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lunes, 23 de abril de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 104: 1 Reyes 1-2


Primer libro de los
Reyes..Capítulo 1
Abisag abriga a David en su vejez — Adonías aspira a ser rey — Betsabé y Natán avisan a David del complot de Adonías — David nombra rey a Salomón y éste es ungido por Sadoc — La causa de Adonías fracasa.

1 Y el rey David ya era viejo y entrado en años, y le cubrían de ropas, pero no entraba en calor.

2Le dijeron, por tanto, sus siervos: Busquen para mi señor el rey una joven virgen, para que esté delante del rey y lo abrigue, y duerma a su lado, para que entre en calor mi señor el rey.

3Y buscaron una joven hermosa por todo el territorio de Israel, y hallaron a Abisag, la sunamita, y la llevaron al rey.

4Y la joven era hermosa; y ella abrigaba al rey y le servía; pero el rey nunca la conoció.

5Entonces Adonías hijo de Haguit se enalteció, diciendo: Yo reinaré. Y se hizo de carros y de gente de a caballo, y de cincuenta hombres que corriesen delante de él.

6Y su padre nunca le había contrariado en todos sus días, diciéndole: ¿Por qué haces esto? Y también éste era de muy hermoso parecer, y había nacido después de Absalón.

7Y había hablado con Joab hijo de Sarvia y con el sacerdote Abiatar, quienes ayudaban a Adonías.

8Pero el sacerdote Sadoc, y Benaía hijo de Joiada, y el profeta Natán, y Simei, y Rei y todos los valientes de David no seguían a Adonías.

9Y Adonías mató ovejas y vacas y animales engordados junto a la peña de Zohelet, que está cerca de la fuente de Rogel, y convidó a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los hombres de Judá, siervos del rey.

10Pero no convidó al profeta Natán, ni a Benaía, ni a los valientes ni a su hermano Salomón.

11Y habló Natán a Betsabé, madre de Salomón, diciendo: ¿No has oído que Adonías hijo de Haguit reina sin saberlo David, nuestro señor?

12Ven pues, ahora, y déjame darte un consejo, para que salves tu vida y la vida de tu hijo Salomón.

13Ve y preséntate ante el rey David y dile: Oh rey señor mío, ¿no has jurado tú a tu sierva, diciendo: Tu hijo Salomón reinará después de mí y él se sentará en mi trono? ¿Por qué, pues, reina Adonías?

14Y mientras estés tú aún hablando con el rey, yo entraré detrás de ti y reafirmaré tus palabras.

15Entonces Betsabé entró en la alcoba del rey; y el rey era muy anciano, y Abisag, la sunamita, le servía.

16Y Betsabé se inclinó e hizo reverencia al rey. Y el rey le dijo: ¿Qué deseas?

17Y ella le respondió: Señor mío, tú juraste a tu sierva por Jehová tu Dios, diciendo: Tu hijo Salomón reinará después de mí y él se sentará en mi trono;

18pero he aquí, ahora Adonías reina; y tú, mi señor rey, hasta ahora no lo sabes.

19Ha matado bueyes, y animales engordados y ovejas en abundancia, y ha convidado a todos los hijos del rey, y al sacerdote Abiatar y a Joab, general del ejército; pero a Salomón, tu siervo, no ha convidado.

20Entre tanto, rey y señor mío, los ojos de todo Israel están puestos en ti, para que les declares quién se ha de sentar en el trono de mi señor el rey después de él.

21De otra manera acontecerá que cuando mi señor el rey duerma con sus padres, yo y mi hijo Salomón seremos tenidos por culpables.

22Y he aquí, mientras aún hablaba ella con el rey, llegó el profeta Natán.

23Y dieron aviso al rey, diciendo: He aquí el profeta Natán. Cuando éste entró ante el rey, se postró delante del rey, rostro en tierra.

24Y dijo Natán: Rey y señor mío, ¿has dicho tú: Adonías reinará después de mí, y él se sentará en mi trono?

25Porque hoy ha descendido y ha matado bueyes, y animales engordados y ovejas en abundancia, y ha convidado a todos los hijos del rey, y a los capitanes del ejército y también al sacerdote Abiatar; y he aquí, están comiendo y bebiendo delante de él, y dicen: ¡Viva el rey Adonías!

