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martes, 5 de febrero de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 282: Lucas 13-14


Capítulo 13
Jesús enseña: Arrepentíos o pereceréis — Enseña la parábola de la higuera estéril; sana a una mujer en el día de reposo y compara el reino de Dios a un grano de mostaza — Habla sobre si serán pocos o muchos los que se salven, y se lamenta por Jerusalén.
1 Y en este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos.

2 Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque han padecido tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?

3 Os digo: No, antes bien, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

4 O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que ellos eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén?

5 Os digo: No, antes bien, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

6 Y dijo esta parábola: Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella y no lo halló.

7 Y dijo al viñador: He aquí hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo hallo; córtala, ¿para qué ha de seguir ocupando el terreno?

8 Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala aún este año, hasta que yo cave alrededor de ella y la abone.

9 Y si da fruto, bien; y si no, la cortarás después.

10 Y Jesús enseñaba en una sinagoga en el día de reposo.

11 Y he aquí, había allí una mujer que tenía espíritu de enfermedad desde hacía dieciocho años, y andaba encorvada y en ninguna manera se podía enderezar.

12 Y cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad.

13 Y puso las manos sobre ella, y al instante ella se enderezó y glorificaba a Dios.

14 Y respondiendo el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese curado en el día de reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que es necesario trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en el día de reposo.

15 Entonces el Señor le respondió y dijo: ¡Hipócrita! ¿No desata cada uno de vosotros su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber en el día de reposo?

16 Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado durante dieciocho años, ¿no se la debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?

17 Y al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba de todas las cosas gloriosas que él hacía.

18 Y dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo compararé?

19 Es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció y se hizo árbol grande, y las aves del cielo hicieron nidos en sus ramas.

20 Y otra vez dijo: ¿A qué compararé el reino de Dios?

21 Es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado.

22 Y Jesús pasaba por las ciudades y aldeas, enseñando y caminando hacia Jerusalén.

23 Y le preguntó uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:

24 Esforzaos por entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos procurarán entrar y no podrán.

25 Después que el padre de familia se levante y cierre la puerta, y estando fuera, comencéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos; él, respondiendo, os dirá: No sé de dónde sois.

26 Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste;

27 pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de iniquidad.

28 Allí será el llanto y el crujir de dientes cuando veáis a Abraham, y a Isaac, y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos.

29 Y vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.

30 Y he aquí, son postreros los que eran los primeros; y son primeros los que eran los postreros.

31 Aquel mismo día llegaron unos fariseos y le dijeron: Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.

32 Y él les dijo: Id y decid a aquel zorro: He aquí, echo fuera demonios y hago sanidades hoy y mañana, y al tercer día seré perfeccionado.

33 Sin embargo, es menester que hoy, y mañana y pasado mañana siga mi camino, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.

34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!

35 He aquí, vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me veréis más hasta que llegue el tiempo cuando digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor.

Capítulo 14

Jesús vuelve a sanar en el día de reposo — Enseña acerca de la humildad y enseña la parábola de la gran cena — Quienes le sigan deben renunciar a todo.

1 Y aconteció un día de reposo que, habiendo entrado en casa de un principal de los fariseos a comer pan, ellos le acechaban.

2 Y he aquí, un hombre hidrópico estaba delante de él.

3 Y respondiendo Jesús, habló a los intérpretes de la ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?

4 Pero ellos callaron. Entonces él, tomándole, le sanó y le despidió.

5 Y respondiendo a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo saca inmediatamente aunque sea en día de reposo?

6 Y no le podían replicar a estas cosas.

7 Y observando cómo los convidados escogían los primeros asientos a la mesa, relató una parábola, diciéndoles:

8 Cuando seas convidado por alguno a una boda, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más honorable que tú esté convidado por él,

9 y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces tengas, con vergüenza, que ocupar el último lugar.

10 Mas cuando seas convidado, ve y siéntate en el postrer lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa.

11 Porque cualquiera que se ensalza será humillado; y el que se humilla será ensalzado.

12 Y dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes ni a tus vecinos ricos, no sea que ellos, a su vez, te vuelvan a convidar, y seas recompensado.

13 Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos;

14 y serás bienaventurado, porque ellos no te pueden retribuir; pero te será recompensado en la resurrección de los justos.

15 Y oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: ¡Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios!

16 Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena y convidó a muchos.

17 Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya está todo preparado.

18 Pero todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: He comprado una hacienda y necesito ir a verla; te ruego que me disculpes.

19 Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos; te ruego que me disculpes.

20 Y el otro dijo: Acabo de casarme y, por tanto, no puedo ir.

21 Y volvió el siervo e hizo saber estas cosas a su señor. Entonces, enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y por las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, a los mancos, y a los cojos y a los ciegos.

22 Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste y aún hay lugar.

23 Y dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa.

24 Pues os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados gustará mi cena.

25 Y mucha gente iba con él; y volviéndose, él les dijo:

26 Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, esposa, hijos, hermanos, hermanas y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.

27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí no puede ser mi discípulo.

28 Porque, ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, para ver si tiene lo que necesita para acabarla?

29 No sea que después que haya puesto el fundamento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él,

30 diciendo: Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar.

31 ¿O qué rey, habiendo de ir a hacer la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede salir con diez mil al encuentro del que viene contra él con veinte mil?

32 De otra manera, cuando aún el otro está lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz.

33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todas las cosas que posee no puede ser mi discípulo.

34 Buena es la sal; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se sazonará?

35 Ni para la tierra ni para el muladar es buena; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga.