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sábado, 8 de septiembre de 2012

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 202: Eclesiastés 1-4


Capítulo 1
Todo lo que está debajo del sol es vanidad y aflicción de espíritu — Quien añade conocimiento, añade dolor.

1Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

2Vanidad de vanidades, dice el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.

3¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?

4Generación va y generación viene, mas la tierra siempre permanece.

5Y sale el sol y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde sale.

6El viento va hacia el sur y gira hacia el norte; va girando y girando, y a sus giros vuelve el viento.

7Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.

8Todas las cosas son fatigosas, más de lo que el hombre puede expresar. Nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.

9Lo que ha sido, eso mismo será. Y lo que se ha hecho, eso mismo se hará; y no hay nada nuevo debajo del sol.

10¿Hay algo de lo que se pueda decir: He aquí, esto es nuevo? Ya existía en los siglos que nos han precedido.

11No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco habrá memoria de lo que sucederá entre los que serán después.

12Yo, el Predicador, fui rey sobre Israel en Jerusalén.

13Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo ha dado Dios a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.

14He visto todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.

15Lo torcido no se puede enderezar, y lo que falta no puede contarse.

16Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí, yo me he engrandecido y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y conocimiento.

17Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría y a conocer las locuras y los desvaríos; supe que aun esto era aflicción de espíritu.

18Porque en la mucha sabiduría hay mucha angustia; y quien añade conocimiento, añade dolor.

Capítulo 2

Todas las riquezas y la abundancia del rey son vanidad y aflicción de espíritu — La sabiduría sobrepuja a la necedad — Dios da al hombre sabiduría, conocimiento y gozo.

1 Dije yo en mi corazón: Ve ahora, te probaré con la alegría, y gozarás de lo bueno. Mas he aquí esto también era vanidad.

2De la risa dije: Es locura; y de la alegría: ¿De qué sirve esto?

3Propuse en mi corazón agasajar mi cuerpo con vino y, mientras mi corazón me guiaba con sabiduría, retener al mismo tiempo la necedad, hasta ver cuál es el bien que los hijos de los hombres hacen debajo del cielo en los contados días de su vida.

4Engrandecí mis obras, me edifiqué casas, planté viñas,

5me hice huertos y jardines y planté en ellos toda clase de árboles frutales.

6Me hice estanques de agua para regar el bosque donde crecían los árboles.

7Adquirí siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve gran posesión de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.

8Reuní también para mí plata y oro, y tesoro preciado de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, y de los deleites de los hijos de los hombres y de toda clase de instrumentos musicales.

9Y fui engrandecido y prosperé más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; además de esto, permaneció conmigo mi sabiduría.

10No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón se gozaba de todo mi trabajo; y ésta fue la recompensa de toda mi labor.

11Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos y el trabajo que me tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.

12Después volví yo a mirar para ver la sabiduría, y los desvaríos y la necedad; porque, ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey, sino lo que ya se ha hecho?

13Y he visto que la sabiduría sobrepuja a la necedad, así como la luz a las tinieblas.

14El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que lo mismo acaecerá tanto al uno como al otro.

15Entonces dije yo en mi corazón: Lo que sucederá al necio me sucederá también a mí. ¿De qué, pues, me ha servido ser más sabio? Y dije en mi corazón que también esto era vanidad.

16Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre, pues en los días venideros ya todo será olvidado. Y morirá el sabio igual que el necio.

17Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.

18Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual habré de dejar a otro que vendrá después de mí.

19¿Y quién sabe si él será sabio o necio? Sin embargo, él se enseñoreará de todo mi trabajo en el que yo me afané y en el que ocupé mi sabiduría debajo del sol. Esto también es vanidad.

20Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en el que me afané debajo del sol.

21A veces hay un hombre que ha trabajado con sabiduría, y con conocimiento y con destreza, y tiene que dar sus bienes a otro que nunca trabajó en ello; también esto es vanidad y un gran mal.

22Porque, ¿qué gana el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su corazón con el que él se afana debajo del sol?

23Porque todos sus días no son sino dolores, y es penoso su trabajo; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.

24No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma vea lo bueno de su trabajo. También yo he visto que esto es de la mano de Dios.

