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viernes, 20 de abril de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 101: 2 Samuel 19-20


Segundo libro de
Samuel..Capítulo 19
Joab reprende a David por favorecer a sus enemigos en vez de a sus amigos — David cambia a Joab por Amasa — Simei, quien maldijo a David, es perdonado — Mefi-boset rinde homenaje a David — Los hombres de Judá llevan a David de regreso a Jerusalén.

1 Y dieron aviso a Joab: He aquí el rey llora y hace duelo por Absalón.

2Y aquel día la victoria se convirtió en duelo para todo el pueblo, porque el pueblo oyó decir aquel día que el rey sentía dolor por su hijo.

3Y entró el pueblo aquel día en la ciudad escondidamente, como suele entrar a escondidas el pueblo avergonzado que ha huido de la batalla.

4Y el rey, cubierto el rostro, clamaba en alta voz: ¡Oh hijo mío Absalón, oh Absalón, hijo mío, hijo mío!

5Entonces Joab entró en la casa donde estaba el rey y le dijo: Hoy has avergonzado el rostro de todos tus siervos, que hoy han librado tu vida, y la vida de tus hijos y de tus hijas, y la vida de tus esposas y la vida de tus concubinas,

6amando a los que te aborrecen y aborreciendo a los que te aman; porque hoy has declarado que nada te importan tus príncipes ni tus siervos; pues hoy sé que si Absalón viviera, aunque todos nosotros estuviéramos hoy muertos, entonces estarías contento.

7Levántate pues, ahora, y sal fuera y habla bondadosamente a tus siervos, porque juro por Jehová que si no sales, no quedará ni un hombre contigo esta noche; y esto será peor para ti que todos los males que te han sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.

8Entonces se levantó el rey y se sentó a la puerta; y se avisó a todo el pueblo, diciendo: He aquí el rey está sentado a la puerta. Y vino todo el pueblo delante del rey; pero Israel había huido cada uno a su tienda.

9Y sucedió que todo el pueblo discutía en todas las tribus de Israel, diciendo: El rey nos ha librado de manos de nuestros enemigos y nos ha salvado de manos de los filisteos; y ahora ha huido del territorio por causa de Absalón.

10Y Absalón, a quien habíamos ungido sobre nosotros, ha muerto en la batalla. ¿Por qué, pues, estáis ahora callados con respecto a hacer volver al rey?

11Y el rey David envió a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, diciendo: Hablad a los ancianos de Judá y decidles: ¿Por qué seréis vosotros los últimos en hacer volver al rey a su casa, ya que la palabra de todo Israel ha llegado al rey, a su casa?

12Vosotros sois mis hermanos; mis huesos y mi carne sois. ¿Por qué, pues, seréis vosotros los últimos en hacer volver al rey?

13Asimismo diréis a Amasa: ¿No eres tú también hueso mío y carne mía? Así me haga Dios y aun me añada, si no has de ser general del ejército delante de mí para siempre, en lugar de Joab.

14Así inclinó el corazón de todos los hombres de Judá, como el de un solo hombre, para que enviasen a decir al rey: Vuelve tú y todos tus siervos.

15Volvió, pues, el rey y llegó hasta el Jordán. Y Judá vino a Gilgal para recibir al rey y hacerle pasar el Jordán.

16Y Simei hijo de Gera, el benjaminita, que era de Bahurim, se dio prisa y descendió con los hombres de Judá a recibir al rey David;

17y con él venían mil hombres de Benjamín; asimismo Siba, criado de la casa de Saúl, con sus quince hijos y sus veinte siervos, los cuales se apresuraron a pasar el Jordán delante del rey.

18Y cruzaron el vado para hacer pasar a la familia del rey y para hacer lo que a él le pareciera bien. Entonces Simei hijo de Gera se postró delante del rey cuando éste pasó el Jordán.

19Y dijo al rey: No me culpe mi señor de iniquidad, ni te acuerdes de los males que tu siervo hizo el día en que mi señor el rey salió de Jerusalén, ni los guarde el rey en su corazón;

20porque yo, tu siervo, reconozco haber pecado, y he aquí que he venido hoy, el primero de toda la casa de José, para descender a recibir a mi señor el rey.

21Y Abisai hijo de Sarvia respondió y dijo: ¿No ha de morir por esto Simei, que maldijo al ungido de Jehová?

22David entonces dijo: ¿Qué tengo yo que ver con vosotros, hijos de Sarvia, para que hoy me seáis adversarios? ¿Ha de morir hoy alguno en Israel? ¿Acaso no sé que hoy soy rey sobre Israel?

