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viernes, 28 de septiembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 217: Isaías 44-47


Capítulo 44
El Espíritu de Jehová será derramado sobre la descendencia de Israel — Los ídolos de madera son combustible para el fuego — Jehová recogerá, bendecirá y redimirá a Israel, y reconstruirá Jerusalén.

1Ahora pues, oye, oh Jacob, siervo mío, y tú, oh Israel, a quien yo escogí.

2Así dice Jehová, Hacedor tuyo y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, oh Jacob, siervo mío, Jesurún, a quien yo escogí.

3Porque yo derramaré agua sobre el sequedal y ríos sobre la tierra árida; mi espíritu derramaré sobre tu descendencia y mi bendición sobre tus renuevos.

4Y brotarán entre la hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas.

5Éste dirá: Yo soy de Jehová; otro llevará el nombre de Jacob; y otro escribirá con su mano: Soy de Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel.

6Así dice Jehová, Rey de Israel y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.

7¿Y quién como yo lo declarará y lo pondrá en orden delante de mí, desde que establecí el pueblo antiguo? Y anuncien lo que viene, sí, lo que vendrá.

8No temáis ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde aquel entonces, y lo anuncié? Por tanto, vosotros sois mis testigos. ¿Hay Dios aparte de mí? ¡No hay otra Roca; no conozco ninguna!

9Los que hacen imágenes talladas, todos ellos son vanidad, y lo más preciado de ellos para nada es útil; y ellos mismos, para su vergüenza, son testigos de que los ídolos no ven ni entienden.

10¿Quién dio forma a un dios o quién fundió una imagen que para nada es de provecho?

11He aquí, todos sus compañeros serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se levantarán, temerán, y se avergonzarán a una.

12El herrero toma la tenaza, trabaja en las brasas, y le da forma con los martillos y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; después tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua y se desmaya.

13El carpintero tiende la regla, lo marca con estilete, lo labra con las gubias, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa.

14Corta cedros y toma un ciprés y una encina que cultiva entre los árboles del bosque; planta un pino para que crezca con la lluvia.

15De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de él para calentarse; enciende también el fuego y cuece panes; hace además un dios y lo adora; hace una imagen tallada y se arrodilla delante de ella.

16Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, adereza un asado y se sacia; después se calienta y dice: ¡Ah, me he calentado; he visto el fuego!

17Y hace del sobrante un dios, su imagen tallada; se postra delante de ella, y la adora y le ruega, diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú.

18No saben ni entienden, porque él ha cerrado sus ojos para que no vean y su corazón para que no entiendan.

19Y ninguno reflexiona en su corazón; no tiene conocimiento ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne y la comí. ¿He de hacer del resto de ello una abominación? ¿He de postrarme delante de un tronco de árbol?

20De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma ni diga: ¿No hay una mentira en mi mano derecha?

21Acuérdate de esto, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres; Yo te formé; siervo mío eres tú, Israel; no me olvidaré de ti.

22Yo deshice como a nube tus transgresiones y como a niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí.

23Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, lugares bajos de la tierra; prorrumpid en alabanza montes, bosque y todo árbol que hay en él, porque Jehová redimió a Jacob y en Israel se glorifica.

24Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo Jehová, que lo hago todo, que despliego yo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo;

25que deshago las señales de los adivinos y enloquezco a los agoreros; que hago retroceder a los sabios y convierto en necedad su sabiduría;

26yo soy quien confirma la palabra de su siervo y cumple el consejo de sus mensajeros; el que dice a Jerusalén: Serás habitada; y a las ciudades de Judá: Seréis reedificadas y vuestras ruinas levantaré;

27el que dice a las profundidades: ¡Secaos! Y vuestros ríos haré secar;

28el que dice de Ciro: Es mi pastor y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir de Jerusalén: Sea edificada; y del templo: Sea fundado.

Capítulo 45

Ciro liberará de Babilonia a los cautivos de Israel — Venid a Jehová (Cristo) y sed salvos — Ante Él se doblará toda rodilla y jurará toda lengua.

1Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo de la mano derecha para someter naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir puertas delante de él, y las puertas no se cerrarán:

2Yo iré delante de ti y enderezaré lo torcido; romperé puertas de bronce y haré pedazos cerrojos de hierro;

3y te daré los tesoros escondidos y las riquezas de lugares secretos, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, el que te llama por tu nombre.

4A causa de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse un título, aunque no me conocías.

5Yo soy Jehová, y no hay ningún otro; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me has conocido,

6para que se sepa desde el nacimiento del sol hasta donde se pone que no hay nadie más que yo; yo soy Jehová, y no hay ningún otro.

7Yo formo la luz y creo las tinieblas; hago la paz y creo la adversidad. Yo, Jehová, hago todo esto.

8Rociad, cielos, desde arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra, y prodúzcanse la salvación y la justicia; háganse brotar juntamente. Yo, Jehová, lo he creado.

9¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡Un tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo moldea: Qué haces?, o: ¿Tu obra no tiene manos?

10¡Ay del que dice al padre: ¿Qué engendraste?, y a la mujer: ¿Qué diste a luz?!

11Así dice Jehová, el Santo de Israel y su Hacedor: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos y acerca de la obra de mis manos.

12Yo hice la tierra y creé sobre ella al hombre. Mis manos, o sea yo, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé.

13Yo lo levanté en justicia y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad y soltará a mis cautivos, no por precio ni por soborno, dice Jehová de los ejércitos.