25Porque, ¿quién comerá y quién se alegrará mejor que yo?

26Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, y conocimiento y gozo; pero al pecador le da el trabajo de recoger y amontonar para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

Capítulo 3

Todo tiene su tiempo — Todo lo que Dios hace será perpetuo — Dios juzgará al justo y al malvado.

1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora:

2

Tiempo de nacer y tiempo de morir;
tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;

3

tiempo de matar y tiempo de curar;
tiempo de destruir y tiempo de edificar;

4

tiempo de llorar y tiempo de reír;
tiempo de lamentar y tiempo de bailar;

5

tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntarlas;
tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar;

6

tiempo de buscar y tiempo de perder;
tiempo de guardar y tiempo de desechar;

7

tiempo de rasgar y tiempo de coser;
tiempo de callar y tiempo de hablar;

8

tiempo de amar y tiempo de aborrecer;
tiempo de guerra y tiempo de paz.

9¿Qué provecho saca el que trabaja de aquello en que se afana?

10Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.

11Todo lo hizo hermoso en su tiempo. También ha puesto lo eterno en el corazón de ellos, sin lo cual el hombre no alcanza a percibir la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.

12Yo sé que no hay nada mejor para ellos que alegrarse y hacer bien en su vida,

13y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce del bien de toda su labor.

14Sé que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá. Y lo hace Dios para que delante de él teman los hombres.

15Lo que ha sido, ya es; y lo que ha de ser, ya fue; y Dios restaura lo que ha pasado.

16Vi más debajo del sol: en el lugar del juicio, allí está la maldad; y en el lugar de la justicia, allí está la iniquidad.

17Dije yo en mi corazón: Al justo y al malvado juzgará Dios, porque hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace.

18Yo dije en mi corazón, con respecto al estado de los hijos de los hombres, que Dios los prueba, para que vean que ellos mismos no son sino bestias.

19Porque lo que sucede a los hijos de los hombres y lo que sucede a las bestias es lo mismo: como mueren los unos, así mueren las otras, y un mismo aliento tienen todos; no tiene preeminencia el hombre sobre la bestia, porque todo es vanidad.

20Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo al polvo volverá.

21¿Quién sabe si el espíritu de los hijos de los hombres sube a lo alto, y si el espíritu del animal desciende a lo hondo de la tierra?

22Así, pues, he visto que no hay nada mejor para el hombre que alegrarse en sus propias obras, porque ésta es su parte; porque, ¿quién le hará ver lo que ha de acontecer después de él?

Capítulo 4

La opresión y las obras malas son vanidad — La fuerza de dos es mejor que la de uno — Mejor es el muchacho pobre y sabio que el rey viejo y necio.

1 Y me volví y vi todas las opresiones que se hacen debajo del sol: y he aquí, las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consolara; y el poder estaba en manos de sus opresores, y para ellos no había consolador.

2Y alabé yo a los finados, los que ya habían muerto, más que a los vivientes, los que hasta ahora viven.

3Y mejor que unos y otros es el que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que se hacen debajo del sol.

4Y he visto asimismo que todo trabajo y toda obra bien hecha despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

5El necio se cruza de manos y devora su propia carne.

6Más vale una mano llena de descanso que ambas manos llenas de trabajo y aflicción de espíritu.

7Entonces me volví y vi vanidad debajo del sol.

8Está un hombre solo y sin nadie, que no tiene ni hijo ni hermano; mas nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de riquezas ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo y privo a mi alma del bien? También esto es vanidad y duro trabajo.

9Mejor son dos que uno, porque tienen mejor paga por su trabajo.

10Porque si caen, el uno levantará a su compañero, pero, ¡ay del que está solo!, porque cuando caiga no habrá otro que lo levante.

11También si dos duermen juntos, se calentarán mutuamente; pero, ¿cómo se calentará uno solo?

12Y si alguno prevalece contra el que está solo, dos estarán contra él, pues cordón de tres dobleces no se rompe pronto.

13Mejor es el muchacho pobre y sabio que el rey viejo y necio que rehúsa ser aconsejado.

14Porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre.

15Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor que estará en lugar de aquél.

16No tenía fin todo el pueblo que lo seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos con él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.




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