23Y dijo el rey a Simei: No morirás. Y el rey se lo juró.

24También Mefi-boset hijo de Saúl descendió a recibir al rey; y no había aseado sus pies, ni había recortado su barba, ni tampoco había lavado sus vestidos desde el día en que el rey salió hasta el día en que volvió en paz.

25Y aconteció que cuando él vino a Jerusalén a recibir al rey, el rey le dijo: Mefi-boset, ¿por qué no fuiste conmigo?

26Y él dijo: Oh rey señor mío, mi siervo me ha engañado; pues tu siervo había dicho: Me ensillaré un asno, y montaré en él e iré al rey, porque tu siervo es cojo.

27Y él ha calumniado a tu siervo delante de mi señor el rey, pero mi señor el rey es como un ángel de Dios; haz, pues, lo que bien te parezca.

28Porque toda la casa de mi padre era digna de muerte delante de mi señor el rey, y tú pusiste a tu siervo entre los convidados a tu mesa. ¿Qué derecho, pues, tengo aún para quejarme más al rey?

29Y el rey le dijo: ¿Para qué hablar más de tus asuntos? Yo he determinado que tú y Siba os repartáis las tierras.

30Y Mefi-boset dijo al rey: Deja que él las tome todas, puesto que mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa.

31También Barzilai, el galaadita, descendió de Rogelim, y pasó el Jordán con el rey, para acompañarle al otro lado del Jordán.

32Y era Barzilai muy anciano, de ochenta años, el cual había dado provisiones al rey cuando estaba en Mahanaim, porque era un hombre potentado.

33Y el rey dijo a Barzilai: Cruza conmigo y yo te sustentaré junto a mí en Jerusalén.

34Mas Barzilai dijo al rey: ¿Cuántos años me quedan de vida para que yo suba con el rey a Jerusalén?

35Ya tengo ochenta años de edad. ¿Acaso podré yo discernir entre lo bueno y lo malo? ¿Saboreará ahora tu siervo lo que coma o lo que beba? ¿Oirá aún la voz de los cantores y de las cantoras? ¿Para qué, pues, ha de ser tu siervo una carga para mi señor el rey?

36Pasará tu siervo un poco más allá del Jordán con el rey; pero, ¿por qué me ha de dar el rey tan gran recompensa?

37Yo te ruego que dejes volver a tu siervo, para que muera en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Mas he aquí a tu siervo Quimam; que pase él con mi señor el rey, y haz con él lo que bien te parezca.

38Y el rey dijo: Pues pase conmigo Quimam, y yo haré con él como bien te parezca; y todo lo que tú me pidas, yo lo haré.

39Y todo el pueblo pasó el Jordán; y luego que el rey hubo también pasado, el rey besó a Barzilai y lo bendijo; y él volvió a su casa.

40El rey entonces pasó a Gilgal, y con él pasó Quimam; y todo el pueblo de Judá, con la mitad del pueblo de Israel, pasaron con el rey.

41Y he aquí todos los hombres de Israel vinieron al rey y le dijeron: ¿Por qué los hombres de Judá, nuestros hermanos, te han acaparado, y han hecho pasar el Jordán al rey y a su familia, y a todos los hombres de David con él?

42Y todos los hombres de Judá respondieron a los de Israel: Porque el rey es nuestro pariente. Mas, ¿por qué os enojáis vosotros por eso? ¿Hemos nosotros comido a costa del rey? ¿Hemos recibido de él alguna dádiva?

43Entonces respondieron los hombres de Israel y dijeron a los de Judá: Nosotros tenemos en el rey diez partes, y en el mismo David más derecho que vosotros. ¿Por qué, pues, nos habéis tenido en poco? ¿No hablamos nosotros primero de hacer volver a nuestro rey? Y las palabras de los hombres de Judá fueron más severas que las de los hombres de Israel.

Segundo libro de
Samuel..Capítulo 20

Seba aparta a las tribus de Israel de David — Joab mata a Amasa y persigue a Seba — Intercede una mujer sabia — La muerte de Seba da fin a la insurrección.

1 Y acaeció que se encontraba allí un hombre perverso que se llamaba Seba hijo de Bicri, hombre de Benjamín, el cual tocó la trompeta y dijo: No tenemos nosotros parte con David ni heredad con el hijo de Isaí. ¡Israel, cada uno a su tienda!

