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domingo, 25 de marzo de 2012

Lectura con Audio de la Santa Biblia RV 2009 SUD: Día 80 Jueces 17-19


Jueces
..Capítulo 17
Micaía tiene una casa de dioses (imágenes) y consagra a sus propios sacerdotes.

1 Hubo un hombre de los montes de Efraín que se llamaba Micaía,

2el cual dijo a su madre: Las mil cien piezas de plata que te fueron hurtadas, por lo que tú maldecías, oyéndolo yo, he aquí que yo las tengo; yo las tomé. Entonces la madre le dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío.

3Y luego que él devolvió a su madre las mil cien piezas de plata, su madre dijo: Yo he dedicado este dinero a Jehová de mi mano para mi hijo para hacer una imagen tallada y una de fundición; ahora, pues, yo te lo devuelvo.

4Cuando él devolvió a su madre el dinero, tomó su madre doscientas piezas de plata y las dio al fundidor; y él le hizo de ellas una imagen tallada y una de fundición, y quedaron en casa de Micaía.

5Y tuvo este hombre Micaía una casa de dioses; e hizo un efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos, y llegó a ser su sacerdote.

6En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía como mejor le parecía.

7Y había un joven de Belén de Judá, de la tribu de Judá, el cual era levita, y era forastero allí.

8Este hombre partió de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde hallase lugar; y en su camino llegó a los montes de Efraín, a la casa de Micaía.

9Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y él le respondió: Soy levita de Belén de Judá y voy a vivir donde halle lugar.

10Entonces Micaía le dijo: Quédate en mi casa y sé para mí padre y sacerdote; y yo te daré diez piezas de plata por año, y vestidos y comida. Y el levita se quedó.

11Le agradó, pues, al levita morar con aquel hombre, y él lo tenía como a uno de sus hijos.

12Y Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía de sacerdote y estaba en casa de Micaía.

13Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me favorecerá, pues el levita es mi sacerdote.

Jueces
..Capítulo 18

La tribu de Dan envía hombres para buscar una heredad — Toman las imágenes y al sacerdote de Micaía; incendian la ciudad de Lais y establecen la idolatría.

1 En aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos días la tribu de Dan buscaba para sí heredad donde morar, porque hasta entonces no había obtenido su heredad entre las tribus de Israel.

2Y los hijos de Dan enviaron de su tribu a cinco hombres de entre todos ellos, hombres valientes de Zora y de Estaol, para que reconociesen y explorasen bien la tierra; y les dijeron: Id y reconoced la tierra. Éstos llegaron a los montes de Efraín, hasta la casa de Micaía, y se hospedaron allí.

3Y cuando estaban cerca de la casa de Micaía, reconocieron la voz del joven levita; y acercándose allá, le dijeron: ¿Quién te ha traído por acá? ¿Y qué haces aquí? ¿Y qué tienes que ver tú por aquí?

4Y él les respondió: De esta y de esta manera ha hecho conmigo Micaía, y me ha tomado para que sea su sacerdote.

5Y ellos le dijeron: Pregunta, pues, ahora a Dios, para que sepamos si ha de prosperar este viaje que hacemos.

6Y el sacerdote les respondió: Id en paz, porque el viaje que hacéis está delante de Jehová.

7Entonces aquellos cinco hombres partieron, y llegaron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, conforme a la costumbre de los de Sidón, ocioso y confiado; no había nadie en aquella región que los perturbase en cosa alguna para poseer aquella tierra; y además de eso, estaban lejos de los sidonios y no tenían tratos con nadie.

8Entonces volvieron ellos a sus hermanos en Zora y Estaol, y sus hermanos les dijeron: ¿Qué hay?

9Y ellos respondieron: Levantaos, subamos contra ellos, porque nosotros hemos explorado la región y hemos visto que es muy buena. ¿Y vosotros os quedáis sin hacer nada? No seáis perezosos en poneros en marcha para ir a tomar posesión de la tierra.

10Cuando vayáis allá, llegaréis a una gente confiada y a una tierra espaciosa, pues Dios la ha entregado en vuestras manos, lugar donde no hay falta de cosa alguna que haya en la tierra.

11Y partieron de allí los de Dan, de Zora y de Estaol, seiscientos hombres armados con armas de guerra.

