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miércoles, 11 de abril de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 93:1 Samuel 28-31


Primer libro de
Samuel..Capítulo 28
Saúl pide revelación a la adivina de Endor — Ella predice la muerte de él, la muerte de sus hijos y la derrota de Israel a manos de los filisteos.

1 Y aconteció que en aquellos días los filisteos reunieron sus fuerzas para la guerra a fin de pelear contra Israel. Y dijo Aquis a David: Bien sabes que has de salir conmigo a campaña, tú y tus hombres.

2Y David respondió a Aquis: Sabrás, pues, lo que hará tu siervo. Y Aquis dijo a David: Por tanto, te haré mi guarda personal durante todos mis días.

3Ya Samuel había muerto, y todo Israel lo había lamentado y le habían sepultado en Ramá, su ciudad. Y Saúl había expulsado de la tierra a los encantadores y adivinos.

4Y los filisteos se reunieron, y vinieron y acamparon en Sunem; y Saúl reunió a todo Israel, y acamparon en Gilboa.

5Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, temió y se estremeció su corazón en gran manera.

6Y consultó Saúl a Jehová, pero Jehová no le respondió, ni por sueños, ni por el Urim ni por profetas.

7Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí, hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación.

8Y se disfrazó Saúl, y se puso otra ropa y se fue con dos hombres; y llegaron a aquella mujer de noche, y él le dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación y hagas subir a quien yo te diga.

9Y la mujer le dijo: He aquí, tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha expulsado de la tierra a los evocadores y a los adivinos. ¿Por qué, pues, pones trampa a mi vida para hacerme morir?

10Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto.

11La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré subir? Y él respondió: Hazme subir a Samuel.

12Y cuando la mujer vio a Samuel, clamó en alta voz y habló aquella mujer a Saúl, diciendo: ¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl!

13Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra.

14Y él le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, e inclinando su rostro a tierra, hizo una gran reverencia.

15Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome subir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me declares qué tengo que hacer.

16Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, puesto que Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo?

17Y Jehová, pues, ha hecho como habló por medio de mí, pues Jehová ha quitado el reino de tu mano y lo ha dado a tu prójimo, a David.

18Como tú no obedeciste la voz de Jehová ni cumpliste el furor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy.

19Y Jehová entregará a Israel junto contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos. Y Jehová entregará también el ejército de Israel en manos de los filisteos.

20En aquel instante cayó Saúl en tierra cuan largo era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel, porque no quedó en él fuerza alguna, porque en todo aquel día y aquella noche no había comido pan.

21Entonces la mujer se acercó a Saúl, y viéndole turbado en gran manera, le dijo: He aquí que tu sierva ha obedecido tu voz, y he puesto mi vida en peligro y he escuchado las palabras que tú me has dicho.

22Te ruego, pues, que tú también oigas la voz de tu sierva; pondré yo delante de ti un bocado de pan para que comas, a fin de que cobres fuerzas y sigas tu camino.

23Y él rehusó, diciendo: No comeré. Pero sus criados juntamente con la mujer le insistieron, y él les obedeció. Se levantó, pues, del suelo y se sentó sobre una cama.

24Y aquella mujer tenía en su casa un ternero engordado, el cual se apresuró a matar; y tomó harina, y la amasó y coció con ella panes sin levadura.

25Y los puso delante de Saúl y de sus criados; y después de haber comido, se levantaron y partieron aquella misma noche.

Primer libro de
Samuel..Capítulo 29

Israel y los filisteos se reúnen para la guerra — Los príncipes filisteos hacen que David se vaya.

1 Y los filisteos reunieron todas sus fuerzas en Afec, e Israel acampó junto a la fuente que está en Jezreel.

2Y cuando los príncipes de los filisteos pasaban revista a sus compañías de a ciento y de a mil hombres, David y sus hombres iban en la retaguardia con Aquis.

3Y dijeron los príncipes de los filisteos: ¿Qué hacen aquí estos hebreos? Y Aquis respondió a los príncipes de los filisteos: ¿No es éste David, el siervo de Saúl, rey de Israel, que ha estado conmigo por días o por años, y no he hallado falta en él desde el día en que se pasó a mí hasta hoy?

4Entonces los príncipes de los filisteos se enojaron contra él y le dijeron: Despide a este hombre, para que vuelva al lugar que le señalaste y no venga con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla se vuelva enemigo nuestro; porque, ¿con qué cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos hombres?

5¿No es éste David de quien cantaban en las danzas, diciendo:

Saúl hirió a sus miles,
y David a sus diez miles?

6Y Aquis llamó a David y le dijo: Vive Jehová, que tú has sido recto, y me ha parecido bien tu salida y tu entrada en el campamento conmigo, pues ninguna cosa mala he hallado en ti desde que viniste a mí hasta el día de hoy; pero ante los ojos de los príncipes no eres grato.

7Vuelve, pues, y vete en paz; y no hagas lo malo ante los ojos de los príncipes de los filisteos.

8Y David le respondió a Aquis: ¿Qué he hecho? ¿Qué has hallado en tu siervo desde el día en que estoy contigo hasta el día de hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de mi señor el rey?

9Y Aquis respondió a David y dijo: Yo sé que tú eres bueno ante mis ojos, como un ángel de Dios; pero los príncipes de los filisteos han dicho: No venga él con nosotros a la batalla.

10Levántate, pues, de mañana, tú y los siervos de tu señor que han venido contigo; y levantaos de mañana y partid al amanecer.

11Y se levantó David muy de mañana, él y sus hombres, para irse y regresar a la tierra de los filisteos; y los filisteos fueron a Jezreel.

Primer libro de
Samuel..Capítulo 30


Los amalecitas destruyen Siclag y los límites de Judá — David derrota a los amalecitas, recupera el botín y lo divide.

1Y cuando David y sus hombres llegaron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el sur y Siclag, y habían asolado Siclag y la habían quemado con fuego.

2Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, sino que se los llevaron cautivos y siguieron su camino.

3Llegó, pues, David con sus hombres a la ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus esposas y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos.

4Entonces David y la gente que estaba con él alzaron su voz y lloraron hasta que les faltaron las fuerzas para llorar.

5Las dos esposas de David, Ahinoam, la jezreelita, y Abigail, la que fue esposa de Nabal, el de Carmel, también habían sido llevadas cautivas.

6Y David estaba muy angustiado, porque el pueblo hablaba de apedrearlo; porque todo el pueblo estaba con amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; pero David se fortaleció en Jehová su Dios.

7Y dijo David al sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec: Yo te ruego que me traigas el efod. Y Abiatar trajo el efod a David.

8Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a esta tropa? ¿La podré alcanzar? Y él le dijo: Persíguela, porque de cierto la alcanzarás y sin falta librarás a todos los cautivos.

9Partió, pues, David, él y los seiscientos hombres que estaban con él, y llegaron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron algunos de ellos.

10Y David los persiguió con cuatrocientos hombres, porque se quedaron atrás doscientos que estaban cansados y no pudieron pasar el torrente de Besor.

11Y hallaron en el campo a un hombre egipcio y se lo llevaron a David, y le dieron pan para comer y agua para beber.

12Le dieron también un pedazo de masa de higos secos y dos racimos de pasas. Y luego que comió, volvió en él su espíritu, porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches.

13Y le dijo David: ¿De quién eres tú? ¿Y de dónde eres? Y respondió el joven egipcio: Yo soy siervo de un amalecita, y me dejó mi amo hace tres días porque yo estaba enfermo.

14Hicimos una incursión en la parte del sur de los cereteos, y en la de Judá y en el sur de Caleb; y pusimos fuego a Siclag.

15Y le dijo David: ¿Me llevarás tú a esa tropa? Y él dijo: Júrame por Dios que no me matarás ni me entregarás en manos de mi amo, y yo te llevaré a esa gente.

16Lo llevó, pues; y he aquí que estaban dispersos sobre la faz de toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta por todo aquel gran botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.

17Y los atacó David desde aquella mañana hasta el atardecer del día siguiente; y no escapó ninguno de ellos, salvo cuatrocientos jóvenes que montaron en camellos y huyeron.

18Y recuperó David todo lo que los amalecitas habían tomado, y asimismo rescató David a sus dos esposas.

19Y no les faltó cosa alguna, ni chica ni grande, ni hijos ni hijas, ni nada de lo robado, ni nada de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David.

20Tomó también David todas las ovejas y el ganado mayor; y llevándolo todo delante, decían: Éste es el botín de David.

21Y vino David a los doscientos hombres que habían quedado cansados y que no habían podido seguir a David, a los que habían hecho quedarse en el torrente de Besor; y ellos salieron a recibir a David y al pueblo que con él estaba. Y cuando David se acercó a la gente, los saludó con paz.

22Entonces todos los malos y perversos de entre los que habían ido con David respondieron y dijeron: Porque no fueron con nosotros, no les daremos del botín que hemos recuperado, sino sólo a cada uno su esposa y sus hijos; que los tomen y se vayan.

23Y David dijo: No hagáis eso, hermanos míos, con lo que nos ha dado Jehová, quien nos ha guardado y ha entregado en nuestras manos la banda que vino contra nosotros.

24¿Y quién os escuchará en este caso? Porque igual parte ha de ser la de los que descienden a la batalla y la de los que se quedan con el bagaje; se repartirá por igual.

25Y desde aquel día en adelante, él lo estableció como estatuto y decreto en Israel, hasta hoy.

26Y cuando David llegó a Siclag, envió del botín a los ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: He aquí, un presente para vosotros del botín de los enemigos de Jehová.

27Lo envió a los que estaban en Bet-el, y a los que estaban en Ramot, al sur, y a los que estaban en Jatir,

28y a los que estaban en Aroer, y a los que estaban en Sifmot, y a los que estaban en Estemoa,

29y a los que estaban en Racal, y a los que estaban en las ciudades de Jerameel, y a los que estaban en las ciudades de los ceneos,

30y a los que estaban en Horma, y a los que estaban en Corasán, y a los que estaban en Atac,

31y a los que estaban en Hebrón y en todos los lugares donde David había estado con sus hombres.

Primer libro de
Samuel..Capítulo 31

Los filisteos derrotan a Israel — Matan a Saúl y a sus tres hijos — Sus cuerpos son retirados y quemados por los galaaditas.

1 Los filisteos, pues, pelearon contra Israel, y los de Israel huyeron delante de los filisteos y cayeron muertos en el monte Gilboa.

2Y los filisteos persiguieron muy de cerca a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, y a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl.

3Y arreció la batalla contra Saúl, y le alcanzaron los flecheros; y fue gravemente herido por los flecheros.

4Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada y traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos, y me traspasen y me escarnezcan. Pero su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces tomó Saúl la espada y se echó sobre ella.

5Y al ver su escudero a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada y murió con él.

6Así murió Saúl en aquel día, juntamente con sus tres hijos, y su escudero y todos sus hombres.

7Y los de Israel que eran del otro lado del valle y del otro lado del Jordán, al ver que Israel había huido y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades y huyeron; y los filisteos vinieron y habitaron en ellas.

8Y aconteció al siguiente día que los filisteos fueron a despojar a los muertos y hallaron a Saúl y a sus tres hijos tendidos en el monte Gilboa.

9Y le cortaron la cabeza y lo despojaron de las armas; y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos, para que lo anunciaran en el templo de sus ídolos y al pueblo.

10Y pusieron sus armas en el templo de Astarot, y colgaron su cuerpo en el muro de Bet-sán.

11Mas cuando los de Jabes de Galaad oyeron lo que los filisteos habían hecho a Saúl,

12todos los hombres valientes se levantaron, y caminaron toda aquella noche y quitaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet-sán; y fueron a Jabes y los quemaron allí.

13Y tomando sus huesos, los sepultaron debajo de un árbol en Jabes y ayunaron siete días.




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Lectura con Audio de la Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 92:1 Samuel 25-27


Primer libro de
Samuel..Capítulo 25
Samuel muere — Nabal desaira a David y rehúsa darle alimento — Abigail intercede, salva a Nabal y da a David un presente — David es pacificado, Nabal muere y David se casa con Abigail.

1 Y murió Samuel, y se reunió todo Israel, y lo lloraron y lo sepultaron en su casa en Ramá. Y se levantó David y descendió al desierto de Parán.

2Y en Maón había un hombre que tenía su hacienda en Carmel, el cual era muy rico, pues tenía tres mil ovejas y mil cabras. Y esquilaba sus ovejas en Carmel.

3El nombre de aquel hombre era Nabal, y el nombre de su esposa, Abigail. Y era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia, pero el hombre era duro y de malos hechos; y era del linaje de Caleb.

4Y oyó David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas.

5Entonces envió David diez criados y les dijo: Subid a Carmel, e id a Nabal y saludadle en mi nombre.

6Y decidle así: Paz a ti, y paz a tu casa y paz a todo cuanto tienes.

7He sabido que tienes esquiladores. Ahora bien, a los pastores tuyos que han estado con nosotros, nunca les hemos hecho daño ni les ha faltado nada en todo el tiempo que han estado en Carmel.

8Pregunta a tus criados, y ellos te lo dirán. Hallen, por tanto, estos criados gracia ante tus ojos, porque venimos en buen día; te ruego que des lo que tengas a mano a tus siervos y a tu hijo David.

9Y cuando llegaron los criados de David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y callaron.

10Y Nabal respondió a los criados de David y dijo: ¿Quién es David? ¿Y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores.

11¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores, y he de dárselos a hombres que no sé de dónde son?

12Y se volvieron los criados de David por su camino, y regresaron, y llegaron y dijeron a David todas estas palabras.

13Entonces David dijo a sus hombres: Cíñase cada uno su espada. Y se ciñó cada uno su espada; y también David se ciñó su espada; y subieron tras David como cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje.

14Y uno de los criados dio aviso a Abigail, mujer de Nabal, diciendo: He aquí, David envió mensajeros desde el desierto para que saludasen a nuestro amo, y él los ha despreciado.

15Mas aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros y nunca nos han hecho daño, ni ninguna cosa nos ha faltado en todo el tiempo que hemos andado con ellos, mientras hemos estado en el campo.

16Nos han servido de muro de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas.

17Ahora, pues, entiende y mira lo que has de hacer, porque el mal ya está resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa; pues él es un hombre tan perverso que no hay quien pueda hablarle.

18Entonces Abigail se apresuró a tomar doscientos panes, y dos cueros de vino, y cinco ovejas guisadas, y cinco medidas de grano tostado, y cien racimos de uvas pasas y doscientos panes de higos secos, y lo cargó todo en asnos;

19y dijo a sus criados: Id delante de mí, y he aquí, yo os seguiré luego. Y nada declaró a su marido Nabal.

20Y aconteció que montó en un asno y descendió por una parte encubierta del monte, y he aquí, David y sus hombres venían descendiendo hacia ella; y ella fue a su encuentro.

21Y David había dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha devuelto mal por bien.

22Así haga Dios a los enemigos de David, y aun les añada, que de aquí a mañana, de todo lo que sea suyo no dejaré con vida ni a un solo hombre.

23Y cuando Abigail vio a David, se bajó rápidamente del asno; y postrándose sobre su rostro delante de David, se inclinó a tierra.

24Y se echó a sus pies y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado, mas te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva.

25No haga caso ahora mi señor de aquel hombre perverso, de Nabal, porque conforme a su nombre, así es. Él se llama Nabal, y la insensatez está con él; mas yo, tu sierva, no vi a los criados de mi señor, los cuales tú enviaste.

26Ahora pues, señor mío, vive Jehová y vive tu alma, que Jehová te ha impedido venir a derramar sangre y vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos y todos los que procuran el mal contra mi señor.

27Y ahora este presente que tu sierva ha traído a mi señor sea dado a los criados que siguen a mi señor.

28Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa, pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días.

29Aunque alguien se haya levantado para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor será ligada al haz de los que viven con Jehová tu Dios, y él arrojará la vida de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda.

30Y acontecerá que, cuando Jehová haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te ponga como caudillo sobre Israel,

31entonces, señor mío, no te será motivo de tropiezo ni turbación de corazón el haber derramado sangre sin causa, ni el que mi señor se haya vengado por sí mismo. Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová haga bien a mi señor, acuérdate de tu sierva.

