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domingo, 25 de marzo de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia RV 2009 SUD: Día 80 Jueces 17-19


Jueces
..Capítulo 17
Micaía tiene una casa de dioses (imágenes) y consagra a sus propios sacerdotes.

1 Hubo un hombre de los montes de Efraín que se llamaba Micaía,

2el cual dijo a su madre: Las mil cien piezas de plata que te fueron hurtadas, por lo que tú maldecías, oyéndolo yo, he aquí que yo las tengo; yo las tomé. Entonces la madre le dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío.

3Y luego que él devolvió a su madre las mil cien piezas de plata, su madre dijo: Yo he dedicado este dinero a Jehová de mi mano para mi hijo para hacer una imagen tallada y una de fundición; ahora, pues, yo te lo devuelvo.

4Cuando él devolvió a su madre el dinero, tomó su madre doscientas piezas de plata y las dio al fundidor; y él le hizo de ellas una imagen tallada y una de fundición, y quedaron en casa de Micaía.

5Y tuvo este hombre Micaía una casa de dioses; e hizo un efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos, y llegó a ser su sacerdote.

6En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía como mejor le parecía.

7Y había un joven de Belén de Judá, de la tribu de Judá, el cual era levita, y era forastero allí.

8Este hombre partió de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde hallase lugar; y en su camino llegó a los montes de Efraín, a la casa de Micaía.

9Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y él le respondió: Soy levita de Belén de Judá y voy a vivir donde halle lugar.

10Entonces Micaía le dijo: Quédate en mi casa y sé para mí padre y sacerdote; y yo te daré diez piezas de plata por año, y vestidos y comida. Y el levita se quedó.

11Le agradó, pues, al levita morar con aquel hombre, y él lo tenía como a uno de sus hijos.

12Y Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía de sacerdote y estaba en casa de Micaía.

13Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me favorecerá, pues el levita es mi sacerdote.

Jueces
..Capítulo 18

La tribu de Dan envía hombres para buscar una heredad — Toman las imágenes y al sacerdote de Micaía; incendian la ciudad de Lais y establecen la idolatría.

1 En aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos días la tribu de Dan buscaba para sí heredad donde morar, porque hasta entonces no había obtenido su heredad entre las tribus de Israel.

2Y los hijos de Dan enviaron de su tribu a cinco hombres de entre todos ellos, hombres valientes de Zora y de Estaol, para que reconociesen y explorasen bien la tierra; y les dijeron: Id y reconoced la tierra. Éstos llegaron a los montes de Efraín, hasta la casa de Micaía, y se hospedaron allí.

3Y cuando estaban cerca de la casa de Micaía, reconocieron la voz del joven levita; y acercándose allá, le dijeron: ¿Quién te ha traído por acá? ¿Y qué haces aquí? ¿Y qué tienes que ver tú por aquí?

4Y él les respondió: De esta y de esta manera ha hecho conmigo Micaía, y me ha tomado para que sea su sacerdote.

5Y ellos le dijeron: Pregunta, pues, ahora a Dios, para que sepamos si ha de prosperar este viaje que hacemos.

6Y el sacerdote les respondió: Id en paz, porque el viaje que hacéis está delante de Jehová.

7Entonces aquellos cinco hombres partieron, y llegaron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, conforme a la costumbre de los de Sidón, ocioso y confiado; no había nadie en aquella región que los perturbase en cosa alguna para poseer aquella tierra; y además de eso, estaban lejos de los sidonios y no tenían tratos con nadie.

8Entonces volvieron ellos a sus hermanos en Zora y Estaol, y sus hermanos les dijeron: ¿Qué hay?

9Y ellos respondieron: Levantaos, subamos contra ellos, porque nosotros hemos explorado la región y hemos visto que es muy buena. ¿Y vosotros os quedáis sin hacer nada? No seáis perezosos en poneros en marcha para ir a tomar posesión de la tierra.

10Cuando vayáis allá, llegaréis a una gente confiada y a una tierra espaciosa, pues Dios la ha entregado en vuestras manos, lugar donde no hay falta de cosa alguna que haya en la tierra.

11Y partieron de allí los de Dan, de Zora y de Estaol, seiscientos hombres armados con armas de guerra.