12Fueron y acamparon en Quiriat-jearim, en Judá, por lo cual aquel lugar fue llamado el campamento de Dan hasta hoy; está detrás de Quiriat-jearim.

13Y pasando de allí a los montes de Efraín, llegaron hasta la casa de Micaía.

14Entonces aquellos cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra de Lais dijeron a sus hermanos: ¿No sabéis que en estas casas hay un efod y terafines, y una imagen tallada y una de fundición? Mirad, pues, lo que habéis de hacer.

15Y dirigiéndose allá, llegaron a la casa del joven levita, en casa de Micaía, y le preguntaron cómo estaba.

16Y los seiscientos hombres, que eran de los hijos de Dan, estaban armados con sus armas de guerra a la entrada de la puerta.

17Y subiendo los cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra, entraron allá y tomaron la imagen tallada, y el efod, y los terafines y la imagen de fundición, mientras se quedaba el sacerdote a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados con armas de guerra.

18Entrando, pues, aquellos en la casa de Micaía, tomaron la imagen tallada, el efod, y los terafines y la imagen de fundición. Y el sacerdote les dijo: ¿Qué hacéis vosotros?

19Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre tu boca y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es acaso mejor que seas tú sacerdote en casa de un solo hombre que serlo de una tribu y de una familia de Israel?

20Y se alegró el corazón del sacerdote, quien tomó el efod, y los terafines y la imagen, y se fue entre la gente.

21Y ellos se volvieron y se fueron, y pusieron los niños, y el ganado y las posesiones por delante.

22Y cuando ya se habían alejado de la casa de Micaía, los hombres que habitaban en las casas cercanas a la casa de Micaía se reunieron y siguieron a los hijos de Dan.

23Y dando voces a los de Dan, éstos volvieron sus rostros y dijeron a Micaía: ¿Qué te pasa que has juntado gente?

24Y él respondió: Os lleváis mis dioses que yo hice, juntamente con el sacerdote, y os marcháis. ¿Qué más me queda? ¿Y con qué propósito me decís: ¿Qué te pasa?

25Y los hijos de Dan le dijeron: No des voces tras nosotros, no sea que los de ánimo colérico os acometan, y pierdas también tu vida y la vida de los tuyos.

26Y los hijos de Dan prosiguieron su camino; y viendo Micaía que eran más fuertes que él, se volvió y regresó a su casa.

27Y ellos, llevándose las cosas que había hecho Micaía, juntamente con el sacerdote que tenía, llegaron a Lais, al pueblo confiado y seguro; y los hirieron a filo de espada y quemaron la ciudad con fuego.

28Y no hubo quien los defendiese, porque estaban lejos de Sidón y no tenían comercio con nadie. Y la ciudad estaba en el valle que hay junto a Bet-rehob. Luego reedificaron la ciudad y habitaron en ella.

29Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan, conforme al nombre de su padre Dan, hijo de Israel, aunque antes la ciudad se llamaba Lais.

30Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen tallada; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Manasés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan hasta el día del cautiverio de la tierra.

31Y mantuvieron levantada la imagen que Micaía había hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.

Jueces
..Capítulo 19

La concubina de un levita comete adulterio y vuelve a casa de su padre — Su esposo la busca y se alojan una noche en Gabaa — Los hombres de Gabaa abusan de la concubina y ella muere — El esposo levita la corta en doce pedazos y los envía a las tribus de Israel.

1En aquellos días, cuando no había rey en Israel, hubo un levita que moraba como forastero en la parte más remota de los montes de Efraín, el cual había tomado para sí como concubina a una mujer de Belén de Judá.

2Y su concubina cometió adulterio contra él y se fue de él a casa de su padre, a Belén de Judá, y estuvo allá durante cuatro meses.

3Y se levantó su marido y la siguió para hablarle amorosamente y hacerla volver, llevando consigo un criado suyo y un par de asnos; y ella le hizo entrar en la casa de su padre. Y viéndole el padre de la joven, le salió a recibir gozoso.

4Y le retuvo su suegro, padre de la joven, y se quedó en su casa tres días, comiendo y bebiendo y alojándose allí.

5Y aconteció que al cuarto día, cuando se levantaron de mañana, se levantó también el levita para irse, y el padre de la joven le dijo a su yerno: Conforta tu corazón con un bocado de pan, y después os iréis.

