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martes, 28 de agosto de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 195: Proverbios 5-8




Capítulo 5
Los que se relacionan con mujeres inmorales descienden al infierno — Alégrate con la esposa de tu juventud.

1

Hijo mío, está atento a mi sabiduría,
y a mi entendimiento inclina tu oído,

2

para que guardes discreción,
y tus labios conserven el conocimiento.

3

Porque los labios de la mujer extraña destilan miel,
y su paladar es más suave que el aceite;

4

mas su fin es amargo como el ajenjo,
agudo como espada de dos filos.

5

Sus pies descienden a la muerte;
sus pasos se dirigen al Seol.

6

No considera el camino de la vida;
sus caminos son inestables, y no lo sabe.

7

Ahora pues, hijos, oídme
y no os apartéis de las palabras de mi boca.

8

Aleja de ella tu camino,
y no te acerques a la puerta de su casa,

9

para que no des a otras personas tu honor,
y tus años al cruel;

10

no sea que se sacien los extraños de tu fuerza,
y el fruto de tus trabajos esté en casa del extranjero,

11

y que gimas al final,
cuando se hayan consumido tu carne y tu cuerpo,

12

y digas: ¡Cómo aborrecí la instrucción,
y mi corazón menospreció la reprensión!

13

Y no escuché la voz de los que me instruían,
ni a los que me enseñaban incliné mi oído.

14

Al borde de todo mal he estado,
en medio de la congregación y de la asamblea.

15

Bebe el agua de tu propia cisterna
y el agua que fluye de tu propio pozo.

16

¿Han de derramarse por fuera tus manantiales,
y tus ríos de aguas por las plazas?

17

Sean para ti solo,
y no para los extraños que estén contigo.

18

Sea bendita tu fuente,
y regocíjate con la esposa de tu juventud.

19

Como cierva amada y graciosa gacela,
sus pechos te satisfagan en todo tiempo;
y en su amor recréate siempre.

20

¿Y por qué, hijo mío, has de andar ciego con la mujer ajena
y abrazar el seno de la mujer extraña?

21

Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová,
y él considera todas sus veredas.

22

Apresarán al malvado sus propias iniquidades,
y retenido será con las cuerdas de su pecado.

23

Él morirá por falta de corrección,
y errará por lo inmenso de su locura.

Capítulo 6

Se mencionan seis cosas que Jehová aborrece — Los que cometen adulterio corrompen sus propias almas.

1

Hijo mío, si has salido fiador por tu amigo,
si has estrechado tu mano con un extraño,

2

te has enlazado con las palabras de tu boca,
has quedado atrapado en los dichos de tu boca.

3

Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate,
ya que has caído en manos de tu prójimo;
ve, humíllate e importuna a tu amigo.

4

No des sueño a tus ojos
ni adormecimiento a tus párpados;

5

escápate como la gacela de manos del cazador,
y como el ave de manos del que tiende trampas.

6

Ve a la hormiga, oh perezoso;
mira sus caminos y sé sabio;

7

la cual, no teniendo capitán,
ni gobernador ni señor,

8

prepara en el verano su comida,
y recoge en el tiempo de la siega su sustento.

9

Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir?
¿Cuándo te levantarás de tu sueño?

10

Un poco de sueño, un poco de dormitar,
un poco de cruzar las manos para dormir,

11

así vendrá tu necesidad como caminante,
y tu pobreza como hombre armado.

12

El hombre malo, el hombre inicuo,
anda en perversidad de boca;

13

guiña los ojos, habla con sus pies,
indica con sus dedos.

14

Perversidades hay en su corazón,
anda pensando el mal en todo tiempo,
siembra la discordia.

15

Por tanto, su calamidad vendrá de repente;
súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.

16

Seis cosas aborrece Jehová,
y aun siete abomina su alma:

17

Los ojos altivos, la lengua mentirosa,
las manos derramadoras de sangre inocente,

18

el corazón que maquina pensamientos inicuos,
los pies presurosos para correr al mal,

19

el testigo falso que habla mentiras,
y el que siembra discordia entre hermanos.

20

Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre,
y no abandones la enseñanza de tu madre;

21

átalos siempre en tu corazón,
enlázalos a tu cuello.

22

Te guiarán cuando camines, cuando duermas te guardarán,
y hablarán contigo cuando despiertes.

23

Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz;
y camino de vida son las correcciones de la disciplina,

24

para guardarte de la mala mujer,
de la suavidad de la lengua de la mujer extraña.

25

No codicies su hermosura en tu corazón,
ni te cautive ella con sus párpados,

26

porque a causa de la ramera el hombre es reducido a un bocado de pan,
y la adúltera caza la preciosa alma del hombre.

27

¿Tomará el hombre fuego en su seno
sin que sus vestidos se quemen?

28

¿Andará el hombre sobre brasas
sin que se quemen sus pies?

29

Así le sucede al que se llega a la esposa de su prójimo;
no quedará sin culpa ninguno que la toque.

30

No se desprecia al ladrón si roba
para saciarse cuando tiene hambre,

31

pero si es sorprendido, pagará siete veces.
Tendrá que dar todos los bienes de su casa.

32

Mas el que comete adulterio con una mujer carece de entendimiento;
corrompe su alma el que tal hace.

33

Heridas e ignominia hallará,
y su afrenta nunca será borrada.

34

Porque los celos son el furor del hombre,
y no perdonará en el día de la venganza.

35

No aceptará compensación alguna,
ni se contentará, aunque le multipliques los presentes.

Capítulo 7

La mujer inmoral conduce al hombre a la destrucción como toro al matadero — La casa de la mujer adúltera es el camino al infierno.

1

Hijo mío, guarda mis palabras,
y atesora contigo mis mandamientos.

