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viernes, 19 de abril de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 315: Colosenses 1-4


Capítulo 1
La redención viene por medio de Cristo — Él creó todas las cosas, es la imagen de Dios y es el Primogénito del Padre.

1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo,

2 a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

3 Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando siempre por vosotros,

4 habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos,

5 a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio,

6 el cual ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo; y fructifica y crece también en vosotros, desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad,

7 como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo en favor vuestro,

8 quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu.

9 Por lo cual también nosotros, desde el día en que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual;

10 para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;

11 fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad, con gozo,

12 dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;

13 que nos ha librado del poder de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo,

14 en quien tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados.

15 Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.

16 Porque por él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.

17 Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten;

18 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia,

19 por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,

20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.

21 A vosotros también, que estabais en otro tiempo alejados y erais enemigos en vuestra mente por vuestras malas obras, ahora os ha reconciliado

22 en su cuerpo de carne por medio de la muerte, para presentaros santos, y sin mancha, e irreprensibles delante de él.

23 Si en verdad permanecéis fundamentados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica a toda criatura que está debajo del cielo; del cual yo, Pablo, fui hecho ministro.

24 Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo a favor de su cuerpo, que es la iglesia;

25 de la cual fui hecho ministro, según la comisión de Dios que me fue dada en cuanto a vosotros, para cumplir la palabra de Dios;

26 es decir, el misterio que había estado oculto desde los siglos y generaciones, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos,

27 a ellos quiso Dios hacer notorias las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,

28 a quien nosotros anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre;

29 para esto también trabajo, luchando según la fuerza de él, la cual actúa en mí poderosamente.

Capítulo 2

La plenitud de la divinidad mora en Cristo — Mirad que ninguno os engañe por medio de filosofías según las tradiciones de los hombres — El acta de los decretos en contra de nosotros fue clavada en la cruz de Cristo.

1 Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro en persona;

2 para que sean confortados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas del pleno entendimiento para conocer el misterio de Dios, el Padre, y de Cristo,

3 en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.

4 Y esto lo digo, para que nadie os engañe con palabras persuasivas.

5 Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante, en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden, y la firmeza de vuestra fe en Cristo.

6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él,

7 arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como se os ha enseñado, creciendo en ella con acción de gracias.

8 Mirad que ninguno os engañe por medio de filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.

9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad,

10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.

11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha por manos, al despojaros del cuerpo pecaminoso de la carne mediante la circuncisión de Cristo;

12 sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual también resucitasteis con él, por medio de la fe en el poder de Dios que le levantó de entre los muertos.

13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os vivificó juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,

14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,

15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió en público, triunfando sobre ellos en la cruz.

16 Por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o con respecto a días de fiesta, o de luna nueva, o de días de reposo,

17 lo cual es sombra de lo por venir; pero el cuerpo es de Cristo.

18 Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal,

19 y no asiéndose de la Cabeza, de la cual todo el cuerpo, alimentado y unido por las ligaduras y coyunturas, crece con el crecimiento que da Dios.

20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos

21 tales como: No utilices, ni comas, ni toques

22 (todas las cuales son cosas destinadas a perecer con el uso mismo), según mandamientos y doctrinas de hombres?

23 Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en el culto voluntario, y en humildad, y en el duro trato del cuerpo, pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.

Capítulo 3
La vida de algunos está escondida con Cristo en Dios — Se exhorta a los miembros de la Iglesia a ser santos y a servir al Señor Jesucristo.

1 Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

4 Cuando Cristo, nuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

5 Haced morir, pues, lo terrenal en vuestros miembros: fornicación, impureza, pasiones lascivas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;

6 cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia.

7 En las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.

8 Pero ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, palabras soeces de vuestra boca.

9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,

10 y habiéndoos revestido del nuevo hombre, que es renovado hasta el conocimiento pleno, conforme a la imagen del que lo creó;

11 donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, esclavo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.

12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;

13 soportándoos los unos a los otros, y perdonándoos los unos a los otros si alguno tuviere queja del otro; de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

14 Y sobre todas estas cosas vestíos de caridad, que es el vínculo de la perfección.

15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

16 La palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos los unos a los otros en toda sabiduría con salmos e himnos y cánticos espirituales, cantando con gratitud en vuestros corazones al Señor.

17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra, o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.

18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.

19 Maridos, amad a vuestras esposas, y no seáis ásperos con ellas.

20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.

21 Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, para que no se desanimen.

22 Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que agradan a los hombres, sino con sencillez de corazón, temiendo a Dios.

23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor, y no para los hombres,

24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.

25 Pero el que hace injusticia, pagará por la injusticia que haya cometido, porque no hay acepción de personas.

Capítulo 4

Se exhorta a los santos a ser sabios en todas las cosas — Lucas y otros saludan a los colosenses.

1 Amos , haced lo que es justo y equitativo con vuestros siervos, sabiendo que también vosotros tenéis un Amo en los cielos.

2 Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias,

3 orando también juntamente por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de proclamar el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso,

4 para que lo manifieste como debo hablar.

5 Andad en sabiduría para con los extraños, aprovechando el tiempo.

6 Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.

7 Todos mis asuntos os los hará saber Tíquico, hermano amado y fiel ministro y consiervo en el Señor,

8 a quien os he enviado para esto mismo, para que conozca cómo os encontráis, y consuele vuestros corazones,

9 con Onésimo, amado y fiel hermano, que es uno de vosotros. Todo lo que acá pasa, os lo harán saber.

10 Aristarco, mi compañero de prisión, os saluda, y Marcos, el sobrino de Bernabé (acerca del que habéis recibido instrucciones; si fuere a vosotros, recibidle),

11 y Jesús, el que se llama Justo; éstos son los únicos de la circuncisión que me ayudan en el reino de Dios, y que me han sido de consuelo.

12 Os saluda Epafras, el que es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando fervorosamente por vosotros en sus oraciones, para que permanezcáis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere.

13 Porque de él doy testimonio, de que tiene gran celo por vosotros, y por los que están en Laodicea y los que están en Hierápolis.

14 Os saluda Lucas, el médico amado, y Demas.

15 Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa.

16 Y cuando esta carta se haya leído entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros.

17 Y decid a Arquipo: Mira que cumplas el ministerio que has recibido del Señor.

18 Esta salutación es de mi propia mano, de Pablo. Acordaos de mis prisiones. La gracia sea con vosotros. Amén.



Escrita desde Roma a los colosenses; enviada con Tíquico y Onésimo.