Seguidores

miércoles, 16 de enero de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 272: Marcos 4-5


Capítulo 4
Jesús enseña las parábolas del sembrador, de la luz debajo del almud, de la semilla que crece en secreto y del grano de mostaza — Jesús calma la tempestad.

1 Y otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él tanta gente, que entró él en una barca y se sentó en ella; y toda la gente estaba en tierra junto al mar.

2 Y les enseñaba por parábolas muchas cosas; y les decía en su doctrina:

3 Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar.

4 Y aconteció, al sembrar, que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y se la comieron.

5 Y otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque la tierra no era profunda.

6 Pero cuando salió el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se secó.

7 Y otra parte cayó entre espinos; y crecieron los espinos y la ahogaron, y no dio fruto.

8 Y otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto que brotó y creció; y dio a treinta, y a sesenta y a ciento por uno.

9 Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga.

10 Y cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él, con los doce, le preguntaron sobre la parábola.

11 Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas reciben todas las cosas,

12 para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; no sea que se conviertan y les sean perdonados los pecados.

13 Y les dijo: ¿No conocéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?

14 El sembrador es el que siembra la palabra.

15 Y éstos son los de junto al camino en los que se siembra la palabra; mas después que la han oído, inmediatamente viene Satanás y quita la palabra que se sembró en sus corazones.

16 Y de igual manera, éstos son los que son sembrados en pedregales, los que cuando han oído la palabra, en seguida la toman con gozo;

17 pero no tienen raíz en sí, sino que son temporales; y cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, en seguida tropiezan.

18 Y éstos son los que son sembrados entre espinos, los que oyen la palabra,

19 pero los afanes de este mundo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas entran y ahogan la palabra, y ésta se hace infructuosa.

20 Y éstos son los que son sembrados en buena tierra, los que oyen la palabra, y la reciben y dan fruto, a treinta, a sesenta y a ciento por uno.

21 También les dijo: ¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del almud o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero?

22 Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni nada secreto que no haya de descubrirse.

23 Si alguno tiene oídos para oír, oiga.

24 Les dijo también: Atended a lo que oís; porque con la medida que medís, os será medido, y a vosotros los que oís, os será añadido.

25 Porque al que tiene, le será dado; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

26 Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra;

27 y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo.

28 Porque de sí fructifica la tierra: primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;

29 y cuando el fruto se produce, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.

30 Y decía: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios? ¿O con qué parábola lo compararemos?

31 Es como el grano de mostaza que, cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra;

32 mas después de sembrado, crece y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.

33 Y con muchas parábolas semejantes les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír.

34 Y sin parábolas no les hablaba; mas a sus discípulos en privado les declaraba todo.

35 Y les dijo aquel día cuando anochecía: Pasemos al otro lado.

36 Y despidiendo a la multitud, le llevaron así como estaba en la barca; y había también con él otras barcas.

37 Entonces se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.

38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y le despertaron y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?

39 Y levantándose, reprendió al viento y dijo al mar: ¡Calla, enmudece! Y cesó el viento y se hizo grande bonanza.

40 Y a ellos les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?

41 Y tuvieron gran temor y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?

Capítulo 5


Jesús expulsa a una legión de demonios que después entra en un hato de cerdos — Una mujer es sanada al tocar las ropas de Jesús — Jesús levanta de la muerte a la hija de Jairo.
1 Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos.

2 Y cuando salió él de la barca, en seguida le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo,

3 que moraba en los sepulcros, y ni aun con cadenas podían atarle;

4 porque muchas veces había sido atado con grilletes y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y los grilletes desmenuzados; y nadie le podía dominar.

5 Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras.

6 Y cuando vio a Jesús de lejos, corrió y le adoró.

7 Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me atormentes.

8 Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.

9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió, diciendo: Legión me llamo, porque somos muchos.

10 Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región.

11 Y había allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo.

12 Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.

13 Y Jesús se lo permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, y el hato se lanzó al mar por un despeñadero, los cuales eran como dos mil; y en el mar se ahogaron.

14 Y los que apacentaban los cerdos huyeron y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido.

15 Y vinieron a Jesús y vieron al que había sido atormentado por el demonio, y que había tenido la legión, sentado y vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.

16 Y los que lo habían visto les contaron lo que le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos.

17 Y comenzaron a rogarle a Jesús que se fuese de sus contornos.

18 Y entrando él en la barca, el que había estado poseído por el demonio le rogaba que le dejase estar con él.

19 Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido misericordia de ti.

20 Entonces se fue y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho con él; y todos se maravillaban.

21 Y pasando otra vez Jesús en una barca al otro lado, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar.

22 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y cuando le vio, se postró a sus pies

23 y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está al borde de la muerte; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y viva.

24 Y fue con él, y le seguía una gran multitud, y le apretaban.

25 Y una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años,

26 y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y de nada le había aprovechado, sino que le iba peor,

27 cuando oyó hablar de Jesús, se acercó por detrás entre la multitud y tocó su manto.

28 Porque decía: Si tocare tan sólo su manto, quedaré sana.

29 Y al instante la fuente de sangre se secó, y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel padecimiento.

30 E inmediatamente Jesús, conociendo en sí mismo que había salido virtud de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?

31 Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?

32 Y él miraba alrededor para ver a la que había hecho esto.

33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella se había hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.

34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; ve en paz y queda sana de tu aflicción.

35 Y mientras él aún hablaba, vinieron de la casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas más al Maestro?

36 Pero Jesús, oyendo lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente.

37 Y no permitió que nadie fuese con él sino Pedro, y Jacobo y Juan, hermano de Jacobo.

38 Y vino a la casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y gemían mucho.

39 Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no está muerta, sino duerme.

40 Y hacían burla de él; mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la muchacha, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la muchacha.

41 Y tomando la mano de la muchacha, le dijo: Talita cumi; que interpretado es: Muchacha, a ti te digo, levántate.

42 Y al instante la muchacha se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron con gran espanto.

43 Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer a la muchacha.