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miércoles, 15 de mayo de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 322: Hebreos 7-9


Capítulo 7
El Sacerdocio de Melquisedec trae la exaltación y administra el Evangelio — Se recibe con un juramento y un convenio — Se explica la preeminencia del Sacerdocio de Melquisedec ante el Sacerdocio Aarónico — La salvación viene por medio de la intercesión de Cristo.

1 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo,

2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo, cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz;

3 sin padre, sin madre, sin genealogía; que no tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.

4 Considerad, pues, cuán grande fue éste, al que aun Abraham, el patriarca, dio diezmos del botín.

5 Y ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio tienen mandamiento de recibir del pueblo los diezmos según la ley, a saber, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham.

6 Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos y bendijo al que tenía las promesas.

7 Y, sin contradicción alguna, el que es menor es bendecido por el que es mayor.

8 Y aquí ciertamente los hombres mortales reciben los diezmos; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive.

9 Y, por decirlo así, en Abraham ha pagado diezmos también Leví, que recibe los diezmos,

10 porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.

11 Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?

12 Pues cambiado el sacerdocio, necesario es que se cambie también la ley.

13 Porque aquel de quien se dice esto es de otra tribu, de la cual nadie ofició en el altar.

14 Porque es evidente que nuestro Señor nació de la tribu de Judá, sobre cuya tribu nada habló Moisés tocante al sacerdocio.

15 Y aun es más evidente, si a semejanza de Melquisedec se levanta otro sacerdote,

16 que no es hecho conforme a la ley del mandamiento carnal acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible;

17 pues se da testimonio de él:

Tú eres sacerdote para siempre,
según el orden de Melquisedec.

18 El mandamiento anterior de cierto queda abrogado por su debilidad e inutilidad;

19 porque nada perfeccionó la ley, sino que logró la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.

20 Y esto no fue hecho sin juramento

21 (porque en verdad los otros sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo:

Juró el Señor, y no se arrepentirá:
Tú eres sacerdote para siempre,
según el orden de Melquisedec);

22 por tanto, Jesús es hecho fiador de un convenio mejor.

23 Y de cierto hubo muchos sacerdotes, debido a que por la muerte no podían continuar.

24 Pero éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable.

25 Por eso él puede también salvar enteramente a los que por medio de él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, sin mancha, limpio, apartado de los pecadores y hecho más sublime que los cielos;

27 que no tiene necesidad cada día, como los otros sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo, porque esto lo hizo una sola vez y para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

28 Porque la ley constituye sumos sacerdotes a hombres débiles; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, constituye al Hijo, hecho perfecto para siempre.

Capítulo 8

Cristo se ofreció como sacrificio por el pecado — Dios prometió concertar un nuevo convenio con Israel.

1 Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos,

2 ministro del santuario y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre.

3 Porque todo sumo sacerdote es constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que ofrecer.

4 Así que si él estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley;

5 quienes sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando estaba a punto de erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.

6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, por cuanto él es el mediador de un mejor convenio, el cual ha sido establecido sobre mejores promesas.

7 Porque si aquel primer convenio hubiera sido sin defecto, no se hubiera procurado lugar para el segundo.

8 Porque reprendiéndolos dice:

He aquí vienen días, dice el Señor,
en que estableceré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo convenio;

9

no como el convenio que hice con sus padres
el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto,
porque ellos no permanecieron en mi convenio,
y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.

10

Por lo cual, éste es el convenio que haré con la casa de Israel
después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en la mente de ellos,
y sobre su corazón las escribiré;
y yo seré su Dios,
y ellos serán mi pueblo.

11

Y ninguno enseñará a su prójimo,
ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor,
porque todos me conocerán,
desde el menor hasta el mayor de ellos.

12

Porque seré misericordioso en cuanto a sus maldades,
y de sus pecados y de sus iniquidades no me acordaré más.

13 Cuando dice: Nuevo convenio, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, cerca está de desaparecer.

Capítulo 9

Las ordenanzas de la ley de Moisés prefiguraban el ministerio de Cristo — Cristo es el Mediador del nuevo convenio.

1 Ahora bien, aun el primer convenio tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal.

2 Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el lugar santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición.

3 Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo,

4 en donde había un incensario de oro, y el arca del convenio recubierta de oro por todas partes, en la que había una urna de oro que contenía el maná, y la vara de Aarón que reverdeció y las tablas del convenio;

5 y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de estas cosas no se puede ahora hablar en detalle.

6 Y estas cosas estaban así ordenadas, en la primera parte del tabernáculo entraban continuamente los sacerdotes para cumplir las funciones de su ministerio;

7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote entraba una vez al año, no sin sangre, la cual ofrecía por sí mismo y por los pecados del pueblo cometidos en la ignorancia,

8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie.

9 Lo cual era símbolo para ese tiempo, según el cual se ofrecían ofrendas y sacrificios que no podían hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que oficiaba;

10 consistiendo sólo en comidas y en bebidas, y en diversos lavamientos y ordenanzas para el cuerpo, impuestas hasta el tiempo de la renovación.

11 Pero, Cristo habiendo llegado a ser sumo sacerdote de las cosas buenas por venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho por manos, a saber, no de esta creación,

12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez y para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.

13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y la ceniza de la becerra, rociada a los inmundos, santifica para la purificación de la carne,

14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el que mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

15 Así que, por eso es mediador del nuevo testamento, para que, al intervenir una muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer testamento, los que son llamados reciban la promesa de la herencia eterna.

16 Porque donde hay testamento, necesario es que ocurra la muerte del testador.

17 Porque el testamento con la muerte se confirma, pues no es válido entre tanto que el testador vive.

18 De ahí que ni aun el primer convenio fue consagrado sin sangre.

19 Porque habiendo leído Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, y lana de grana e hisopo, y roció el libro mismo y también a todo el pueblo,

20 diciendo: Ésta es la sangre del testamento que Dios os ha mandado.

21 Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los utensilios del ministerio.

22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas con estas cosas; pero las cosas celestiales mismas con mejores sacrificios que éstos.

24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho por manos, figura del verdadero, sino en el mismo cielo para presentarse ahora por nosotros ante Dios.

25 Y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena;

26 de otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se ha presentado una sola vez y para siempre, para anular el pecado por medio del sacrificio de sí mismo.

27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,

28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y la segunda vez, sin pecado, aparecerá para salvar a los que le esperan.