Dónde está el que cuenta las torres?

19No verás a aquel pueblo insolente, pueblo de lengua difícil de entender, de lengua tartamuda que no comprendas.

20Mira a Sión, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda que no será desarmada, ni serán arrancadas sus estacas ni ninguna de sus cuerdas será rota.

21Porque ciertamente allí el majestuoso Jehová será para nosotros lugar de ríos y de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera de remos, ni por él pasará nave poderosa.

22Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará.

23Tus cuerdas se han aflojado; no han podido sostener su mástil ni han tensado la vela. Se repartirá entonces botín de muchos despojos; hasta los cojos arrebatarán el botín.

24No dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo que more en ella le será perdonada su iniquidad.

Capítulo 34

La Segunda Venida será un día de venganza y juicio — La ira de Jehová estará sobre todas las naciones — Su espada descenderá sobre el mundo.

1 Acercaos, oh naciones, para oír; y escuchad, oh pueblos. Oiga la tierra y cuanto hay en ella, el mundo y todo lo que él produce.

2Porque la ira de Jehová está sobre todas las naciones, y su furor está sobre todos los ejércitos de ellas; las ha destruido totalmente; las ha entregado al matadero.

3Y sus muertos serán arrojados, y de sus cadáveres se levantará hedor; y los montes se disolverán con la sangre de ellos.

4Y todo el ejército de los cielos se desintegrará, y se enrollarán los cielos como un pergamino; y caerá todo su ejército como se cae la hoja de la parra y como se cae la de la higuera.

5Porque en los cielos se embriagará mi espada; he aquí que descenderá para hacer juicio sobre Edom y sobre el pueblo de mi anatema.

6Llena está de sangre la espada de Jehová, engrosada está de grasa: de sangre de corderos y de machos cabríos, de grasa de riñones de carneros, porque Jehová tiene sacrificios en Bosra y gran matanza en la tierra de Edom.

7Y con ellos caerán toros salvajes, y toros, y becerros; y su tierra se embriagará de sangre, y su polvo se engrosará de grasa.

8Porque es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sión.

9Y sus arroyos se convertirán en brea, y su polvo en azufre y su tierra en brea ardiente.

10No se apagará de noche ni de día; perpetuamente subirá su humo; de generación en generación quedará desolada; nunca jamás pasará nadie por ella.

11Y se adueñarán de ella el pelícano y el erizo; la lechuza y el cuervo habitarán en ella, y él extenderá sobre ella el cordel del caos y la plomada del vacío.

12Llamarán a sus príncipes, príncipes sin reino, y todos sus grandes serán como nada.

13En sus palacios crecerán espinos; y ortigas y cardos, en sus fortalezas; y serán morada de chacales y patio para los polluelos de los avestruces.

14Y las fieras del desierto se encontrarán con las hienas, y el macho cabrío llamará a su compañero; la lechuza también tendrá allí descanso y hallará para sí lugar de reposo.

15Allí anidará el búho, pondrá sus huevos, y sacará sus polluelos y los juntará bajo su sombra; también se juntarán allí buitres, cada uno con su pareja.

16Buscad en el libro de Jehová y leed: Ninguno de ellos faltará; nadie faltará con su pareja. Porque mi boca lo ha mandado, y su espíritu los ha reunido.

17Y él les ha echado suertes para ellos, y su mano los ha repartido con cordel; para siempre la poseerán, de generación en generación morarán allí.

Capítulo 35

En el día de la restauración el desierto florecerá, el Señor vendrá, Israel será recogido y se establecerá Sión.

1Se alegrarán el desierto y el erial; y el yermo se regocijará y florecerá como la rosa.

2Florecerá profusamente y también se regocijará con alegría y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová, la majestad del Dios nuestro.

3Fortaleced las manos caídas y afirmad las rodillas debilitadas.

4Decid a los de corazón apocado: Sed fuertes, no temáis; he aquí que vuestro Dios vendrá con venganza; la recompensa de Dios vendrá; él vendrá y os salvará.

5En ese tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos y destapados los oídos de los sordos.

6En ese tiempo el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo, porque aguas brotarán en el desierto y torrentes en el yermo.

7Y el lugar reseco se convertirá en ciénaga y el sequedal en manantiales de aguas; la guarida de los chacales, donde se echan, será lugar de cañas y juncos.

8Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará por allí ningún impuro; y será para los que anden por él, pues por más torpes que sean no se extraviarán.

9No habrá allí león, ni fieras voraces subirán por él, ni allí se encontrarán, sino que los redimidos caminarán por él.

10Y los rescatados de Jehová volverán y vendrán a Sión con cánticos; y habrá gozo perpetuo sobre sus cabezas; y alcanzarán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido.

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miércoles, 19 de septiembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 212: Isaías 29-31


Capítulo 29
Un pueblo (los nefitas) hablará como una voz que habla desde el polvo — Se predicen la apostasía, la restauración del Evangelio y el advenimiento de un libro sellado (el Libro de Mormón) — Compárese con 2 Nefi 27.

1¡ Ay de Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David! Añadid un año a otro, y que las fiestas sigan su curso.

2Mas yo pondré a Ariel en aprietos, y habrá desconsuelo y tristeza; y será para mí como Ariel.

3Porque acamparé contra ti a tu alrededor, y te combatiré con torres y levantaré contra ti muros de asedio.

4Entonces serás humillada; hablarás desde la tierra, y tu habla saldrá del polvo; y será tu voz desde la tierra como la de uno que evoca a los espíritus, y tu habla susurrará desde el polvo.

5Y la muchedumbre de tus enemigos será como polvo fino; y la multitud de los despiadados como tamo que pasa; y acontecerá repentinamente, en un momento.

6Por Jehová de los ejércitos serás visitada con truenos, y con terremotos y con gran ruido, con tormenta, y con tempestad y con llama de fuego consumidor.

7Y será como sueño de visión nocturna la multitud de todas las naciones que pelean contra Ariel, y todos los que pelean contra ella y sus fortalezas, y los que la ponen en aprietos.

8Y será como el que tiene hambre y sueña, y he aquí que come, pero cuando despierta, su alma está vacía; o como el que tiene sed y sueña, y he aquí que bebe, pero cuando despierta, se halla cansado y su alma sedienta; así será la multitud de todas las naciones que peleen contra el monte Sión.

9Deteneos y maravillaos; cegaos y quedad ciegos; embriagaos, pero no de vino; tambaleaos, pero no de bebida fuerte.

10Porque Jehová derramó sobre vosotros espíritu de profundo sueño, y cerró vuestros ojos; cubrió a los profetas, y a vuestros gobernantes y a los videntes.

11Y os será toda visión como palabras de libro sellado, el cual darán al que sabe leer y le dirán: Lee ahora esto, y él dirá: No puedo, porque está sellado.

12Y si se da el libro al que no sabe leer, diciéndole: Lee ahora esto, él dirá: No sé leer.

13Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se me acerca con su boca y con sus labios me honra, pero ha alejado su corazón de mí, y su temor de mí ha sido enseñado por mandamiento de hombres;

14por tanto, he aquí que nuevamente haré una obra maravillosa entre este pueblo, una obra maravillosa y un prodigio; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la prudencia de sus prudentes.

15¡Ay de los que se esconden de Jehová, encubriendo en las profundidades sus designios, y sus obras están en las tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?!

16Vuestra obra de trastornar las cosas de arriba abajo ciertamente será considerada como barro de alfarero. ¿Acaso la obra dirá de su hacedor: No me hizo? ¿O dirá la vasija de aquel que la ha formado: No entiende?

17¿No será de aquí a muy poco tiempo que el Líbano se convertirá en un campo fértil, y el campo fértil será considerado un bosque?

18Y en aquel día los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas.