12Fueron y acamparon en Quiriat-jearim, en Judá, por lo cual aquel lugar fue llamado el campamento de Dan hasta hoy; está detrás de Quiriat-jearim.

13Y pasando de allí a los montes de Efraín, llegaron hasta la casa de Micaía.

14Entonces aquellos cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra de Lais dijeron a sus hermanos: ¿No sabéis que en estas casas hay un efod y terafines, y una imagen tallada y una de fundición? Mirad, pues, lo que habéis de hacer.

15Y dirigiéndose allá, llegaron a la casa del joven levita, en casa de Micaía, y le preguntaron cómo estaba.

16Y los seiscientos hombres, que eran de los hijos de Dan, estaban armados con sus armas de guerra a la entrada de la puerta.

17Y subiendo los cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra, entraron allá y tomaron la imagen tallada, y el efod, y los terafines y la imagen de fundición, mientras se quedaba el sacerdote a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados con armas de guerra.

18Entrando, pues, aquellos en la casa de Micaía, tomaron la imagen tallada, el efod, y los terafines y la imagen de fundición. Y el sacerdote les dijo: ¿Qué hacéis vosotros?

19Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre tu boca y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es acaso mejor que seas tú sacerdote en casa de un solo hombre que serlo de una tribu y de una familia de Israel?

20Y se alegró el corazón del sacerdote, quien tomó el efod, y los terafines y la imagen, y se fue entre la gente.

21Y ellos se volvieron y se fueron, y pusieron los niños, y el ganado y las posesiones por delante.

22Y cuando ya se habían alejado de la casa de Micaía, los hombres que habitaban en las casas cercanas a la casa de Micaía se reunieron y siguieron a los hijos de Dan.

23Y dando voces a los de Dan, éstos volvieron sus rostros y dijeron a Micaía: ¿Qué te pasa que has juntado gente?

24Y él respondió: Os lleváis mis dioses que yo hice, juntamente con el sacerdote, y os marcháis. ¿Qué más me queda? ¿Y con qué propósito me decís: ¿Qué te pasa?

25Y los hijos de Dan le dijeron: No des voces tras nosotros, no sea que los de ánimo colérico os acometan, y pierdas también tu vida y la vida de los tuyos.

26Y los hijos de Dan prosiguieron su camino; y viendo Micaía que eran más fuertes que él, se volvió y regresó a su casa.

27Y ellos, llevándose las cosas que había hecho Micaía, juntamente con el sacerdote que tenía, llegaron a Lais, al pueblo confiado y seguro; y los hirieron a filo de espada y quemaron la ciudad con fuego.

28Y no hubo quien los defendiese, porque estaban lejos de Sidón y no tenían comercio con nadie. Y la ciudad estaba en el valle que hay junto a Bet-rehob. Luego reedificaron la ciudad y habitaron en ella.

29Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan, conforme al nombre de su padre Dan, hijo de Israel, aunque antes la ciudad se llamaba Lais.

30Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen tallada; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Manasés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan hasta el día del cautiverio de la tierra.

31Y mantuvieron levantada la imagen que Micaía había hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.

Jueces
..Capítulo 19

La concubina de un levita comete adulterio y vuelve a casa de su padre — Su esposo la busca y se alojan una noche en Gabaa — Los hombres de Gabaa abusan de la concubina y ella muere — El esposo levita la corta en doce pedazos y los envía a las tribus de Israel.

1En aquellos días, cuando no había rey en Israel, hubo un levita que moraba como forastero en la parte más remota de los montes de Efraín, el cual había tomado para sí como concubina a una mujer de Belén de Judá.

2Y su concubina cometió adulterio contra él y se fue de él a casa de su padre, a Belén de Judá, y estuvo allá durante cuatro meses.

3Y se levantó su marido y la siguió para hablarle amorosamente y hacerla volver, llevando consigo un criado suyo y un par de asnos; y ella le hizo entrar en la casa de su padre. Y viéndole el padre de la joven, le salió a recibir gozoso.

4Y le retuvo su suegro, padre de la joven, y se quedó en su casa tres días, comiendo y bebiendo y alojándose allí.

5Y aconteció que al cuarto día, cuando se levantaron de mañana, se levantó también el levita para irse, y el padre de la joven le dijo a su yerno: Conforta tu corazón con un bocado de pan, y después os iréis.

6Y se sentaron ellos dos juntos, y comieron y bebieron. Y el padre de la joven le dijo al hombre: Yo te ruego que te quedes aquí esta noche, y se alegrará tu corazón.

7Y se levantó el hombre para irse, pero el suegro le insistió, y volvió a pasar allí la noche.

8Y al quinto día, levantándose muy de mañana para irse, le dijo el padre de la joven: Conforta ahora tu corazón y aguarda hasta que decline el día; y comieron los dos juntos.

9Y se levantó luego el hombre para irse, él, y su concubina y su criado. Entonces su suegro, el padre de la joven, le dijo: He aquí, el día declina y va a anochecer; te ruego que paséis aquí la noche. He aquí que el día se acaba; pasa aquí la noche para que se alegre tu corazón; y mañana os levantaréis temprano para emprender vuestro camino, y te irás a tus tiendas.

10Mas el hombre no quiso pasar allí la noche, sino que se levantó, y partió y llegó hasta enfrente de Jebús, que es Jerusalén, con su par de asnos ensillados y con su concubina.

11Y estando ya junto a Jebús, el día había declinado mucho; y dijo el criado a su señor: Ven ahora, y vámonos a esta ciudad de los jebuseos, para que pasemos en ella la noche.

12Y su señor le respondió: No iremos a ninguna ciudad de extranjeros, que no sea de los hijos de Israel, sino que pasaremos hasta Gabaa.

13Y dijo a su criado: Ven, lleguemos a uno de esos lugares, para pasar la noche en Gabaa o en Ramá.

14Pasaron, pues, de largo y siguieron su camino, y se les puso el sol junto a Gabaa, que era de Benjamín.

15Y se apartaron del camino para entrar a pasar allí la noche en Gabaa; y entrando, se sentaron en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los acogiese en su casa para pasar la noche.

16Y he aquí, un hombre viejo que al atardecer venía de trabajar en el campo, el cual era de los montes de Efraín, y moraba como forastero en Gabaa, pues los moradores de aquel lugar eran hijos de Benjamín.

17Y alzando el anciano los ojos, vio a aquel viajero en la plaza de la ciudad y le dijo: ¿A dónde vas y de dónde vienes?

18Y él respondió: Pasamos de Belén de Judá a la parte más remota de los montes de Efraín, de donde soy; y fui hasta Belén de Judá; y ahora voy a la casa de Jehová, y no hay quien me reciba en su casa.

19Nosotros tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y también tenemos pan y vino para mí y para tu sierva, y para el criado que está con tu siervo; de nada tenemos falta.

20Y el anciano dijo: La paz sea contigo; todo lo que te falte quede solamente a mi cargo, con tal que no pases la noche en la plaza.

21Y los llevó a su casa y dio de comer a sus asnos; y ellos se lavaron los pies, y comieron y bebieron.

22Y cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa y golpearon a la puerta, diciendo al anciano dueño de la casa: Saca fuera al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos.

23Y salió a ellos aquel hombre, el dueño de la casa, y les dijo: No, hermanos míos, os ruego que no cometáis este mal; puesto que este hombre ha entrado en mi casa, no hagáis esta maldad.

24He aquí mi hija virgen y la concubina de él; yo os las sacaré ahora; humilladlas y haced con ellas como os parezca, pero no hagáis a este hombre cosa tan infame.

25Mas aquellos hombres no le quisieron oír; por lo que, tomando aquel hombre a su concubina, la sacó fuera de la casa. Y ellos la conocieron y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, y la dejaron cuando apuntaba el alba.

26Y cuando ya amanecía, la mujer vino y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta que fue de día.

27Y levantándose de mañana su señor, abrió las puertas de la casa y salió para seguir su camino, y he aquí que su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral.

28Y él le dijo: Levántate, y vámonos. Mas ella no respondió. Entonces la levantó aquel hombre y, echándola sobre su asno, se levantó y se fue a su lugar.

