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viernes, 8 de marzo de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 296: Hechos 9-12


Capítulo 9
Jesús se aparece a Saulo — Saulo es un instrumento escogido — Ananías restaura la vista a Saulo — Saulo es bautizado e inicia su ministerio — Pedro sana a Eneas y levanta a Dorcas de la muerte.

1 Y Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, fue al sumo sacerdote

2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallaba algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén.

3 Pero yendo por el camino, aconteció que, al llegar cerca de Damasco, súbitamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;

4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

5 Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.

6 Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que debes hacer.

7 Y los hombres que iban con Saulo se detuvieron atónitos, oyendo a la verdad la voz, pero sin ver a nadie.

8 Entonces Saulo se levantó del suelo y, abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole de la mano, le trajeron a Damasco,

9 donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.

10 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.

11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora,

12 y ha visto en visión a un varón llamado Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista.

13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre y de cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;

14 y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.

15 Y le dijo el Señor: Ve, porque instrumento escogido me es éste para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes y de los hijos de Israel;

16 porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.

17 Ananías entonces fue y entró en la casa, e imponiéndole las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

18 Y de inmediato le cayeron de los ojos como escamas, y recobró al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.

19 Y cuando hubo comido, fue fortalecido. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.

20 Y en seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.

21 Y todos los que le oían estaban atónitos y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes?

22 Pero Saulo mucho más se fortalecía y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús es el Cristo.

23 Y pasados muchos días, los judíos decidieron en consejo matarle;

24 pero sus asechanzas fueron conocidas por Saulo. Y ellos vigilaban las puertas de día y de noche para matarle.

25 Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta.

26 Y cuando llegó a Jerusalén, intentaba reunirse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo.

27 Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles y les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino, que le había hablado, y cómo en Damasco había hablado osadamente en el nombre de Jesús.

28 Y entraba y salía con ellos en Jerusalén,

29 y hablaba osadamente en el nombre del Señor; y disputaba con los griegos, pero ellos procuraban matarle.

30 Cuando los hermanos lo supieron, le acompañaron hasta Cesarea y le enviaron a Tarso.

31 Las iglesias entonces tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria, y eran edificadas, andando en el temor del Señor; y con el consuelo del Espíritu Santo, se iban multiplicando.

32 Y aconteció que Pedro, viajando por todas partes, vino también a los santos que habitaban en Lida.

33 Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico.

34 Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate y haz tu cama. Y en seguida se levantó.

35 Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, quienes se convirtieron al Señor.

36 Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que interpretado quiere decir Dorcas. Ésta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía.

37 Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Y después de haber lavado el cuerpo, lo pusieron en un aposento alto.

38 Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres a rogarle: No tardes en venir a nosotros.

39 Entonces Pedro se levantó y fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas había hecho cuando estaba con ellas.

40 Entonces, mandando fuera a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose hacia el cuerpo, dijo: ¡Tabita, levántate! Y ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó.

41 Y él le dio la mano y la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.

42 Esto fue notorio por toda Jope, y muchos creyeron en el Señor.

43 Y aconteció que Pedro se quedó muchos días en Jope en casa de un cierto Simón, curtidor.

Capítulo 10

Un ángel ministra a Cornelio — Se manda a Pedro en visión llevar el Evangelio a los gentiles — Se enseña el Evangelio por medio de testigos — El Espíritu Santo desciende sobre los gentiles.

1 Y había en Cesarea un varón llamado Cornelio, centurión de la compañía que se llamaba la Italiana,

2 devoto y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo y oraba a Dios siempre.

3 Éste vio claramente en visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios venía a él y le decía: ¡Cornelio!

4 Y él, mirándole fijamente y espantado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.

5 Envía, pues, ahora hombres a Jope y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro.

6 Éste se hospeda en casa de Simón, el curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que debes hacer.

7 Después de que se fue el ángel que hablaba con Cornelio, éste llamó a dos de sus criados y a un devoto soldado de los que le asistían,

8 a los que envió a Jope, después de habérselo contado todo.