26Pero ni a mí, tu siervo, ni al sacerdote Sadoc, ni a Benaía hijo de Joiada ni a Salomón, tu siervo, ha convidado.

27¿Ha sido este asunto ordenado por mi señor el rey, sin haber dado a conocer a tu siervo quién se había de sentar en el trono de mi señor el rey, después de él?

28Entonces el rey David respondió y dijo: Llamadme a Betsabé. Y ella entró a la presencia del rey y se puso delante del rey.

29Y el rey juró, diciendo: Vive Jehová, que ha redimido mi alma de toda angustia,

30que como yo te he jurado por Jehová, Dios de Israel, diciendo: Tu hijo Salomón reinará después de mí y él se sentará en mi trono en mi lugar; así lo haré hoy.

31Entonces Betsabé se inclinó rostro a tierra ante el rey, y haciendo reverencia al rey, dijo: ¡Viva mi señor, el rey David, para siempre!

32Y el rey David dijo: Llamadme al sacerdote Sadoc, y al profeta Natán y a Benaía hijo de Joiada. Y ellos entraron a la presencia del rey.

33Y el rey les dijo: Tomad con vosotros a los siervos de vuestro señor, y haced montar a mi hijo Salomón en mi mula y llevadlo a Gihón;

34y allí lo ungirán el sacerdote Sadoc y el profeta Natán como rey sobre Israel, y tocaréis trompeta y diréis: ¡Viva el rey Salomón!

35Después subiréis vosotros detrás de él, y vendrá y se sentará en mi trono, y él reinará en mi lugar, porque a él le he ordenado para que sea gobernante sobre Israel y sobre Judá.

36Entonces Benaía hijo de Joiada respondió al rey y dijo: Amén. Así lo diga Jehová, Dios de mi señor el rey.

37De la manera que Jehová ha estado con mi señor el rey, así esté con Salomón y haga mayor su trono que el trono de mi señor, el rey David.

38Y descendieron el sacerdote Sadoc, y el profeta Natán, y Benaía hijo de Joiada, y los cereteos y los peleteos, e hicieron montar a Salomón en la mula del rey David y lo llevaron a Gihón.

39Y tomó el sacerdote Sadoc el cuerno del aceite del tabernáculo y ungió a Salomón; y tocaron trompeta, y dijo todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón!

40Después subió todo el pueblo en pos de él; y cantaba la gente con flautas y hacía grandes alegrías, que parecía que la tierra se estremecía con el clamor de ellos.

41Y lo oyó Adonías, y todos los convidados que con él estaban, cuando ya habían acabado de comer. Y al oír Joab el sonido de la trompeta, dijo: ¿Por qué se alborota la ciudad con tanto estruendo?

42Mientras él aún hablaba, he aquí que llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar, a quien dijo Adonías: Entra, porque tú eres hombre valiente y traerás buenas nuevas.

43Y Jonatán respondió y dijo a Adonías: Ciertamente nuestro señor, el rey David, ha hecho rey a Salomón;

44y el rey ha enviado con él al sacerdote Sadoc y al profeta Natán, y a Benaía hijo de Joiada, y también a los cereteos y a los peleteos, los cuales le hicieron montar en la mula del rey;

45y el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo han ungido rey en Gihón, y de allí han subido con alegrías, y la ciudad está llena de estruendo. Éste es el alboroto que habéis oído.

46Y también Salomón se ha sentado en el trono del reino.

47Y aun los siervos del rey han venido a bendecir a nuestro señor, el rey David, diciendo: Dios haga bueno el nombre de Salomón más que tu nombre, y haga mayor su trono que el tuyo. Y el rey adoró en la cama.

48Y también el rey habló así: Bendito sea Jehová, Dios de Israel, que ha dado hoy quien se siente en mi trono, y lo vean mis ojos.

49Entonces todos los convidados que estaban con Adonías se estremecieron, y se levantaron, y se fue cada uno por su camino.

50Pero Adonías tuvo miedo de Salomón, y se levantó, y fue y se asió de los cuernos del altar.

51Y le avisaron a Salomón, diciendo: He aquí que Adonías tiene miedo del rey Salomón, pues se ha asido de los cuernos del altar, diciendo: Júreme hoy el rey Salomón que no matará a espada a su siervo.

52Y Salomón dijo: Si él es digno, ni uno de sus cabellos caerá en tierra; pero si se halla mal en él, morirá.

53Y mandó el rey Salomón que lo trajeran del altar; y él vino y se inclinó ante el rey Salomón. Y Salomón le dijo: Vete a tu casa.

Primer libro de los
Reyes..Capítulo 2

David manda a Salomón guardar los mandamientos y andar en los caminos de Jehová — El rey David muere y Salomón reina — Se da muerte a Adonías, Joab y Simei — Abiatar es rechazado como sumo sacerdote — Se establece el reino con Salomón.

1Y llegaron los días en que David había de morir, y mandó a Salomón, su hijo, diciendo:

2Yo sigo el camino de toda la tierra; esfuérzate y sé hombre.

3Guarda el encargo de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y sus mandamientos, y sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo lo que emprendas;

4para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardan su camino, andando delante de mí con verdad, con todo su corazón y con toda su alma, jamás, dice, te faltará un descendiente en el trono de Israel.

5Y ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, y lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasa hijo de Jeter, a los cuales él mató, derramando sangre de guerra en tiempo de paz, y poniendo sangre de guerra en el cinturón que tenía sobre sus lomos, y en el calzado que tenía en sus pies.

6Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás descender en paz sus canas al Seol.

7Pero a los hijos de Barzilai, el galaadita, harás misericordia, que sean de los convidados a tu mesa, porque así vinieron a mí cuando iba huyendo de Absalón tu hermano.

8Y he aquí, tienes contigo a Simei hijo de Gera, hijo de Benjamín, de Bahurim, quien me maldijo con una maldición fuerte el día en que yo iba a Mahanaim. Pero él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por Jehová, diciendo: Yo no te mataré a espada.

9Pero ahora no lo absolverás, pues hombre sabio eres, y sabes lo que debes hacer con él, y harás descender sus canas con sangre al Seol.

10Y David durmió con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David.

11Los días que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años: siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalén.

12Y se sentó Salomón en el trono de David, su padre, y su reino fue firme en gran manera.

13Entonces Adonías hijo de Haguit fue a Betsabé, madre de Salomón; y ella le dijo: ¿Es tu venida de paz? Y él respondió: Sí, de paz.

14En seguida dijo: Una palabra tengo que decirte. Y ella dijo: Di.

15Y él dijo: Tú sabes que el reino era mío y que todo Israel había puesto en mí su mirada para que yo reinara; pero el reino fue traspasado, y vino a ser de mi hermano, porque por voluntad de Jehová era suyo.

16Y ahora yo te hago una petición; no me la niegues. Y ella le dijo: Habla.

17Él entonces dijo: Yo te ruego que hables al rey Salomón (porque él no te lo negará), para que me dé a Abisag, la sunamita, por esposa.

18Y Betsabé dijo: Bien; yo hablaré por ti al rey.

19Y fue Betsabé al rey Salomón para hablarle por Adonías. Y el rey se levantó a recibirla, y se inclinó ante ella, y volvió a sentarse en su trono, e hizo poner una silla para la madre del rey, quien se sentó a su diestra.

20Y ella dijo: Te hago una pequeña petición; no me la niegues. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, que yo no te la negaré.

21Y ella dijo: Que se le dé a Abisag, la sunamita, por esposa a tu hermano Adonías.

22Y el rey Salomón respondió y dijo a su madre: ¿Por qué pides a Abisag, la sunamita, para Adonías? Pide también para él el reino, porque él es mi hermano mayor, y ya tiene también al sacerdote Abiatar y a Joab hijo de Sarvia.

23Y el rey Salomón juró por Jehová, diciendo: Así me haga Dios y aun me añada, que contra su propia vida ha hablado Adonías esta palabra.

24Ahora, pues, vive Jehová, quien me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David, mi padre, y quien me ha hecho una casa como me lo había dicho, que Adonías morirá hoy.

25Entonces el rey Salomón envió a Benaía hijo de Joiada, el que arremetió contra él y murió.

26Y al sacerdote Abiatar dijo el rey: Vete a Anatot, a tus campos, pues tú eres digno de muerte; pero no te mataré hoy, por cuanto has llevado el arca de Jehová el Señor delante de David, mi padre, y además has sido afligido en todas las cosas en las que fue afligido mi padre.

27Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliese la palabra de Jehová que había dicho en Silo sobre la casa de Elí.