29Y al llegar a su casa, tomó un cuchillo, y echó mano de su concubina, y la despedazó por sus huesos en doce partes y las envió por todo el territorio de Israel.

30Y todo el que veía aquello, decía: Jamás se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Considerad esto, tomad consejo y hablad.





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Lectura con Audio de la Santa Biblia RV 2009 SUD: Día 79: Jueces 14-16


Jueces
..Capítulo 14
Sansón mata un cachorro de león con sus propias manos — Se casa con una mujer filistea, propone un acertijo, su esposa lo engaña y él mata a treinta filisteos.

1Y descendió Sansón a Timnat y vio en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos.

2Y subió, y lo declaró a su padre y a su madre, diciendo: Yo he visto en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos; y ahora, pues, tomádmela por esposa.

3Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar esposa de los filisteos incircuncisos? Y Sansón respondió a su padre: Tómala para mí, porque ella ha agradado a mis ojos.

4Mas su padre y su madre no sabían que esto venía de Jehová, porque él buscaba ocasión contra los filisteos, pues en aquel tiempo los filisteos dominaban sobre Israel.

5Y Sansón descendió con su padre y con su madre a Timnat; y cuando llegaron a las viñas de Timnat, he aquí un cachorro de león vino rugiendo hacia él.

6Y el espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien lo despedazó como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en sus manos; y no contó ni a su padre ni a su madre lo que había hecho.

7Descendió, pues, y habló a la mujer; y ella le agradó a Sansón.

8Y volvió después de algunos días para tomarla, y se apartó para ver el cuerpo muerto del león, y he aquí en el cuerpo del león había un enjambre de abejas y un panal de miel.

9Y lo tomó en sus manos y se fue comiéndolo por el camino; y cuando llegó adonde estaban su padre y su madre, les dio a ellos y comieron, pero no les dijo que había tomado aquella miel del cuerpo del león.

10Descendió, pues, su padre adonde estaba la mujer, y Sansón hizo allí banquete, porque así solían hacer los jóvenes.

11Y aconteció que cuando ellos le vieron, tomaron treinta compañeros para que estuviesen con él.

12Y Sansón les dijo: Yo os propondré ahora un acertijo; y si en verdad me lo declaráis dentro de los siete días del banquete y acertáis, yo os daré treinta prendas de lino y treinta mudas de ropa.

13Y si no me lo podéis declarar, vosotros me daréis las treinta prendas de lino y las treinta mudas de ropa. Y ellos dijeron: Propón tu acertijo, y lo oiremos.

14Y él les dijo:

Del que come salió comida,
y del fuerte salió dulzura.
Y ellos no pudieron declararle el acertijo en tres días.

15Y al séptimo día dijeron a la esposa de Sansón: Induce a tu marido a que nos declare este acertijo, para que no te quememos a ti ni a la casa de tu padre. ¿Acaso nos habéis llamado aquí para despojarnos?

16Y lloró la esposa de Sansón delante de él y le dijo: Sólo me aborreces y no me amas, pues no me declaras el acertijo que propusiste a los hijos de mi pueblo. Y él le respondió: He aquí que ni a mi padre ni a mi madre lo he declarado, y ¿te lo he de declarar a ti?

17Y ella lloró delante de él los siete días que ellos tuvieron banquete, mas al séptimo día él se lo declaró, porque ella le presionaba; y ella se lo declaró a los hijos de su pueblo.

18Y al séptimo día, antes que el sol se pusiese, los de la ciudad le dijeron:

¿Qué cosa es más dulce que la miel?
¿Y qué cosa es más fuerte que el león?
Y él les respondió:
Si no hubieseis arado con mi novilla,
nunca habríais descubierto mi acertijo.

19Y el espíritu de Jehová vino sobre él, y descendió Sansón a Ascalón y mató a treinta hombres de ellos; y tomando sus despojos, dio las mudas de ropa a los que habían explicado el acertijo; y encendido en enojo subió a la casa de su padre.

20Y la esposa de Sansón fue dada a su compañero, el que había sido su amigo.

Jueces
..Capítulo 15

Sansón quema las mieses de los filisteos — Éstos queman a su esposa y a su suegro — Sansón mata a mil filisteos en Lehi con una quijada de asno.

1Y aconteció después de algún tiempo, en los días de la siega del trigo, que Sansón visitó a su esposa con un cabrito y dijo: Me llegaré a mi esposa en la alcoba. Pero el padre de ella no lo dejó entrar.

2Y dijo el padre de ella: Pensé que la aborrecías y la di a tu compañero. Mas su hermana menor, ¿no es más hermosa que ella? Te ruego que la tomes en su lugar.

3Y Sansón les dijo: Yo quedaré sin culpa esta vez respecto de los filisteos, si mal les hago.

4Y fue Sansón y capturó trescientas zorras, y tomó antorchas, y ató las zorras por las colas y puso una antorcha entre cada dos colas.

5Después encendió las antorchas, y soltó las zorras en los sembrados de los filisteos y quemó las gavillas, y la mies por segar, y las viñas y los olivares.

6Y dijeron los filisteos: ¿Quién hizo esto? Y les fue dicho: Sansón, el yerno del timnateo, porque le quitó su esposa y la dio a su compañero. Y vinieron los filisteos y los quemaron con fuego a ella y a su padre.

7Entonces Sansón les dijo: Ya que habéis hecho esto, ciertamente me vengaré de vosotros y después descansaré.

8Y los hirió en la pierna y en el muslo con gran mortandad; y descendió, y habitó en la cueva de la peña de Etam.

9Y los filisteos subieron, y acamparon en Judá y se extendieron por Lehi.

10Y los hombres de Judá les dijeron: ¿Por qué habéis subido contra nosotros? Y ellos respondieron: Para prender a Sansón hemos subido, a fin de hacerle como él nos ha hecho.

11Y vinieron tres mil hombres de Judá a la cueva de la peña de Etam y dijeron a Sansón: ¿No sabes tú que los filisteos dominan sobre nosotros? ¿Por qué nos has hecho esto? Y él les respondió: Yo les he hecho como ellos me hicieron.

12Ellos entonces le dijeron: Nosotros hemos venido para prenderte y entregarte en manos de los filisteos. Y Sansón les respondió: Juradme que vosotros no me mataréis.

13Y ellos le respondieron, diciendo: No, solamente te prenderemos, y te entregaremos en sus manos, mas no te mataremos. Entonces le ataron con dos cuerdas nuevas y le hicieron subir de la peña.

14Y cuando llegó hasta Lehi, los filisteos le salieron a recibir con gritos; y el espíritu de Jehová cayó sobre él, y las cuerdas que estaban en sus brazos se volvieron como lino quemado con fuego, y las ataduras cayeron de sus manos.

15Y hallando una quijada de asno fresca aún, extendió la mano y la tomó, y mató con ella a mil hombres.

16Entonces Sansón dijo:

Con la quijada de un asno, un montón, dos montones;
con la quijada de un asno he matado a mil hombres.

17Y sucedió que al acabar de hablar, arrojó de su mano la quijada y llamó a aquel lugar Ramat-lehi.

18Y teniendo gran sed, clamó luego a Jehová y dijo: Tú has dado esta gran liberación por mano de tu siervo, ¿y moriré yo ahora de sed y caeré en manos de los incircuncisos?

19Entonces abrió Dios una cuenca que hay en Lehi, y salió de allí agua, y Sansón bebió, y recobró su espíritu y se reanimó. Por tanto, llamó el nombre de aquel lugar En-hacore, el cual está en Lehi hasta hoy.

20Y él juzgó a Israel en días de los filisteos durante veinte años.

Jueces
..Capítulo 16

Sansón se lleva las puertas de la ciudad de Gaza — Ama a Dalila, quien lo entrega a los filisteos — Destruye un edificio, se mata a sí mismo y al mismo tiempo mata a otras tres mil personas.

1 Y fue Sansón a Gaza, y vio allí a una ramera y se llegó a ella.

2Y fue dicho a los de Gaza: Sansón ha venido acá. Y lo cercaron y le acecharon toda aquella noche a la puerta de la ciudad. Y estuvieron callados toda aquella noche, habiendo dicho: Cuando llegue la luz de la mañana, entonces lo mataremos.

