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lunes, 21 de marzo de 2016

“Porque Jehová escudriña los corazones de todos y entiende toda imaginación de los pensamientos”


“Porque Jehová escudriña los corazones de todos y entiende toda imaginación de los pensamientos” ─1 Crónicas 28:9.
https://www.lds.org/scriptures/ot/1-chr/28.9?lang=spa#8

¿VERDAD QUÉ nos producen buenos sentimientos cuando personas que son sinceras se preocupan mucho por nosotros? Y sin duda, llegámos a apreciarlos muchísimo (Gálatas 6:1). Sí hay personas con estas cualidades ¿Se imagína, cuánto más Nuestro Padre Celestial y Su Hijo Jesucristo se interesan por nosotros? Más que nadie y nunca actúan movidos por egoísmo; lo único que quieren es ayudarnos y que logrémos a asirnos firmemente de la vida que realmente es, “la vida eterna” (1 Timoteo 6:19).

Nos escudriña con los ojos del amor:
¿Ahora, con qué intención el Señor nos está escudriñando?
Nunca lleguémos a imaginarnos que el Señor nos está vigilando para ver qué errores estamos cometiendo, pues sería un gran error. En realidad, quien nos está vigilando con ojo crítico y que además es implacable, es Satanás (Apoc.12:10). Hasta de las personas bien intencionadas, ve malos motivos (Job 1:9-11; 2:4, 5). Pero Nuestro Padre Celestial y Jesucristo no son así. De ahí que el rey David en su salmo dijera: “JAH, si miras las iniquidades, ¿quién, oh Señor, podrá permanecer?” (Salmos 130:3). Sí así fuera, la verdad es que absolutamnete nadie permanecería de pie, ¿Por qué? Porque “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y nunca peque” (Eclesistés 7:20). Lejos esté de criticar nuestros defectos, “porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo”. Él nos mira con la misma misericordia y bondad que un padre que desea proteger de todo daño a sus hijos queridos. Para evitar que nos lastimemos, nos muestra cuáles son nuestros puntos débiles y nuestras imperfecciones (Salmos 103:10-14. Mateo 26:41).

El Señor dirigió al rey Salomón que escribiera: “Guarda tu corazón con toda diligencia, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). Así que la calidad de nuestra vida ahora y nuestra esperanza para el futuro dependen de nuestro corazón, es decir, la persona interior. A fin de cuentas, el Señor examina lo que hay en él, la clase de persona que somos por dentro, lo que “es de gran estima delante de Dios”. (1 Pedro 3:4).
¿Cómo lograrémos guardar o proteger el corazón? Estudiando Su Palabra y experimentando la bendición divina en nuestras vidas (Prov. 10:22). Así nos demostrará Su amor al bendecirnos y protegernos espiritualmente mientras recorremos el 'camino estrecho que lleva a la vida' (Mateo 7:13,14).

martes, 15 de marzo de 2016

¡GRACIAS A DIOS POR SU DON INEFABLE!”

“¡GRACIAS A DIOS POR SU DON INEFABLE!” (2Corintios 9:15).
El “don inefable” al que Pablo mencionó, es sin duda el mejor Regalo, el más hermoso y más grande que Nuestro Padre Celestial podría habernos hecho, al enviar por amor a Su Hijo más amado a la Tierra (Juan 3:16; 1 Juan 4:9, 10).
Pablo sabía que gracias al sacrificio de Jesucristo se pueden cumplir todas las promesas que Dios nos ha hecho (por favor lea 2 Corintios 1:20). Por lo tanto, el “don inefable” o indescriptible, consiste en todas las muestras de bondad y amor leal que recibimos de Nuestro Amoroso Dios por medio de Su Hijo Jesús. Con razón nos faltan las palabras para describir ese hermoso regalo.

¿No es cierto que a todos nos encanta recibir regalos? Y algunos son tan especiales que llegan a cambiarnos la vida. Ilustrémoslo de esta manera, imagínese, por ejemplo, que lo sentencian a muerte por haber cometido un crimen. Ahora imagínese que están a punto de ejecutarlo y que de entre los observadores sale una persona a la que no conoce y se ofrece a morir en su lugar. ¿Cómo lo haría sentir semejante muestra de amor? De seguro lo haría reflexionar en lo que ha hecho con su vida. Quizás hasta se sentiría obligado a cambiar su forma de vivir. Es probable que se volviera más generoso y bondadoso y que decidiera perdonar a quienes le hubieran hecho daño. Estaría eternamente en deuda con la persona que se sacrificó por usted, ¿no es cierto?

Lo que hizo Nuestro Padre Celestial por nosotros mediante Su Hijo Jesucristo, vale muchísimo más que lo que hizo el hombre de nuestra ilustración (1 Pedro 3:18). Como somos pecadores, desde que nacemos estamos condenados a morir (Romanos 5:12). Pero, en una enorme muestra de amor, Dios envió a Su Hijo a la Tierra para que muriera por nosotros (Hebreos 2:9). Ese sacrificio acabará con la muerte y nos permitirá vivir para siempre (Isaías 25:7, 8; 1 Cor. 15:22, 26). Así es, todos los que tengan fe en Cristo podrán vivir en paz y felicidad por la eternidad (Romanos 6:23; Apoc. 5:9, 10).