28Y llegó la noticia hasta Joab, porque también Joab se había adherido a Adonías, aunque no se había adherido a Absalón. Y huyó Joab al tabernáculo de Jehová y se asió de los cuernos del altar.

29Y se le hizo saber a Salomón que Joab había huido al tabernáculo de Jehová, y que estaba junto al altar. Entonces envió Salomón a Benaía hijo de Joiada, diciendo: Ve y arremete contra él.

30Y entró Benaía en el tabernáculo de Jehová y le dijo: El rey ha dicho que salgas. Y él dijo: No, sino que aquí moriré. Y Benaía volvió con esta respuesta al rey, diciendo: Así habló Joab y así me respondió.

31Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho; mátalo y entiérralo, y quita de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente.

32Y Jehová hará caer su sangre sobre su cabeza, porque él ha dado muerte a dos hombres más justos y mejores que él, a los cuales mató a espada sin que mi padre David supiese nada: a Abner hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general del ejército de Judá.

33La sangre, pues, de ellos recaerá sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de su descendencia para siempre; pero sobre David y sobre su descendencia, y sobre su casa y sobre su trono, habrá paz perpetua de parte de Jehová.

34Entonces Benaía hijo de Joiada subió, y arremetió contra él y lo mató; y fue sepultado en su casa en el desierto.

35Y el rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada sobre el ejército, y el rey puso a Sadoc como sacerdote en lugar de Abiatar.

36Después envió el rey e hizo llamar a Simei y le dijo: Edifícate una casa en Jerusalén y mora ahí, y no salgas de allí ni a una parte ni a otra,

37porque ten por cierto que el día en que salgas y pases el torrente Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre caerá sobre tu cabeza.

38Y Simei dijo al rey: La palabra es buena; como el rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo. Y habitó Simei en Jerusalén muchos días.

39Y aconteció que pasados tres años, dos siervos de Simei huyeron a Aquis hijo de Maaca, rey de Gat. Y dieron aviso a Simei, diciendo: He aquí que tus siervos están en Gat.

40Entonces se levantó Simei y ensilló su asno y fue a Gat a ver a Aquis, a buscar a sus siervos. Fue, pues, Simei y trajo sus siervos de Gat.

41Se le dijo luego a Salomón que Simei había ido de Jerusalén hasta Gat y que había vuelto.

42Entonces el rey envió e hizo venir a Simei, y le dijo: ¿No te hice jurar yo por Jehová y te advertí, diciendo: El día en que salgas y vayas acá o allá, ten por cierto que morirás? Y tú me dijiste: La palabra es buena; yo la obedezco.

43¿Por qué, pues, no guardaste el juramento de Jehová ni el mandamiento que yo te impuse?

44Dijo además el rey a Simei: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe que cometiste contra mi padre David; Jehová, pues, ha hecho recaer el mal sobre tu cabeza.

45Y el rey Salomón será bendito, y el trono de David será firme perpetuamente delante de Jehová.

46Entonces el rey mandó a Benaía hijo de Joiada, quien salió y arremetió contra él y murió. Y el reino fue confirmado en manos de Salomón.





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Lectura con Audio de la Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 103: 2 Samuel 23-24


Segundo libro de
Samuel..Capítulo 23
David habla por el poder del Espíritu — Los gobernantes deben ser justos y gobernar en el temor de Dios — Se hace mención de los valientes de David y se enaltecen sus obras.

1 Éstas son las últimas palabras de David.

Dijo David hijo de Isaí,
dijo aquel varón que fue levantado en alto,
el ungido del Dios de Jacob,
el dulce cantor de Israel:

2

El Espíritu de Jehová ha hablado por medio de mí,
y su palabra ha estado en mi lengua.

3

El Dios de Israel me ha hablado,
me habló la Roca de Israel:
El que gobierna a los hombres con justicia,
que gobierna en el temor de Dios;

4

es como la luz de la mañana cuando sale el sol
en una mañana sin nubes;
como la hierba de la tierra brota
por el resplandor después de la lluvia.

5

¿No es así mi casa para con Dios?
Pues él ha hecho convenio eterno conmigo,
bien ordenado en todas las cosas y seguro.
Aunque todavía no haya hecho florecer
toda mi salvación y todo mi deseo.

