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domingo, 7 de abril de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 312: Gálatas 1-6


Capítulo 1
Se maldice a los predicadores de falsos evangelios — Pablo recibió el Evangelio por revelación — Él creyó, fue instruido y predicó a los gentiles.

1 Pablo, apóstol (no de los hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos),

2 y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia:

3 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo,

4 quien se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente mundo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,

5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

6 Estoy asombrado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.

7 No es que haya otro, sino que hay algunos que os perturban, y quieren pervertir el evangelio de Cristo.

8 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.

9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os anunciare un evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema.

10 Porque, ¿persuado yo ahora a los hombres o a Dios?, ¿o busco agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

11 Pero os hago saber, hermanos, que el evangelio que ha sido anunciado por mí no es según el hombre;

12 pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.

13 Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios y la asolaba;

14 y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres.

15 Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia,

16 revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté de inmediato con carne y sangre,

17 ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco.

18 Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días.

19 Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo, el hermano del Señor.

20 Y en esto que os escribo, he aquí, delante de Dios, no miento.

21 Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia;

22 y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo;

23 solamente habían oído decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba.

24 Y glorificaban a Dios en mí.

Capítulo 2
Pablo va a Jerusalén — Contiende por el Evangelio verdadero — La salvación viene por medio de Cristo.

1 Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén juntamente con Bernabé, llevando también conmigo a Tito.

2 Y subí por revelación, y expuse el evangelio que predico entre los gentiles, en privado, a los que parecían ser personas importantes, para no correr o haber corrido en vano.

3 Pero ni siquiera Tito, que estaba conmigo, siendo griego, fue obligado a circuncidarse.

4 Y eso a pesar de los falsos hermanos, que entraban secretamente para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud;

5 a quienes ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros.

6 Pero de los que parecían ser importantes (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), ciertamente los que parecían ser importantes nada nuevo me añadieron.

7 Antes por el contrario, como vieron que se me había encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión

8 (porque el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión actuó también en mí para con los gentiles),

9 y reconociendo la gracia que se me había dado, Jacobo, y Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé, la diestra en señal de compañerismo para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a los de la circuncisión.

10 Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres, lo cual también fui solícito en hacer.

11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar.

12 Porque antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, pues tenía miedo a los que eran de la circuncisión.

13 Y en su simulación consentían también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.

14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?

15 Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles,

16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley; por cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada.

17 Ahora bien, si buscando nosotros ser justificados en Cristo, también resultamos ser pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? ¡De ninguna manera!

18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago.

19 Porque yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios.

20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el que me amó y se entregó a sí mismo por mí.

21 No desecho la gracia de Dios, porque si por la ley viene la justicia, entonces en vano murió Cristo.

Capítulo 3

Dios dio el Evangelio a Abraham — La ley de Moisés se añadió por causa de las transgresiones — La ley fue un ayo para llevar a Israel a Cristo — Los santos son hijos de Dios por la fe — Todos los que son de la fe y son bautizados en Cristo llegan a ser descendencia de Abraham.

1 ¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó, para no obedecer la verdad, a vosotros, ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente como crucificado?

2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?

3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora os perfeccionáis por la carne?

4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano?, si de veras fue en vano.

5 Aquel, pues, que os da el Espíritu y hace milagros entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?

6 Como Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia.

7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.

8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, anunció de antemano el evangelio a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.

9 Así que los que son de fe son benditos con el creyente Abraham.

10 Porque todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición. Porque escrito está: Maldito todo aquel que no permanezca en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas.

11 Y que por la ley ninguno se justifica ante Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá.

12 Pero la ley no procede de la fe, sino que dice: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.

13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),

14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham fuese sobre los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

15 Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez confirmado, nadie lo invalida ni le añade.

16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su descendencia. No dice: Y a los descendientes, como si hablara de muchos, sino como de uno: Y a tu descendencia, la cual es Cristo.

17 Esto, pues, digo: El convenio previamente confirmado por Dios para con Cristo, la ley, que fue hecha cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, como para invalidar la promesa.

18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero mediante la promesa, Dios la concedió a Abraham.

19 Entonces, ¿de qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la descendencia a quien fue hecha la promesa, ordenada aquélla por medio de ángeles por mano de un mediador.

20 Y el mediador no es de uno solo, pero Dios es uno.

21 Entonces, ¿está la ley contra las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia sería verdaderamente por la ley.

22 Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.

23 Pero antes que viniese la fe, estábamos guardados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.

24 De manera que la ley fue nuestro ayo para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.

25 Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo ayo,

26 porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.

27 Pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.

28 Ya no hay judío, ni griego; no hay esclavo, ni libre; no hay varón, ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente descendientes de Abraham sois, y herederos conforme a la promesa.

