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lunes, 25 de marzo de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 304: Romanos 13-16


Capítulo 13
Pablo aconseja: Someteos a los siervos de Dios; guardad los mandamientos; amaos unos a otros; la rectitud conduce a la salvación.

1 Sométase toda alma a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios son ordenadas.

2 Así que, el que se opone a la autoridad, a lo ordenado por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí.

3 Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella;

4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; pues no en vano lleva la espada, porque es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.

5 Por lo cual es necesario que le estéis sujetos, no solamente por razón de la ira, sino también por causa de la conciencia.

6 Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que se dedican a esto mismo.

7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que temor, temor; al que honra, honra.

8 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros, porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.

9 Porque: No cometerás adulterio; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; no codiciarás; y si hay algún otro mandamiento, en estas palabras se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

10 El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimento de la ley es el amor.

11 Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.

12 La noche ha avanzado, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos con las armas de la luz.

13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, ni en lascivias y libertinaje, ni en pleitos y envidia;

14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no hagáis caso de los deseos de la carne.

Capítulo 14

Evitad contender sobre opiniones y evitad juzgaros injustamente unos a otros — Toda rodilla se doblará ante Cristo — El reino de Dios abarca la rectitud, la paz y el gozo en el Espíritu Santo.

1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.

2 Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come sólo legumbres.

3 El que come, no menosprecie al que no come; y el que no come, no juzgue al que come, porque Dios le ha aceptado.

4 Tú, ¿quién eres, que juzgas al siervo ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero se afirmará, porque poderoso es el Señor para afirmarle.

5 Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su opinión.

6 El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, no lo hace para el Señor. El que come, come para el Señor, porque da gracias a Dios; y el que no come, no come para el Señor, y da gracias a Dios.

7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.

8 Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.

9 Porque Cristo para esto murió, y resucitó y volvió a vivir, para ser Señor tanto de los muertos como de los que viven.

10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.

11 Porque escrito está:

Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla,
y toda lengua confesará a Dios.

12 De manera que, cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí mismo.

13 Así que, no nos juzguemos más los unos a los otros; antes bien, decidid no poner tropiezo ni obstáculo al hermano.

14 Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que de por sí nada hay inmundo; pero para el que piensa que alguna cosa es inmunda, para él es inmunda.

15 Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme a la caridad. No destruyas con tu comida a aquel por quien Cristo murió.

16 No dejéis que se hable mal de vuestro bien,

17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, y paz y gozo en el Espíritu Santo.

18 Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres.

19 Así que, sigamos lo que conduce a la paz, y a la edificación de los unos a los otros.

20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre coma algo que haga tropezar a otro.

21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda o se debilite.

22 ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba.

23 Pero el que duda sobre lo que come es condenado, porque no comió por fe; y todo lo que no es por fe, es pecado.

Capítulo 15

Los verdaderos santos confraternizan unos con otros — Pablo relata su diligencia en la predicación del Evangelio — Los dones del Espíritu se derraman sobre los gentiles.

1 Así que, los que somos más firmes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos.

2 Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación.

3 Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.

4 Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.

5 Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros que seáis unánimes según Cristo Jesús,

6 para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

7 Por tanto, aceptaos los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó, para gloria de Dios.

8 Digo, pues, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres,

9 y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito:

Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles,
y cantaré a tu nombre.

10 Y otra vez dice:

Alegraos, gentiles, con su pueblo.

11 Y otra vez:

Alabad al Señor, todos los gentiles;
y magnificadle, todos los pueblos.

12 Y otra vez, dice Isaías:

Habrá una raíz de Isaí,
y el que se levantará a regir a los gentiles;
los gentiles pondrán su esperanza en él.

13 Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.

14 Y estoy seguro de vosotros, hermanos míos, que aun vosotros mismos estáis llenos de bondad, colmados de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros.

15 Pero os he escrito, hermanos, en parte osadamente, como para haceros recordar por la gracia que de Dios me es dada,

16 para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que la ofrenda de los gentiles sea agradable, santificada por el Espíritu Santo.

17 Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que se refiere a Dios.

18 Porque no osaría hablar de nada que Cristo no haya hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras,

19 con el poder de milagros y prodigios, por el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo.

20 Y de esta manera me esforcé por predicar el evangelio, no donde antes Cristo fue nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno,

21 sino, como está escrito:

Aquellos a los que nunca les fue anunciado acerca de él, verán;
y los que nunca han oído, entenderán.

22 Por lo cual me he visto impedido muchas veces de ir a vosotros.

23 Pero ahora, no teniendo más lugar en estas regiones, y deseando ir a vosotros desde hace muchos años,

24 cuando vaya a España, iré a vosotros, porque espero veros al pasar, y ser encaminado allá por vosotros, después de haber gozado con vosotros.

25 Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos.

26 Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una colecta para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén.

27 Porque les pareció bueno, y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos servirles en los bienes materiales.

28 Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto, pasaré a visitaros rumbo a España.

29 Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con la abundancia de la bendición del evangelio de Cristo.

30 Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios,

31 para que sea librado de los rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de mi servicio a los santos de Jerusalén sea acepta;

32 para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y que halle descanso juntamente con vosotros.

33 Y el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén.

Capítulo 16

Pablo saluda a varios de los santos — Aconseja a los santos evitar a aquellos que causan disensión — Deben ser sabios con respecto al bien e inocentes con respecto al mal.

1 Os encomiendo a Febe, nuestra hermana, quien está al servicio de la iglesia que está en Cencrea;

2 que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que a ella le sea menester; porque ella ha ayudado a muchos y también a mí mismo.

3 Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús,

4 que expusieron su vida por mí, a quienes no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles;

5 saludad, asimismo, a la iglesia que se reúne en su casa. Saludad a Epeneto, amado hermano mío, que es las primicias de Acaya para Cristo.

6 Saludad a María, quien ha trabajado mucho entre vosotros.

7 Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los que son muy estimados por los apóstoles, quienes también fueron antes de mí en Cristo.

8 Saludad a Amplias, amado hermano mío en el Señor.

9 Saludad a Urbano, nuestro colaborador en Cristo Jesús, y a Estaquis, amado hermano mío.

10 Saludad a Apeles, aprobado en Cristo. Saludad a los que son de Aristóbulo.

11 Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los que son de la casa de Narciso, los que están en el Señor.

12 Saludad a Trifena y a Trifosa, que trabajan arduamente en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, quien ha trabajado mucho en el Señor.

13 Saludad a Rufo, escogido en el Señor, y a su madre que lo es también mía.

14 Saludad a Asíncrito, y a Flegonte, a Hermas, a Patrobas, a Hermes y a los hermanos que están con ellos.

15 Saludad a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, y a Olimpas y a todos los santos que están con ellos.

16 Saludaos los unos a los otros con ósculo santo. Os saludan todas las iglesias de Cristo.

17 Y os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan disensiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido; y apartaos de ellos.

18 Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.

19 Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e inocentes en el mal.

20 Y el Dios de paz aplastará pronto a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.

21 Os saludan Timoteo, mi colaborador, y Lucio y Jasón y Sosípater, mis parientes.

22 Yo, Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el Señor.

23 Os saluda Gayo, hospedador mío, y de toda la iglesia. Os saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto.

24 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

25 Y al que puede confirmaros según mi evangelio, y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido escondido desde tiempos eternos,

26 pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha declarado a todas las naciones para que obedezcan la fe;

27 al único y sabio Dios, sea la gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.



Fue escrita en Corinto para los romanos, enviada por medio de Febe, servidora de la iglesia de Cencrea.