Seguidores

domingo, 20 de enero de 2013

Lectura con Audio de La Santa Biblia Reina Valera 2009 SUD: Día 274: Marcos 9-10


Capítulo 9
Jesús se transfigura en el monte — Echa fuera a un espíritu inmundo — Enseña sobre Su muerte y Su resurrección, así como sobre quién será el mayor y sobre la condenación de los que ofendan a Sus pequeñitos.

1 También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios que viene con poder.

2 Y seis días después, tomó Jesús a Pedro, y a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte, solos, a un monte alto; y fue transfigurado delante de ellos.

3 Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede dejar tan blancos.

4 Y se les apareció Elías, junto con Moisés, y hablaban con Jesús.

5 Entonces respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Maestro, bueno es que estemos aquí; hagamos tres enramadas: una para ti, y otra para Moisés y otra para Elías;

6 porque no sabía lo que hablaba, pues estaban aterrados.

7 Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Éste es mi Hijo amado; a él oíd.

8 Y de repente, cuando miraron, no vieron más a nadie con ellos, sino a Jesús solo.

9 Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino hasta que el Hijo del Hombre hubiese resucitado de entre los muertos.

10 Y retuvieron la palabra para sí, discutiendo qué sería aquello de resucitar de entre los muertos.

11 Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?

12 Y respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad viene primero y restaurará todas las cosas. Y, ¿no está escrito que el Hijo del Hombre padezca mucho y sea tenido en nada?

13 Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.

14 Y cuando vino a los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y a escribas que discutían con ellos.

15 Y de inmediato toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron.

16 Y les preguntó: ¿Qué discutís con ellos?

17 Entonces, y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,

18 el cual, dondequiera que le toma, le derriba; y echa espumarajos, y cruje los dientes y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, pero no pudieron.

19 Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo.

20 Y se lo trajeron. Y cuando el espíritu vio a Jesús, de inmediato sacudió al muchacho que, cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos.

21 Y Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño.

22 Y muchas veces le echa al fuego y al agua para matarle; pero si tú puedes hacer algo, ¡ten misericordia de nosotros y ayúdanos!

23 Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.

24 Y de inmediato el padre del muchacho clamó, diciendo: Creo; ayuda mi incredulidad.

25 Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, ¡sal de él y no entres más en él!

26 Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole mucho, salió; y el muchacho quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.

27 Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.

28 Y cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?

29 Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.

30 Y habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese,

31 porque enseñaba a sus discípulos y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; y después de haber muerto, resucitará al tercer día.

32 Pero ellos no entendían esta palabra y tenían miedo de preguntarle.

33 Y llegó a Capernaúm; y estando en casa, les preguntó: ¿Qué discutíais entre vosotros por el camino?

34 Pero ellos callaron, porque los unos con los otros habían discutido por el camino quién había de ser el mayor.

35 Entonces sentándose, llamó a los doce y les dijo: Si alguno quiere ser el primero será el postrero de todos y el servidor de todos.

36 Y tomó a un niño y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo:

37 El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí, sino al que me envió.

38 Y le respondió Juan, diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue, y se lo prohibimos, porque no nos sigue.

39 Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis, porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mí.

40 Porque el que no está contra nosotros, por nosotros está.

41 Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.

42 Y a cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera que se le atase una piedra de molino al cuello y que fuera echado al mar.

43 Y si tu mano te hiciere tropezar, córtala; mejor te es entrar manco en la vida, que teniendo dos manos, ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado,

44 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

45 Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar cojo en la vida, que teniendo dos pies, ser echado al infierno, al fuego que no puede ser apagado,

46 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

47 Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos, ser echado al infierno,

48 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

49 Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.

50 Buena es la sal; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos, y tened paz los unos con los otros.

Capítulo 10

Jesús enseña la ley mayor del matrimonio — Bendice a los niños pequeños — Aconseja al joven rico, predice Su propia muerte y sana al ciego Bartimeo.

1 Y partiendo de allí, fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y volvió el pueblo a reunirse con él, y de nuevo les enseñaba como solía.

2 Y acercándose los fariseos, le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar a su esposa.

3 Pero él, respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?

4 Y ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de divorcio y repudiarla.

5 Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón, os escribió este mandamiento;

6 pero al principio de la creación, varón y mujer los hizo Dios.

7 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa.

8 Y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino una sola carne.

9 Por tanto, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre.

10 Y en casa volvieron los discípulos a preguntarle sobre lo mismo.

11 Y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio contra ella;

12 y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.

13 Y le presentaban niños para que los tocase, pero los discípulos reprendían a los que los presentaban.

14 Y viéndolo Jesús, se indignó y les dijo: Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios.

15 De cierto os digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño no entrará en él.

16 Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.

17 Y cuando salía él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

18 Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.

19 Los mandamientos sabes: No cometas adulterio. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.

20 Él entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.

21 Entonces Jesús, mirándole, le amó y le dijo: Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.

22 Pero él, entristecido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!

24 Y los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: ¡Hijos, cuán difícil les es entrar en el reino de Dios a los que confían en las riquezas!

25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.

26 Y ellos se asombraban aún más, diciendo entre sí: ¿Y quién podrá salvarse?

27 Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios.

28 Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.

29 Y respondiendo Jesús, dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos o tierras, por causa de mí y del evangelio,

30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo, casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos y heredades, en medio de persecuciones; y en el mundo venidero, la vida eterna.

31 Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros.

32 Y estaban en el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante de ellos, y se asombraban y le seguían con miedo; entonces, volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:

33 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles.

34 Y le escarnecerán, y le azotarán, y le escupirán y le matarán; pero al tercer día resucitará.

35 Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a él, diciendo: Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte.

36 Y él les dijo: ¿Qué queréis que os conceda?

37 Y ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

38 Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?

39 Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis; y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados.

40 Pero que os sentéis a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado.

41 Y cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse con Jacobo y con Juan.

42 Pero Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son reconocidos como gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que en ellas son grandes tienen sobre ellas potestad.

43 Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor;

44 y cualquiera de entre vosotros que quiera ser el primero será siervo de todos.

45 Porque el Hijo del Hombre tampoco vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

46 Entonces llegaron a Jericó; y al salir él de Jericó, y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo, el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino, mendigando.

47 Y al oír que era Jesús, el de Nazaret, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él daba mayores voces: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.

50 Él entonces, arrojando su capa, se levantó y fue a Jesús.

51 Y respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.

52 Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha sanado. Y al instante recobró la vista y seguía a Jesús por el camino.