Capítulo 4

Los santos son hijos de Dios por adopción — Pablo exhorta a los gálatas a volver a Cristo — Compara los dos convenios.

1 Y también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo,

2 sino que está bajo tutores y mayordomos hasta el tiempo señalado por el padre.

3 Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los principios elementales del mundo.

4 Mas cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,

5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.

6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!

7 Así que ya no eres más esclavo, sino hijo, y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

8 Ciertamente, en otro tiempo, cuando no conocíais a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses.

9 Pero ahora, habiendo conocido a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres principios elementales, a los cuales os queréis volver a esclavizar?

10 Guardáis los días, y los meses, y los tiempos y los años.

11 Temo por vosotros, que yo haya trabajado en vano por vosotros.

12 Hermanos, os ruego: Haceos como yo, porque yo también me he hecho como vosotros; ningún agravio me habéis hecho.

13 Pues vosotros sabéis que por causa de enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio;

14 y no me desechasteis ni menospreciasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo; antes bien, me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús.

15 ¿Dónde está, pues, vuestra bienaventuranza? Porque os doy testimonio de que, de ser posible, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos.

16 ¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo por deciros la verdad?

17 Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que os quieren excluir, para que vosotros tengáis celo por ellos.

18 Bueno es tener celo por el bien siempre, y no solamente cuando estoy presente con vosotros.

19 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros,

20 quisiera estar ahora con vosotros y cambiar el tono de mi voz, porque estoy perplejo en cuanto a vosotros.

21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley, ¿no habéis oído la ley?

22 Porque escrito está que Abraham tuvo dos hijos: uno de la sierva, el otro de la libre.

23 Y el de la sierva nació según la carne; pero el de la libre nació por medio de la promesa.

24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos convenios: el uno ciertamente del monte Sinaí, el cual da hijos para servidumbre; éste es Agar.

25 Porque Agar es el monte Sinaí, en Arabia, y corresponde a la actual Jerusalén, la cual está en servidumbre junto con sus hijos.

26 Pero la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.

27 Porque está escrito:

¡Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;
prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto!,
porque más son los hijos de la abandonada, que de la que tiene marido.

28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.

29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora.

30 Mas, ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la sierva y a su hijo, porque no será heredero el hijo de la sierva con el hijo de la libre.

31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la sierva, sino de la libre.

Capítulo 5

Permaneced firmes en la libertad del Evangelio — Buscad la fe, el amor y también a Cristo y al Espíritu — Se enumeran las obras de la carne y los frutos del Espíritu.

1 Permaneced, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no volváis otra vez a ser presos en el yugo de esclavitud.

2 He aquí, yo, Pablo, os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo.

3 Y otra vez vuelvo a testificar a todo hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley.

4 Separados sois de Cristo los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.

5 Porque nosotros, por el Espíritu, aguardamos por la fe la esperanza de la justicia.

6 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.

7 Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer la verdad?

8 Esta persuasión no proviene de aquel que os llama.

9 Un poco de levadura leuda toda la masa.

10 Yo confío con respecto a vosotros, en el Señor, que no pensaréis de ninguna otra manera; pero el que os perturba cargará con la sentencia, quienquiera que sea.

11 En cuanto a mí, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso, se habría quitado el escándalo de la cruz.

12 Ojalá se mutilasen los que os perturban.

13 Porque vosotros, hermanos, a libertad habéis sido llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.

14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

15 Pero si os mordéis y os devoráis los unos a los otros, mirad que tampoco os destruyáis los unos a los otros.

16 Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.

17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais.

18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,

20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,

21 envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes a éstas, de las cuales os advierto, como ya os lo he dicho, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.

22 Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe,

23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

24 Porque los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias.

25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.

26 No busquemos la vanagloria, irritándonos los unos a los otros, envidiándonos los unos a los otros.

Capítulo 6

Llevad las cargas los unos de los otros — Lo que sembréis, eso mismo segaréis — No os canséis de hacer el bien.

1 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.

2 Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.

3 Porque el que cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña.

4 Así que, cada uno examine su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no respecto de otro.

5 Porque cada cual llevará su propia carga.

6 Y el que es enseñado en la palabra, comparta todo lo bueno con el que le instruye.

7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado, porque todo lo que el hombre siembre, eso también segará.

8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.

9 No nos cansemos, pues, de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.

10 Así que, siempre que tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.

11 Mirad con cuán grandes letras os he escrito de mi propia mano.

12 Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo.

13 Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; sino que quieren que vosotros seáis circuncidados, para gloriarse en vuestra carne.

14 Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí, y yo para el mundo.

15 Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura.

16 Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sean sobre ellos, y sobre el Israel de Dios.

17 De aquí en adelante nadie me cause molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.

18 Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.



Enviada desde Roma a los gálatas.