14Así dice Jehová: El trabajo de Egipto, y las mercaderías de Etiopía y de los sabeos, hombres de gran estatura, se pasarán a ti y serán tuyos; irán en pos de ti; pasarán con grilletes y te harán reverencia; te suplicarán, diciendo: Ciertamente Dios está contigo, y no hay otro fuera de Dios.

15Verdaderamente tú eres Dios que te ocultas, Dios de Israel, el Salvador.

16Avergonzados y también afrentados serán todos ellos; irán con afrenta todos los talladores de imágenes.

17Israel será salvo por Jehová con salvación eterna; no os avergonzaréis ni os afrentaréis por los siglos de los siglos.

18Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la estableció; no la creó en vano, sino para que fuese habitada la formó: Yo soy Jehová, y no hay ningún otro.

19No hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo justicia, que anuncio rectitud.

20Reuníos y venid; acercaos todos los sobrevivientes de entre las naciones. No tienen conocimiento los que erigen el madero de su imagen tallada, y los que ruegan a un dios que no salva.

21Declarad y hacedlos acercarse; sí, deliberen juntos. ¿Quién hizo oír esto desde tiempos antiguos y lo tiene dicho desde entonces, sino yo, Jehová? Y no hay más Dios que yo, Dios justo y Salvador; no hay otro fuera de mí.

22Volveos a mí y sed salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ninguno más.

23Por mí mismo hice juramento; de mi boca salió palabra en justicia y no será revocada. Que ante mí se doblará toda rodilla y jurará toda lengua.

24Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová están la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados.

25En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel.

Capítulo 46

Los ídolos no se deben comparar con el Señor — Sólo Él es Dios y salvará a Israel.

1Se postró Bel, se doblegó Nebo; sus imágenes fueron puestas sobre bestias y sobre animales, carga pesada para vuestras bestias fatigadas.

2Fueron doblegados, fueron postrados juntamente; no pudieron escaparse de la carga, sino que tuvieron ellos mismos que ir en cautiverio.

3Escuchadme, oh casa de Jacob, y todo el resto de la casa de Israel, los que yo he traído desde el vientre, los que yo he llevado desde la matriz.

4Y hasta vuestra vejez yo seré el mismo, y hasta vuestras canas os soportaré yo; yo he hecho y yo llevaré; yo os soportaré y yo os libraré.

5¿A quién me asemejáis, y me igualáis y me comparáis, para que seamos semejantes?

6Algunos derrochan oro de la bolsa y pesan plata con balanza; contratan a un platero, y éste hace un dios de ello; se postran, sí, y lo adoran.

7Se lo echan sobre los hombros, lo llevan y lo colocan en su lugar; allí se está y no se mueve de su sitio. Sí, le claman, pero tampoco responde ni libra de la tribulación.

8Acordaos de esto y sed firmes; recordadlo en vuestro corazón, transgresores.

9Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro; yo soy Dios, y nada hay semejante a mí,

10que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;

11que llamo desde el oriente al ave de rapiña y de tierra lejana al hombre de mi consejo. Yo hablé, y haré que acontezca; lo he pensado, y también lo haré.

12Escuchadme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia.

13Haré que se acerque mi justicia; no se alejará, y mi salvación no se detendrá. Y pondré salvación en Sión, y mi gloria será para Israel.

Capítulo 47
Babilonia y Caldea serán destruidas por sus iniquidades — Nadie las salvará.

1Desciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia; siéntate en la tierra sin trono, hija de los caldeos, porque nunca más te llamarán tierna y delicada.

2Toma las piedras del molino y muele harina; quítate el velo, levántate la falda, descubre las piernas, pasa los ríos.

3Expuesta será tu desnudez, y tu vergüenza será vista; tomaré venganza y no perdonaré a ningún hombre.

4Nuestro Redentor, Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel.

5Siéntate en silencio y entra en las tinieblas, hija de los caldeos, porque nunca más te llamarán señora de reinos.

6Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad y los entregué en tus manos; no les tuviste misericordia; sobre el anciano agravaste mucho tu yugo.

7Y dijiste: Para siempre seré señora; y no pusiste esto en tu corazón ni te acordaste de tu final.

8Oye, pues, ahora esto, voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda ni me quedaré sin hijos.

9Estas dos cosas te vendrán de repente, en un mismo día: pérdida de hijos y viudez. En toda su perfección vendrán sobre ti, por la multitud de tus hechicerías y por tus muchos encantamientos.

10Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabiduría y tu mismo conocimiento te engañaron, y dijiste en tu corazón: Yo, y nadie más.

11Vendrá, pues, sobre ti un mal cuyo origen no sabrás; caerá sobre ti un desastre que no podrás evitar; y una destrucción que no te imaginas vendrá de repente sobre ti.

12Persiste, pues, en tus encantamientos y en la multitud de tus hechicerías, en las cuales te fatigaste desde tu juventud; quizá sacarás provecho; quizá provocarás temor.

13Te has fatigado en la multitud de tus consejos. Que se pongan de pie y que te defiendan los astrólogos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti.

14He aquí que serán como rastrojo; el fuego los quemará; no salvarán sus vidas del poder de la llama; no quedará brasa para calentarse ni lumbre ante la cual sentarse.

15Así te serán aquellos con quienes has trabajado, que han comerciado contigo desde tu juventud; cada uno irá por su camino; no habrá quien te salve.

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