Seguidores

lunes, 22 de abril de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 317: 2 Tesalonicenses 1-3


Capítulo 1
En la Segunda Venida, el Señor Jesús castigará a los impíos.

1 Pablo, y Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo:

2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

3 Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es justo, por cuanto vuestra fe va creciendo mucho, y abunda el amor de cada uno de vosotros hacia los demás;

4 tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis.

5 Esto es una demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis.

6 Porque es justo para Dios pagar con tribulación a los que os atribulan;

7 y a vosotros, que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles,

8 en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocen a Dios, ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesucristo;

9 los que serán castigados con eterna perdición, separados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,

10 cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos, y para ser admirado en todos los que hayan creído (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).

11 Por lo cual, asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos del llamamiento, y colme de bondad todo buen intento, y toda obra de fe con poder,

12 para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

Capítulo 2

La apostasía precederá a la Segunda Venida — El Evangelio prepara a los hombres para la gloria eterna.

1 Pero os rogamos, hermanos, en cuanto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y a nuestro recogimiento con él,

2 que no cambiéis fácilmente vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.

3 No os engañe nadie de ninguna manera, porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,

4 oponiéndose y levantándose contra todo lo que se llama Dios, o lo que se adora; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.

5 ¿No os acordáis de que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto?

6 Y ahora vosotros sabéis lo que impide que a su debido tiempo sea manifestado.

7 Porque ya está actuando el misterio de la iniquidad; solamente espera hasta que sea quitado de en medio el que ahora lo impide;

8 y entonces se manifestará aquel inicuo, al que el Señor matará con el espíritu de su boca y destruirá con el resplandor de su venida;

9 a aquel inicuo, cuyo advenimiento es según la obra de Satanás, con todo poder, y señales, y prodigios mentirosos,

10 y con todo engaño de iniquidad para los que perecen, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.

11 Por tanto, Dios les envía un poderoso engaño, para que crean en la mentira,

12 a fin de que sean condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que se complacieron en la iniquidad.

13 Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y por la fe en la verdad;

14 para lo cual os llamó por medio de nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

15 Así que, hermanos, permaneced firmes y retened las enseñanzas que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.

16 Que nuestro Señor Jesucristo mismo y Dios, nuestro Padre, quien nos amó, y nos dio consuelo eterno, y buena esperanza mediante la gracia,

17 consuele vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra.

Capítulo 3

Orad por el triunfo de la causa del Evangelio — Pablo predica el Evangelio de trabajo — No os canséis de hacer el bien.

1 Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor avance y sea glorificada así como lo fue entre vosotros,

2 y para que seamos librados de hombres perversos y malos, porque no es de todos la fe.

3 Pero fiel es el Señor, que os fortalecerá y guardará del mal.

4 Y tenemos confianza en el Señor con respecto a vosotros, en que hacéis y haréis lo que os hemos mandado.

5 Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo.

6 Pero os mandamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no conforme a la enseñanza que recibieron de nosotros.

7 Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos, pues no anduvimos desordenadamente entre vosotros,

8 ni comimos de balde el pan de nadie; sino que trabajamos arduamente y con fatiga de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros;

9 no porque no tuviésemos autoridad, sino para daros en nosotros un ejemplo, a fin de que nos imitaseis.

10 Porque aun estando con vosotros, os mandábamos esto: Que si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma.

11 Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno.

12 Y a los tales les mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo que, trabajando con sosiego, coman su propio pan.

13 Pero vosotros, hermanos, no os canséis de hacer el bien.

14 Y si alguno no obedece nuestra palabra por carta, señaladle, y no os juntéis con él, para que se avergüence.

15 Pero no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano.

16 Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda circunstancia. El Señor sea con todos vosotros.

17 Esta salutación es de mi propia mano, de Pablo, que es el signo en toda carta mía; así escribo.

18 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.



La segunda epístola a los tesalonicenses fue escrita desde Atenas.

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 316: 1 Tesalonicenses 1-5


Capítulo 1
El Evangelio llega tanto en palabra como en poder.

1 Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios el Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

2 Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones,

3 acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de amor y de vuestra perseverancia en la esperanza de nuestro Señor Jesucristo;

4 sabiendo, hermanos amados de Dios, vuestra elección;

5 por cuanto nuestro evangelio no fue a vosotros en palabra solamente, sino también en poder, y en el Espíritu Santo y en gran certidumbre; bien sabéis cómo fuimos entre vosotros por amor a vosotros.

6 Y vosotros os hicisteis imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de mucha tribulación, con gozo del Espíritu Santo,

7 de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los que han creído en Macedonia y en Acaya.

8 Porque desde vosotros ha resonado la palabra del Señor, no sólo en Macedonia y en Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que no tenemos necesidad de hablar nada.

9 Porque ellos cuentan de nosotros la manera como nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero,

10 y esperar a su Hijo de los cielos, al que resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libró de la ira que ha de venir.

Capítulo 2

Los ministros verdaderos predican con santidad — Los conversos son la gloria y el gozo de los misioneros.

1 Porque, hermanos, vosotros mismos sabéis que nuestra visita a vosotros no fue en vano,

2 pues aun habiendo padecido antes, y sido afrentados en Filipos, como sabéis, tuvimos valentía en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición.

3 Porque nuestra exhortación no procedió de error, ni de impureza, ni fue por engaño,

4 sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones.

5 Porque nunca fuimos lisonjeros en la palabra, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo;

6 ni buscamos gloria de los hombres, ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo.

7 Antes bien, fuimos afectuosos entre vosotros como la que cría con ternura a sus hijos.

8 Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, porque habéis llegado a sernos muy queridos.