2

Guarda mis mandamientos y vivirás;
y guarda mi ley como a la niña de tus ojos.

3

Átalos a tus dedos,
escríbelos en la tabla de tu corazón.

4

Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana,
y al entendimiento llama pariente,

5

para que te guarden de la mujer ajena,
de la extraña que halaga con sus palabras.

6

Porque mirando yo por la ventana de mi casa,
a través de mi celosía,

7

vi entre los ingenuos,
distinguí entre los jóvenes
a un joven falto de entendimiento.

8

Pasaba él por la calle, cerca de la esquina de ella,
e iba camino de la casa de ésta,

9

al atardecer, al anochecer, ya que oscurecía,
en la oscuridad y tinieblas de la noche.

10

Y he aquí, una mujer le sale al encuentro
con atavío de ramera y astucia en el corazón.

11

Alborotadora y obstinada,
sus pies no pueden estar en casa;

12

unas veces está afuera; otras veces, por las plazas,
acechando por todas las esquinas.

13

Y se asió de él y le besó;
con semblante descarado le dijo:

14

Ofrendas de paz había prometido,
y hoy he cumplido mis votos;

15

por tanto, he salido a encontrarte,
buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado.

16

Con colchas he ataviado mi cama,
con cordoncillo de Egipto.

17

He perfumado mi lecho
con mirra, áloes y canela.

18

Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana;
alegrémonos en amores.

19

Porque el marido no está en casa;
se ha ido a un largo viaje.

20

La bolsa del dinero se llevó en la mano;
el día de la luna llena volverá a casa.

21

Lo rindió con la mucha suavidad de sus palabras;
le incitó con la suavidad de sus labios.

22

Se va en pos de ella en seguida,
como va el toro al matadero,
y como el necio que va a las prisiones para ser castigado;

23

como el ave que se apresura a la red
y no sabe que es contra su vida,
hasta que la saeta traspasa su hígado.

24

Ahora pues, hijos, escuchadme
y estad atentos a las palabras de mi boca.

25

No se desvíe tu corazón a los caminos de ella;
no yerres en sus veredas,

26

porque a muchos ha hecho caer heridos,
y aun muchos poderosos han sido muertos por ella.

27

Camino del Seol es su casa,
que desciende a las cámaras de la muerte.

Capítulo 8


La sabiduría ha de desearse en gran manera — Jehová y los hijos de los hombres poseían sabiduría en la vida preterrenal.

1

¿No clama la sabiduría,
y da su voz el entendimiento?

2

Se pone en las alturas junto al camino,
en las encrucijadas de las veredas,

3

junto a las puertas, a la entrada de la ciudad,
en el umbral de las puertas da voces:

4

Oh hombres, a vosotros clamo;
y dirijo mi voz a los hijos de los hombres.

5

Entended, oh ingenuos, prudencia;
y vosotros, necios, sed de corazón entendido.

6

Escuchad, porque hablaré cosas excelentes,
y abriré mis labios para decir cosas rectas.

7

Porque mi boca hablará la verdad,
y la impiedad es abominación a mis labios.

8

Justas son todas las razones de mi boca;
no hay en ellas cosa perversa ni torcida.

9

Todas ellas son rectas para el que entiende,
y razonables para los que han hallado conocimiento.

10

Recibid mi corrección y no la plata,
y conocimiento antes que el oro escogido;

11

porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas,
y todas las cosas que se pueden desear no se comparan con ella.

12

Yo, la sabiduría, habito con la prudencia,
y hallo el conocimiento y la discreción.

13

El temor de Jehová es aborrecer el mal;
yo aborrezco la soberbia, y la arrogancia, y el mal camino
y la boca perversa.

14

Conmigo están el consejo y la sana sabiduría;
yo soy el entendimiento; mía es la fuerza.

15

Por mí reinan los reyes,
y los príncipes decretan justicia.

16

Por mí gobiernan los príncipes
y los nobles, todos los jueces de la tierra.

17

Yo amo a los que me aman,
y me hallan los que temprano me buscan.

18

Las riquezas y el honor están conmigo,
las riquezas duraderas y la justicia.

19

Mejor es mi fruto que el oro, que el oro refinado;
y mi ganancia, mejor que la plata escogida.

20

Por vereda de justicia ando,
por en medio de sendas de juicio,

21

para hacer que los que me aman hereden bienes,
y que yo llene sus tesoros.

22

Jehová me poseía en el principio de su camino,
antes de sus obras de tiempo antiguo.

23

Desde la eternidad fui instituida,
desde el principio, antes de la tierra.

24

Antes que existiesen los abismos fui engendrada,
antes que existieran los manantiales con muchas aguas.

25

Antes que los montes fuesen formados,
antes que los collados, ya había sido yo engendrada,

26

cuando él aún no había hecho la tierra, ni los campos
ni el principio del polvo del mundo.

27

Cuando formaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo,

28

cuando él afirmaba las nubes arriba,
cuando reforzaba las fuentes del abismo,

29

cuando ponía al mar su estatuto,
para que las aguas no traspasasen su mandato,
cuando trazaba los fundamentos de la tierra,

30

con él estaba yo como artífice,
y era su delicia cada día,
y me regocijaba delante de él en todo tiempo.

31

Me regocijaba en la parte habitable de su tierra,
y mis delicias eran con los hijos de los hombres.

32

Ahora pues, hijos, escuchadme:
Bienaventurados los que guardan mis caminos.

33

Escuchad la instrucción y sed sabios,
y no la desechéis.

34

Bienaventurado el hombre que me escucha,
velando a mis puertas cada día,
guardando los postes de mis puertas,

35

porque el que me halle hallará la vida
y alcanzará el favor de Jehová.

36

Pero el que peca contra mí daña su propia alma;
todos los que me aborrecen aman la muerte.




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