19Entonces los humildes crecerán en alegría en Jehová, y los pobres entre los hombres se regocijarán en el Santo de Israel.

20Porque el despiadado será acabado, y el escarnecedor será destruido; y serán talados todos los que se desvelan para cometer iniquidad,

21los que hacen pecar al hombre en palabra, los que arman trampa al que reprende en la puerta y apartan al justo por una pequeñez.

22Por tanto, Jehová, que redimió a Abraham, dice así a la casa de Jacob: No será ahora avergonzado Jacob, ni su rostro se pondrá pálido,

23porque cuando vea a sus hijos, obra de mis manos, en medio de sí, ellos santificarán mi nombre, y santificarán al Santo de Jacob y temerán al Dios de Israel.

24Y los que erraron en espíritu llegarán al entendimiento, y los murmuradores aprenderán doctrina.

Capítulo 30

Israel es esparcido por haber rechazado a los videntes y a los profetas — El pueblo de Israel será recogido y bendecido temporal y espiritualmente — Jehová vendrá en un día de apostasía para juzgar y destruir a los inicuos.

1¡Ay de los hijos rebeldes, dice Jehová, que toman consejo, pero no de mí; que se entrelazan con cubierta, pero no de mi espíritu, añadiendo pecado sobre pecado!

2Parten para descender a Egipto, pero no han preguntado de mi boca, para fortalecerse con la fuerza de Faraón y buscar refugio a la sombra de Egipto.

3Pero la fuerza de Faraón será vuestra vergüenza; y el refugio a la sombra de Egipto, vuestro oprobio.

4Porque aunque sus príncipes estaban en Zoán, y sus embajadores llegaron a Hanes,

5se avergonzarán todos de un pueblo que no les sirve de nada, ni los socorre ni les trae provecho; antes les será para vergüenza y aun para oprobio.

6Profecía sobre las bestias del sur: Por tierra de tribulación y de angustia, de donde salen la leona y el león, la víbora y la serpiente ardiente que vuela, llevan sobre lomos de asnos sus riquezas, y sus tesoros sobre jorobas de camellos, a un pueblo que no les será de provecho.

7Y Egipto en vano e inútilmente dará ayuda; por tanto, yo lo he llamado Rahab, la inmóvil.

8Ve ahora, y escríbelo en una tabla delante de ellos, y regístralo en un libro para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre.

9Porque este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quieren oír la ley de Jehová;

10que dicen a los videntes: No veáis visiones; y a los profetas: No nos profeticéis lo que es recto; decidnos cosas halagüeñas, profetizad engaños;

11dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel.

12Por tanto, el Santo de Israel dice así: Porque habéis desechado esta palabra, y habéis confiado en la opresión y en la iniquidad, y en ellas os habéis apoyado,

13por tanto, os será este pecado como muro agrietado que va a caer, y como un alto muro, cuya caída viene súbita y repentinamente.

14Y lo quebrará como se quiebra un vaso de alfarero, que sin misericordia lo hacen pedazos; tanto, que entre los pedazos no se halla tiesto para sacar fuego del hogar o para sacar agua del pozo.

15Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En arrepentimiento y en reposo seréis salvos; en la quietud y en la confianza estará vuestra fortaleza. Pero no quisisteis,

16sino que dijisteis: No, antes huiremos en caballos; por tanto, vosotros huiréis. Y sobre corceles veloces cabalgaremos; por tanto, serán veloces vuestros perseguidores.

17Un millar huirá ante la amenaza de uno solo; ante la amenaza de cinco huiréis vosotros todos, hasta que quedéis como mástil en la cumbre de un monte y como bandera sobre una colina.

18Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado y tendrá de vosotros misericordia, porque Jehová es Dios de justicia; bienaventurados todos los que esperan en él.

19Ciertamente el pueblo morará en Sión, en Jerusalén; nunca más llorarás; ciertamente se apiadará de ti a la voz de tu clamor; al oírla, te responderá.

