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martes, 16 de abril de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 314: Filipenses 1-4


Capítulo 1
Todo lo que le sucedió a Pablo hizo progresar la causa del Evangelio — Nuestra conducta debe ser digna del Evangelio.

1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y los diáconos:

2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

3 Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros,

4 siempre en todas mis oraciones, ruego por todos vosotros con gozo,

5 por vuestra hermandad en el evangelio, desde el primer día hasta ahora,

6 estando convencido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;

7 como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, sois todos vosotros participantes conmigo de la gracia.

8 Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo.

9 Y esto pido en oración: que vuestro amor abunde aún más y más en conocimiento y en todo discernimiento,

10 para que aquilatéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo;

11 llenos de frutos de justicia, que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

12 Y quiero, hermanos, que sepáis que las cosas que me han sucedido, han redundado en el mayor progreso del evangelio;

13 de tal manera que mis prisiones en Cristo han sido evidentes en todo el pretorio, y a todos los demás;

14 y la mayoría de los hermanos en el Señor, cobrando ánimo con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.

15 Y algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros, de buena voluntad.

16 Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones;

17 pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio.

18 ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me regocijo, y aún me regocijaré.

19 Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación;

20 conforme a mi ferviente anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien, con todo denuedo, como siempre, ahora también será engrandecido Cristo en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte.

21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.

22 Pero si el vivir en la carne me es fructífero para la obra, entonces no sé qué escoger;

23 porque por ambas cosas me siento apremiado, teniendo el deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor;

24 pero quedarme en la carne es más necesario por causa de vosotros.

25 Y convencido de esto, sé que me quedaré, que aún permaneceré con todos vosotros, para provecho vuestro y gozo de la fe,

26 para que crezca vuestro regocijo por mí en Cristo Jesús, por mi visita otra vez a vosotros.

27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que, o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

28 y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, mas para vosotros de salvación; y esto, de Dios;

29 porque a vosotros os es concedido por Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él,

30 teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí.

Capítulo 2

Los santos deben ser uno en propósito y en espíritu — Toda rodilla se doblará ante Cristo — Los santos deben labrar su propia salvación — Pablo afronta el martirio con gozo.

1 Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable y algunas misericordias,

2 completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.

3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a sí mismo;

4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.

5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,

6 el que, siendo en forma de Dios, no tuvo como usurpación el ser igual a Dios.

7 sin embargo, se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres;

8 y hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre;

10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra y debajo de la tierra;

11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios Padre.

12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, labrad vuestra salvación con temor y temblor;

13 porque Dios es el que en vosotros produce tanto el querer como el hacer, por su buena voluntad.

14 Haced todo sin murmuraciones ni contiendas,

15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios, sin culpa, en medio de una generación maligna y perversa, entre los cuales resplandecéis como luminares en el mundo;

16 aferrados a la palabra de vida para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni he trabajado en vano.

17 Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me alegro y regocijo con todos vosotros.

18 Y asimismo, alegraos también vosotros, y regocijaos conmigo.

19 Mas espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo, al saber de vuestro estado.

20 Porque a ninguno tengo de igual ánimo y que tan sinceramente esté interesado por vosotros.

21 Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús.

22 Pero de él ya habéis conocido sus méritos, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio.

23 Así que a éste espero enviaros, después que yo vea cómo van mis asuntos;

24 y confío en el Señor que yo también iré pronto a vosotros.

25 Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano, y colaborador y compañero de milicia, y vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades;

26 porque él tenía gran deseo de veros a todos vosotros, y gravemente se angustió porque habíais oído que él había enfermado.

27 Pues en verdad estuvo enfermo, al borde de la muerte; pero Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza.

28 Así que le envío con mayor prontitud, para que al verle de nuevo os volváis a regocijar, y yo esté con menos tristeza.

29 Recibidle, pues, en el Señor con todo gozo; y tened en estima a los que son como él,

30 porque por la obra de Cristo estuvo cercano a la muerte, exponiendo su vida para suplir lo que faltaba en vuestro servicio hacia mí.

Capítulo 3

Pablo sacrifica todas las cosas por Cristo — Los ministros verdaderos deben dar ejemplo de rectitud.

1 Por lo demás, hermanos, regocijaos en el Señor. A mí, a la verdad, no me es molesto escribiros las mismas cosas, y a vosotros os da seguridad.

2 Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de la mutilación.

3 Porque nosotros somos la circuncisión, los que servimos en espíritu a Dios, y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.

4 Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si a alguno le parece que tiene de qué confiar en la carne, yo más:

5 circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;

6 en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, irreprensible.

7 Pero todas las cosas que eran para mí ganancia, las he considerado pérdida por amor de Cristo.

8 Y ciertamente, aún considero todas las cosas pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor de quien lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,

9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;

10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser como él en su muerte,

11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.

12 No que ya lo haya alcanzado, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, para ver si alcanzo aquello para lo cual fui también alcanzado por Cristo Jesús.

13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,

14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

15 Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.

16 Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma norma, sintamos una misma cosa.

17 Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que andan según el ejemplo que tenéis en nosotros.

18 Porque por ahí muchos andan, de quienes os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo,

19 cuyo fin será perdición, cuyo dios es el vientre y cuya gloria está en su vergüenza; que piensan solamente en lo terrenal.

20 Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo,

21 el que transformará el cuerpo de nuestra humillación, para ser semejante al cuerpo de su gloria, mediante el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.

Capítulo 4
Permaneced firmes en el Señor — Creemos en ser honestos, verídicos y castos.

1 Así que, hermanos míos, amados y añorados, gozo y corona mía, permaneced así firmes en el Señor, amados.

2 A Evodia ruego, y a Síntique exhorto, que sean de un mismo sentir en el Señor.

3 Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a las que trabajaron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también, y a los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.

4 Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez os digo: ¡Regocijaos!

5 Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.

6 Por nada estéis afanosos; sino sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.

7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

8 Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si hay algo digno de alabanza, en esto pensad.

9 Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.

10 Mas en gran manera me regocijé en el Señor de que ya al fin haya reflorecido vuestro cuidado de mí; de lo cual aún estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad.

11 No lo digo porque me encuentre en la indigencia, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo.

12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, tanto para estar saciado como para tener hambre, tanto para tener abundancia como para padecer necesidad.

13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

14 Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación.

15 Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino sólo vosotros.

16 Porque aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades.

17 No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta.

18 Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis, olor grato, sacrificio acepto, agradable a Dios.

19 Mi Dios, pues, os proveerá de todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.

20 Al Dios, pues, y Padre nuestro, sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

21 Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo os saludan.

22 Todos los santos os saludan, y mayormente los que son de la casa de César.

23 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.



Escrita desde Roma por Epafrodito.