9 Porque, hermanos, os acordáis de nuestro trabajo y fatiga, cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios.

10 Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa y justa e irreprensiblemente nos condujimos con vosotros los que creísteis,

11 así como también sabéis de qué modo exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, como un padre a sus hijos,

12 y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.

13 Por lo cual también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los que creísteis.

14 Porque vosotros, hermanos, llegasteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido vosotros las mismas cosas que los de vuestra propia nación, como también ellos de los judíos;

15 los cuales mataron al Señor Jesús y a sus propios profetas, y a nosotros nos han perseguido; y no agradan a Dios, y se oponen a todos los hombres;

16 impidiéndonos hablar a los gentiles, a fin de que se salven; así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo.

17 Pero nosotros, hermanos, separados de vosotros por un poco de tiempo, de vista pero no de corazón, tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro.

18 Por lo cual quisimos ir a vosotros, yo, Pablo, a la verdad, una y otra vez; pero Satanás nos lo impidió.

19 Porque, ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo en su venida?

20 Porque vosotros sois nuestra gloria y gozo.

Capítulo 3

Se exhorta a los santos a perfeccionar lo que les falte en su fe.

1 Por lo cual, no pudiendo soportarlo más, acordamos quedarnos solos en Atenas,

2 y enviamos a Timoteo, nuestro hermano, ministro de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo, para confirmaros y exhortaros en vuestra fe,

3 a fin de que nadie se inquiete por estas tribulaciones, porque vosotros mismos sabéis que hemos sido puestos para esto.

4 Porque aun estando con vosotros, os predecíamos que íbamos a pasar tribulaciones, como ha acontecido y bien sabéis.

5 Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más, he enviado para informarme de vuestra fe, no sea que os haya tentado el tentador, y que nuestro trabajo haya sido en vano.

6 Pero cuando Timoteo volvió de vosotros a nosotros, nos dio buenas nuevas de vuestra fe y amor, y que siempre tenéis gratos recuerdos de nosotros, deseando vernos, como también nosotros a vosotros.

7 Por ello, hermanos, recibimos consuelo con respecto a vosotros, en medio de nuestra necesidad y aflicción, por causa de vuestra fe;

8 porque ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor.

9 Por lo cual, ¿qué acción de gracias podremos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que nos regocijamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios,

10 orando de noche y de día con gran fervor, para que veamos vuestro rostro, y para que completemos lo que falta a vuestra fe?

11 Mas el mismo Dios y Padre nuestro, y nuestro Señor Jesucristo, encaminen nuestro viaje a vosotros.

12 Y el Señor os multiplique y os haga abundar en amor unos para con otros, y para con todos, como también lo es de nosotros para con vosotros;

13 para que sean confirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.

Capítulo 4

Se exhorta a los miembros a ser santos, a santificarse y a amarse unos a otros — El Señor vendrá y los muertos resucitarán.

1 Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que fuisteis enseñados por nosotros de cómo os conviene andar y agradar a Dios, abundéis más y más.

2 Porque ya sabéis qué mandamientos os dimos de parte del Señor Jesús.

3 Porque la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de la fornicación;

4 que cada uno de vosotros sepa tener su vaso en santificación y honor;

5 no con pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios;

6 que ninguno oprima ni engañe en nada a su hermano, porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado.

7 Porque no nos ha llamado Dios a impureza, sino a santificación.

8 Así que, el que menosprecia esto, no menosprecia a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.

9 Pero acerca del amor fraternal no es necesario que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis los unos a los otros;

10 y también lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia. Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más;

11 y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos de vuestros asuntos, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado;

12 a fin de que andéis honradamente para con los extraños, y no tengáis necesidad de nada.

13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.

14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.

15 Por lo cual, os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.

17 Luego nosotros, los que vivamos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

18 Por tanto, consolaos los unos a los otros con estas palabras.

Capítulo 5

Los santos sabrán el tiempo de la Segunda Venida de Cristo — Vivid como deben vivir los santos — Estad siempre gozosos — No menospreciéis las profecías.

1 Pero acerca de los tiempos y de las estaciones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba.

2 Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche,

3 que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán.

4 Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón;

5 porque todos vosotros sois hijos de luz, e hijos del día; no somos de la noche, ni de las tinieblas.

6 Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.

7 Porque los que duermen, de noche duermen; y los que se emborrachan, de noche se emborrachan.

8 Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de la fe y del amor, y con la esperanza de la salvación como yelmo.

9 Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,

10 quien murió por nosotros, ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.

11 Por lo cual, consolaos los unos a los otros, y edificaos los unos a los otros, así como lo hacéis.

12 Y os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan;

13 y que los tengáis en mucha estima por causa de su obra. Tened paz los unos con los otros.

14 También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los que andan desordenadamente, que consoléis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos.

15 Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino seguid lo bueno siempre los unos para con los otros, y para con todos.

16 Estad siempre gozosos.

17 Orad sin cesar.

18 Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.

19 No apaguéis el Espíritu.

20 No menospreciéis las profecías.

21 Examinadlo todo; retened lo bueno.

22 Apartaos de toda apariencia de mal.

23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, y espíritu, y alma y cuerpo sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

24 Fiel es el que os ha llamado, quien también lo hará.

25 Hermanos, orad por nosotros.

26 Saludad a todos los hermanos con beso santo.

27 Os encargo, por el Señor, que esta carta sea leída a todos los santos hermanos.

28 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. Amén.



La primera epístola a los tesalonicenses fue escrita desde Atenas.