20Aunque os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con todo, tus maestros nunca más te serán quitados, sino que tus ojos verán a tus maestros.

21Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra, diciendo: Éste es el camino, andad por él, ya sea que vayáis a la derecha o a la izquierda.

22Entonces profanarás la cubierta de plata de tus esculturas y la vestidura de oro de tus imágenes de fundición; las apartarás como a trapo asqueroso. Les dirás: ¡Salid de aquí!

23Entonces dará el Señor lluvia a tu sembrado cuando siembres la tierra y dará pan del fruto de la tierra; y será abundante y sustancioso; tus ganados en aquel tiempo serán apacentados en amplias praderas.

24Tus bueyes y tus asnos que labran la tierra comerán grano limpio, el cual será aventado con pala y criba.

25Y sobre todo monte alto, y sobre todo collado elevado, habrá ríos y corrientes de aguas el día de la gran matanza cuando caigan las torres.

26Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días, el día en que ponga una venda Jehová en la fractura de su pueblo y cure la llaga que él ha causado.

27He aquí que el nombre de Jehová viene de lejos, con ardiente enojo y en densa humareda, sus labios llenos de ira y su lengua como fuego que consume.

28Y su aliento, cual torrente que inunda, llegará hasta el cuello para zarandear las naciones con criba de destrucción; y el freno estará en las quijadas de los pueblos, haciéndolos errar.

29Vosotros tendréis cántico como en la noche en que se celebra una fiesta solemne; y alegría de corazón, como la del que va con flauta para venir al monte de Jehová, a la Roca de Israel.

30Y Jehová hará oír la majestad de su voz y hará ver el descenso de su brazo, con la indignación de su ira y llama de fuego consumidor, con tormenta, con tempestad y piedras de granizo.

31Porque Asiria, que hirió con vara, con la voz de Jehová será quebrantada.

32Y sucederá que cada golpe de la vara justiciera que Jehová descargue sobre ella será con panderos y arpas; y en batallas tumultuosas peleará contra ellos.

33Porque Tofet ya de tiempo está dispuesto y preparado para el rey, profundo y ancho, cuya pira es fuego y mucha leña; el soplo de Jehová, como torrente de azufre, la enciende.

Capítulo 31

Se reprende a Israel por acudir a Egipto en busca de ayuda — Cuando Jehová venga, defenderá y protegerá a Su pueblo.

1¡Ay de los que descienden a Egipto en busca de ayuda, y confían en los caballos y ponen su esperanza en los carros, porque son muchos, y en los jinetes, porque son poderosos, pero no miran al Santo de Israel ni buscan a Jehová!

2Pero él también es sabio, y traerá el mal y no retirará sus palabras. Se levantará, pues, contra la casa de los malhechores y contra el auxilio de los que cometen iniquidad.

3Y los egipcios son hombres y no dioses; y sus caballos son carne y no espíritu; de manera que, al extender Jehová su mano, caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una.

4Porque Jehová me dijo a mí de esta manera: Como el león, o como el cachorro del león, ruge sobre su presa, y cuando se reúne contra él una cuadrilla de pastores, no temerá por sus voces ni se acobardará por el tropel de ellos; así Jehová de los ejércitos descenderá a pelear sobre el monte Sión y sobre su collado.

5Como las aves que vuelan, así defenderá Jehová de los ejércitos a Jerusalén, defendiendo, librando, protegiendo y rescatando.

6Volveos a aquel contra quien los hijos de Israel se rebelaron profundamente.

7Porque en aquel día arrojará el hombre sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que para vosotros han hecho vuestras manos pecadoras.

8Entonces caerá Asiria a filo de espada no de hombre; y la consumirá espada no de hombre; y huirá de la presencia de la espada, y sus jóvenes serán sometidos a trabajos forzados.

9Y de miedo caerá su fortaleza, y sus príncipes tendrán pavor de la bandera, dice Jehová, cuyo fuego está en Sión y su horno en Jerusalén.




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