9 Y al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar, cerca de la hora sexta;

10 y aconteció que le vino mucha hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis.

11 Y vio el cielo abierto, y que descendía algo como un gran lienzo que, atado de los cuatro cabos, era bajado a la tierra,

12 en el cual había de todos los cuadrúpedos de la tierra, y reptiles y aves del cielo.

13 Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come.

14 Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás.

15 Y volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú común.

16 Y esto ocurrió tres veces; y el lienzo volvió a ser recogido en el cielo.

17 Y mientras Pedro dudaba dentro de sí, preguntándose qué sería la visión que había visto, he aquí, los hombres que habían sido enviados por Cornelio, habiendo preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta.

18 Y llamando, preguntaron si Simón, que tenía por sobrenombre Pedro, se hospedaba allí.

19 Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan.

20 Levántate, pues, y desciende y no dudes en ir con ellos, porque yo los he enviado.

21 Entonces Pedro, descendiendo a donde estaban los hombres que fueron enviados por Cornelio, dijo: Heme aquí, yo soy el que buscáis. ¿Cuál es la causa por la que habéis venido?

22 Y ellos dijeron: Cornelio, el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que goza de buena fama entre toda la nación de los judíos, ha recibido aviso de un santo ángel de hacerte venir a su casa y oír tus palabras.

23 Entonces, haciéndolos pasar, los hospedó. Y al día siguiente, levantándose, se fue con ellos; y le acompañaron algunos de los hermanos de Jope.

24 Y al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo llamado a sus parientes y a los amigos más íntimos.

25 Y cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle; y postrándose a sus pies, le adoró.

26 Pero Pedro le levantó, diciendo: ¡Levántate! Yo mismo también soy hombre.

27 Y hablando con él, entró y halló a muchos que se habían reunido.

28 Y les dijo: Vosotros sabéis que está prohibido para un varón judío juntarse con un extranjero o acercarse a él, pero Dios me ha mostrado que a ningún hombre llame común o inmundo;

29 por lo cual, al ser llamado, he venido sin poner ninguna objeción. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir?

30 Entonces Cornelio dijo: Hace cuatro días que a esta hora yo estaba ayunando; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, he aquí, un varón con vestiduras resplandecientes se puso delante de mí.

31 Y dijo: Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios.

32 Envía, pues, a Jope y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; éste se hospeda en casa de Simón, el curtidor, junto al mar, quien, cuando venga, te hablará.

33 Así que, en seguida envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado.

34 Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas,

35 sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace lo justo.

36 Dios envió la palabra a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es el Señor de todos.

37 Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan,

38 en cuanto a Jesús de Nazaret: cómo le ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder, y cómo anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén, a quien mataron, colgándole en un madero.

40 A éste levantó Dios al tercer día e hizo que se apareciese,

41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos.

42 Y nos mandó que predicásemos al pueblo y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de los vivos y de los muertos.

43 De él dan testimonio todos los profetas, de que todos los que crean en él recibirán perdón de pecados por su nombre.

44 Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el mensaje.

45 Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo,

46 porque los oían que hablaban en lenguas y que magnificaban a Dios.

47 Entonces respondió Pedro: ¿Acaso puede alguno impedir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?

48 Y les mandó que fueran bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.

Capítulo 11

Dios concede a los gentiles el don del arrepentimiento — Los discípulos son llamados cristianos por primera vez en Antioquía — La Iglesia es guiada por revelación.

1 Y oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios.

2 Y cuando Pedro subió a Jerusalén, contendían con él los que eran de la circuncisión,

3 diciendo: ¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos y has comido con ellos?

4 Entonces, Pedro comenzó a contarles por orden lo que había sucedido, diciendo:

5 Estaba yo en la ciudad de Jope orando, y vi en éxtasis una visión: algo, como un gran lienzo, que descendía, que por los cuatro cabos era bajado del cielo y venía hasta mí.