6Y se sentaron ellos dos juntos, y comieron y bebieron. Y el padre de la joven le dijo al hombre: Yo te ruego que te quedes aquí esta noche, y se alegrará tu corazón.

7Y se levantó el hombre para irse, pero el suegro le insistió, y volvió a pasar allí la noche.

8Y al quinto día, levantándose muy de mañana para irse, le dijo el padre de la joven: Conforta ahora tu corazón y aguarda hasta que decline el día; y comieron los dos juntos.

9Y se levantó luego el hombre para irse, él, y su concubina y su criado. Entonces su suegro, el padre de la joven, le dijo: He aquí, el día declina y va a anochecer; te ruego que paséis aquí la noche. He aquí que el día se acaba; pasa aquí la noche para que se alegre tu corazón; y mañana os levantaréis temprano para emprender vuestro camino, y te irás a tus tiendas.

10Mas el hombre no quiso pasar allí la noche, sino que se levantó, y partió y llegó hasta enfrente de Jebús, que es Jerusalén, con su par de asnos ensillados y con su concubina.

11Y estando ya junto a Jebús, el día había declinado mucho; y dijo el criado a su señor: Ven ahora, y vámonos a esta ciudad de los jebuseos, para que pasemos en ella la noche.

12Y su señor le respondió: No iremos a ninguna ciudad de extranjeros, que no sea de los hijos de Israel, sino que pasaremos hasta Gabaa.

13Y dijo a su criado: Ven, lleguemos a uno de esos lugares, para pasar la noche en Gabaa o en Ramá.

14Pasaron, pues, de largo y siguieron su camino, y se les puso el sol junto a Gabaa, que era de Benjamín.

15Y se apartaron del camino para entrar a pasar allí la noche en Gabaa; y entrando, se sentaron en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los acogiese en su casa para pasar la noche.

16Y he aquí, un hombre viejo que al atardecer venía de trabajar en el campo, el cual era de los montes de Efraín, y moraba como forastero en Gabaa, pues los moradores de aquel lugar eran hijos de Benjamín.

17Y alzando el anciano los ojos, vio a aquel viajero en la plaza de la ciudad y le dijo: ¿A dónde vas y de dónde vienes?

18Y él respondió: Pasamos de Belén de Judá a la parte más remota de los montes de Efraín, de donde soy; y fui hasta Belén de Judá; y ahora voy a la casa de Jehová, y no hay quien me reciba en su casa.

19Nosotros tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y también tenemos pan y vino para mí y para tu sierva, y para el criado que está con tu siervo; de nada tenemos falta.

20Y el anciano dijo: La paz sea contigo; todo lo que te falte quede solamente a mi cargo, con tal que no pases la noche en la plaza.

21Y los llevó a su casa y dio de comer a sus asnos; y ellos se lavaron los pies, y comieron y bebieron.

22Y cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa y golpearon a la puerta, diciendo al anciano dueño de la casa: Saca fuera al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos.

23Y salió a ellos aquel hombre, el dueño de la casa, y les dijo: No, hermanos míos, os ruego que no cometáis este mal; puesto que este hombre ha entrado en mi casa, no hagáis esta maldad.

24He aquí mi hija virgen y la concubina de él; yo os las sacaré ahora; humilladlas y haced con ellas como os parezca, pero no hagáis a este hombre cosa tan infame.

25Mas aquellos hombres no le quisieron oír; por lo que, tomando aquel hombre a su concubina, la sacó fuera de la casa. Y ellos la conocieron y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, y la dejaron cuando apuntaba el alba.

26Y cuando ya amanecía, la mujer vino y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta que fue de día.

27Y levantándose de mañana su señor, abrió las puertas de la casa y salió para seguir su camino, y he aquí que su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral.

28Y él le dijo: Levántate, y vámonos. Mas ella no respondió. Entonces la levantó aquel hombre y, echándola sobre su asno, se levantó y se fue a su lugar.

29Y al llegar a su casa, tomó un cuchillo, y echó mano de su concubina, y la despedazó por sus huesos en doce partes y las envió por todo el territorio de Israel.

30Y todo el que veía aquello, decía: Jamás se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Considerad esto, tomad consejo y hablad.





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