32Y dijo David a Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases;

33y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has impedido hoy el ir a derramar sangre y a vengarme por mi propia mano.

34Porque, vive Jehová Dios de Israel, que me ha impedido hacerte mal, que si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, de aquí a mañana no le hubiera quedado a Nabal ni un hombre.

35Y recibió David de su mano lo que le había traído y le dijo: Sube en paz a tu casa, y mira que he escuchado tu voz y te he tenido respeto.

36Y Abigail fue a Nabal, y he aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey; y el corazón de Nabal estaba alegre, y estaba muy ebrio, por lo que ella no le dijo ni poco ni mucho hasta el día siguiente.

37Pero sucedió que a la mañana, cuando se le había pasado el efecto del vino a Nabal, le refirió su esposa estas cosas; y desmayó su corazón, y se quedó como una piedra.

38Y aconteció que después de unos diez días, Jehová hirió a Nabal, y murió.

39Y cuando David oyó que Nabal había muerto, dijo: Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta recibida de manos de Nabal y que ha preservado del mal a su siervo; y Jehová ha vuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David a hablar con Abigail, para tomarla por esposa.

40Y los criados de David vinieron a Abigail en Carmel y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado a ti para tomarte por esposa.

41Y ella se levantó, e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, para que sea la sierva que lave los pies de los siervos de mi señor.

42Y Abigail se levantó apresuradamente con cinco criadas que la seguían, y montó en un asno, y siguió a los mensajeros de David y fue su esposa.

43También tomó David a Ahinoam de Jezreel, y ambas fueron sus esposas.

44Porque Saúl había dado a su hija Mical, esposa de David, a Palti hijo de Lais, que era de Galim.

Primer libro de
Samuel..Capítulo 26

David perdona otra vez la vida de Saúl — De nuevo rehúsa extender su mano en contra del ungido de Jehová — Saúl y David se separan.

1 Y vinieron los zifeos a Saúl, en Gabaa, diciendo: ¿No está David escondido en el collado de Haquila, delante de Jesimón?

2Saúl entonces se levantó y descendió al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif.

3Y acampó Saúl en el collado de Haquila, que está delante de Jesimón, junto al camino. Y estaba David en el desierto; y advirtió que Saúl le perseguía en el desierto.

4David, por tanto, envió espías y supo con certeza que Saúl había venido.

5Y se levantó David y fue al sitio donde Saúl había acampado; y miró David el lugar donde dormían Saúl y Abner hijo de Ner, general de su ejército. Y estaba Saúl durmiendo en el centro del campamento, y el pueblo estaba acampado alrededor de él.

6Entonces habló David y preguntó a Ahimelec, el heteo, y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab, diciendo: ¿Quién descenderá conmigo adonde está Saúl en el campamento? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo.

7David, pues, y Abisai fueron al campamento de noche, y he aquí que Saúl estaba tendido durmiendo en el centro del campamento, y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y su gente estaban tendidos alrededor de él.

8Entonces dijo Abisai a David: Hoy Dios ha entregado a tu enemigo en tus manos; ahora pues, déjame herirlo con la lanza; lo clavaré en la tierra de un golpe, y no tendré que darle un segundo golpe.

9Y David respondió a Abisai: No le mates, porque, ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová y será inocente?

10Dijo además David: Vive Jehová, que Jehová lo herirá, ya sea que llegue su día para que muera, o que descienda en batalla y perezca.

11Guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová; pero toma ahora la lanza que está a su cabecera y la botija de agua, y vámonos.

12Se llevó, pues, David la lanza y la botija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie que viese, ni entendiese ni se despertase, pues todos dormían, porque un profundo sueño enviado por Jehová había caído sobre ellos.

13Y pasó David al otro lado y se puso en la cumbre del monte, habiendo gran distancia entre ellos;

14y dio voces David a la gente y a Abner hijo de Ner, diciendo: ¿No respondes, Abner? Entonces Abner respondió y dijo: ¿Quién eres tú que das voces al rey?