3Mas Sansón durmió hasta la medianoche; y a la medianoche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, se las echó al hombro, y se fue y las subió a la cumbre del monte que está delante de Hebrón.

4Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila.

5Y fueron a ella los príncipes de los filisteos y le dijeron: Engáñale y descubre en qué consiste su gran fuerza, y cómo podríamos vencerlo para que lo atemos y lo atormentemos; y cada uno de nosotros te dará mil cien piezas de plata.

6Y Dalila dijo a Sansón: Yo te ruego que me declares en qué consiste tu gran fuerza, y cómo se te puede atar para ser atormentado.

7Y le respondió Sansón: Si me atan con siete mimbres verdes que aún no estén secos, entonces me debilitaré y seré como cualquiera de los hombres.

8Y los príncipes de los filisteos le trajeron siete mimbres verdes que aún no se habían secado, y ella le ató con ellos.

9Y había espías en un aposento en casa de ella. Entonces ella le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y él rompió los mimbres como se rompe una cuerda de estopa cuando toca el fuego; y no se supo el secreto de su fuerza.

10Entonces Dalila le dijo a Sansón: He aquí, tú me has engañado y me has dicho mentiras. Declárame, ahora, te ruego, cómo se te puede atar.

11Y él le dijo: Si me atan fuertemente con cuerdas nuevas que nunca se hayan usado, yo me debilitaré y seré como cualquiera de los hombres.

12Y Dalila tomó cuerdas nuevas, y le ató con ellas, y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y los espías estaban en el aposento. Mas él las rompió de sus brazos como un hilo.

13Y Dalila le dijo a Sansón: Hasta ahora me engañas y me tratas con mentiras. Declárame, pues, ahora, cómo se te puede atar. Él entonces le dijo: Si tejes siete mechones de mi cabeza con el hilo del telar.

14Y ella los aseguró con la clavija del telar y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Mas despertando él de su sueño, arrancó la clavija del telar junto con el hilo.

15Y ella le dijo: ¿Cómo dices: Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces y no me has declarado aún en qué consiste tu gran fuerza.

16Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia.

17Le declaró, pues, todo su corazón y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja, porque soy nazareo para Dios desde el vientre de mi madre. Si soy rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres.

18Y viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los príncipes de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los príncipes de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero.

19Y ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas y llamó a un hombre, quien le rapó los siete mechones de su cabeza; y ella comenzó a afligirlo, pues su fuerza se había apartado de él.

20Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero no sabía que Jehová ya se había apartado de él.

21Mas los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos y le llevaron a Gaza; y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel.

22Y el cabello de su cabeza comenzó a crecer después que fue rapado.

23Entonces los príncipes de los filisteos se reunieron para ofrecer sacrificio a Dagón, su dios, y para alegrarse; y decían: Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a Sansón, nuestro enemigo.

24Y viéndolo el pueblo, alabaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo y al destructor de nuestra tierra, el cual había matado a muchos de entre nosotros.

25Y aconteció que, cuando se alegró el corazón de ellos, dijeron: Llamad a Sansón, para que nos divierta. Y llamaron a Sansón de la cárcel, y sirvió de juguete delante de ellos; y lo pusieron entre las columnas.

26Y Sansón dijo al joven que le guiaba de la mano: Acércame y hazme palpar las columnas sobre las que se sustenta la casa, para que me apoye en ellas.

27Y la casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los príncipes de los filisteos estaban allí; y en el piso alto había como tres mil hombres y mujeres que estaban mirando el escarnio de Sansón.

28Entonces clamó Sansón a Jehová y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y dame fuerzas, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos.

29Asió luego Sansón las dos columnas centrales sobre las cuales se sustentaba la casa y se apoyó contra ellas, contra una con la mano derecha y contra la otra con la izquierda;

30y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Y se inclinó con toda su fuerza y cayó la casa sobre los príncipes y sobre toda la gente que estaba en ella. Y fueron muchos más los que mató al morir él que los que había matado durante su vida.

31Y descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, y le tomaron, y le llevaron y le sepultaron entre Zora y Estaol, en el sepulcro de su padre Manoa. Y él juzgó a Israel durante veinte años.




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