6

Pero los malvados, todos ellos, serán como
espinos desechados,
los cuales nadie toma con la mano;

7

y quien quiere tocarlos
se arma de un hierro y del asta de una lanza,
y son del todo quemados en su lugar.

8Éstos son los nombres de los valientes que tuvo David: Joseb-basebet, el tacmonita, principal de los capitanes; éste era Adino, el eznita, que mató en una ocasión a ochocientos hombres.

9Después de éste, Eleazar hijo de Dodo, el ahohíta, uno de los tres valientes que estaban con David cuando desafiaron a los filisteos que se habían reunido allí para la batalla, y los hombres de Israel se alejaron.

10Éste se levantó e hirió a los filisteos hasta que su mano se cansó y se le quedó pegada a la espada. Aquel día Jehová dio una gran victoria, y el pueblo se volvió en pos de él solamente para tomar el botín.

11Después de éste fue Sama hijo de Age, el ararita. Y los filisteos se habían reunido en Lehi, donde había un pequeño terreno lleno de lentejas, y el pueblo huyó delante de los filisteos.

12Él entonces se puso en medio del terreno, y lo defendió y mató a los filisteos; y así Jehová dio una gran victoria.

13Y tres de los treinta jefes descendieron y vinieron en tiempo de la siega a David a la cueva de Adulam; y el campamento de los filisteos estaba en el valle de Refaim.

14David entonces estaba en el lugar fuerte, y la guarnición de los filisteos estaba en Belén.

15Y David tuvo un gran deseo y dijo: ¡Quién me diera a beber del agua del pozo de Belén que está junto a la puerta!

16Entonces los tres valientes irrumpieron en el campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén que estaba junto a la puerta, se la llevaron, y la trajeron a David; pero él no la quiso beber, sino que la derramó ante Jehová,

17y dijo: Lejos esté de mí, oh Jehová, que yo haga esto. ¿No es esto como la sangre de los hombres que fueron con peligro de su vida? Y no quiso beberla. Los tres valientes hicieron esto.

18Y Abisai, hermano de Joab, hijo de Sarvia, era el principal de los treinta; éste alzó su lanza contra trescientos, a quienes mató, y tuvo renombre entre los tres.

19Él era el más destacado de los treinta, y llegó a ser su jefe, pero no igualó a los tres primeros.

20Después, Benaía hijo de Joiada, hijo de un hombre valiente, grande en hechos, de Cabseel. Éste mató a dos leones de Moab; y él mismo descendió y mató a un león en medio de un foso un día de nieve.

21También mató él a un egipcio, hombre de gran estatura; y tenía el egipcio una lanza en la mano, pero descendió contra él con un palo, y le arrebató al egipcio la lanza de la mano y lo mató con su propia lanza.

22Esto hizo Benaía hijo de Joiada, y tuvo renombre como los tres valientes.

23De los treinta fue el más destacado, pero no igualó a los tres primeros. Y lo puso David como jefe de su guardia personal.

24Asael, hermano de Joab, era uno de los treinta; Elhanán hijo de Dodo, de Belén,

25Sama, el harodita, Elica, el harodita,

26Heles, el paltita, Ira hijo de Iques, el tecoíta,

27Abiezer, el anatotita, Mebunai, el husaíta,

28Salmón, el ahohíta, Maharai, el netofatita,

29Heleb hijo de Baana, el netofatita, Itai hijo de Ribai, el de Gabaa de los hijos de Benjamín,

30Benaía, el piratonita, Hidai, del arroyo de Gaas,

31Abi-albón, el arbatita, Azmavet, el barhumita,

32Eliaba, el saalborita, Jonatán, de los hijos de Jasén,

33Sama, el ararita, Ahíam hijo de Sarar, el ararita,

34Elifelet hijo de Ahasbai, hijo de Maaca, Eliam hijo de Ahitofel, el gilonita,

35Hezrai, el carmelita, Paarai, el arbita;

36Igal hijo de Natán, de Soba, Bani, el gadita;

37Selec, el amonita, Naharai, el beerotita, escudero de Joab hijo de Sarvia,

38Ira, el itrita, Gareb, el itrita,

39y Urías, el heteo. Entre todos, treinta y siete.

Segundo libro de
Samuel..Capítulo 24

David peca al contar a Israel y a Judá — Los hombres de guerra suman un millón trescientos mil — Jehová destruye a setenta mil hombres con una peste — David ve a un ángel, ofrece sacrificio, y la plaga se detiene.

1Y volvió a encenderse el furor de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Ve y haz un censo de Israel y de Judá.

2Y dijo el rey a Joab, general del ejército que estaba con él: Recorre ahora todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Beerseba, y haz un censo del pueblo, para que yo sepa el número de la gente.

3Y Joab respondió al rey: Añada Jehová tu Dios al pueblo cien veces más de los que son, y que lo vea mi señor el rey; pero, ¿por qué se complace en esto mi señor el rey?

4Sin embargo, la palabra del rey prevaleció sobre la de Joab y sobre la de los capitanes del ejército. Salió, pues, Joab con los capitanes del ejército, de delante del rey, para hacer el censo del pueblo de Israel.

5Y pasaron el Jordán y acamparon en Aroer, a la derecha de la ciudad que está en medio del valle de Gad y en dirección a Jazer.

6Después fueron a Galaad y a la tierra baja de Hodsi; y de allí fueron a Danjaán y doblaron hacia Sidón.

7Y fueron luego a la fortaleza de Tiro y a todas las ciudades de los heveos y de los cananeos; y salieron al sur de Judá, hasta Beerseba.

8Y después que hubieron recorrido toda la tierra, volvieron a Jerusalén al cabo de nueve meses y veinte días.

9Y Joab dio al rey el número del censo del pueblo; y fueron los de Israel ochocientos mil hombres valientes que sacaban espada, y de los de Judá, quinientos mil hombres.

10Y después que David hubo censado al pueblo, le pesó en su corazón; y dijo David a Jehová: Yo he pecado gravemente por haber hecho esto; pero ahora, oh Jehová, te ruego que quites el pecado de tu siervo, porque yo he actuado muy neciamente.

11Y por la mañana, cuando David se hubo levantado, vino la palabra de Jehová al profeta Gad, vidente de David, diciendo:

12Ve y di a David: Así ha dicho Jehová: Tres cosas te ofrezco: tú escogerás una de ellas, para que yo la haga.

13Vino, pues, Gad a David, y se lo hizo saber y le dijo: ¿Quieres que te vengan siete años de hambre en tu tierra? ¿O que huyas tres meses delante de tus enemigos y que ellos te persigan? ¿O que tres días haya peste en tu tierra? Piensa ahora, y mira qué responderé al que me ha enviado.

14Entonces David dijo a Gad: Estoy en gran angustia; es preferible caer ahora en manos de Jehová, porque sus misericordias son muchas, a caer yo en manos de hombres.

15Y envió Jehová la peste sobre Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado; y murieron setenta mil hombres del pueblo, desde Dan hasta Beerseba.

16Y cuando el ángel extendió su mano sobre Jerusalén para destruirla, Jehová se arrepintió de aquel mal y dijo al ángel que destruía al pueblo: Basta ahora; detén tu mano. Y el ángel de Jehová estaba junto a la era de Arauna, el jebuseo.

17Y David dijo a Jehová, cuando vio al ángel que hería al pueblo: Yo pequé; yo hice lo malo. ¿Qué han hecho estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva contra mí y contra la casa de mi padre.

18Y Gad vino a David aquel día y le dijo: Sube y levanta un altar a Jehová en la era de Arauna, el jebuseo.

19Y subió David, conforme al dicho de Gad, según lo había mandado Jehová.

20Y miró Arauna y vio al rey y a sus siervos que venían a él. Salió entonces Arauna y se inclinó delante del rey, rostro a tierra.

21Y Arauna dijo: ¿Por qué viene mi señor el rey a su siervo? Y David respondió: Para comprar de ti la era, a fin de edificar un altar a Jehová, para que cese la plaga de entre el pueblo.

22Y Arauna dijo a David: Tome y ofrezca mi señor el rey lo que bien le parezca; he aquí, bueyes para el holocausto, y los trillos y los yugos de los bueyes para leña.

23Todo esto, oh rey, Arauna lo da al rey. Y dijo Arauna al rey: Jehová tu Dios te sea propicio.

24Y el rey dijo a Arauna: No, sino que por precio te lo compraré, porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada. Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.

25Y edificó allí David un altar a Jehová, y sacrificó holocaustos y ofrendas de paz; y Jehová se aplacó con la tierra, y cesó la plaga de entre Israel.






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