15Y dijo David a Abner: ¿No eres tú un hombre? ¿Y quién hay como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has guardado al rey tu señor? Porque ha entrado uno del pueblo a matar a tu señor el rey.

16Esto que has hecho no está bien. Vive Jehová, que sois dignos de muerte, porque no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de Jehová. Mira pues, ahora, dónde está la lanza del rey y la botija de agua que estaba a su cabecera.

17Y reconoció Saúl la voz de David y dijo: ¿No es ésta tu voz, David, hijo mío? Y David respondió: Mi voz es, rey y señor mío.

18Y dijo: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mi mano?

19Ruego, pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si Jehová te incita contra mí, acepte él una ofrenda; pero si son hijos de hombres, malditos sean ellos en presencia de Jehová, porque me han echado hoy para que no tenga parte en la heredad de Jehová, diciendo: Ve y sirve a dioses ajenos.

20No caiga, pues, ahora mi sangre en tierra delante de Jehová, porque ha salido el rey de Israel a buscar una pulga, así como quien persigue una perdiz por los montes.

21Entonces dijo Saúl: He pecado; vuelve, David, hijo mío, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido estimada hoy en tus ojos. He aquí, yo he actuado neciamente y he errado en gran manera.

22Y David respondió y dijo: He aquí la lanza del rey; pase acá uno de los criados y tómela.

23Y Jehová pague a cada uno su justicia y su lealtad, pues Jehová te había entregado hoy en mis manos, pero yo no quise extender mi mano contra el ungido de Jehová.

24Y he aquí, como tu vida ha sido estimada hoy ante mis ojos, así sea mi vida estimada ante los ojos de Jehová, y me libre de toda aflicción.

25Y Saúl dijo a David: Bendito seas tú, David, hijo mío; sin duda tú harás grandes cosas, y prevalecerás. Entonces David siguió su camino, y Saúl se volvió a su lugar.

Primer libro de
Samuel..Capítulo 27

David huye a Aquis, en Gat — Mora entre los filisteos durante dieciséis meses.

1 Y dijo David en su corazón: Ahora bien, seré muerto algún día por la mano de Saúl; nada, por tanto, me será mejor que fugarme a la tierra de los filisteos, para que Saúl deje de ocuparse de mí y no me ande buscando más por todo el territorio de Israel, y así escaparé de sus manos.

2Se levantó, pues, David, y con los seiscientos hombres que tenía consigo se pasó a Aquis hijo de Maoc, rey de Gat.

3Y moró David con Aquis en Gat, él y sus hombres, cada uno con su familia; David con sus dos esposas, Ahinoam, la jezreelita, y Abigail, la que fue esposa de Nabal, el de Carmel.

4Y vino la nueva a Saúl de que David había huido a Gat, y no lo buscó más.

5Y David dijo a Aquis: Si he hallado ahora gracia ante tus ojos, séame dado lugar en alguna de las aldeas de la región para que habite allí, porque, ¿ha de morar tu siervo contigo en la ciudad real?

6Y Aquis le dio aquel día la ciudad de Siclag. Por eso, Siclag fue de los reyes de Judá hasta hoy.

7Y el número de los días que David habitó en la tierra de los filisteos fue un año y cuatro meses.

8Y subía David con sus hombres y hacían incursiones contra los gesuritas, y contra los gerzeos y contra los amalecitas; porque desde hacía largo tiempo éstos habitaban la región, desde donde se va a Shur hasta la tierra de Egipto.

9Y David atacaba el país y no dejaba con vida ni hombre ni mujer; y se llevaba las ovejas, y las vacas, y los asnos, y los camellos y las ropas, y volvía y venía a Aquis.

10Y decía Aquis: ¿Dónde habéis incursionado hoy? Y David decía: Al sur de Judá, o al sur de Jerameel o al sur de los ceneos.

11Ni hombre ni mujer dejaba llegar David con vida a Gat, porque decía: No sea que den aviso de nosotros, diciendo: Esto hizo David. Y ésta fue su costumbre todo el tiempo que moró en la tierra de los filisteos.

12Y Aquis creía a David, diciendo así: Él se ha hecho abominable ante su pueblo Israel, y será mi siervo para siempre.





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