2Así todos los hombres de Israel abandonaron a David y siguieron a Seba hijo de Bicri; pero los de Judá siguieron a su rey desde el Jordán hasta Jerusalén.

3Y cuando llegó David a su casa en Jerusalén, tomó el rey a las diez mujeres concubinas que había dejado para guardar la casa, y las puso en reclusión en una casa y les dio alimento; pero nunca más se llegó a ellas, sino que quedaron encerradas hasta que murieron en viudez de por vida.

4Después dijo el rey a Amasa: Convócame a los hombres de Judá para dentro de tres días, y preséntate tú también aquí.

5Fue, pues, Amasa a convocar a Judá, pero se tardó más tiempo del que le había sido señalado.

6Y dijo David a Abisai: Seba hijo de Bicri nos hará ahora más daño que Absalón; toma, pues, tú los siervos de tu señor y ve tras él, no sea que alcance las ciudades fortificadas y se nos escape.

7Entonces salieron en pos de él los hombres de Joab, y los cereteos, y los peleteos y todos los valientes; salieron de Jerusalén para perseguir a Seba hijo de Bicri.

8Y estando ellos cerca de la piedra grande que está en Gabaón, les salió Amasa al encuentro. Ahora bien, la vestidura que Joab tenía puesta le quedaba ceñida, y sobre ella llevaba un cinto con una daga envainada y sujeta a sus lomos, la cual, cuando él avanzó, se le cayó.

9Entonces Joab dijo a Amasa: ¿Te va bien, hermano mío? Y tomó Joab con la diestra la barba de Amasa para besarlo.

10Y como Amasa no se cuidó de la daga que Joab tenía en la mano, éste le hirió con ella en la quinta costilla y derramó sus entrañas por tierra, y cayó muerto sin darle un segundo golpe. Después Joab y su hermano Abisai fueron en persecución de Seba hijo de Bicri.

11Y uno de los hombres de Joab se puso de pie junto a él, diciendo: Cualquiera que ame a Joab y a David, siga a Joab.

12Y Amasa yacía revolcado en su sangre en mitad del camino; y viendo aquel hombre que todo el pueblo se detenía, apartó a Amasa del camino al campo y echó sobre él una vestidura, porque veía que todos los que venían se detenían junto a él.

13Una vez que fue apartado del camino, pasaron todos los que seguían a Joab, para ir tras Seba hijo de Bicri.

14Y Seba pasó por todas las tribus de Israel hasta Abel de Bet-maaca y todos los de Barim; y se reunieron y también lo siguieron.

15Y vinieron y lo sitiaron en Abel de Bet-maaca, y levantaron una rampa contra la ciudad; y fue puesta contra el muro, y todo el pueblo que estaba con Joab trabajaba para derribar el muro.

16Entonces una mujer sabia dio voces en la ciudad, diciendo: ¡Oíd, oíd!; os ruego que digáis a Joab que venga acá, para que yo hable con él.

17Y cuando él se acercó a ella, dijo la mujer: ¿Eres tú Joab? Y él respondió: Yo soy. Y ella le dijo: Oye las palabras de tu sierva. Y él respondió: Oigo.

18Entonces volvió ella a hablar, diciendo: Antiguamente solían decir: Quien pregunte, pregunte en Abel; y así concluían todo asunto.

19Yo soy de las pacíficas y fieles de Israel, y tú procuras destruir una ciudad y una madre en Israel. ¿Por qué destruyes la heredad de Jehová?

20Y Joab respondió, diciendo: Nunca, nunca tal cosa me acontezca, que yo destruya ni deshaga.

21La cosa no es así, sino que un hombre de los montes de Efraín, que se llama Seba hijo de Bicri, ha levantado su mano contra el rey David. Entregad a ése solamente y me iré de la ciudad. Y la mujer dijo a Joab: He aquí que su cabeza te será arrojada desde el muro.

22Y la mujer fue a todo el pueblo con su sabiduría; y ellos le cortaron la cabeza a Seba hijo de Bicri y la arrojaron a Joab. Y él tocó la trompeta, y se retiraron de la ciudad, cada uno a su tienda. Y Joab regresó a Jerusalén junto al rey.

23Así quedó Joab sobre todo el ejército de Israel, y Benaía hijo de Joiada sobre los cereteos y los peleteos;

24y Adoram estaba sobre los tributos, y Josafat hijo de Ahilud era el cronista.

25Y Seba era el escriba; y Sadoc y Abiatar eran los sacerdotes.

26E Ira, el jaireo, también fue sacerdote de David.




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