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viernes, 20 de enero de 2012

Lectura Hablada de La Santa Biblia R-V 2009 SUD: Dia 20 Éxodo 8-10


Capítulo 8
Jehová envía plagas de ranas, de piojos y de moscas sobre Egipto — Faraón endurece su corazón.

1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Preséntate ante Faraón y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo para que me sirva.

2 Y si no quieres dejarlo ir, he aquí yo infestaré de ranas todos tus territorios.

3 Y el río criará ranas, las cuales subirán y entrarán en tu casa, y en la cámara donde está tu cama, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, y en tu pueblo, y en tus hornos y en tus artesas.

4 Y las ranas subirán sobre ti, y sobre tu pueblo y sobre todos tus siervos.

5 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos y estanques, para que haga subir ranas sobre la tierra de Egipto.

6 Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto.

7 Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron subir ranas sobre la tierra de Egipto.

8 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: Orad a Jehová para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir al pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová.

9 Y dijo Moisés a Faraón: Dígnate decirme cuándo he de orar por ti, y por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y que solamente se queden en el río.

10 Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová, nuestro Dios.

11 Y las ranas se irán de ti, y de tus casas, y de tus siervos y de tu pueblo, y solamente se quedarán en el río.

12 Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia de Faraón, y clamó Moisés a Jehová acerca de las ranas que había mandado sobre Faraón.

13 E hizo Jehová conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de las aldeas y de los campos.

14 Y las juntaron en montones, y apestaba la tierra.

15 Pero al ver Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, tal como Jehová lo había dicho.

16 Entonces Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra, para que se convierta en piojos por todo el país de Egipto.

17 Y ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara y golpeó el polvo de la tierra, el cual se convirtió en piojos, así en los hombres como en las bestias; todo el polvo de la tierra se convirtió en piojos en todo el país de Egipto.

18 Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos, pero no pudieron. Y había piojos así en los hombres como en las bestias.

19 Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, tal como Jehová lo había dicho.

20 Y Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana y ponte delante de Faraón, cuando él salga al río, y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo para que me sirva.

21 Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí yo enviaré sobre ti, y sobre tus siervos, y sobre tu pueblo y sobre tus casas nubes de moscas; y las casas de los egipcios se llenarán de nubes de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estén.

22 Y aquel día yo apartaré la tierra de Gosén, en la cual habita mi pueblo, para que ninguna clase de moscas haya en ella, a fin de que sepas que yo soy Jehová en medio de la tierra.

23 Y yo haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal.

24 Y Jehová lo hizo así, y vinieron nubes de moscas molestísimas sobre la casa de Faraón, y sobre las casas de sus siervos y sobre todo el país de Egipto; y la tierra fue devastada a causa de ellas.

25 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: Andad, ofreced sacrificios a vuestro Dios aquí en el país.

26 Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos como sacrificio a Jehová, nuestro Dios, la abominación de los egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían?

27 Camino de tres días iremos por el desierto y ofreceremos sacrificios a Jehová, nuestro Dios, como él nos mande.

28 Y dijo Faraón: Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios a Jehová, vuestro Dios, en el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por mí.

29 Y respondió Moisés: He aquí, al salir yo de tu presencia, rogaré a Jehová que las diversas clases de moscas se vayan de Faraón, y de sus siervos y de su pueblo mañana, con tal que Faraón no nos engañe más, no dejando ir al pueblo a ofrecer sacrificios a Jehová.

30 Entonces Moisés salió de la presencia de Faraón y oró a Jehová.

31 Y Jehová hizo conforme a la palabra de Moisés y quitó todas aquellas moscas de Faraón, y de sus siervos y de su pueblo, sin que quedara ni una.

32 Mas Faraón endureció también esta vez su corazón y no dejó ir al pueblo.

Capítulo 9

Jehová destruye el ganado de los egipcios, pero no el de los israelitas — Se envían sarpullido y úlceras sobre los egipcios — Jehová envía granizo y fuego sobre el pueblo de Faraón, mas no sobre el pueblo de Israel.

1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Ve a Faraón y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo para que me sirva,

2 porque si no quieres dejarlo ir y lo sigues deteniendo,

3 he aquí, la mano de Jehová traerá una pestilencia gravísima sobre tus ganados que están en el campo, sobre caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas.

4 Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo que pertenece a los hijos de Israel.

5 Y Jehová señaló un plazo, diciendo: Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra.

6 Y al día siguiente Jehová hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no murió ni uno.

7 Entonces Faraón envió a averiguar, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto ni uno. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.

8 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Tomad puñados de ceniza de un horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo delante de Faraón;

9 y vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, el cual ocasionará sarpullido que cause úlceras en los hombres y en las bestias por todo el país de Egipto.

10 Y tomaron la ceniza del horno y se pusieron delante de Faraón; y la esparció Moisés hacia el cielo, y vino un sarpullido que causaba úlceras, tanto en los hombres como en las bestias.

11 Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés a causa de las úlceras, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los egipcios.

12 Y Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, tal como Jehová lo había dicho a Moisés.

13 Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo para que me sirva.

14 Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra.

15 Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo con pestilencia, y serás quitado de la tierra.

16 Y a la verdad, yo te he puesto para mostrar en ti mi poder y para que mi nombre sea proclamado en toda la tierra.

17 ¿Todavía te ensalzas tú contra mi pueblo para no dejarlos ir?

18 He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca ha habido en Egipto, desde el día en que se fundó hasta ahora.

19 Envía, pues, a recoger tu ganado y todo lo que tienes en el campo, porque el granizo descenderá sobre todo hombre o animal que se hallare en el campo y no fuere recogido en casa, y morirá.

20 De los siervos de Faraón, el que temió la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa;

21 pero el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó a sus criados y sus ganados en el campo.

22 Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo para que caiga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto.

23 Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto.

24 Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada.

25 Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país.

26 Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo.

27 Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo, impíos.

28 Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo; y yo os dejaré ir, y no os detendréis más.

29 Y le respondió Moisés: Al salir yo de la ciudad, extenderé mis manos a Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo, para que sepas que de Jehová es la tierra.

30 Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de Jehová Dios.

31 El lino, pues, y la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada y el lino en flor.

32 Mas el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque eran tardíos.

33 Y cuando Moisés hubo salido de la presencia de Faraón y de la ciudad, extendió las manos a Jehová, y cesaron los truenos y el granizo; y la lluvia no cayó más sobre la tierra.

34 Y al ver Faraón que la lluvia y el granizo y los truenos habían cesado, volvió a pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos.

35 Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, tal como Jehová lo había dicho por medio de Moisés.

Capítulo 10

Jehová envía una plaga de langostas — Ésta es seguida por densas tinieblas sobre todo Egipto durante tres días — Moisés es echado de la presencia de Faraón.

1 Y Jehová dijo a Moisés: Preséntate ante Faraón, porque yo he endurecido su corazón y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos éstas mis señales;

2 y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y las señales que realicé entre ellos, y para que sepáis que yo soy Jehová.

3 Entonces fueron Moisés y Aarón a Faraón y le dijeron: Jehová, el Dios de los hebreos, ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo para que me sirva.

4 Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré langosta sobre tu territorio,

5 la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que se salvó, lo que os haya quedado del granizo; comerá asimismo todo árbol que os produce fruto en el campo.

6 Y llenarán tus casas, y las casas de todos tus siervos y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos existieron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió y salió de la presencia de Faraón.

7 Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será éste una trampa para nosotros? Deja ir a estos hombres para que sirvan a Jehová, su Dios. ¿Todavía no sabes que Egipto está destruido?

8 Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová, vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?

9 Y Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir, porque tenemos que celebrar fiesta solemne a Jehová.

10 Y él les dijo: ¡Así sea Jehová con vosotros si os dejo ir a vosotros y a vuestros niños! ¡Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro!

11 No será así. Id ahora vosotros los varones y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis. Y los echaron de la presencia de Faraón.

12 Entonces Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto y consuma todo lo que el granizo dejó.

13 Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová envió un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y a la mañana el viento oriental trajo la langosta.

14 Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto y se asentó en todo el territorio de Egipto, en gran cantidad. Nunca antes de ella hubo semejante plaga de langosta, ni después de ella habrá otra igual.

15 Y cubrió la faz de todo el país, y se oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; y no quedó cosa verde en los árboles ni en la hierba del campo en toda la tierra de Egipto.

16 Entonces Faraón hizo llamar aprisa a Moisés y a Aarón y dijo: He pecado contra Jehová, vuestro Dios, y contra vosotros.

17 Mas ruego ahora que perdones mi pecado esta vez, y que oréis a Jehová, vuestro Dios, para que solamente quite de mí esta muerte.

18 Y salió Moisés de la presencia de Faraón y oró a Jehová.

19 Entonces Jehová envió un viento occidental fortísimo y quitó la langosta y la arrojó al Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el territorio de Egipto.

20 Mas Jehová endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel.

21 Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tan densas que cualquiera las palpe.

22 Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas tres días por toda la tierra de Egipto.

23 Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.

24 Entonces Faraón hizo llamar a Moisés y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros.

25 Y Moisés respondió: Tú también nos entregarás sacrificios y holocaustos para que ofrezcamos sacrificios a Jehová, nuestro Dios.

26 Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña, porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová, nuestro Dios; y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová, hasta que lleguemos allá.

27 Mas Jehová endureció el corazón de Faraón, y éste no quiso dejarlos ir.

28 Y le dijo Faraón: Retírate de mí. Guárdate de volver a ver mi rostro, porque el día en que veas mi rostro, morirás.

29 Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.




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