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viernes, 30 de noviembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 249: Daniel 9-12


Capítulo 9
Daniel ayuna, confiesa y ora por todo Israel — Gabriel revela el tiempo de la venida del Mesías, quien hará expiación por la iniquidad — Se quitará la vida al Mesías.

1 En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la descendencia de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos,

2 en el año primero de su reinado, yo, Daniel, entendí por los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, en los que habían de concluir las desolaciones de Jerusalén: setenta años.

3 Y volví mi rostro a Dios, el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, y cilicio y ceniza.

4 Y oré a Jehová mi Dios, e hice confesión y dije: Ah Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guarda el convenio y la misericordia con los que le aman y guardan sus mandamientos;

5 hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos actuado inicuamente, y hemos sido rebeldes y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus juicios.

6 No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, y a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.

7 Tuya es, oh Señor, la justicia, y nuestra la vergüenza de rostro, como en el día de hoy, y de todo hombre de Judá, y de los moradores de Jerusalén y de todo Israel, tanto de los de cerca como de los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti.

8 Oh Jehová, nuestra es la vergüenza de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque contra ti pecamos.

9 De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado;

10 y no obedecimos la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes, las cuales puso él delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas.

11 Y todo Israel transgredió tu ley, apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual han caído sobre nosotros la maldición y el juramento que están escritos en la ley de Moisés, siervo de Dios, porque contra Dios pecamos.

12 Y él ha confirmado su palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jueces que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan gran mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén.

13 Según está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para apartarnos de nuestras iniquidades y entender tu verdad.

14 Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos su voz.

15 Ahora pues, oh Señor, Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa y te hiciste renombre, cual lo tienes en este día, hemos pecado, hemos actuado inicuamente.

16 Oh Señor, conforme a toda tu justicia, apártense, te ruego, tu ira y tu furor de sobre tu ciudad, Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados y por las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos los que nos rodean.

17 Ahora pues, oh Dios nuestro, oye la oración de tu siervo y sus ruegos, y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario desolado, por amor del Señor.

18 Inclina, oh Dios mío, tu oído y oye; abre tus ojos y mira nuestras desolaciones y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no derramamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias.

19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, oh Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, oh Dios mío, porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.

20 Y aún estaba hablando, y orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios,

21 y aún estaba hablando en oración cuando Gabriel, el varón a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora de la ofrenda de la tarde.

22 Y me hizo entender, y habló conmigo y dijo: Daniel, ahora he venido para darte prudencia y entendimiento.

23 Al principio de tus ruegos salió la palabra, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la palabra y entiende la visión.

24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar con la transgresión, y poner fin al pecado y expiar la iniquidad, y para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos.

25 Sabe, pues, y entiende que desde la salida de la palabra para restaurar y reedificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; se volverán a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.

26 Y después de las sesenta y dos semanas, se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra las desolaciones están determinadas.

27 Y por una semana confirmará el convenio con muchos, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda; después, con la muchedumbre de las abominaciones, vendrá la desolación, y esto hasta que venga la consumación y se derrame lo que ya está determinado sobre lo desolado.

Capítulo 10

Daniel ve a Jehová y a otros seres en una visión gloriosa — Se le muestra lo que ha de acontecer en los últimos días.

1 En el tercer año de Ciro, rey de Persia, fue revelada la palabra a Daniel, cuyo nombre era Beltsasar; y la palabra era verdadera y el conflicto grande; y él comprendió la palabra y tuvo entendimiento de la visión.

2 En aquellos días yo, Daniel, estuve de duelo por espacio de tres semanas.

3 No comí pan delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas.

4 Y el día veinticuatro del mes primero, estaba yo a la orilla del gran río Hidekel;

5 y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz;

6 y su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.

7 Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que cayó sobre ellos un gran temor, y huyeron para esconderse.

8 Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión; y no quedaron fuerzas en mí; antes bien, mis fuerzas se convirtieron en debilidad, sin retener yo vigor alguno.

9 Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra.

10 Y he aquí, una mano me tocó e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.

11 Y me dijo: Daniel, varón muy amado, entiende las palabras que te hablaré y levántate sobre tus pies, porque a ti he sido enviado ahora. Y mientras hablaba esto conmigo, me puse de pie temblando.

12 Entonces me dijo: Daniel, no temas, porque desde el primer día en que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras, yo he venido.

13 Pero el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí, Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y me quedé allí con los reyes de Persia.

14 Y he venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los últimos días, porque la visión es aún para muchos días.

15 Y mientras hablaba conmigo estas palabras, volví mi rostro a tierra y enmudecí.

16 Mas he aquí, uno semejante a los hijos de los hombres tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me quedan fuerzas.

17 ¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltaron las fuerzas, y no me quedó aliento.

18 Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez y me fortaleció.

19 Y me dijo: Varón muy amado, no temas; la paz sea contigo; sé fuerte, sí, sé fuerte. Y cuando él me hubo hablado, recobré yo el vigor y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.

20 Y dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear con el príncipe de Persia; y al salir yo, he aquí, viene el príncipe de Grecia.

21 Pero yo te declararé lo que está escrito en la escritura de la verdad; y ninguno hay que se esfuerce conmigo en estas cosas, sino Miguel vuestro príncipe.

Capítulo 11

Daniel ve los reyes sucesivos y sus guerras, alianzas y conflictos que precederán a la Segunda Venida de Cristo.

1 Y en el año primero de Darío el Medo, yo estuve para animarlo y fortalecerlo.

2 Y ahora yo te mostraré la verdad. He aquí que aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto se hará de grandes riquezas más que todos ellos; y al hacerse fuerte con sus riquezas, incitará a todos contra el reino de Grecia.

3 Se levantará luego un rey valiente, el cual dominará con gran dominio y hará según su voluntad.

4 Pero cuando se haya levantado, su reino será quebrantado y repartido por los cuatro vientos del cielo, y no será para sus descendientes, ni según el dominio con que él dominó, porque su reino será arrancado y será para otros aparte de ellos.

5 Y se hará fuerte el rey del sur, mas uno de sus príncipes le sobrepujará y tendrá dominio; su dominio será grande.

6 Y al cabo de años harán alianza, y la hija del rey del sur vendrá al rey del norte para hacer un acuerdo. Pero ella no podrá retener la fuerza del brazo, ni permanecerá él ni su brazo; porque será entregada ella y los que la habían traído, así como su padre y el que la fortalecía en aquel tiempo.

7 Pero un renuevo de sus raíces se levantará sobre su trono, y vendrá contra el ejército, y entrará en la fortaleza del rey del norte, y contenderá con ellos y prevalecerá.

8 Y aun a los dioses de ellos, con sus imágenes fundidas, con sus utensilios preciosos de plata y de oro, llevará cautivos a Egipto; y durante años se mantendrá él alejado del rey del norte.

9 Así entrará en el reino el rey del sur y volverá a su tierra.

10 Mas sus hijos se airarán y reunirán multitud de grandes ejércitos; y habrá uno que seguirá avanzando, e inundará y pasará adelante; y volverá y llevará la guerra hasta su fortaleza.

11 Por lo cual se enfurecerá el rey del sur, y saldrá y peleará contra el rey del norte; y pondrá en campaña una gran multitud, y toda aquella multitud será entregada en sus manos.

12 Y al llevarse él la multitud, se enaltecerá su corazón y derribará a muchos millares, pero no prevalecerá.

13 Y el rey del norte volverá a poner en campaña una multitud mayor que la primera, y al cabo de algunos años seguirá avanzando con un gran ejército y con muchas provisiones.

14 Y en aquellos tiempos se levantarán muchos contra el rey del sur; y los hombres violentos de tu pueblo se levantarán para cumplir la visión, pero caerán.

15 Vendrá, pues, el rey del norte, y levantará terraplenes y tomará la ciudad fortificada; y las fuerzas del sur no podrán sostenerse, ni su gente escogida, porque no habrá fuerzas que puedan resistir.

16 Y el que vendrá contra él hará según su voluntad, y no habrá quien se le pueda enfrentar; y estará en la tierra deseable, la cual será consumida bajo su poder.

17 Pondrá luego su rostro para venir con el poder de todo su reino; y hará con aquél un acuerdo y le dará una hija de las mujeres para destruirlo, pero no permanecerá ni le será de ventaja.

18 Volverá después su rostro a las islas y tomará muchas, pero un príncipe le pondrá freno a su afrenta y aun hará volver sobre él su oprobio.

19 Luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra, pero tropezará y caerá, y no será hallado más.

20 Entonces le sucederá en su lugar uno que hará pasar un cobrador de tributos por la gloria del reino; pero en pocos días será destruido, aunque no con enojo ni en batalla.

21 Y le sucederá en su lugar un hombre vil, al cual no darán la honra del reino; pero vendrá sin aviso y tomará el reino con halagos.

22 Y las fuerzas arrasadoras serán barridas delante de él y serán destruidas, y aun también el príncipe del convenio.

23 Y después de la alianza con él, hará engaño y subirá y saldrá vencedor con poca gente.

24 Estando la provincia en paz y en abundancia, entrará y hará lo que no hicieron sus padres ni los padres de sus padres; botín, y despojos y riquezas repartirá entre ellos; y contra las fortalezas tramará sus designios; y esto por un tiempo.

25 E incitará sus fuerzas y su corazón contra el rey del sur con un gran ejército; y el rey del sur se movilizará para la guerra con un ejército grande y muy fuerte; pero no prevalecerá, porque tramarán intrigas contra él.

26 Aun los que coman de sus manjares lo destruirán; y su ejército será destruido, y muchos caerán muertos.

27 Y el corazón de estos dos reyes será para hacer mal, y en una misma mesa hablarán mentiras; pero no servirá de nada, porque el plazo aún no habrá llegado.

28 Y volverá a su tierra con gran riqueza, y su corazón estará contra el convenio santo; hará su voluntad y volverá a su tierra.

29 Al tiempo señalado volverá al sur, pero no será como la primera vez ni como la postrera.

30 Porque vendrán contra él naves de Quitim, y él se contristará, y volverá, y se enojará contra el pacto santo y hará su voluntad; volverá, pues, y se las entenderá con los que hayan abandonado el convenio santo.

31 Y se levantarán fuerzas de su parte, y profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio y pondrán la abominación desoladora.

32 Y con lisonjas corromperá a los violadores del convenio; mas el pueblo que conoce a su Dios será fuerte y actuará.

33 Y los sabios del pueblo darán sabiduría a muchos; y caerán a espada y a fuego, en cautividad y despojo durante algunos días.

34 Y en su caída serán ayudados con un pequeño socorro; y muchos se juntarán a ellos con lisonjas.

35 Y algunos de los sabios caerán para ser refinados, y purificados y emblanquecidos hasta el tiempo del fin, porque el tiempo fijado está aún por venir.

36 Y el rey hará según su voluntad; y se enaltecerá y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará cosas inauditas y prosperará hasta que sea consumada la ira, porque lo que está determinado se cumplirá.

37 Y del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres, ni hará caso a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá a sí mismo.

38 Más bien honrará en su lugar al dios de las fortalezas, y a un dios que sus padres no conocieron honrará con oro, y con plata, y con piedras preciosas y con cosas de gran precio.

39 Y con el dios ajeno que él reconozca hará su voluntad en las fortalezas más fuertes e incrementará su gloria; y les dará dominio sobre muchos y por un precio repartirá la tierra.

40 Pero al cabo del tiempo, el rey del sur se enfrentará con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y con gente de a caballo y con muchas naves; y entrará por las tierras, y arrasará y pasará adelante.

41 Y entrará en la tierra deseable, y muchas provincias caerán; pero éstas escaparán de sus manos: Edom, y Moab y lo principal de los hijos de Amón.

42 Asimismo, extenderá su mano contra las otras tierras, y no escapará el país de Egipto.

43 Y se apoderará de los tesoros de oro y de plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y los de Etiopía marcharán con él.

44 Pero noticias del oriente y del norte lo espantarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos.

45 Y plantará sus tiendas reales entre los mares y el monte glorioso y santo; pero llegará a su fin y no tendrá quien le ayude.

Capítulo 12

En los últimos días, Miguel liberará a Israel de sus angustias — Daniel habla de las dos resurrecciones — Los entendidos conocerán los tiempos y los significados de sus visiones.

1 Y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está a favor de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que existen las naciones hasta entonces; pero en aquel tiempo será liberado tu pueblo, todos los que se hallen inscritos en el libro.

2 Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y desprecio perpetuo.

3 Y los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento, y los que lleven a muchos a la rectitud, como las estrellas, por toda la eternidad.

4 Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y el conocimiento aumentará.

5 Y yo, Daniel, miré, y he aquí, otros dos que estaban allí, uno a este lado de la orilla del río y el otro al otro lado de la orilla del río.

6 Y dijo uno al varón vestido de lino que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas?

7 Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, quien alzó su mano derecha y su mano izquierda al cielo y juró por el que vive por los siglos que será por un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas.

8 Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Oh Señor mío, ¿cuál será el final de estas cosas?

9 Y dijo: Anda, Daniel, porque estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.

10 Muchos serán purificados, y emblanquecidos y refinados; pero los malvados actuarán con maldad, y ninguno de los malvados entenderá, pero entenderán los entendidos.

11 Y desde el tiempo en que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días.

12 Bienaventurado el que espere y llegue hasta mil trescientos treinta y cinco días.

13 Mas tú, sigue hasta el fin, y reposarás y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días.