6 Cuando fijé en él los ojos, observé y vi cuadrúpedos terrestres, y fieras, y reptiles y aves del cielo.

7 Y oí una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come.

8 Y dije: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en mi boca.

9 Entonces la voz me respondió del cielo por segunda vez: Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú común.

10 Y esto sucedió tres veces, y volvió todo a ser llevado arriba al cielo.

11 Y he aquí, en seguida llegaron tres hombres a la casa donde yo estaba, enviados a mí desde Cesarea.

12 Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Y fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón.

13 Él nos contó cómo había visto en su casa un ángel que, puesto de pie, le dijo: Envía hombres a Jope y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro,

14 quien te hablará palabras por las cuales serás salvo tú y toda tu casa.

15 Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio.

16 Entonces me acordé de lo que había dicho el Señor cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.

17 Así que, si Dios les dio también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponer resistencia a Dios?

18 Entonces, oídas estas cosas, callaron y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!

19 Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la tribulación que sobrevino en tiempos de Esteban viajaron hasta Fenicia, y Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos.

20 Y de ellos había unos varones chipriotas y cirenenses, quienes, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús.

21 Y la mano del Señor estaba con ellos, y un gran número creyó y se convirtió al Señor.

22 Y llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé para que fuese hasta Antioquía,

23 quien, cuando llegó y vio la gracia de Dios, se regocijó y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen firmes en el Señor.

24 Porque Bernabé era un hombre bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe; y una gran multitud fue agregada al Señor.

25 Después partió Bernabé hacia Tarso para buscar a Saulo; y cuando le halló, le llevó a Antioquía.

26 Y se reunieron todo un año allí con la iglesia y enseñaron a mucha gente; y los discípulos fueron llamados cristianos por primera vez en Antioquía.

27 Y en aquellos días descendieron unos profetas de Jerusalén a Antioquía.

28 Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu que iba a haber una gran hambre en toda la tierra habitada, la cual ocurrió en tiempos de Claudio.

29 Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar un socorro a los hermanos que habitaban en Judea;

30 lo cual asimismo hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.

Capítulo 12

Se menciona el martirio de Santiago — Un ángel libera a Pedro de la cárcel — El Señor le quita la vida a Herodes con una enfermedad — La Iglesia crece.

1 Y en aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarlos.

2 Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan.

3 Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura.

4 Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le vigilasen, queriendo mostrarle al pueblo después de la Pascua.

5 Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel, pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.

6 Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardias delante de la puerta custodiaban la cárcel.

7 Y he aquí, se apareció un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos.

8 Y le dijo el ángel: Cíñete y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto y sígueme.

9 Y saliendo, le seguía, sin saber si era verdad lo que hacía el ángel; más bien pensaba que veía una visión.

10 Y habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí sola; y habiendo salido, pasaron una calle, y en seguida el ángel se apartó de él.

11 Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel y me ha librado de la mano de Herodes y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba.

12 Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María, la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando.

13 Y cuando Pedro llamó a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode,

14 la que, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta.

15 Y ellos le dijeron: ¡Estás loca! Pero ella afirmaba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!

16 Pero Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le vieron, se quedaron atónitos.

17 Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió y se fue a otro lugar.

18 Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué había sido de Pedro.

19 Y Herodes, habiéndole buscado sin hallarle, después de interrogar a los guardias, los mandó ejecutar. Después, descendiendo de Judea a Cesarea, se quedó allí.

20 Y Herodes estaba enojado con los de Tiro y los de Sidón; pero ellos, de común acuerdo, vinieron a él, y habiendo sobornado a Blasto, que era el camarero del rey, pidieron paz, porque las tierras de ellos eran abastecidas por las del rey.

21 Y un día señalado, Herodes, vestido de ropa real, se sentó en el tribunal y los arengó.

22 Y el pueblo aclamaba: Voz de un dios, y no de hombre.

23 Y al instante un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos.

24 Y la palabra del Señor crecía y se multiplicaba.

25 Y Bernabé y Saulo volvieron de Jerusalén, habiendo cumplido su servicio, llevando también consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos.