Seguidores

viernes, 11 de enero de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 268: Mateo 24-25


Capítulo 24
Jesús predice la condenación de Jerusalén y la destrucción del templo — Grandes calamidades precederán a Su Segunda Venida — Jesús enseña la parábola de la higuera.

1 Y Jesús salió del templo y, cuando se iba, se le acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.

2 Y respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada.

3 Y estando él sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a él los discípulos aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida y del fin del mundo?

4 Y respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe,

5 porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y a muchos engañarán.

6 Y oiréis de guerras y de rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es menester que todo esto acontezca; mas aún no es el fin.

7 Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambres y terremotos en diferentes lugares.

8 Y todas estas cosas son sólo el principio de dolores.

9 Entonces os entregarán para ser afligidos y os matarán; y seréis aborrecidos por todas las naciones por causa de mi nombre.

10 Y muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.

11 Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos.

12 Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.

13 Pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

15 Por tanto, cuando veáis la abominación desoladora de la cual habló el profeta Daniel, quedaos en el lugar santo (el que lee, entienda),

16 entonces los que estén en Judea huyan a los montes;

17 y el que esté en la azotea no descienda para sacar algo de su casa;

18 y el que esté en el campo no vuelva atrás a tomar su ropa.

19 Mas, ¡ay de las que estén encintas y de las que estén criando en aquellos días!

20 Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo;

21 porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.

22 Y si aquellos días no fuesen acortados, ninguna carne sería salva; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.

23 Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o allí, no lo creáis.

24 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.

25 He aquí, os lo he dicho antes.

26 Así que, si os dijeren: He aquí está en el desierto, no salgáis; he aquí está en los aposentos, no lo creáis.

27 Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.

28 Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.

29 E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo y los poderes de los cielos serán sacudidos.

30 Y aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

31 Y enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta, y reunirán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

32 De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna y brotan sus hojas, sabéis que el verano está cerca.
33 Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.

34 De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas acontezcan.

35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

36 Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.

37 Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.

38 Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,

39 y no comprendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.

40 Entonces estarán dos en el campo; uno será tomado y el otro será dejado;

41 dos mujeres estarán moliendo en un molino; una será tomada y la otra será dejada.

42 Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.

43 Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría y no dejaría minar su casa.

44 Por tanto, también vosotros estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.

45 ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien puso su señor sobre su casa para que les diese alimento a tiempo?

46 Bienaventurado aquel siervo al que, cuando su señor venga, le halle haciendo así.

47 De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.

48 Mas si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor se tarda en venir,

49 y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos,

50 vendrá el señor de aquel siervo en el día que no le espera y a la hora que no sabe,

51 y lo cortará por en medio y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientes.

Mateo 25

Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio.

2 Y cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.

3 Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;

4 mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.

5 Y tardándose el novio, cabecearon todas y se durmieron.

6 Y a la medianoche se oyó un clamor: He aquí el novio viene; salid a recibirle.

7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas.

8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.

9 Pero las prudentes respondieron, diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden y comprad para vosotras mismas.

10 Y mientras ellas iban a comprar, vino el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.

11 Y después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, Señor, ábrenos!

12 Mas respondiendo él, dijo: De cierto os digo que no os conozco.

13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que, partiendo lejos, llamó a sus siervos y les encomendó sus bienes.

15 Y a uno dio cinco talentos, y al otro dos, y al otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.

16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.

17 Asimismo, el que había recibido dos, ganó también otros dos.

18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.

19 Y después de mucho tiempo, volvió el señor de aquellos siervos e hizo cuentas con ellos.

20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me encomendaste; he aquí, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.

21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

22 Y llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me encomendaste; he aquí, he ganado otros dos talentos sobre ellos.

23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

24 Y llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;

25 y tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.

26 Y respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí;

27 por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros y, al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con intereses.

28 Quitadle, pues, el talento y dadlo al que tiene diez talentos.

29 Porque al que tiene, le será dado y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.

31 Y cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria.

32 Y serán reunidas delante de él todas las naciones; entonces apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.

33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a la izquierda.

34 Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.

35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;

36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí.

37 Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos?, ¿o sediento y te dimos de beber?

38 ¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos?, ¿o desnudo y te cubrimos?

39 ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?

40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

41 Entonces dirá también a los que estén a la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;

43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.

44 Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o forastero, o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te servimos?

45 Entonces les responderá, diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.

46 E irán éstos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna.